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lunes, 23 de septiembre de 2024

"Los libros de la Cuesta Moyano el primer día del otoño".

 

 
Pasear por esta calle que va de Atocha al Retiro, con el Botánico a un lado, es como hacerlo por un bosque lleno de árboles que son cultura, la literatura de mi vida, como la que representa Yourcenar con sus "Memorias de Adriano". Cuando era joven ligaba mucho hablando a las chicas de esta novela. Eran los tiempos en que a la gente le gustaba hablar de libros; si fuera ahora seguro que no me comía una rosca. Adriano es mucho más que una novela histórica, tal vez la representación más cercana a lo que entiendo por poesía pura, además con la traducción al español de Cortázar. Se trata de reflexionar sobre el arte de vivir, en un tiempo en que el hombre ya estaba solo y sin dioses (como podría decirnos Flaubert). Adriano es mayor y, previendo la proximidad de la muerte, escribe una carta extensa al joven Marco Aurelio, un bello compendio de reflexiones sobre la vida, la vejez, la política y la biografía de la autora, como la que tengo en la mano en la fotografía que me hice. Todo esto se consigue con la fusión de la ética y la estética, y una combinación de conocimiento, disciplina y hedonismo. Lo fascinante es que en la novela se encuentran las tres ideas clásicas griegas, la Humanitas, la Felicitas y la Libertas, sobre las que me gusta reflexionar.
 
Algo que estoy haciendo antes de irme a clase, mientras escucho a Tomás Luis de Victoria y me tomo un café, lo que me ocurre a menudo cuando paseo por Ávila, una de las ciudades de mi vida, como su catedral:
 

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