Sotelo
me ha pedido que le cuente algo bonito que me haya sucedido mientras él
escribía su libro. Le queda poco para terminarlo y quiere poner algo
mío.
Le
digo que me gusta cantar y bailar mientras me tomo el primer café de la
mañana. Él ríe y mueve la cabeza en señal de aprobación. También le
digo que el baile más hermoso de este año ha sido con una persona
especial, diferente, en un hermoso jardín, al atardecer, como si
estuviéramos en una de las terrazas de esos edificios de Nueva York que
parece que rozan el cielo, quién sabe si dentro de una película de Woody
Allen. Sé que a él le gustan tanto Manhattan como el
director de "Annie Hall", así que lo digo suponiendo que va a incluirlo en su
libro.
Ella
me descubrió a Cincotti mientras bailábamos, uno de los pocos cantantes blancos de jazz que podría
compararse a un cantante negro. Además, me permitió confirmar la máxima
de mi vida, que no es otra que hacer las cosas sin esperar nada a
cambio, ni poder, ni dinero, ni amor, ni sexo, ni popularidad. Los dos sabemos
que la bondad es el arma más poderosa del mundo.
Le digo todo eso y me responde que soy un romántico empernido.
Una vez más seduce y atrapa la forma narrativa maravillosa que tiene otro de los cuentos y quizá, el último del Libro que saldrá a la luz " Cuentos de los otros" de Justo Sotelo.
ResponderEliminarSe despoja, se dibuja, se perfila el propio autor como protagonista-narrador de su cuento metaliterario. su yo sobresale de nuevo para mostrar mmediante la ficción características de su propia personalidad. Tal vez Sotelo en el cuento no haga referencia a si mismo, al autor pero sin embargo, nos introduzca en un juego ficcional para confundir al lector mediante la metalepsis dando su apellido al personaje.
Sobresale el rasgo de la bondad como una de las armas más poderosas del mundo, aportando un rasgo de identidad del autor. Un perfecto colofón al libro para desenmarañar esa red que se entreteje dentro de él.
Realmente entrañable y dulce, un final cinematográfico a ritmo de jazz con Woody Allen. Te felicito Justo. Un abrazo
No te había dado un abrazo, Almudena.
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