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sábado, 8 de noviembre de 2025

"Una deliciosa tertulia sobre el tiempo en la literatura".


 



En la tercera foto aparece el Hotel Indigo donde hacemos nuestras tertulias de los martes, en una de las esquinas que más me gustan de Madrid, entre las calles Princesa, Alberto Aguilera y Marqués de Urquijo. El ciervo que se ve en lo alto es porque siempre se llamó Hotel Tirol. Y sobre el tratamiento y el paso del tiempo en la literatura hablamos ayer. Realicé un pequeño prólogo para referirme a los tres tipos clásicos del tiempo, el referencial o histórico, es decir, la época en que se desarrolla la trama, el interno, relativo a la duración de los acontecimientos que se cuentan, y el del relato, en cuanto a la forma en que se ordenan y presentan los hechos. A su vez, el escritor usa una serie de recursos y técnicas para manipular el tiempo, como son la analepsis o flashback, la prolepsis o flash-forward, el resumen, la elipsis, la escena, la descripción y digresión, y la dilatación. Y acabé refiriéndome a los diferentes tipos de tiempos según la experiencia, donde distinguí entre el tiempo cronológico, el psicológico, el de la escritura y la lectura, para dejar paso a que hablaran mis amigos sobre algunas obras que les había propuesto, "En busca del tiempo perdido", "Crónica de una muerte anunciada", "El primer hombre" y "Las olas". Pero esto es una tertulia de amantes de la literatura y del arte, y lo divertido es que sea el propio diálogo el que se apodere de la charla. Me lo pasé muy bien en la hora y pico de reunión puesto que Mercedes se preparó una hermosa exposición sobre la obra de Proust, Mariwán nos deleitó, con su pasión habitual, refiriéndose a la novela póstuma de Camus, Santiago comentó algunas ideas sobre arquitectura y pintura, Almudena quiso hablar de mi libro de Pacino y todos los demás intervinieron en algún momento.
 
Ahora amanece un nuevo día y, ya que soy un romántico sentimental, como me llamó mi profesor Fernando Rodríguez Lafuente, que me codirigió mi tesis doctoral sobre Murakami, me tomo el primer café en los años 50. La belleza no sigue ningún "tiempo" concreto y es universal:
 

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