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martes, 28 de octubre de 2025

"Cuando la belleza permanece".


 
A principios de 2021 se estrenó on line en el Festival Sundance, que creó en su momento Robert Redford, el documental de los directores suecos Kristina Lindström y Kristian Petri sobre Björn Andrésen, el muchacho sueco de 15 años que es el objeto de deseo en "Muerte en Venecia" (1971), de Luchino Visconti, basada en la novela de Thomas Mann con la música de Gustav Mahler como telón de fondo que da sentido a la melancolía y la nostalgia. Es una de las películas más hermosas de la historia, una reflexión musical y literaria sobre el significado de la creación y de la búsqueda de la belleza por parte del artista. El deterioro físico y mental es una cosa que preocupa a cualquier persona, esa irremediable pérdida de la belleza desde el sentido más ontológico, tanto física como mental. Visconti dijo de Björn Andrésen en Cannes que era "el chico más guapo del mundo", algo que le persiguió en las siguientes décadas y le robó la felicidad (ha fallecido este sábado pasado con 70 años). La mirada frágil de la segunda fotografía, y que enamoró a Visconti desde la mirada del actor británico Dick Bogarde, era la de un chico que estaba roto por la desaparición y la muerte de su madre y una abuela obsesionada con que fuera un actor famoso, a pesar de que su verdadera pasión era la música. A lo largo de este documental, Andrésen regresa a los lugares que marcaron su vida: Japón, París (donde le trataron como “un objeto sexual” durante un año, a la espera de que hicieran una película que nunca llegó a hacerse) o Venecia, donde se reencuentra con Tadzio cara a cara, en esa playa del Lido, para decirle adiós.


 El paso del tiempo es irremediable. Todos los nombres que he citado ya no están con nosotros, desde Mahler o Mann a Visconti o Redford y Bogarde o Andrésen, pero hay algo que permanece, que siempre permanecerá:
 

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