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martes, 5 de agosto de 2025

"La soledad es la suerte de los espíritus excelentes".


 
Ya he comentado alguna vez que Candelaria Villavicencio (Lali para los amigos) es una poeta a la que admiro, a la que admiraba incluso antes de publicar, en la madurez, su primer libro de poemas. 
 
En los últimos días ha escrito por aquí varios comentarios de una tacada contestando a mis últimos posts, que me hicieron pensar, así que los recuerdo mientras observo esta foto que me hice con ella hace un tiempo en la Orotava, al norte de Tenerife:
 
"Mi estimado Justo Sotelo, deseo compartir una reflexión personal, porque me ha tocado tu texto y me invita a mirar hacia dentro. Creo, como tú, que lo verdaderamente seductor y bello no está en la apariencia, sino en la autenticidad y en la forma en que nos aceptamos a nosotros mismos. Me viene a la mente la filosofía de Platón, cuando a través de Diotima en "El Banquete" nos habla del amor como un viaje que empieza en la atracción física, pero que solo alcanza su plenitud cuando aprendemos a reconocer y admirar la belleza del alma y la sabiduría. Es en ese ascenso donde lo “sexy” deja de ser una cuestión superficial y se convierte en algo mucho más profundo y duradero. También me identifico con el romanticismo que mencionas, esa búsqueda de sentido y belleza en la vida, tan presente en poetas como Bécquer o Lamartine. Para mí, la verdadera seducción está en la honestidad, en la capacidad de mostrarse tal cual uno es, con sus pasiones, sus dudas y sus sueños. La autoestima, como bien apuntas, es el núcleo de ese atractivo: cuando uno se siente bien consigo mismo, lo transmite sin necesidad de artificios. Creo que la belleza y el amor, cuando se viven desde la inteligencia y la humildad, son realmente inmortales y, en el fondo, lo más atractivo que podemos compartir con los demás".
 
"Mi estimado Justo Sotelo, no puedo evitar sonreír al leerte; tu confesión me recuerda a Schopenhauer, quien sostenía que la vida es una tragicomedia y que, si acaso, lo más sensato es tomarse a uno mismo con cierta ironía. Si Schopenhauer hubiera tenido una gatita llamada Ana y una pasión por las librerías en extinción, probablemente habría dicho que el verdadero héroe romántico es aquel que, lejos de conquistar multitudes, sobrevive con dignidad entre libros polvorientos y conversaciones con su mascota filosófica. ¿A quién va a seducir un escritor en sandalias, armado solo con su ironía y su devoción por la lectura? Quizá a nadie, o quizá —y aquí el toque schopenhaueriano— a todos los que entienden que el mayor acto de seducción es resistirse a los clichés y vivir fiel a uno mismo, aunque eso implique quedarse a solas con la gata y un buen libro. Al fin y al cabo, como decía el propio Schopenhauer, “la soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”, y si además uno puede pasearla por la ciudad en pantalones cortos, mejor que mejor".
 
"Me gusta imaginarme también al alba, la taza entre las manos, sintiendo cómo la literatura sigue derribando fronteras y conectando orígenes. Y pienso que todos, alguna vez, necesitamos ese pequeño milagro: que una magdalena y un sorbo de té en la plaza de mi pueblo al noroeste de Tenerife entre un velado de calima, me devuelva la certeza de que la historia —la universal, la personal— se compone de instantes así, donde la belleza se mezcla con la reflexión y el alma amanece dispuesta a escuchar una música antigua y sagrada. Quizá, en el fondo, el verdadero realismo mágico no esté solo en los libros, sino en la forma en que elegimos vivir, recordar y celebrar cada amanecer".
 
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Amanece un nuevo día, me tomo un café y escucho una música en un lugar que sé que le gusta mucho a Lali y también a mí. Después de todo la magia de la vida está en cómo decidimos vivirla:
 

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