¿Tiene sentido, entonces, que el sistema capitalista se haya
convertido en la única ideología dominante en la actualidad? Si
buscáramos contrastar las hipótesis de la escuela de la economía clásica
siguiendo, por ejemplo, la metodología de Karl Popper se llegaría a la
conclusión de que, con la ayuda de la evidencia empírica, podrían ser
claramente falsadas.
El progreso técnico suavizó,
durante el siglo XIX, la consistencia de la ley de los rendimientos
decrecientes. De la misma forma, si se considera el incremento de las
rentas de la agricultura como otra hipótesis falsable, en el contexto de
la renta nacional, se llega a la falsación de la hipótesis a partir de
las observaciones realizadas.
Dentro del enfoque de Stuart Mill, si los economistas modernos
analizan la validez de las teorías según las predicciones que consignen
con ellas, será mejor utilizar el papel de los supuestos, lo que no
significa que tal línea de pensamiento no quiera establecer
predicciones, sino que pone en tela de juicio su precisión a la hora de
realizarse la anticipación al futuro. Es decir, una vez que se acepta
que los supuestos que son verdaderos generan conclusiones que también lo
son, lo que resulta más lógico es tener en cuenta que los supuestos
significativos conducen, necesariamente, a predicciones de la misma
manera muy simplificadas.
La conclusión es patente: tales predicciones nunca podrán transmitir
con fidelidad cuáles con los acontecimientos que van a producirse en la
realidad.
Stuart Mill no es el auténtico impulsor inicial de las nuevas
tendencias históricas e institucionalistas que comienzan a surgir a
mitad de siglo, sino que el auge del institucionalismo se produce en el
continente, y no en Inglaterra, más en concreto en Alemania en la década
de los cuarenta del siglo XIX con la escuela histórica, al amparo del
idealismo de Hegel y en contra de las ideas de la escuela clásica.
En esta corriente de pensamiento se considera una estrecha
interrelación entre las actividades económicas y no económicas,
imponiendo un carácter histórico a sus fundamentos metodológicos. Otorga
un importante papel a la actuación del estado y al desarrollo de la
política económica en forma de medidas proteccionistas. El revisionismo
establecido por esta escuela fue criticado, con posterioridad, por los
llamados neoclásicos (marginalistas o subjetivistas), claros
confirmadores del pensamiento clásico y seguidores del positivismo.
De los fundamentos de este último (doctrina malthusiana de la
población, la teoría del fondo de salarios, la teoría de la renta de la
tierra y la teoría del valor del trabajo, de la que se derivaba la
teoría del coste de la producción), tan sólo fue aceptada la relativa a
la teoría de la renta de la tierra, entre cuyas bases se encuentran los
conceptos de productividad marginal y de maximización individual. Por su
parte, la teoría del valor del trabajo fue sustituida por la teoría del
valor basada en la utilidad marginal.
En líneas generales, puede afirmarse que la escuela clásica se
convirtió en la “carta declarativa” del desarrollo de las relaciones
capitalistas. Por su parte los principales neoclásicos -Jevons, Menger,
Walras o Marshall- serán los creadores del nuevo orden económico, con
nuevas formas de conocimiento (con la teoría de la utilidad marginal
como concepto neurálgico). Su concepción de la economía hunde sus raíces
en el individualismo metodológico, convertido más tarde en hegemónico
gracias a Robbins, al amparo de su conocidísima definición ya reseñada.
(Publicado en el Diario Progresista el 11 de Mayo de 2011)
Es mucho más simple:¿A quién echó Jesús de Nazaret del templo?
ResponderEliminarExacto
EliminarSabías que la Conferencia episcopal se ha sacado un titulito que los colegios católicos, no es que te lo pidan, dicen que te lo valoran positivamente si lo tienes, para poder impartir clases en sus centros.
ResponderEliminarClaro que luego te encuentras en una oposición que el 80% de la gente no se ha leído ni la mitad de los libros que enseña a los niños. Tira del manual de la editorial de turtno.
Todo el mundo prefiere a sus hijos en los colegios de pago. Los públicos están más sucios y va mala gente.
Perdón, pero no entiendo nada del último comentario. Por favor, no escriban cosas roras.
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