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sábado, 11 de mayo de 2024

"El leopardo".

Ayer Justo Junior me envió esta fotografía. Le gusta pasear por las plantas de la Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid, y se volvió a encontrar el ensayo que ha escrito sobre mis 6 novelas el profesor camerunés Patrick Toumba (Bartleby, 2023). Al mirar el Wasap en lo primero en lo que me fijé es que al lado está Hemingway. Ahora me tomo el primer café del sábado y recuerdo este inicio de una de sus novelas:
 
"El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve de 5895 metros de altura, y dicen que es la más alta de África. Su nombre es, en masai, "Ngáje Ngái" o "la Casa de Dios". Cerca de la cima se encuentra el esqueleto helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse qué estaba buscando por aquellas alturas".
 
Ernest Hemingway se preguntaba en este relato por el sentido del escritor o tan solo de la propia vida. Y lo hacía sugiriendo, más que mostrando, con espacios en blanco que debía rellenar el lector. Es la teoría del iceberg o de la omisión que aprendí de él y que aplico cuando escribo, incluso un post en las redes sociales. Tal vez por eso es de los escritores a los que invitaría a nuestra tertulia literaria para que nos hablara de literatura, de su vida y sus amores, de sus viajes a España, sobre todo a Madrid y Pamplona, del Nobel o de lo que le llevó al suicidio. También me tomaría algo con Woody Allen, quien después de todo se enamoró de su nieta Mariel Hemingway en la hermosa y literaria ficción de "Manhattan", como también lo hizo de Groucho Marx, Louis Armstrong o el segundo movimiento de la Sinfonía Júpiter de Mozart:
 

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