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martes, 8 de abril de 2025

"En Madrid".


Esta tarde se presentará en el Café Comercial, a las 19 h., un libro de homenaje al escritor Antonio Mata, y ahí nos iremos los integrantes de mi tertulia literaria. La selección de los textos de la gran cantidad de autores -algunos amigos míos- la han hecho Félix Maraña y Anita Bonham, en una publicación que ha estado al cuidado de Blanca Barojiana. Aunque ya nos conocíamos de algunos años antes por las redes sociales, conocí en persona a Antonio el año 2016 en la librería Lé del Paseo de la Castellana cuando me pidió que le presentara su novela "Baccanale" (Izana) junto a Patxi Andión y Rosa María Aranda (este recuerdo se quedó en la foto). Y es lo que cuento brevemente en el libro y lo dejo como testimonio. Aquella tarde charlé con Patxi Andión, amigo íntimo de Antonio, mientras recordaba canciones de mi adolescencia. Andión se nos fue poco después a causa de un accidente de tráfico en Soria. En este libro solo lo menciono, pero ahora quiero recordarlo, mientras me tomo un café y antes de irme a clase. Sus primeras canciones fueron censuradas, pero supongo que los escritores estamos para hablar de la libertad y desde la libertad, como sabía muy bien Antonio. En sus últimos meses Antonio y yo quedamos un par de veces a tomar un café por Prosperidad. Su gran aportación a la literatura española siempre será "Baccanale", como le dije, una magnífica novela. Antonio era un tipo majo, y me gustan los tipos majos.
 
Fue en Madrid:
 

lunes, 7 de abril de 2025

"¿Cuánto dura un beso?"



 
 
Escuchar en directo la Sexta sinfonía de Mahler literalmente encima de la Orquesta Nacional de España, dirigida por su titular, el alemán David Afkham, que luego nos encontramos comiendo en La Quinta, el restaurante andaluz que está detrás del Auditorio Nacional, es uno de los placeres de la vida. Es Mahler en todo su esplendor creativo, elaborando una de las músicas más hermosas de la historia. En la fila de delante estaba mi profesor de literatura española, el catedrático Andrés Amorós, famoso, entre otras muchas cosas, por sus estudios sobre la literatura y los toros, y al que convertí en personaje en mi novela "Las mentiras inexactas" (2012), otro profesor de literatura de la Complutense que se apellida Amorós y que está enamorado de la protagonista, Nora Acosta, igualmente profesora de la Universidad, pero que se ha enamorado del joven librero de la Plaza Santa Ana. No lo veía desde hacía años, y al terminar el concierto le saludé y me hice un mínimo video con él (el otro es del final, con los aplausos y la nariz de Paqui). Amorós me examinó en su día en la Complutense de la asignatura de Literatura Española. Recuerdo que el examen fue oral, en su despacho, sobre el poeta del 27 Pedro Salinas. Durante la carrera también tuve que examinarme sobre el concepto teórico de "estilización" en Salinas, dentro de la asignatura de Crítica Literaria con Antonio García Berrio, mi maestro, una idea que también apliqué, implícitamente, en mi novela.
 
"Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
 
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos".
 
(Salinas, "La voz a ti debida", 1933).
................................
 
Ahora me voy a clase escuchando la Sexta, una vez más, como un beso, otro, un beso que dura más que el silencio y la luz:
 

domingo, 6 de abril de 2025

"Café y cine en Las Rozas".

En las Rozas, a las afueras de Madrid, se han rodado películas como "Rey de reyes", "El Cid", "55 días en Pekín", "El fabuloso mundo del circo" o "La caída del Imperio Romano". Cuando pasaba por aquí de pequeño pensaba que era un inmenso estudio de cine, y quizá por eso decía mi madre que era un peliculero. El otro día me encontré en un Café de las Rozas a una alumna que no veía desde hacía veinte años, a la que llamaba, cariñosamente, Gina Lollobrigida, por su gran parecido con la actriz italiana. Me apetecía escribir lejos de la ciudad y me subí a Sulley (por aquello del Sullivan de "Monstruos SA", una película que le gustaba a mi niño de pequeño). Hacía una espléndida mañana de primavera, bajé las ventanillas y el viento me acariciaba el rostro, como en las películas. Del interior del Mercedes deportivo se había apoderado la Cuarta de Chaikovski en toda su enorme vitalidad https://www.youtube.com/watch?v=EdxkixfK1Dg, con una perfecta Orquesta de la Radio de Frankfurt dirigida por el atractivo director polaco Krzysztof Urbański. Al llegar a las Rozas aparqué cerca del Café y una vez dentro me puse a escribir, tras sacar la lengua a una niña pequeña que corría junto a una mesa, y a la que cuidaban dos mujeres de treinta y tantos años. A la media hora se me acercó una de ellas y me dijo que yo le había dado clase en el dos mil y pico, y me preguntó que si me acordaba de ella. Me había observado todo el tiempo, pero no se había atrevido a acercarse. Me encontraba igual que entonces, dijo con una sonrisa feliz. Se llamaba Stefanía y era de origen italiano. La otra mujer era su hermana y a la vez la madre de la niña, y se llamaba Alexandra. Y se acordaban de Antonio Carmona, que les había dado clase a las dos. Les dije que era un buen amigo mío y que había estado a punto de ser el alcalde de Madrid con el Psoe. Alexandra me comentó que trabajaba en el mundo del cine y añadió que me daba cierto aire a Andrés Pajares y a Robert de Niro, pero yo le dije que mejor a Al Pacino y les hablé de mis libros, en particular de "Un hombre que se parecía a Al Pacino". Pensé decirle que me pusiera en contacto con sus amigos y compañeros del cine, pero no lo hice. Unos minutos después nos despedimos y me dijeron que esperaban volverme a ver por allí. Horas después nos hicimos "amigos" por Linkedln.

Me senté y seguí escribiendo.
 
En realidad mi película la vivo cada día.
 


 

 

sábado, 5 de abril de 2025

"Es la primera vez que me llaman interfaz".


 
"Você, por si só é um intertexto. Visão multifacetada que nos inspira a ler e amar tudo o que é bom".
 
Me dijo por aquí hace unos días mi amigo brasileño Rodrigues Cabral Cabral, que es filólogo en lengua portuguesa por la Universidad de São Paulo. Ayer me pasé buena parte de la mañana pensando en esa idea. Hay muchas maneras de vivir, me dije, y todas tienen sentido. Yo he elegido la que se sostiene en brazos de la música y la belleza, la literatura y los viajes, el romanticismo y la armonía, el equilibrio, la delicadeza y la bondad. Recuerdo cuando Joaquín Leguina presentó en el Círculo de Bellas Artes mi novela "Entrevías mon amour" (2009, Bartleby) junto a Fernando Rodríguez Lafuente (director del Cultural del ABCD y codirector de mi tesis sobre Haruki Murakami) y dijo que había dos tipos de escritores, los piadosos y los despiadados, y creo que es evidente dónde me situó. Pues bien, en un mundo virtual la interfaz es algo así como una extensión de la propia mente, lo mismo que el lenguaje afecta a la capacidad cognitiva del ser humano con la palabra escrita. Nos encontramos ante algo muy similar a la catarsis aristotélica, a cómo el otro nos acaba afectando, aunque sea tan solo virtualmente. Somos algo más que unos espectadores, como ocurre en el cine, donde el sujeto se reconoce en lo que no está, el cuadro en el que figura como excluido y muestra su presencia en la escena como si fuera invisible. Rodrigues Cabral se refiere a que establezco "una visión multifacética que nos inspira a leer y amar lo bueno", y a mí esto siempre me sucede cuando escucho a Mahler. Como dijo en cierta ocasión un músico de la Orquesta Sinfónica de Londres "tras interpretar a Mahler me siento orgulloso de ser humano". Creo que Abbado dijo algo parecido:
 
Este domingo la Orquesta Nacional de España toca la Sexta sinfonía en el Auditorio de Música. Este domingo es fiesta para mí, como lo fue escribir durante casi toda mi vida la novela "Poeta en Madrid" (2021, Huso), de apenas cien páginas, y donde Mahler y Beethoven aparecen como personajes (también lo hacen en la portada, junto a los rostros de Shakespeare, Puccini, Joyce, Beckett, Borges, Neruda y yo mismo, una gente que me cae muy bien), dos autores que se olvidaron de lo particular para buscar lo universal en sus obras, algo que defiendo en cualquier manifestación artística.
 
La ciudad amanece. El camión del agua limpia las calles, aunque anoche llovió. Las cafeterías empiezan a abrir. Los jóvenes vuelven a sus casas, si encuentran taxi. Los viajeros se dirigen a las estaciones de autobuses y de trenes. 
 
Es la interfaz de la vida.
 

 



viernes, 4 de abril de 2025

"El escritor en zapatillas".

 
 

 
A veces me quito los zapatos para caminar por el mundo.
 
"En España nos pasamos el tiempo criticando".
 
"Nos domina la envidia y nos alegramos de que a los demás les vaya mal o, al menos, que no les vaya bien".
 
"Si quieres que algo no se sepa, déjalo en manos de los periodistas".
 
"La mujer sigue siendo la víctima, sobre todo la menos agraciada".
 
"La única solución para avanzar como país es la cultura, leer más libros y hacer menos el vago.
 
"La felicidad es un pájaro azul que a veces se posa en nuestra rama, pero luego se va a otra".
 
En "La señorita de Trevélez", de Carlos Arniches, que vi en el teatro el domingo se dicen muchas frases ingeniosas, como las anteriores. En el año 1916 no existían las redes sociales ni Google, Youtube y la Inteligencia Artificial, pero sí escritores inteligentes y humanos, y uno era Arniches. En su obra se encuentran algunos antecedentes de la obra de Lorca, Valle-Inclán y Bardem, y también se observa que el machismo sigue vigente en España. Hoy se habla de las "manadas" y de un machismo que no somos capaces de quitarnos de encima, como en "La señorita de Trevélez", con la gente desocupada que se dedica a criticar y a gastar bromas a los demás.
 
Estas son algunas escenas del montaje del teatro Fernán Gómez de la Plaza de Colón:
 
Y tampoco me importa ponerme en zapatillas para escuchar la gran música (incluso ir descalzo), como la de Brahms y su Sonata 2 para violín que recuerdo con afecto desde que me la regaló el que fuera director de personal del Banco de Bilbao. Pablo González de Amezúa y yo nos hicimos amigos hablando de música; a él le desesperaba la incultura clásica musical de los españoles. Hace años que no lo veo, desde que me aburrí del banco y me marché a la Universidad Carlos III a dar clase, donde solo estuve un par de años porque me pillaba un poco lejos para ir en autobús. Esta es una historia que años más tarde usé para escribir mi primera novela, "La muerte lenta" (1995, Libertarias).
 
Ahora sigo recordando esta música:
 

jueves, 3 de abril de 2025

"Eso de ser importante o no en el mundo de la literatura".


 

No deja de ser sorprendente leer que tu nombre sale al lado de los de Quevedo, Rubén Darío, Garcilaso de la Vega, Pedro Salinas, Emily Dickinson y Mario Benedetti, entre los clásicos, o Ida Vitale, Antonio Manilla y Raquel Lanseros, entre los contemporáneos, a la hora de referirse a la influencia de nuestra obra sobre la de otros escritores. De estas cosas estuve hablando ayer en la comida semanal con mis amigos profesores de toda la vida, y en particular con el poeta José Manuel Suárez, que me dio las gracias por haber hablado el otro día de su obra y el programa de Radio Clásica de RNE donde se incluía. En el almuerzo me llegaron dos alertas de Google refiriéndose a un artículo del periódico leonés La Nueva Crónica, que se hacía eco de la presentación del último libro de poemas de Marta Muñiz Rueda, que hace un par de semanas presentó en una de nuestras tertulias virtuales:

https://www.lanuevacronica.com/lnc-culturas/cinco-anos-poesia-hechos-publicacion-marta-muniz-presenta-dos-amantes-en-noroeste_173074_102.html

Hoy amanece una mañana muy romántica, con esa lluvia que casi nos acompaña desde hace varias semanas. La lluvia moja las calles de las ciudades y los caminos de los campos de la misma forma que la literatura y el arte nos cala a algunos las entrañas, como la música de Rachmaninov que tanto nos gusta a Marta y a mí:

https://www.youtube.com/watch?v=1TJvJXyWDYw&t=446s

Como diría Newton, todos caminamos a hombros de gigantes.

Llueve.

martes, 1 de abril de 2025

"El arte es como bailar sevillanas".


 
Ayer por la tarde, después de clase y de pasarme por la Machado (cuántos libros habré comprado en la misma librería cuando estaba un poco más allá y yo salía del Cunef, donde estudié Económicas, la primera carrera que hice) en la que se presentaba una colección de Alianza, "Dos tardes", con libros de Manuel Vilas, Sergio del Molino y Espido Freire dedicados a Kafka, Austen y Roth, y la presentación de Edu Galán, y mientras me dirigía al parking de la Plaza de la Villa de París, donde se encuentra el Tribunal Supremo y antes había una taberna andaluza donde incluso llegué a bailar sevillanas), mi amigo de Zaragoza, el poeta y sacerdote Fernando Vallejo (estoy con él en una de mis tertulias, cuando las hacía en el Café Gijón), me envió por Wasap el documental "Esclavos del arte" donde participa, así que en vez de subirme al coche, me senté un rato en un banco de la plaza y me puse a verlo. En él se dicen cosas como estas:
 
"El arte sana las heridas de la vida, pero deja otras nuevas".
 
"Encima de un escenario se te olvida todo" (como profesor soy bastante actor, y también me ocurre eso).
 
"El arte es como una droga".
 
"El sufrimiento no te ayuda a crear".
 
"Amar amor te deseo".
 
"Hemos perdido los universales".
 
Este es el documental:
 
La verdad es que todo aquello que suene a París, aunque sea una plaza, me llama la atención, y me dejo llevar por la intuición. También me gusta mucho Sevilla y bailar sevillanas; los de Madrid somos así, que nos gusta todo, y no digo nada si además somos de Chamberí, que hasta seríamos capaces de ligar con una vasca, aunque no tengamos ocho apellidos vascos: