"Los Dos Hidalgos de Verona" seguramente sea la primera obra de Shakespeare, una obra temprana en cinco actos escrita quizá entre 1590 y 1594, donde ya se ven elementos de obras posteriores como "Romeo y Julieta", "Cuento de invierno" o "El suelo de una noche de verano", tanto en los temas como en los lugares comunes como el país, la ciudad, el bosque o las convenciones sociales (recuerdo de una sociedad estamental). En cuanto a los aspectos formales la obra no está exenta de comicidad ni el montaje de planificación semiótica que ampare el minimalismo. El montaje ha sido dirigido por el inglés Declan Donnellan, y nos traslada de la Italia renacentista al siglo XXI (con la inclusión de elementos propios actuales como que algunos personajes hagan footing o se realice un gag musical con la figura de Silvia), donde dos amigos inseparables, Valentín y Proteo, pretenden a la misma mujer, Silvia, aunque Proteo había prometido amor eterno a Julia. De esta forma la amistad y el amor entran en conflicto, con una serie de peripecias, engaños, traiciones y enredos desarrolladas con toda libertad. La Compañía Nacional de Teatro Clásico (mira que me gusta este tipo de teatro, que no me canso de ver, quizá porque lo he estudiado mucho en la Universidad, además en la Comedia de la calle Príncipe) lo hace verdaderamente bien. La principal fuente de la trama fue la traducción de un extenso romance en prosa español, "Los siete libros de la Diana" (1559?) de Jorge de Montemayor. Se cree que Shakespeare adaptó la relación entre los dos caballeros del título y el final de la obra a partir de diversas fuentes posibles, como la obra de Richard Edwards, "Damón y Pitias" (1565), "El cuento del caballero de Geoffrey Chaucer" en "Los cuentos de Canterbury", y la historia de Tito y Gisipo en "El libro llamado gobernador" (1531) de Sir Thomas Elyot.
Y además de quererme subir al escenario y participar en la obra que me cuentan, siento que lo que escribo forma parte de la historia de la literatura. Estoy a gusto ahí en medio, entre libros, obras de teatro, sinfonías, películas, risas, sonrisas, amistad, amor, y antes croquetas, ensaladilla y una copa de vino en la Cervecería Alemana de la Plaza Santa Ana, donde transcurre mi novela "Las mentiras inexactas".
Y así se unen el siglo XVI y el XXI, como Dios manda:
No hay comentarios:
Publicar un comentario