viernes, 25 de noviembre de 2016

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Ella dice "yo me doy entera". Él dice "yo te controlo entera".

Son ya 40 mujeres asesinadas en España por la violencia machista.
El problema siempre es una cuestión de "poder". Poder controlar a la otra persona, poder controlar sus amistades, poder controlar su vida privada y sus costumbres, poder controlar su trabajo, poder controlar sus redes sociales (las propias claves).

Según la ONU, hasta un 70% de las mujeres sufren violencia en determinados momentos de su vida. En muchas ocasiones la víctima no es consciente de serlo.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Sobre la escritora Belén Mateos.

Presentar en Madrid a esta escritora de Zaragoza es muy fácil. Lo es presentar a cualquier escritor que te gusta, claro, pero más a una mujer con tanta clase como ella.

Lo de la clase no lo digo porque los dos seamos profesores, sino porque desde que la conocí observé que tenía mucho estilo, en la forma de mover las manos, de cruzar las piernas, de llevarse la bebida a la boca, de reír y sonreír, incluso de pasear por las calles de su ciudad e irme contando sus orígenes como escritora.

Este sábado 26 de noviembre, a las 12 h., en la biblioteca Manuel Alvar (Azcona 42, cerca del Metro de Manuel Becerra) hablaré de ella y de su libro de poemas y relatos "Rubor de tinta" (Diversidad literaria, 2016). En realidad lo que espero es que hable ella, pues está de acuerdo en que le haga preguntas de literatura, en particular y en general.

Hay mucho "lenguaje" y "deseo" en su obra, como ocurre, por ejemplo, en este micro:

"Es mi pluma la que escribe con renglones de sabor a duda. Es mi alma la que traza verbos sin imperativo alguno, solo con humildes guiones y comas.

Y, con la sencillez de unas comillas, te pregunto si quieres ser la exclamación que alegre mi vida, la diéresis que alegre mis noches de locura, el paréntesis entre el deseo y la lujuria. Tras estos puntos suspensivos me escondo, esperando una respuesta tuya..."

El coche fantástico.

Hace poco ocurrieron cosas sorprendentes en el interior de tu coche. Habías dejado atrás la A-6 y te dirigías hacia el Escorial. De vez en cuando te gusta irte lejos de Madrid y pasear por el campo en soledad.

Te detuviste al lado del pantano para buscar los Cuartetos de Beethoven. Te apetecía escuchar el Opus 131, una de tus obras preferidas. Sin embargo, lo primero que encontraste en el asiento de atrás fue un pañuelo de mujer, verde, con flecos. Olía a colonia, exageradamente, pero no recordabas que hubieras estado con nadie que usara ese perfume. Lo curioso es que debajo del pañuelo había una novela de Isabel Allende que no podía ser tuya, ya que nunca has leído una obra de esa escritora, y unas medias transparentes de cristal. La derecha tenía una raya de arriba abajo y la otra estaba bastante estropeada.

Decidiste mirar en el maletero. Siempre lo llevas repleto de libros y discos, pero supusiste que no tendrías ningún problema en encontrar la obra que querías. Levantaste varios discos y debajo de la Sinfonía Heroica viste un lápiz de labios rojo, que manchaba de carmín el rostro serio de Beethoven. A su lado había un bote de esmalte de uñas y unos cuantos pelos rubios, largos y suaves, mezclados con otros negros, también largos. Dejaste la Tercera en su sitio rápidamente y seguiste el registro, aunque con algo de temor. Estabas convencido de que en cualquier momento empezarían a surgir, por arte de magia, prendas de ropa interior o algo parecido.

Por fin te diste por vencido, arrancaste el coche y aquello se llenó de besos. Beethoven no dejaba de reír.

 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Una historia que sucedió en El Retiro.

Todas las personas tenemos un parque del alma. Eso lo dice uno de mis personajes, pero no recuerdo en qué novela. Está claro que cualquier día me voy a quedar dentro de un libro.

Mi parque es El Retiro. No me ocurre con las Tullerías y los Jardines de Luxemburgo -a pesar de que adoro París, la ciudad más bella-, ni con el Hyde Park y el Central Park o cualquier otro parque que haya podido conocer a lo largo de mi vida.

Ayer, una amiga escritora, Maritza Frade de Paz, me envió el Epílogo de su libro de poesía, donde me cita. Luego diré el motivo.

"El movimiento leve de tus ramas me trae del pasado, suavemente, el recuerdo de un parque con sus centenarios árboles y la figura de un joven con su primer libro de poemas sin editar, en sus manos, que me regaló con la generosidad que da la juventud. Pasado el tiempo, lo encontré de nuevo; era Justo Sotelo, abriéndome las puertas de su Tertulia Literaria, a la vez que las de su amistad".
Maritza volvió a mi vida hace unos diez años (como suele decir otra amiga, nadie se va nunca del todo). Encontró mi teléfono, me llamó, tomamos un café y recuperamos más de media vida en un instante.

Siendo un adolescente le regalé un libro de poemas, en forma de manuscrito. (Muy adolescente tenía que ser porque no recuerdo haber sido nunca poeta). El caso es que estábamos sentados frente al estanque del Palacio de Cristal, uno de mis lugares preferidos del parque. Ella era una hermosa mujer rubia, mayor que yo, pero aun así me acerqué y le regalé el libro, sin que nadie nos hubiera presentado. Luego me di la vuelta, me alejé y no nos volvimos a ver. Maritza mantuvo el manuscrito en su poder todos esos años y de vez en cuando se preguntaba qué habría sido de aquel joven, incluso después de casarse y tener hijos.

¿La vida es literatura o la literatura es la vida?

martes, 22 de noviembre de 2016

Sobre el director de cine Andréi Tarkovski.

Mi mirada al escribir no sería la misma sin el cine del ruso Andréi Tarkovski.

Tarkovski (Óblast de Ivánovo, 1932 - París, 1986) fue director de cine, además de actor y escritor, y me enseñó a buscar la poesía en lo que no se ve, fuera de las imágenes, de las frases llenas de palabras tantas veces huecas y sin sentido. Si es verdad que existe el alma, él fue un buscador de almas. 

Ayer estuve releyendo su libro "Esculpir en el tiempo" -mientras llovía lánguidamente tras los cristales-, donde expone sus teorías sobre el arte en general y el cine en particular. Es un libro precioso, a partir del cual quedan patentes su enorme personalidad como artista y su renuncia a obedecer los dogmas culturales.

La segunda foto es de su película "Stalker", 1979, donde los protagonistas son tres hombres que representan el arte, la ciencia y la fe. Ellos hablan sobre una "zona" que ha sido visitada por extraterrestres. Allí buscan a Dios o al menos algún sentido a la vida. Aún recuerdo cómo me impactó y eso que era poco más que un crío.

(Hay gente que dice que su cine es aburrido, quizá por la profundidad y exigencia de los guiones y la sutil puesta en escena. Yo reconozco que el cine que me aburre soberanamente es el de la vacuidad de "El señor de los anillos", "Matrix" y sus secuelas, "Star Wars" y las suyas, Viernes 13 o 14, etcétera, esas historias de adolescentes que soy incapaz de resistir pasados cinco minutos).

Cada película que he visto de Tarkovski a lo largo de mi vida -en realidad solo dirigió 7 largometrajes - ha constituido un progresivo acercamiento a la verdad del arte. Su padre era poeta y él se ha convertido en uno de los poetas de mi vida a través del cine.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Me gusta la juventud española y también los profesores españoles.

El otro día estuve consultando unos libros en una biblioteca pública para perfilar un "personaje".

Mientras caminaba en dirección a la biblioteca observé a un señor mayor, encorvado, que limpiaba con un pañuelo de papel la persiana de su piso bajo que daba a la calle. Me dirigí hacia él para decirle que si le ayudaba con la parte de arriba a la que no llegaba, pero se me adelantaron un chico y una chica de unos quince o dieciséis años.

Unos minutos después me encontré a esos mismos chicos en la entrada de la biblioteca (en la foto que hice). Se habían reunido con su clase. Me acerqué a la profesora para decirle que sus alumnos eran muy serviciales, y hablé un poco con ella. Era una de las profesoras de Filosofía del Instituto y quería enseñar la biblioteca a sus alumnos. Los jóvenes estaban emocionados discutiendo ese trimestre en clase sobre Sócrates y Platón.

Al regresar volví a ver al señor mayor, sentado en un banco con unos amigos. Por los gestos que hacía interpreté que estaba contando a sus amigos lo que habían hecho los chicos con su persiana.

Creo que sigo siendo profesor para aprender cada día de los jóvenes y porque no me quito a Sócrates de la cabeza.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Me gusta tener conversaciones frente al fuego.

Para ello apenas necesito un pequeño hotel romántico con chimenea y biblioteca, un río que lo rodee y una persona que sienta la vida con pasión.

Así es fácil que se encienda el fuego, es decir, "Todos los fuegos el fuego" de Cortázar, uno de sus grandes libros de cuentos (1966), donde se rompen el tiempo y el espacio.

Realismo y fantasía, jazz, asimetría, el placer de escribir y de leer, de vivir dentro y fuera de la literatura, de jugar con el arte y las palabras.

¿La vida es otra cosa?

sábado, 19 de noviembre de 2016

"Que se mueran los feos".

Con todo mi respeto para los feos, me refiero a la novela del escritor francés Boris Vian, un autor que tanto nos gustaba en los 80 y 90 cuando éramos jóvenes.

Nació en Ville-d'Avray en 1920, dentro de una familia de artistas, y murió en París en 1959. Fue novelista, dramaturgo, poeta, músico de jazz (amigo de Ellington, Davis y Parker), ingeniero, periodista y traductor. Usaba heterónimos y yo aún no he olvidado las lecturas de "La hierba roja", "Escupiré sobre vuestra tumba", "Con las mujeres no hay manera" y "Que se mueran los feos".

La historia de esta última, que he releído estos días, es la siguiente:
"Tras saludar a los amigos y tomar una copa, Rocky Bailey sale del club del viejo Lem a tomar el aire. Una invitación a fumar, un pequeño mareo y Rocky -joven y atractivo deportista californiano- se ve envuelto, sin quererlo, en una turbia historia de experimentos genéticos, luchas entre bandas y misteriosas apariciones y desapariciones de mujeres fatales.

La culpa la tiene el doctor Schultz, empeñado en mejorar a la humanidad hasta convertir a todo el mundo en guapos y estupendos individuos. Sus colaboradores le ayudan a conseguir los mejores óvulos y esperma de California. La idea final, casi empírica, es que si todo el mundo fuera guapo, entonces los ávidos de sexo se cansarían y querrían probar algo nuevo, por lo que la afortunada preferencia sexual serían los feos, la minoría".

Esta novela es una gamberrada descarada, irreverente y muy divertida.

Quizá Boris Vian esté un poco sobrevalorado a estas alturas, pero autores como él nos permitieron leer cosas que no se escribían por aquí (sus libros empezaron a llegar a Madrid en cuentagotas). Nos hicieron ser más rebeldes y situarnos en el mismo contexto de los países de nuestro entorno.

(En la foto se ve a Vian con su primera mujer Michelle Léglise y sus amigos Sartre y Beauvoir, en el Café de Flora, en Saint-Germain-des-Prés).

viernes, 18 de noviembre de 2016

"Cómo te atreves a volver".

No, no es que se lo diga a alguna de mis ex. Es el título de una canción de "Morat", el grupo de jóvenes colombianos del que ayer puse otra canción por aquí.

Me gustan Mahler, Beethoven, Sibelius, Mozart, Wagner, Puccini, Boulez, Ligeti, la música clásica de todas las épocas y también la contemporánea -a pesar de su complejidad-, el jazz de todos los estilos y hasta los boleros de los Panchos (estos solo para bailarlos muy agarrado un domingo por la mañana en un hotel rodeado de nieve).

Sin embargo, ayer me pasé el día escuchando esta canción que puso por aquí mi querido ex alumno Antonio Vaquerizas.

Será porque en cierto momento el chico dice a la chica que ni siquiera pensó en él un 29 de Febrero, el día en que nací yo, precisamente (ya he dicho más de una vez que me deberían prohibir utilizar Facebook y Twiter, y escribir solo en Tuenti y Snapchat, que son las redes sociales de los chicos menores de edad).

En fin, amanece, el cielo amarillo lo cubre todo -como en la genial película de William Wellman protagonizada por Gregory Peck y Richard Widmark y basada en "La tempestad" de Shakespeare - y me pregunto de nuevo "cómo te atreves a volver".

https://www.youtube.com/watch?v=_gm5piKnrS4&app=deskt

jueves, 17 de noviembre de 2016

"Sibelius en el Albert Hall".

Llevaste un canapé a su boca y ella te ofreció a cambio un trozo de empanada. Se había arrodillado en un costado de la cama y sus pechos subían y bajaban frente a tus ojos mientras la comida penetraba en tu garganta.

Cuéntame otra vez la historia de ese concierto de Londres, dijo acariciando tus labios. Ya sé que eras muy joven y viajabas por primera vez a esa ciudad. También quiero que me digas que te alojaste en una residencia de estudiantes de la Universidad, al lado de Hyde Park. Que veías el edificio de la orquesta a todas horas y por fin sacaste las entradas para un concierto con obras de Respighi y Sibelius. Y que estuviste tumbado en el patio de butacas porque los Proms son así. Dime que aquella música te cambió la vida y que fuiste capaz de apreciar la belleza que existe en ese vacío inefable del Universo del que nace el arte como una delicada rosa en primavera. ¿Sabes por qué te amo? Porque representas la belleza humana y la felicidad.

No se me ocurre otra mejor manera de pasar la tarde que con ella en la cama, le digo por mi parte tras pasar el brazo por su espalda y acariciar el lunar de su cuello, comiendo canapés y escuchando la Segunda Sinfonía de Sibelius, con las trompetas y los violines repitiendo sin descanso la misma frase del final.

Como ese instante final de su cuerpo en mis brazos.






(La foto es un detalle del Friso del Albert Hall, "El triunfo de las Artes y las Ciencias").

 

miércoles, 16 de noviembre de 2016

"Yo más te adoro".

"Mientras te iba leyendo sentí un calor que subía hacia mi rostro y unas mariposas aleteando en mi alma", escribió ayer por la mañana Normita Soria desde Argentina a propósito de mi post sobre la "estética". Ella y yo solemos tomarnos un mate virtual de vez en cuando.

También ayer, pero por la tarde, Yolanda Gonzalez Lopez escribía lo siguiente en su muro: "El presente creaba los recuerdos que aún no habían tenido juntos". Es una cita de "La noche del alma", uno de "Los cuentos de los viernes" de Justo Sotelo. Me ha venido a la mente al ver este calendario (el de la foto) durante mi visita a una Residencia de la Tercera Edad, donde muchos de los ancianos viven para sus recuerdos que, gustosamente, comparten contigo si se los dejas contar".

Quizá como contraste con este comentario de Yolanda, por la noche me puse a canturrear sin apenas darme cuenta una canción de un grupo de jóvenes colombianos de folk pop que se llama "Morat". La puso en su muro hace poco María Rodríguez Velasco y la escucho a menudo. Además, como le dije a ella, la muchacha del video es clavadita a una novia de León que tuve una vez.

Va por Normita, Yolanda y María. Por las mariposas que aletean en el alma y por todos los viejos del mundo, que también fueron jóvenes alguna vez, como los de la canción, estén o no en residencias de ancianos o simplemente mirando pasar los últimos días de su vida en un parque o en una habitación sin ventanas recordando lo que fueron y lo que no fueron.

La canción es esta:

https://www.youtube.com/watch?v=pqJBXjzBr_U

lunes, 14 de noviembre de 2016

Una hermosa historia de amor a la literatura que me confirma que ser escritor merece la pena.

Juan Jose Moragrega es un veterano asistente a mi tertulia que tiene un quiosco de prensa, revistas y libros al lado de la Asamblea de Madrid, en Vallecas. Le gusta mucho la literatura y por eso siempre está hablando de libros con sus clientes.

El otro día escribía este post:

"Hoy mi cliente y ya amigo Baldiul Alam, nacido en Bangladesh y que sabe cuatro idiomas (portugués, castellano, inglés y bengalí, su idioma natal), por fin recibió su esperado libro “Cuentos de los viernes” de Justo Sotelo. El almacén central de librerías ACL ha tardado dos semanas en enviármelo, todo hay que decirlo.

Yo le hablaba del libro y su historia de amor y pasión entre sus dos personajes, "él" y "ella". De una relación que, progresivamente, se difumina hasta llegar al límite de no encontrar sus cuerpos, solo espacio. Le comentaba que el libro nació en las redes sociales y por eso estaba dedicado a los lectores de Justo.

Alam, profesor de Inglés, que en la actualidad se encuenta en paro, quedó embrujado por el argumento y yo encantadisimo de vender este libro de mi estimado amigo".

Posteriormente, Juanjo me amplió la información sobre su cliente. Me dijo esto:

"Baldiul Alam nació en un pueblo cercano a Daca, capital de Bangladesh. Hace unos cinco meses apareció por mi negocio y surgió una rápida comunicación entre nosotros. Tiene 54 años, está casado y con dos hijos pequeños.

Siempre se dirige a mí como señor Juanjo.

En Lisboa, regentó un negocio tipo "bazar" que tuvo que cerrar, según dice, por la tremenda competencia del mercado chino.

No recuerdo bien cómo empezamos a hablar de su país y de tu libro. Sin embargo, a medida que le comentaba la historia de amor que lo compone y la forma que tuviste de homenajear a los lectores por la vía de las redes sociales, le fue cautivando. Me encargó el libro después de haberlo visto físicamente, ya que tengo uno firmado por ti en el quiosco. También le encantó la portada, de la que estuvimos hablando un rato.

Y el libro llegó por fin.

Contento realicé esta fotografía que realmente tiene detrás la historia de dos personas unidas por los "Cuentos de los viernes". Alam busca ahora trabajo en España para sacar a su familia adelante. Sus ojos de bengalí atraviesan mi alma cuando me cuenta su vida".

sábado, 12 de noviembre de 2016

En la muerte de Francisco Nieva.

El teatro español también está de luto.

Francisco Nieva tal vez no posea la trascendencia mediática de Leonard Cohen, pero yo lo recuerdo con afecto. Ayer estuve bastante perdido; aun así, un amigo me envió un Wasap para decirme que había muerto.

Lo primero que recordé con el móvil en la mano es que hace años estuve con unos amigos dramaturgos en su casa de la plaza de Tirso de Molina, tras ver en el teatro Bellas Artes (un lugar donde empecé a entender en directo de qué iba esto del teatro, junto a los teatros María Guerrero, Español y la Comedia) su obra "Te quiero, zorra".

Era considerado como "el mejor hombre de teatro de España desde Valle Inclán". Amaba la belleza, la innovación, el riesgo y el exceso. Le interesaban más la literatura y el lenguaje que la trama, donde incrustaba sus múltiples personajes esperpénticos.

Nació en Valdepeñas (Ciudad Real), en 1924. Siendo muy joven se trasladó a Madrid para estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Formó parte del movimiento de vanguardia conocido como "Postismo", que trataba de ser la síntesis de todas las vanguardias literarias anteriores.

En 1948 viajó a París donde vivió hasta 1963. En París conoció a Genet, Ionesco, Beckett y Adamov, entre otros muchos escritores. En 1971 publicó su primera obra, “Es bueno no tener cabeza”, iniciando así una extensa y brillante producción que le llevó a obtener alguno de los premios más importantes de la literatura en castellano. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua.

En una revista de investigación teatral he encontrado un buen artículo sobre "Te quiero, zorra", una obra que tiene cosas de Kafka, Dumas y Apuleyo, por si a mis amigos os apetece leerlo y profundizar en la obra de uno de los grandes escritores españoles. El artículo pretende relacionar la fantasía ("metamorfosis parcial" en el caso de Nieva), la puesta en escena y las ideas del escritor.




viernes, 11 de noviembre de 2016

En la muerte de Leonard Cohen.

En Junio puse este post. Hay días en que es mejor bailar que leer un cuento (que dejaré para mañana).
"Baila conmigo hasta el final del amor". 

Pacino baila en este video la hermosísima canción de Leonard Cohen, y, como siempre me han dicho que me parezco a él, me he puesto a bailarla.

jueves, 10 de noviembre de 2016

La llama doble.

Cuéntame otra vez la historia de "Amor y Psique", dijo ella con una mirada luminosa. La conoces de sobra, dijo él tras abrir la ventana y encender un cigarro. Lo único que quiero es que vuelvas a hacerme el amor como antes, sonrió ella envolviéndose en la sábana

Algunos dicen que el alma de los amantes no es más que una imagen del alma universal, dijo él echando el humo por la nariz. Se giró y le pidió que se quitara la sábana. Ella le obedeció y lanzó la mirada lejos. No me mires así, se quejó entonces. Cuando me miras así es cuando me siento desnuda de verdad. Se levantó, se acercó a él y lo abrazó. ¿Crees que existen leyes para el amor?, dijo entonces sacando la cabeza por la ventana y sintiendo frío. Él aplastó la colilla contra el marco de madera de la ventana. Vas a originar un incendio como no tengas cuidado, rió ella. Y habrá dos llamas en vez de una, la cogió él en brazos y la llevó a la cama.  

Ninguno apagó la lámpara de la alcoba.




("Amor y Psique", de Van Dijk, Royal Collection, Londres, c.1638).

domingo, 6 de noviembre de 2016

No suelo hablar de política en público.

Como decía uno de mis profesores del colegio, comiendo no se debe hablar de religión ni de política. Y yo lo extiendo a las relaciones públicas, a pesar de que soy catedrático de Política Económica y, como es obvio, mi Memoria de cátedra analiza con detalle los ciclos políticos, la burocracia, los agentes y grupos de presión, etcétera.

Tampoco hablo de política "partidista" en la universidad, aunque mis alumnos suelen imaginarse, sin demasiada dificultad, cuáles son mis ideas. Durante años he repetido que el hecho de que fuera elegido un presidente negro para la Casa Blanca ha sido uno de los grandes avances de la humanidad.

Y ahora pienso lo mismo si es elegida una mujer.

En 2006 publiqué una novela ("La paz de febrero"), que escribí solo en tres años -la más rápida de todas mis novelas-, como reacción a la invasión injusta e ilegal de Irak, con el apoyo implícito del gobierno español y que se desarrolla durante los días en que duró la invasión. Es verdad que escribí una historia de ficción, no un panfleto, con múltiples resonancias cinematográficas (el protagonista es guionista), musicales (el disco "Lágrimas negras" y la ópera "Dido y Eneas") e incluso ecologistas (soy miembro de Greenpeace desde hace años).

Lo que tengo claro es que un escritor y profesor universitario debe escribir y denunciar las injusticias, pero sin insultar ni faltar al respeto a nadie, aunque piensen de forma distinta a la suya.

(Y lo que también puede hacer ese escritor y profesor es brindar por la democracia en Estados Unidos, España, Francia y todas partes con un estupendo vino francés, mientras recorre el Sena en barco antes al atardecer).

jueves, 3 de noviembre de 2016

El fuego.

Ella apaga la lámpara de la cocina y enciende el fuego de la chimenea mientras yo recito unos versos de Quasimodo. "Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / traspasado por un rayo de sol: / y de repente la noche".

Las polillas revolotean junto a la ventana húmeda. Se las ve felices, tranquilas, seguras en el calor del hogar. Afuera hace frío; ha llegado el invierno y los animales corren a resguardarse en los porches y los cobertizos. Ella me responde con otro poema. Apenas lo susurra. Es como si lo estuviera viviendo por dentro y sus labios tan solo fueran una distracción. Observo cómo desaparecen las imperceptibles arrugas de su rostro. Su mirada llena el Universo, lo atrapa.

Es la forma en que me mira. 

Y de repente la noche.

Sobre los fines de la literatura.

La literatura era acusada en la Edad Media de no saber cómo expresar la verdad, de ser inútil y casi pecado. Imperaba el dogmatismo religioso, como es obvio. 

A partir de entonces, a su defensa no le quedó más remedio que centrarse en cuatro aspectos: el fin ético político, el educativo (docere), el retórico (movere) y el estético (delectare).

El fin ético político ha sido esencial para la supervivencia de la literatura. A partir del siglo XIX se fundió con el educativo para justificar a los recientes nacionalismos. Había que defender una lengua, una literatura, una poesía nacionales. En el XX los estudios literarios en la enseñanza pública rearmaron moralmente a la sociedad como instrumento integrador frente a las tensiones políticas y sociales (revoluciones, crisis, etc). Las literaturas nacionales empezaron a llamarse populares.

El fin estético ha quedado como algo individual, unido al retórico, hasta caer en manos del sistema de mercado capitalista. Es conocida la frase de Todorov en el sentido de que la literatura se ha convertido en un "parque de atracciones". Además, el fin político casi lo arrinconó con el mito del 68: Berkeley, París, Vietnam, Praga. El arte y la literatura eran básicamente burgueses, en su consideración hegeliana, y solo tenían sentido desde la rebeldía política.

En mi opinión, el fin ético político (económico) va a seguir dominando -con el inglés como lengua de Internet o cualquier otra- y al estético solo le queda el camino de la imaginación simbólica. Sería lo que Kant denomina "libre juego de la imaginación". Su tercera Crítica, la del juicio, considera lo "estético" como un fin en sí mismo.

La imaginación simbólica no puede basarse en el corto plazo ni el mercado. Vygotski ya habló de ello en su libro "La imaginación y el arte de la infancia", que el otro día encontré por casualidad en una librería de viejo y ha motivado este post: "El hombre habrá de conquistar su futuro con la ayuda de la imaginación creadora". Es lo que algunos defendemos como la lucha de las "fuerzas espirituales" para ampliar el horizonte del ser humano.

(Hablar de estas cosas requiere un lugar adecuado, por ejemplo, la librería Shakespeare and Co, enfrente de Notre Dame. Es lo primero que visito después de tomarme un té con leche en cualquier café de Saint-Germain-des-Prés).