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viernes, 17 de enero de 2025

"Anda que no te gusta que te regalen la oreja".

 

Esta frase me la han dicho muchas veces. En realidad me gusta que lo hagan porque soy muy mimoso y siempre me han mimado mucho. También me apetece que me regalen todo tipo de cosas hermosas, besos, abrazos, deseos, poemas, retratos, foulards, pajaritas, flores, plantas, libros, discos, canciones (al oído, claro). Me parece que la vida de cada persona podría resumirse en los regalos recibidos a lo largo de ella. La foto es de "Terciopelo azul", una de las películas más perturbadoras e inteligentes que he visto, la obra maestra de David Lynch, un poeta del cine que casi siempre está presente en lo que escribo. Va por Lynch y su "Cabeza borradora", "El hombre elefante", "Corazón salvaje", "Una historia verdadera", "Mulholland Drive" y por los que miran el mundo de otra forma, los que crean y no imitan, los que usan todo su imaginario particular (imaginación y fantasía) y transformen el tiempo y el espacio creativos. La oreja es una abertura en una parte del cuerpo, un agujero hacia otra cosa, se asienta en la cabeza y va directa a la mente. Es algo simbólico que conduce a Jeffrey, el protagonista, al peligro. La cámara no vuelve a señalarla hasta el final de la película. Cuando Jeffrey finalmente sale ileso de su terrible experiencia, la toma se repite, solo que al revés, se acerca a la propia oreja de Jeffrey mientras se relaja en su jardín en un día de verano. Lynch estaba tan obsesionado con la prótesis de oreja que también apareció en un episodio de "Twin Peaks".
 
Lo demás es Isabella Rossellini, la bellísima hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini. 
 
 

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