El auto sacramental "El gran teatro del mundo" fue representado en las fiestas del Corpus Christi de Valencia en 1641 por primera vez, aunque se cree que fue escrito una década antes. Describe la vida como una escenificación, imagina al mundo como si fuese un gran teatro y transmite la idea de que solo a través de la muerte se llega a la verdadera vida. Cada personaje de esta comedia escenifica su papel y cuando termine la obra recibe un premio o un castigo según haya obrado bien o mal.
Mientras la veía ayer por la noche en el teatro de la Comedia de la calle Príncipe de Madrid pensaba que Calderón es un escritor más moderno que la mayoría de los que escriben en la actualidad, yo incluido. La obra comienza con una introducción en la que el Autor conversa con el Mundo para proponerle una comedia del hombre. Y a medida que los personajes van apareciendo, reciben su "papel". Luego, el Autor preside desde su globo terrestre la representación, realzando a cada paso la importancia y trascendencia de los actos mediante el estribillo “haz el bien, que Dios es Dios”, repetido por la Ley. A continuación, el Mundo, que también hace las veces de la Muerte, va quitando los papeles al Rey, la Hermosura, la Discreción, el Rico, el Pobre, el Labrador y se describen así sus sentimientos y emociones de temor o de resignación ante lo inevitable. Finalmente, los personajes se presentan de nuevo ante el Autor. El globo está abierto y en él está Dios esperando para la cena eucarística a los personajes que han hecho bien su papel.
Estos son los personajes interpretados por la Compañía Nacional de Teatro Clásico:
El Autor: Representa a Dios, el creador. Habla con los personajes y les entrega las directrices para que puedan demostrar su valía a través de sus actos.
El Mundo: Representa a la creación. Es el Gran Teatro, el escenario donde se desarrolla la representación de sus personajes y entrega a cada uno los instrumentos propios del papel.
La Ley de Gracia: Representa a los mandamientos de Dios. Es “el apuntador” del Gran Teatro. Repite durante toda la obra su consejo al resto de actores: “Ama a otro como a ti y obra bien que Dios es Dios”.
El Rey: Personaje del Gran Teatro. Es dotado con el poder sobre los hombres, viste de púrpura y una corona. Es el único que no es una alegoría. Sus preocupaciones son el dominio sobre los demás y la corona. Al final de la obra es enviado al purgatorio, pero gracias a la Discreción logra subir a la mesa del Autor.
La Discreción: Personaje del Gran Teatro. Representa a la Religión y la Iglesia. Es dotado con ayuno y oración, cilicio y disciplina. Se dedica a la oración y a la penitencia. Naturalmente, es aceptada directamente en la mesa del Autor.
La Hermosura: Personaje del Gran Teatro. Representa a la belleza humana. Es dotada con un ramillete de cristal, carmín, nieve y grana. Es autorreferente, presuntuosa e indolente con el sufrimiento de los personajes menos favorecidos. Es condenada al purgatorio y redimida posteriormente.
El Rico: Personaje del Gran Teatro. Representa a la fortuna. Es el favorecido con las riquezas del mundo. Acepta su rol fácilmente y es uno de los que se niega a dar limosnas al Pobre. Es el único condenado al infierno.
El Labrador: Representa al trabajo. Es dotado con azadón. Se auto considera heredero de Adán que tiene que trabajar para obtener su alimento. Acepta a regañadientes su papel y asume que será un mal actor que no se esforzará en su papel. Es condenado al purgatorio, pero luego es aceptado en el cielo.
El Pobre: Representa la pobreza. Se le dota con la desnudez. Es el personaje menos favorecido de la obra. Cuestiona su papel en la obra y no se lamenta por la llegada de la muerte. El Autor lo recibe inmediatamente en la mesa del cielo como premio a la ejecución de de su papel.
El Niño: Representa a la inocencia. Es el personaje más conflictivo de la obra, pues no llega a nacer. Su papel se desarrolla antes de que se vuelvan materia y su destino es ir directo a la tumba. Cumple la función de completar el mito, la teología católica y escolástica que representa al mundo como esferas concéntricas.
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En fin, toda una lección de Teoría y creación literarias.
Voy a tener que hacer un pacto con el Diablo para ver si consigo ser un buen escritor, y ser actual 383 años después. Mientras tanto me tomo un café escuchando a Gounod y su "Fausto" de Goethe. A lo mejor Mefistófeles me deja y conquisto a Marguerite:
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