Ayer por la tarde comenté a mis alumnos que tengo la sensación de que seguimos viviendo en un mundo machista. Incluso yo, que me considero el tipo más progresista del mundo, quizá no esté curado completamente de ello (el lenguaje que leo y observo en las redes sociales y demás medios de comunicación todavía posee restos del viejo machismo, por decirlo suavemente, incluso entre las mujeres). Nací en una época machista y las toneladas de cultura y de buena educación que me he echado encima quizá aún no sean suficientes. También dije a mis alumnos que lo más grave que he vivido en mi vida, socialmente, ha sido la ETA. De ello hablé en mi novela "Vivir es ver pasar", de 1997. En esos mismos años 90, una joven policía, recién salida de la Academia de Ávila, se infiltró 8 años en la banda terrorista, y fue clave para desarticular el comando Donosti, aunque sus jefes no estaban convencidos por ser mujer. Esto es lo que nos cuenta la directora bilbaína Arantxa Echevarría en una película que se estrenó el viernes en España y vi el sábado en los Princesa, la historia de Arantxa Berradre, el nombre falso que adoptó esta mujer cuando tenía solo 22 años, sacrificó su juventud por un ideal y se enfrentó a la presión y al machismo a cambio de nada, porque sabía que su labor nunca sería reconocida de forma pública, y tuvo que convivir en un piso del centro de San Sebastián con dos etarras. Si "La infiltrada" se hubiera rodado hace 15 años la habría dirigido un hombre y las motivaciones de su protagonista serían diferentes, ha asegurado Echevarría. Tal vez por ello además de prestar atención al contexto histórico, la cineasta ha creado una especie de juego de espejos donde el machismo es transversal, tanto en la policía como en ETA.
Es lo que me ha parecido más interesante en esta película que, en ocasiones, te remueve por dentro e incluso llega a dar un poco de miedo por lo que tanto nos afectó a los españoles. Carolina Yuste está maravillosa en el papel de Arantxa, y Luis Tosar y el resto de actores están bien. El ritmo de la película (interior, claustrofóbico) es trepidante, casi del estilo de algunas películas de Hitchcock, durante las dos horas que se me pasaron volando:
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