sábado, 30 de junio de 2012

En la cárcel de mujeres de Salamanca hablando de literatura

Fue una de las experiencias más interesantes y enternececdoras de mi vida como escritor. Estuve hablando dos horas con un grupo de mujeres con unos enormes deseos de vivir, y lo habían conseguido gracias, entre otras cosas, a la literatura.

Foto: En la cárcel de mujeres de Salamanca hablando de literatura
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viernes, 29 de junio de 2012

Reseñas, entrevistas y críticas de "Las mentiras inexactas"

Presentación de la novela en el Cultural de El Mundo:
http://www.elcultural.es/cita_agenda/LETRAS/Conferencias/22156/citas/Agenda

Reseña en el Diario Progresista:
http://www.diarioprogresista.es/-justo-sotelo-publica-las-mentiras-inexactas-11889.htm

Reseña en Todo literatura:
http://www.todoliteratura.es/actualidad/novedad-editorial-las-mentiras-inexactas-de-justo-sotelo

Reseña en Nueva Tribuna:
http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/-las-mentiras-inexactas/20120521114342075574.html

Reseña en El Mundo Financiero:
http://www.elmundofinanciero.com/noticia/2549/Sociedad/%E2%80%9Clas-mentiras-inexactas%E2%80%9D-frontera-entre-crisis-econ%C3%B3mica-espiritual.html

El blog de Peteredwhite:
http://peteredwhite.com/2012/06/03/empujo-la-puerta-y-entro-con-curiosidad/

Entrevista y reseña en Revista Travelarte España:
http://cultura.travelarte.com/libros/2189-las-mentiras-inexactas-justo-sotelo

Entrevista en Europa Press:
http://www.europapress.es/cultura/libros-00132/noticia-justo-sotelo-juega-amor-edad-mentiras-inexactas-20120623120155.html

Entrevista en Europa Press en catalán:
http://www.europapress.cat/cultura/noticia-justo-sotelo-juga-amb-lamor-sense-edat-mentiras-inexactas-20120623135021.html

Entrevista en la televisión del Periodista Digital:
http://www.youtube.com/watch?v=H1QEU5s_TsI

Crítica en el Diario Progresista:
http://www.diarioprogresista.es/las-mentiras-inexactas-una-de-las-mejores-novelas-de-los-ultimos-12575.htm

Critica en el Cultural del ABC:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/cultural/2012/05/12/019.htmlRevista ARN Digital:

Crítica en la Revista ARN Digital:
http://arndigital.com/cultura-y-sociedad/noticias/2525/justo-sotelo-la-metaficcion-es-otra-cosa/

Entrevista en el Ojo Crítico de Radio 1 RNE
http://www.rtve.es/alacarta/audios/el-ojo-critico/ojo-critico-mentiras-inexactas-justo-sotelo-19-07-12/1470757/

Crítica de El Cultural de El Mundo
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/31420/Las_mentiras_inexactas






Necesitamos otro Valle-Inclán (III)

"Divinas palabras" provoca una reflexión moral en los espectadores, al presentar un tema ético de costumbres, de formas de vida y de relaciones humanas dentro de un determinado paisaje natural y social. Este tema no puede menos de incluir un problema moral en su seno, pues no hay costumbres sin algún principio orientador acerca de cómo han de entenderse el bien y el mal, el vicio y la virtud, la culpa y su consecuencia, lo que hace que la obra sea profundamente actual.
Gracias a ella se pueden analizar las consecuencias de la avaricia o la codicia de poseer un objeto que genera beneficios, la lujuria o la aspiración del goce sexual, la figura femenina fatal y la muerte debajo de las palabras y los gestos de los personajes. Además, se observan las influencias de la tradición, el alcoholismo, las infidelidades, la hipocresía y la mala voluntad de las personas, así como las diferentes creencias religiosas. En el desenlace de la obra las “divinas palabras” revelan la fisonomía pobre y atrasada de la Galicia de aquella época.

La obra se desarrolla, básicamente, a cielo abierto. Apenas nos encontramos con pueblos o villas, y menos aún con ciudades, lo que la separa espacialmente de una obra cercana en el tiempo, pero tan diferente, como es “Luces de bohemia”. En “Divinas palabras” no existen más que una pequeña iglesia, la quintana, el atrio y los alrededores. Los personajes van y vienen por los caminos y los parajes del campo; se paran a descansar cerca de las casas, pero no entran en ellas, salvo en algunos momentos puntuales de la casa de Pedro Gailo, o la propia iglesia donde se pronuncian las divinas palabras.

Los espacios escénicos se van sucediendo sin orden concreto, siguiendo lo que podría llamarse “tácita norma de numerosidad”. Otra nota característica de la obra es la “mutabilidad”, ya que no se trata de escenarios fijos que relacionen al personaje con el lugar, sino que sirven de excusa para que los personajes desarrollen sus características propias. Son escenarios que están, en definitiva, al servicio de los personajes, y no a la inversa.

Es una obra abierta, que pretende desarrollarse en una naturaleza donde los personajes están atrapados, aunque crean que se mueven de un sitio a otro con total naturalidad. Para Valle-Inclán lo que existe realmente es lo que nos dicen los recuerdos; ese es el único sentido de la vida: convertir en verdadero lo que queda en la memoria. Y por eso es esencial, también, la imaginación. El recuerdo y la imaginación se convierten en la base de una realidad hasta cierto punto normal, ya que la obra se desarrolla en verano, durante las horas típicas y tópicas del amanecer, el mediodía, el atardecer… Eso sí, no se cumplen las unidades aristotélicas tradicionales.

La primera jornada comprende un día veraniego, pero transcurre un tiempo hasta que llegamos a la segunda jornada, a la que sólo separarán unas horas de la tercera. En la primera y la tercera jornadas destaca la sucesión pausada, mientras que en la central se expresa una forma diferente de vivir el tiempo.

En la primera escena, Marica del Reino y la Vecina murmuran sobre los excesos que está cometiendo Mari-Gaila en el usufructo del carretón, y en la segunda aparece esta última tirando del carro por los caminos, después de acostumbrarse a este trabajo.

Otro aspecto de la simultaneidad es el siguiente: en la escena quinta, Mari-Gala y Séptimo Miau quedan en verse en la garita de la playa, y mientras tanto (escena sexta) Pedro Gailo, que se encuentra borracho, no piensa en otra cosa que en vengarse de su mujer adúltera, y para lograrlo no se le ocurre otra cosa que tentar a su propia hija Simoniña. Otro aspecto de la simultaneidad del tiempo es el que se observa en la escena octava, ya que sobre la grupa del Trasgo vuela la propia Mari-Gaila que es raptada por el diablo.

viernes, 22 de junio de 2012

Necesitamos otro Valle-Inclán (II)

Como dijo el propio Valle-Inclán, sus personajes debían presentarse siempre solos, que fueran "ellos" sin la explicación del autor. Lo importante del drama es cómo exteriorizar los sentimientos y las emociones, y filtrarlos en el interior de los personajes.
Valle-Inclán no quiere engañarse con la idea de un teatro comercial, susceptible de ser aplaudido por el público. Lo esencial no es la complacencia de este; su talante de creador es incorruptible y no cede ante la tentación de escribir pensando en el gusto imperante de la época.

En Divinas palabras, Valle-Inclán presenta un pueblo de labriegos, criados, pobres, mendigos, peregrinos, buhoneros y pastores, y los describe por sus formas propias de expresión.

Pedro Gailo, el sacristán, es una persona humilde y algo antipática que al final “triunfa” gracias a sus fuertes convicciones religiosas, junto al hecho de dominar un idioma que resulta convincente para sus parroquianos, incluso atemorizador. En la Jornada I, se nos dice que el sacristán apaga los cirios bajo el pórtico románico. Es un viejo fúnebre, amarillo de cara y manos, barbas mal rapadas, sotana y roquete...Y es siempre a conversar consigo mismo, huraño el gesto, las oraciones deshilvanadas. Pedro Gailo rechaza la violencia por completo. En los diálogos que mantiene con Lucero, dice en un momento determinado: Para toda conducta hay premio o castigo, enseña la doctrina de Nuestra Santa Madre la Iglesia. No obstante, él muestra su desdén al enano, el hijo de su hermana. Cuando le mira, pone su ojo bizco. Escucha las insidias de Marica, afila el cuchillo sanguinario, tienta a Simoniña, riñe a gritos con Mari-Gaila. Sería, en fin, el sujeto del triángulo protagonista afectado por la tremenda óptica deformadora del esperpento.

Mari-Gaila es la esposa del sacristán. Aparece con su hija Simoniña en la tercera escena de la Jornada I: Dos mujeres, madre e hija,...La madre blanca y rubia, risueña de ojos, armónica en los ritmos del cuerpo y de la voz. Lo más importante en su vida es el dinero; ella es igual que Marica del Reino, y por eso ambas disputan la propiedad del carretón. También es infiel y está aburrida del matrimonio con el rígido Pedro. Por eso mantiene relaciones sexuales con Lucero. La pasión sexual, sensual e imaginativa siempre la arrastra. Como en la Jornada II, donde se encuentra con Séptimo Miau en la quinta escena y pasan juntos la noche de fiesta, en uno de los momentos más famosos de la obra.

MARI-GAILA.- ¿Y qué hago del carretón?
SÉPTIMO MIAU.-Lo dejas fuera. Entramos, pecamos y nos caminamos.
MARI-GAILA.- ¡Lindo verso!
El farandul muerde la boca de la mujer, que se recoge suspirando, fallecida y feliz...
SÉPTIMO MIAU.- ¡Bebé tu sangre!
MARI-GAILA.- A ti me entrego.

Lucero es la representación del demonio, de Lucifer, una persona sin piedad (pero relativamente ilustrado). Seduce a la mujer de Pedro Gailo, como buen vividor que va de fiesta en fiesta, sin domicilio conocido, pero con conocimiento de la realidad del mundo. Es un tipo cínico, indiferente, que cambia de nombre sin mayor rubor, y que hace avanzar la acción logrando un verdadero sentido dramático.

Juana la Reina y el hijo idiota son dos personajes trágicos. Juana La Reina, la hermana de Pedro y Marica, aparece al principio de la obra, en la primera jornada, y su rápida muerte provoca el conflicto por poseer su herencia, personificada en su hijo idiota, Laureaniño, engendro y enano, que siempre es expuesto en las ferias para conseguir dinero.

Entre los 16 personajes de la obra, hay de todo: pobres, apáticos, avariciosos, ambiciosos, egoístas, incluso buenas personas, es decir, un verdadero retablo que podría resumir incluso a la sociedad actual. Sin embargo, lo más interesante es que nadie, en la obra, llora la muerte de Juana ni de su hijo monstruoso.

viernes, 15 de junio de 2012

Necesitamos otro Valle-Inclán (I)

En esta época de crisis económica y espiritual dominada por el miedo al despido, a la pobreza, a la marginación, a la ruina, a la soledad, donde la corrupción campa a sus anchas por todas partes y los extremismos empiezan a adueñarse de las conciencias y de los parlamentos, se necesitan intelectuales que denuncien, que critiquen, que se dejen un brazo (metafóricamente, aunque sea por culpa del botón de un chaleco) en la defensa de unos ideales que parece que no importan a nadie.
En definitiva, se necesita a gente como Valle-Inclán.

Todo está escrito en su teatro, en las “Comedias bárbaras” y “Divinas palabras”, con la ostentación del poder, el analfabetismo y los sentimientos más primarios del ser humano, la burocracia y la corrupción de “Luces de bohemia”, la avaricia, la lujuria y la muerte en su “Retablo” y “Los cuernos de don Friolera”, por decir sólo unas cuantas de sus obras maestras.

A lo largo del primer tercio del siglo XX, en España no escasearon los intentos de experimentación dramática, aunque sólo dos autores alcanzaron un reconocimiento universal con el paso del tiempo, Valle-Inclán y Lorca. De entre las obras del primero, “Divinas Palabras”, está de profunda actualidad (también “Luces de bohemia”, por supuesto, con tantos casos de corrupción). Si el pueblo obedece al final de la obra es porque no entiende el idioma en el que se le habla; algo similar podría decirse en estos momentos respecto a los poderes invisibles que dominan el mundo: económicos, periodísticos, incluso de la mente.

“Divinas palabras” se encuentra en el tránsito entre el expresionismo y el esperpento, y mezcla con sabiduría la avaricia, la lujuria y la muerte, que más tarde serán sintetizadas por el autor en el mencionado esperpento. La obra pone un punto y final a la secuencia iniciada por “Águila de blasón” y “Romance de lobos”, con la esencia del drama “gallego” plasmada en sus páginas.

No puede olvidarse que en esa época (1916), Valle-Inclán escribió su manifiesto estético que denominó “La lámpara maravillosa” (del que ya se ha hablado en este periódico). En ella queda plasmada su poética, íntimamente unida con la evolución que se estaba produciendo en su obra. Valle-Inclán fue un provocador, pero con un núcleo metafísico de sentido estético. Buscó un estilo personal, la música de las palabras, los espejos mágicos. También fue un poeta radical que buscó entender el mundo con una mirada diferente.

“Divinas palabras” se subtitula “Tragicomedia de aldea”, fue publicada en 1919 y estrenada por la compañía de Margarita Xirgu en 1933. Representa la idea de que la virtud de la palabra sagrada se impone a las pasiones carnales en unos ambientes de pesadilla. Esos ambientes de pesadilla están situados en la Galicia rural, y mezclan lo trágico con lo cómico. Ahora ya no hay aristócratas, como en las “Comedias bárbaras”; sólo está la gente del pueblo, su miseria, su incultura, sus pasiones a flor de piel que se pueden expresar en la metáfora del niño monstruoso, cuya posesión define la avaricia de los personajes. Ese pueblo es el que reaccionará cuando escuche las “divinas” palabras de boca del sacristán. Será el momento de despojarse de la malicia, de la crueldad, de la propia idea de lujuria para perdonar a la mujer pecadora.

Recuérdese que la obra se desarrolla alrededor de la familia de Pedro Gailo, el sacristán de San Clemente, su esposa Mari-Gaila y su hija Simoniña, y se inicia cuando la perra (o el perro) de Lucero (Séptimo Miau o Compadre Miau) adivina que Pedro Gailo será engañado por su mujer. Poco después la hermana de Pedro, Juana La Reina, muere trágicamente, y deja solo a su hijo, el pobre niño deforme, que es transportado en un carretón de un sitio a otro y sirve para que su madre y él vivan de la caridad. La posesión del carretón provoca la disputa entre Mari-Gaila y su cuñada Marica, hasta que ambas mujeres aceptan compartirlo.

Mari-Gaila paseará el carretón junto a mendigos, leñadores y criberos, y conocerá al Compadre Miau, que se convertirá en su amante. Poco después Marica revela a su hermano la conducta de su mujer. Esa misma noche, Pedro Gailo, embriagado, tienta a su hija Simoniña para que mantenga relaciones sexuales, a lo que ella se niega. Mari-Gaila se despide de Séptimo, y al intentar volver a su casa se detiene en una taberna y descubre la muerte del “idiota”, al que han dado de beber demasiado alcohol. Después de introducir el cadáver dentro del carretón y volver a casa, Mari Gaila y su marido mandan a su hija que aparque el carro junto a la casa de Marica para que ella pague el funeral.
Al amanecer, cuando Marica despierta, descubre el cuerpo devorado por los cerdos. Maria-Gaila y Pedro Gailo discuten con Marica del Reino sobre quién debe pagar el funeral. Ese mismo día, Mari-Gaila acepta el ruego de Séptimo después de enviarle un mensaje para citarse con él. Mientras mantienen relaciones sexuales son descubiertos por los vecinos del pueblo. La gente le quita la ropa a Mari-Gaila, y la llevan desnuda en un carro de heno. Al final Pedro Gailo salva a la adúltera pronunciando, en latín, las divinas palabras.

martes, 12 de junio de 2012

En la lejana Aquisgrán

EN LA LEJANA AQUISGRÁN

Beatriz Talaván es un personaje de la última novela de Justo Sotelo que asegura que Peter Redwhite no es sino un romántico de los de finales del XVIII. Cuando intento hacerme un poco el interesante hablo de la verdad en el arte; de como lo más íntimo del artista logra conmover hasta el punto de que el lector, espectador, oyente lo toma como la más absoluta de las verdades. A Beatriz esto de vestir de harapos tus fantasmas ya no le convence, la ficción –el fingir- es clave en muchas de sus obras de arte preferidas. Poco después de mi primera tertulia, ella me pasó unos cuentos fantásticos –en dos de los sentidos del término; son malvado y fantástico palabras muy de Bea- a cambio de los Cortos americanos y lo que llevaba escrito de lo que pretende ser una novela; siempre me gustó ese relato suyo de las pompas de jabón capaces de atrapar recuerdos.

Ayer nos vimos en la Feria del Libro algunos de los que solemos coincidir los miércoles en el Este o Este; pronto Beatriz volverá a ser Frau Talaván en la lejana Aquisgrán. Redwhite confía en que casi dos mil kilómetros no sean demasiados, al menos para esta relación novelesca nuestra.

domingo, 10 de junio de 2012

Empujó la puerta y entró con curiosidad

 

EMPUJÓ LA PUERTA Y ENTRÓ CON CURIOSIDAD

Habla a menudo de Murakami y los mundos huecos pero no se olvida de Galdós. No me costó reconocer a Justo Sotelo, del bolsillo de una de sus inconfundibles chaquetas negras asomaban los Cortos americanos que le había hecho llegar a través de mi amiga Bea; enseguida supe que la semana siguiente lo de la tertulia literaria en Malasaña se volvería a repetir.

Hace siglos que está todo dicho, sólo me interesa el lenguaje. Empujó la puerta y entró con curiosidad, la preocupación por la forma queda clara desde la primera frase de Las mentiras inexactas, la última novela de Justo. Nunca había leído ninguno de sus libros, me sorprendió la manera de contar: están ahí presentes los autores a los que tanto admira; las novelas de Sotelo –aseguran los críticos- tienen vuelo, yo me quedo con el poso, con el regusto que dejan unas líneas meditadas –ágiles cuando es necesario- en las que el escritor madrileño -y es que el arrojo narrativo, como dice Juan Ángel Juristo de ABC, es una de las virtudes de la novela- no duda en reflexionar sobre lo que le preocupa y le apasiona hasta las últimas consecuencias.

Justo presentó su libro en Las Cuevas de Sésamo entre amigos y conocidos. Algo que te impulsa a escribir unas líneas se convierte en un objeto de centenares de páginas; es misterioso el proceso de creación de una novela. Ahora, con un ejemplar de Las mentiras inexactas aquí, en mi escritorio, recuerdo como aquella tarde en Sésamo noté algo muy distinto a lo que había sentido en otras presentaciones: el autor no era sólo alguien a quien admiraba, se trataba además de un amigo.

viernes, 8 de junio de 2012

Economía y Literatura (y X)

El sistema capitalista y los usureros… Cuando el famoso prestamista y usurero Francisco Torquemada hace su aparición en Lo prohibido, se establece otra de las características singulares del sistema capitalista, que puede estar representada en el "precio" del dinero, es decir, en el tipo de interés con el que se valoran el dinero y las inversiones.
Torquemada es el típico sujeto aprovechado que empezó a destacar a mediaos del siglo XIX gracias al despilfarro de los ricos que sólo vivían de las apariencias y necesitaban mantener su nivel de vida con los préstamos de sujetos como él. Este tipo continuará en el mundo de Galdós y se hará protagonista en las obras Torquemada en la hoguera (1889), y en la trilogía de Torquemada en la cruz, Torquemada en el Purgatorio y Torquemada y San Pedro (1893-1895).

Poco después, José María hace alusión a la coprotagonista de La de Bringas”, la marquesa de Tellería. “Fuimos a almorzar, y en la mesa, Eloísa parecía más tranquila. Raimundo, hablando del completo hundimiento de la casa de Tellería, hubo de contar cosas muy chuscas, de las cuales se rió mucho su hermana, aunque a mí me hacían poca gracia… León Roch había suspendido la pensión que pasaba a Milagros. Esta y el pobre marqués vivían separados y en la mayor miseria, cada cual dando sablazos y explotando al pobre que cogían debajo”.

Raimundo es el primo varón de José María, y la alusión a los Tellería le sirve a Galdós (mediante su narrador personaje) para criticar a los aristócratas degenerados, derrochadores y aprovechados, que tienen una participación singular en las obras La familia de León Roch y La de Bringas.
En conclusión, la economía clásica se apoya en la idea de un orden natural y equilibrado de la sociedad y el mundo en general, al empeñarse en imitar a la física mecánica, sin comprender que existen diferencias entre ambas formas de entender la existencia del ser humano. Es un problema de falta de contrastación con la realidad, al ampararse en la placidez victoriana, y con ello en una ortodoxia deductivista ocupada en el estudio de la asignación óptima de los recursos escasos con usos alternativos en un mundo estático. A pesar de su nulo apoyo en la realidad, hay que destacar su hermoso desarrollo lógico-formal, con una matemática cada vez más sofisticada, el impulso de una economía que se estudia en las universidades y el carácter conservador de la mayoría de los grandes economistas.

El realismo y posterior naturalismo de algunas de las obras de Galdós no tuvo más remedio que hacerse eco de este planteamiento económico, aunque sólo fuera por la fiel descripción que hizo a lo largo de sus páginas de la forma de ser y comportarse de sus principales personajes.
El dinero sirve para llevar una determinada forma de vida, y si falta entonces los personajes acuden a los préstamos, bien de los amigos o bien de los profesionales que iban surgiendo en la época. Con la bajada del sueldo de que es objeto Francisco Bringas a causa de su ceguera, es evidente que tenía que bajar todavía más su nivel de vida; y algo similar ocurre con los despilfarros de Eloísa que debe afrontar José María en Lo prohibido.

Lo que más sorprende del caso de Rosalía es que está a punto de llevar a la ruina a su familia por su obsesión en aparentar lo que no era, ya que acepta prestar dinero a la marquesa de Tellería. Los vaivenes económicos de la Bolsa de Madrid, con las caídas y subidas de la cotización de las acciones, y otras operaciones financieras, se convierten en la gran metáfora de Lo prohibido, y poseen un valor similar a la pasión amorosa del protagonista.

martes, 5 de junio de 2012

"Las mentiras inexactas" en ARN digital, por Juristo


cultura/sociedad

MARTES, 5 DE JUNIO DE 2012

Justo Sotelo: la metaficción es otra cosa

Juan Ángel Juristo / Madrid

Conocí a Justo Sotelo, quiero decir frecuenté su amistad, al mismo tiempo que su obra, fue cuando le reseñé para ABC, y la novela que leí de él, ‘La paz de febrero’, de la que recuerdo me pareció una obra que para ser primera revelaba a un autor experimentado. Luego me di cuenta de que no era tan primerizo, había publicado dos, yo no lo sabía pero como no quise quitarme el placer de la sorpresa no me di por enterado. De aquella falsa primera novela resalté variados motivos pero el que más me interesó fue el de la creación de un antihéroe muy peculiar, un héroe frío, frase referida a Eneas que me gustó mucho y en ese sentido sentí que el libro era deudor de una serie de héroes modernos, que podían ir desde Mersault, de ‘El Extranjero’, de Camus, hasta el Stephen Dedalus de ‘El Retrato…’, de Joyce hasta el de algunos de las novelas norteamericanas de preguerra, en especial me fijé en Dos Passos y Faulkner, esos personajes a medio camino entre la virtud y la tara más absoluta.

‘Entrevías, mon amour’, fue su siguiente novela y la reseñé también, y gusté de ella, incluso creo recordar que la presenté en una librería junto a Marta Sanz en Vallecas un día frío pero, no recuerdo la razón, bello. Esta novela me sorprendió menos que la anterior pero sólo por una razón: ya conocía al autor, quiero decir, al Justo Sotelo que escribe y su frecuentación impide la sorpresa, pero no la admiración. De aquel libro destaco su equilibrio, algo esencial en una narración, que siempre creo es lo que define a una buena novela, entre historia, forma, estilo y tono, y, tengo que reconocerlo, esperaba con ganas la siguiente novela para ver por donde nos salía esta vez. Tengo que decir que, en medio, a Justo le dio por hacer una tesis doctoral y la hizo sobre Murakami, autor que a él le fascina y a mí no, y recuerdo como insistía cada vez que nos veíamos sobre las cualidades del autor japonés que hace footing. Yo callaba porque cuando un autor te gusta poco, poco tienes que decir.

Pero los caminos de la literatura, más aún que los del Señor, son inescrutables. Me habló de que estaba escribiendo una novela y que tenía en mente a Murakami y su tesis. Como no tenía nada que decir, nada dije, pero en secreto me azuzó la curiosidad sobre leer tamaña narración. Bueno, hace pocos días que la he leído, se titula ‘Las mentiras inexactas’, la ha publicado bellamente una editorial nueva, Izana, lo que siempre reconforta y hace buenas las locuras en tiempos de apariencia tan racional y calculadora, y me ha sorprendido una vez más, de nuevo. Tanto, que he vuelto a experimentar esa justa carga de goce al leerla y ello por variados motivos que escapan al discurso literario pero que tiene que ver con la exacta valoración de una obra de arte. Tengo que decir que a mí las novelas de metaficción me gustan relativamente, por varios motivos. Desde luego porque hacen creer al lector que su cultura es superior a la media, por aquello de las citas que contienen y luego, uno casi nunca sabe muy bien cuando empieza la intertextualidad y cuando el texto mismo. Es cierto que hay autores de metaficción y autores. Por ejemplo, Umberto Eco utiliza la metaficción de una manera muy inteligente, como es él, claro, y su último libro, ‘El cementerio de Praga’, bien puede decirse que es todo él una metaficción guiada por la novela de folletón decimonónica. Hay otros casos, como ‘Noir’, de Robert Coover, donde los guiños al cine, la novela negra y los argumentos del ‘thriller’ son tan constantes que la narración en si vale por toda un ensayo sobre metaficción. En casos como el de Coover, tengo que decir, se encuentran los límites de este modo de narrar. Un paso más allá y ya se desvanece el placer del texto.

Cuando comencé esta novela de Justo Sotelo supe que estaba ante una novela de metaficción, pero hasta cierto punto. Añadiría que se puede considerar así porque es un libro sobre literatura, sobre su destino, sobre su origen también y, claro, tenía que salir la metaficción, pero en una medida que salva lo que es una narración al uso desde el primer momento. Es su mayor hallazgo, también su honestidad más clara, porque hay que decir que Justo es un autor honesto, y con ello quiero decir honesto consigo mismo, y si no hubiese pensado que la narración tiene que ser salvarguardada en lo que tiene de específica, no lo hubiera hecho.

Yo, desde luego, si tuviera que definir esta novela preferiría hablar de una novela de amor pasión, entre un hombre y una mujer, entre un librero de edad más que mediana y una investigadora de la literatura, que de una narración de metaficción. De amor entre un hombre y una mujer y de una pasión, la literatura. Tanta, que el autor llega a juntar una serie de correspondencias admirables, Nora la investigadora, Norah Lange, el amor de Jorge Luís Borges que le quitó Oliverio Girondo, haciendo el amor más insondable aún si cabe, desde luego la Nora de Ibsen, desde luego la Nora que cita Joyce en un bello cuentecito que tiene sobre Trieste y una alumna de la que se enamoró cuando le daba clases de inglés en esa ciudad, pero también a gentes como Luis García Montero y Javier Lostalé, amigo común, en fin, una apoteosis del hecho literario que llega a su culmen al final del libro, en una escena tan enorme que a mi me recordó un poco la escena del camarote de la película aquella de los Hermanos Marx que no pienso citar por conocida hasta la falta de estímulo.. Hay un instante en ese capítulo en que parece que nadie más puede caber. Por aparecer aparece hasta María Kodama. Tengo que decir que la novela, al contrario que el camarote, no se desborda.

Finalizaría señalando una cualidad de esta novela que, creo, puede ser pasada por alto. Y es la bella suspensión en el tiempo que produce la enumeración de objetos a lo largo del libro. Le dije al autor que una de las cosas que más me había gustado del libro era esa enumeración, tengo que decir que soy un amante de las listas literarias, que me recordaba a algunas que hace Georges Perec, un autor por el que siento predilección. De ahí que termine recomendándoles a ustedes, hipócritas lectores, mis semejantes, mis hermanos, que lean la primera página de esta novela. No dejarán de leer. Les esperan unas doscientas más.
 

lunes, 4 de junio de 2012

"Las mentiras inexactas" en la revista Travelarte

Revista  Travelarte

Cultura

joseluismunoz Por Luis Muñoz Diez
02 de junio de 2012

Las mentiras inexactas, Justo Sotelo

Las mentiras inexactas, Justo Sotelo
Luis Muñoz Díez: Hoy tenemos como firma invitada al novelista Justo Sotelo, que nos habla de su última novela publicada Las mentiras inexactas.
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Justo Sotelo nació en Madrid, y lo primero que hizo fue estudiar economía porque quería entender mejor a sus semejantes, lo que le llevó incluso a hacerse catedrático de Política Económica. No obstante, su gran pasión siempre fue la literatura. Con doce años escribió un par de novelas policíacas que se han perdido; con dieciséis o diecisiete se acercó a la poesía, aunque en este caso como forma de “acercarse” a las chicas, y, por fin, se empeñó en escribir una novela a los veintitantos, que vería la luz en 1995 con el título de La muerte lenta. Algo más seguro de sus condiciones como narrador, dos años después publicó Vivir es ver pasar, que fue finalista en los premios Ateneo de Sevilla y Sésamo, quizá porque en las Cuevas de Sésamo pasó algunas de las mejores noches de su vida, lo que se ha plasmado en la novela que ahora nos presenta.
En 2006 publicó La paz de febrero, una novela que en palabras de Juan Ángel Juristo deja una impresión similar a la que nos asaltó en su día cuando nos topamos con narraciones como El extranjero y Retrato del artista adolescente”. Su cuarta novela publicada fue Entrevías mon amour, en el año 2009, que cosechó críticas excelentes. Para Santos Alonso, por ejemplo, “el tratamiento de los personajes recuerda, en el mejor sentido de los términos, al que Faulkner ofrecía en novelas como Pylon”, para añadir que “nunca hasta ahora en sus novelas había logrado Justo Sotelo un lenguaje tan equilibrado y tan ajustado entre el contenido y la forma, y ello sin ceder a la excelencia del estilo”.
Pero nadie mejor para hablar de su obra que el propio autor.

Las mentiras inexactasJusto Sotelo:
Desde hace veinte años mantengo viva una tertulia literaria que ha recorrido los sitios más variopintos, desde algunas universidades públicas y privadas hasta las Cuevas de Sésamo, el café Ruiz o el bar Este Oeste (que es donde se celebra actualmente, en la calle Manuela Malasaña, 9, de Madrid). Algunos amigos aseguran que lo que más me gusta en esta vida es hacer tertulias, pero yo siempre añado que también me gusta escuchar. Uno de mis mejores amigos -y tertuliano desde hace años-, me preguntó el otro día, a raíz de la presentación de la novela, qué es lo que a uno le hace sentirse escritor. Después de mis típicos titubeos iniciales le dije que es posible que el escritor tenga una forma concreta de mirar y ver la vida, aunque también necesita lectores que “sientan” su obra (muchos o pocos, eso es lo de menos), en la línea de lo que Umberto Eco denomina “lector implícito”, y por tanto que un editor confíe en él para publicar su obra.
Estas frases resumen algunas ideas esenciales de Las mentiras inexactas, una novela publicada por la Editorial Izana con gran cuidado y esmero, y con la que he pretendido reflexionar sobre el hecho de escribir, pero también sobre la lectura y la necesidad del ser humano de escuchar y ser escuchado, que es lo mismo que decir de amar y ser amado. Cuando Nora Acosta, una profesora de literatura, abre la puerta de una librería de la plaza Santa Ana, de Madrid, porque está haciendo un estudio académico sobre el futuro de la novela, lo que hará será acceder a su particular “país de las maravillas”. En la puerta está pegada la carátula de un disco de Jethro Tull, que es la música de la historia, ya que a lo largo de sus páginas no dejan de sonar los discos Aqualung y Thick as a brick.
En la librería conoce a Sergio Barrios, el joven librero, del que le separan casi treinta años, y en seguida se enamora de él. Luego aparecen los amigos de Sergio, unos tipos que se pasan hablando todo el tiempo sobre cualquier cosa y acercan la novela al terreno de la oralidad. La trama sigue, entonces, el camino de la recuperación del padre de Sergio, que ha sido asesinado en La Habana, en el Malecón, así como del verdadero sentido del amor para Nora. Si para el amor no hay edad, tampoco debe existir para la literatura.
Las mentiras inexactas pretende ser una reflexión sobre el significado de la literatura en tiempo de crisis económica y espiritual, que juega con multitud de espejos, desde la relación Nora Acosta / Norah Lange (el gran amor de Borges y Girondo), y la última poeta viva de la generación del 27, hasta los pasadizos interiores utilizados por Murakami y Cortázar en sus novelas y cuentos.
Como diría José Luis Sampedro (que es uno de los personajes “ficticios” de la novela, junto a Borges, Saramago o Alberti), en realidad escribimos para que los lectores nos quieran. En mi caso concreto, añadiría que lo hago para que mi hijo me lea dentro de unos años y se sienta orgullo de su padre. En ese momento sabré que la literatura jamás podrá morir.

Justo Sotelo está consiguiendo con su última novela, "Las mentiras inexactas", algunas de las mejores críticas del panorama literario, lo que corrobora la gran aceptación que, entre el público y la crítica, tuvieron sus anteriores novelas, "La paz de febrero" y "Entrevías mon amour"

Os recuerdo que el autor estará firmando su novela Las mentiras inexactas (Editorial Izana, 2012) en La Feria del Libro de Madrid, el próximo viernes 8 de junio, de 18:30 a 21:30, caseta 270, en la de la editorial Tribuna Libros.

sábado, 2 de junio de 2012

Crítica del Cultural del ABC a "Las mentiras inexactas"

Link de la crítica del Cultural del ABC a mi novelas "Las mentiras inexactas"


http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/cultural/2012/05/12/019.html

Economía y Literatura (IX)

Dinero, dinero, dinero, dinero, dinero, dinero… La mecánica clásica de la física logra su verdadero sentido en su aplicación a los aspectos económicos. La acción de Lo prohibido se inicia cuando su protagonista termina de describir su fortuna, porque todos los personajes giran alrededor de él, y de su dinero.

 José María había hecho otras ventas con anterioridad, y en Londres disponía de diecisiete mil libras, “parte situadas en casa de Mildred Goyeneche, parte empleadas en renta inglesa del 3 por ciento. Estos setenta y cinco mil duros, unidos a lo anterior, hacen ya doscientos cincuenta y cinco mil. Debo añadir un pico que tenía en París en poder de Mitjans, y que le ordené empleara en renta francesa de 4,5 por ciento, con el cual pico mi cuenta anda muy cerca ya de los seis millones de reales” (página 69). Todo ese dinero le abre cualquier tipo de puerta, como afirmará en seguida, y le permitirá tener las mejores relaciones del momento en Madrid, entre otras cosas, porque la relación de su fortuna aún no había terminado. Poseía obligaciones de Banco y Tesoro a un interés del 3 por ciento consolidado, “Ferros”, obligaciones sobre Aduanas, resguardos al portador de la Caja de Depósitos. Todo ellos sumaba ochenta mil duros efectivos, y lo había adquirido su padre, junto a acciones del Banco de España.

José María también disponía de varios créditos pequeños de cobro seguro y existencias en metálico, que redondeaban su fortuna en los nueve millones de reales. Lo curioso es que su prima Eloísa (que, aunque estaba casada, se convertirá en su gran amor, y una de las causas de la pérdida de su fortuna) dirá en seguida que los bienes de la tierra estaban mal repartidos. José María le empezará a hacer regalos, a medida que su amor y pasión sexual por ella vayan creciendo, y ello los utilizará para hacer suyo esos bienes “materiales”, aunque sigan mal repartidos.

Los ejemplos sobre el desarrollo económico de España, tras la Restauración, también son abundantes durante la novela. Así en la página 85, se habla de cómo el protagonista viajó a Alemania en compañía del marqués de Fúcar, que iba a hacer contratas de tabacos, y después en Londres junto a Villalonga, a quien el ministro de Fomento había encargado la compra de maquinaria agraria, así como caballos para mejorar la casta de la Península. En la página 100 se habla del proceso económico de conversión de la Deuda de 1882, realizada por Juan Francisco Camacho (1817-1896), gran hacendista y ministro de Hacienda. “La turbamulta de papeles diversos llamados Obligaciones del Banco y Tesoro, de Aduanas, Bonos, Resguardos al portador de la Caja de Depósitos, Acciones de carreteras, Deuda del personal, se estaban convirtiendo en un 4 por ciento amortizable en cuarenta años por sorteos trimestrales, y emitido al tipo de 85”.