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lunes, 30 de septiembre de 2024

"Ayer hizo un día tan bonito que me puse a pintar con música".


 

Se cumplen los 300 años de "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, una de las músicas que me enseñó a relacionar la vida con la música y el arte, en particular con la literatura. Ayer me detuve debajo de ese puente donde iba a leer en los veranos de mi adolescencia. Uno de los primeros usos de la música fue acompañar a la danza teatral y a la narración de cuentos, por lo que es normal que los compositores escribieran de vez en cuando "música de programa", escrita para representar los estados de ánimo, escenas pastoriles o tormentas. Vivaldi fue uno de los pioneros en introducir la música descriptiva. Músicos barrocos como Werner y Fischer, entre otros, produjeron ciclos de conciertos en ese sentido, pero no con detalles pictóricos tan precisos. Vivaldi logró evocar los ambientes y sonidos descritos en los sonetos que escribió al efecto. Esta capacidad de pintar con música nos lleva en un viaje sensorial a través de las estaciones del año. Es una "experiencia sinestésica" en la que las palabras cobran vida con la música, desde la cálida vivacidad de la primavera hasta la melancólica contemplación del invierno.

Estos son los sonetos que escribió Vivaldi:

"La primavera".

Llegó la primavera y de contento
las aves la saludan con su canto,
y las fuentes al son del blanco viento
con dulce murmurar fluyen en tanto.

El aire cubren con su negro manto
truenos, rayos, heraldos de su adviento,
y acallándolos luego, aves sin cuento
tornan de nuevo a su canoro encanto.

Y así sobre el florido ameno prado
entre plantas y fronda murmurante
duerme el pastor con su fiel perro al lado.

De pastoral zampoña al son chispeante
danzan ninfa y pastor bajo el techado
de primavera al irrumpir brillante.

"El verano".

Bajo dura estación del sol ardida
mústiase hombre y rebaño y arde el pino;
lanza el cuco la voz y pronto oída
responden tórtola y jilguero al trino.

Sopla el céfiro dulce y enseguida
Bóreas súbito arrastra a su vecino;
y solloza el pastor, porque aún cernida
teme fiera borrasca y su destino.

Quita a los miembros laxos su reposo
el temor a los rayos, truenos fieros,
de avispas, moscas, el tropel furioso.

Sus miedos por desgracia son certeros.
Truena y relampaguea el cielo y grandioso
troncha espigas y granos altaneros.

"El otoño".

Celebra el aldeano a baile y cantos
de la feliz cosecha el bienestar,
y el licor de Baco abusan tantos
que termina en el sueño su gozar.

Deben todos trocar bailes y cantos:
El aire da, templado, bienestar,
y la estación invita tanto a tantos
de un dulcísimo sueño a bien gozar.

Al alba el cazador sale a la caza
con cuernos, perros y fusil, huyendo
corre la fiera, síguenle la traza;

Ya asustada y cansada del estruendo
de armas y perros, herida amenaza
harta de huir, vencida ya, muriendo.

"El invierno".

Temblar helado entre las nieves frías
al severo soplar de hórrido viento,
correr golpeando el pié cada momento;
de tal frió trinar dientes y encinas.

Pasar al fuego alegres, quietos días
mientras la lluvia fuera baña a ciento;
caminar sobre hielo a paso lento
por temor a caer sin energías.

Fuerte andar, resbalar, caer a tierra,
de nuevo sobre el hielo ir a zancadas
hasta que el hielo se abra en la porfía.

Oír aullar tras puertas bien cerradas
Siroco, Bóreas, todo viento en guerra.
Esto es invierno, y cuánto da alegría.

Y ahora me tomo un café con su música interpretada por Karajan, antes de irme a clase:

https://www.youtube.com/watch?v=Bup5gUS_s5A&list=PLS6rgQ0rU2P6JfzwAB5fi_ggr_VZqSRQH

domingo, 29 de septiembre de 2024

"La mente del creador".


 
¿Qué tiene un artista en la cabeza? ¿Alguien que creó "El padrino" y "Apocalypse Now"? A sus 85 años ha dirigido la que tal vez sea su última película, "Megalópolis", aunque estas casi dos horas y media en realidad no son una película, sino una lección de metaliteratura o de metacine, donde se cita continuamente su mundo y a la vez a la historia de la literatura y la filosofía que le interesan, Séneca, Marco Aurelio, César, Shakespeare o la famosísima frase de Goethe: "La arquitectura es música congelada que cobra vida con el movimiento humano".
 
Este es el tráiler:
 
Esto ocurrió ayer por la tarde. Por la mañana Juana Vázquez Marín y María Antonia Ortega presentaron dos plaquetes de sus poemas de la mano de Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigañez, y su Búho Búcaro Poesía, con las palabras del crítico José Cereijo. Me acerqué a este acto íntimo que homenajeaba a la poesía. Óskar preparó un video atravesado por "El amor", lleno de ríos y poemas. A mi lado estuvo Javier Del Prado y hablamos mucho antes y después camino de Sol para coger el Metro. Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Juan Ramón, Lorca, Eliot, y Blanca Andreu, a la que Javier conoció cuando ella se vino a vivir a Madrid en un Chagall y Benet y Umbral se enamoraron de ella. 
 
En Madrid hacía sol y algo de fresco, pero yo entré en calor con la voz de Javier y de una canción:
 
La película del creador de "El padrino" -una de las mayores obras de arte del siglo XX-, no está teniendo buenas críticas, pero me da igual (después de todo me parezco a Pacino, su protagonista). Tal vez vaya a verla de nuevo a los cines Princesa cualquier tarde de estas. 
 
La mente de Coppola es una fiesta.
 

 


 

sábado, 28 de septiembre de 2024

"Besos tiernos".


 
Siempre digo que soy de ciudad, de una ciudad como Madrid, aunque no me importaría vivir en París o Nueva York. También suelo decir que me gusta caminar de noche, entre luces y semáforos. En esos momentos del lento y otoñal amanecer cuando la imaginación que se ha desatado por la noche se mezcla con la fantasía del día. Entonces me pongo a escribir.
 
Y a dar besos apasionados, aunque siempre tiernos:
 

viernes, 27 de septiembre de 2024

"Cosas que me dibujan mis alumnos en la pizarra".


 
Esta semana unos alumnos me han dibujado estos corazones en un descanso de clase. Cada año doy clase a 500 jóvenes de entre 18 y 23 años, y siempre pienso lo mismo. Me gusta enseñar, prepararme las clases, hablarles de lo que he aprendido a lo largo de mi vida. Cuando era un crío ya me preparaba las clases del colegio como si hablara a mis compañeros y amigos o me inventaba unos alumnos imaginarios, algo que cuento en la primera novela que publiqué, "La muerte lenta" (1995). Los sentaba en una silla, les pasaba lista, les explicaba las cosas y después les tomaba la lección. Me gustaba hablar con ellos, aunque lo hiciera a través de un espejo que aún no sabía que se llamaba literatura. Antes de ayer me encontré por la calle a un alumno al que había dado clase hacía un cuarto de siglo y nos reconocimos al instante. Me dijo que todavía recordaba cómo permanecía absorto en la primera fila escuchándome hablar de Keynes y el Grupo de Bloomsbury. Antes de despedirnos nos dimos el teléfono.
 
Quizá por eso continúo siendo escritor, porque tengo historias que contar, entre otras cosas, a mis alumnos.
 
Y porque alguien escribió música como esta:
 

jueves, 26 de septiembre de 2024

"Un amor tan libre".


 
Siempre que voy caminando por la mañana a la Universidad sale el sol, aunque esté nublado o llueva a cántaros y la piel se cale hasta lo más profundo. Es cuando los rayos se desparraman alrededor de mi cuerpo, y alguno de ellos se queda en mi rostro, ahí enganchado, sin pedirme permiso para estar. En realidad ese rayo de sol en mis labios es ella, eres tú, es la luz, es el poema, el sentido, la melodía, la canción que inmortalizó Roy Orbison para siempre y que a veces hemos bailado al amanecer. ¿Te acuerdas de nuestros bailes al amanecer?
 
Es el hermoso sentido de la vida:
 

miércoles, 25 de septiembre de 2024

"Tomando un refresco literario con Javier del Prado".


 
Aunque estos meses tengo muchísimas clases, ayer saqué un rato para ver a Javier en el barrio, darle un abrazo pues no nos veíamos desde antes del verano y para que me regalara y dedicara su último libro de poemas "A borbotones geométricos" (2024, Los libros del Mississippi) que presentará la semana que viene en el Ateneo, con las palabras de la poeta Efi Cubero, y posteriormente en mi tertulia de Casa Manolo. El libro lleva un prólogo de José Manuel Lucía Megías. Antes de irnos apareció Justo Jr., camino de la Facultad de Filología, y hablaron un poco de literatura. Ya comentaré este libro cuando lo lea; por ahora dejo la dedicatoria que me escribió: "Para Justo Sotelo, amigo, profe, economista y poeta sin quererlo, pero sabiéndolo. ¡La leche!" También comentaré otro día lo que pienso sobre eso de ser "poeta sin saberlo". El caso es que iba a quedarme tan solo media hora, pero al final estuvimos más de una hora. Javier me habló de literatura francesa, de Zola (incluyendo su relación con Cezanne), Balzac, Dumas, Proust y, por supuesto, de Mallarmé. Y yo disfruté con la conversación.

Tras despedirnos me fui escuchando esta música, que siempre me recuerda a Javier, o a su padre:
 

martes, 24 de septiembre de 2024

"¿Vivir o escribir?, la eterna pregunta".


 
Recuerdo las conversaciones que tenía de joven con mis amigos escritores sobre si era más importante encerrarse en una habitación para escribir o vivir la vida para tener experiencias que contar más tarde. Aquellas charlas podían alargarse hasta la madrugada con Juan Pedro Ortuño, Miguel Ángel Andés, Pepe Utrera o Antonio Zaballos en las Cuevas de Sésamo, el Ateneo o el Círculo de Bellas Artes.
 
Era la ingenuidad y el encanto de la juventud.
 
"Y lo cierto es que creo que eres más el aviador que lavó la cabeza de Meryl en la hacienda de África que ese Dantes tan oscuro", dijo hace unos días por aquí la escritora malagueña Presina Pereiro, que es miembro on line de mi tertulia literaria, en este juego literario de comparaciones de los últimos días con Al Pacino, Edmundo Dantés o James Bond. 
 
Cada vez que escucho esta música me dan ganas de subirme a una avioneta y volar sobre Kenia:
 
De esto quería hablar un agradable 24 de septiembre, de avionetas y de cabellos que se lavan con amor y sensualidad. Hace unos años participé en la "Expedición a Samarcanda" donde la primera parte del viaje fue en avioneta. En Samarcanda (Uzbekistán) hay un barrio con el nombre de "Madrid". Y es lo que pretendíamos conmemorar cinco siglos después con nuestra expedición. Y es lo que cuento en uno de los capítulos de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012), donde aparece un tipo que, curiosamente, también se llama Justo Sotelo. Un tiempo después me di una vuelta por algurnos lugares de África y en 2017 publiqué mi segundo libro de cuentos con este prólogo:
 
"Todos los libros deberían empezar recorriendo el desierto de Túnez donde se rodó “El paciente inglés”.
 
Pero con las manos.
 
Tu cuerpo y tu mente serán las dunas y los oasis. Una forma de llamar a la sed y al agua, como ese manantial de la doncella donde Ingmar Bergman imaginó que nace la vida y se comen las fresas salvajes.
 
Entonces me preguntarás: “¿Qué te gusta más?”, como en la película. Yo seré tu conde László Almásy y tú mi Katharine Clifton.
 
Y luego me lavarás el pelo antes de que descorchemos una botella de Moët Chandon mientras me besas".
 
("Cuentos de los otros", 201, Bartleby, p. 9).

lunes, 23 de septiembre de 2024

"Los libros de la Cuesta Moyano el primer día del otoño".

 

 
Pasear por esta calle que va de Atocha al Retiro, con el Botánico a un lado, es como hacerlo por un bosque lleno de árboles que son cultura, la literatura de mi vida, como la que representa Yourcenar con sus "Memorias de Adriano". Cuando era joven ligaba mucho hablando a las chicas de esta novela. Eran los tiempos en que a la gente le gustaba hablar de libros; si fuera ahora seguro que no me comía una rosca. Adriano es mucho más que una novela histórica, tal vez la representación más cercana a lo que entiendo por poesía pura, además con la traducción al español de Cortázar. Se trata de reflexionar sobre el arte de vivir, en un tiempo en que el hombre ya estaba solo y sin dioses (como podría decirnos Flaubert). Adriano es mayor y, previendo la proximidad de la muerte, escribe una carta extensa al joven Marco Aurelio, un bello compendio de reflexiones sobre la vida, la vejez, la política y la biografía de la autora, como la que tengo en la mano en la fotografía que me hice. Todo esto se consigue con la fusión de la ética y la estética, y una combinación de conocimiento, disciplina y hedonismo. Lo fascinante es que en la novela se encuentran las tres ideas clásicas griegas, la Humanitas, la Felicitas y la Libertas, sobre las que me gusta reflexionar.
 
Algo que estoy haciendo antes de irme a clase, mientras escucho a Tomás Luis de Victoria y me tomo un café, lo que me ocurre a menudo cuando paseo por Ávila, una de las ciudades de mi vida, como su catedral:
 

domingo, 22 de septiembre de 2024

"La poesía de las matemáticas".


 
Una manera de pasar la última tarde del verano de 2024 es yéndote a los Princesa para ver "El teorema de Marguerite", de la directora franco sueca Anne Novion, recientemente estrenada. Y se te pasa el tiempo sin despegar los ojos de la pantalla con ecuaciones con las que la protagonista, una joven doctoranda de la École Normale Supérieure (ENS) de París, protagonizada por una maravillosa actriz franco suiza, Ella Rumpf, busca demostrar la Conjetura de Goldbach para poner orden en el infinito, a partir de progresiones aritméticas en conjuntos de números enteros. En suma se trata de ordenar su propia vida, ya que sabe matemáticas, pero no ha aprendido a amar ni a confiar en los demás. De esto va una película francesa clásica y por ello encantadora. Mientras la veía pensaba que me paso la vida utilizando matemáticas con mis alumnos y, como les digo en clase, encuentro en ellas la música y la poesía de los mejores poemas y novelas. 
 
Este es el tráiler de la película:
 
En uno de mis cuentos he intentado encontrar esa poesía:
 
"La pizarra se iba llenando de fórmulas abstractas mientras en la calle llovía con fuerza.
 
Los alumnos intentaban seguir sus explicaciones, pero él no dejaba de escribir ecuaciones llenas de letras enigmáticas. Su idea era llegar al final, buscar una solución que resumiera todas las soluciones posibles. No podía quedar ningún camino sin recorrer. La sola sospecha de que la incertidumbre se apoderara del contenido, le llenaba de zozobra y desesperanza. Desde joven se había aferrado a las matemáticas. Siempre había considerado que en unas pocas ecuaciones elegantes se podía resumir el mundo.
 
En cierto momento sonó el móvil que llevaba en la chaqueta y lo cogió. Se limitó a escuchar durante unos minutos. Guardó el teléfono en el mismo sitio con aparente tranquilidad. En la calle seguía lloviendo. Miró a sus alumnos, después a la pizarra e intentó buscar el lugar de la ecuación donde situar la melancolía.
 
Pero no lo encontró".
 
("La ecuación", de "Cuentos de los otros", Bartleby, p. 54).
 
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Y buscando la música de las esferas de Pitágoras basada en la idea de que el universo está gobernado según proporciones numéricas armoniosas y que el movimiento de los cuerpos celestes se rige según proporciones musicales, me tomo un café escuchando "Los planetas" de Holst:
 

sábado, 21 de septiembre de 2024

"La felicidad de un escritor es que se relean sus libros y le cante Taylor Swift".


 
"Estoy leyendo tu "Entrevías Mon Amour", que leí ya en su día, en 2018. Creo que ahora que te conozco más, lo entiendo mejor". Me escribió el otro día María Victoria Huertas. Y añadió: "Una historia de amor entre un padre y su hijo (Teo Abad, reportero de guerra y narrador de la historia), pero también entre un grupo de mujeres solitarias y el héroe que regresa de un conflicto bélico injusto. Otro más. Supone un homenaje a dos figuras míticas de la literatura clásica: Antígona e Ifigenia. Antígona quiere enterrar a su hermano, como Judith (la protagonista de la novela) necesita encontrar los cuerpos de sus padres, asesinados por el régimen franquista en los años sesenta, para darles sepultura. El sacrificio de Ifigenia confiere protagonismo al resto de mujeres de la novela: Edipa, Tamara y la Niña. Y todo ello transcurre en un escenario tan real como mágico, el populoso barrio de Entrevías, en Madrid.
 
También el otro día Juana Martínez López-Prisuelos compartió esa fotografía con mi Pacino y dijo: "Creo que el escritor Justo Sotelo es único y tampoco se parece a nadie, pero un gesto único le identifica con Al Pacino. Es autor que domina la palabra y Al Pacino el gesto, para dar a la escena la esencia del guión que interpreta".
 
Clariola Fenoll me envió la foto del mismo libro mientras volaba de París a Elche, su lugar de residencia, tras unos días de exposiciones y el libro lo tiene muy manoseado.
 
"Siempre me pregunto por qué me gusta tanto el libro de "Cuentos de los Viernes", me dice desde Dakar en un mail Pilar Benito, y por qué cuando no puedo verlo, tocarlo o leerlo, surge en mí su imagen. El correo es largo, así que destacaré un par de frases. Creo que tengo la respuesta, sigue diciendo Pilar, o al menos la que es válida para mí. El libro me gusta porque refleja la VIDA, porque es al final de la vida cuando entiendes lo que es la vida, y te tumbas en la arena de la playa, ya sin palabras, desnuda, y sientes la mirada de tu amado, dormida". 
 
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Supongo que la mayoría de los escritores se conforman con que les regalen premios, salir en la tele y que les digan que son sexys. A mí lo que me gusta es que me cante una guapísima Taylor Swif, que además gusta mucho a mis alumnos.
 
Después de todo la vida es una historia de amor, y esto del amor siempre se me ha dado bien:
 

viernes, 20 de septiembre de 2024

"La vida de un escritor".


 
Pronto habrá que guardar en el armario los pantalones cortos y los zapatos blancos. Mis alumnos irán viendo cómo cambia cada día mi vestuario. Y entonces tendré que echarme sobre las piernas la mantita roja y blanca cuando esté sentado en el sillón mientras veo alguna película de Bergman o Tarkovski, releo todos aquellos libros que me acompañan en cada uno de los otoños de mi vida y escribo las historias que me dictan la imaginación y la fantasía. Los paseos de tierra del Retiro y el Parque del Oeste se llenarán de hojas y tal vez escuche a Fauré mientras camino en busca de un sentido para la poesía:

Me gusta ser el escritor de los mundos posibles de la literatura, y me gusta vivir la belleza que veo en cualquier lugar, quizá después de una tormenta con las calles mojadas por la vida.

jueves, 19 de septiembre de 2024

"¿Qué tengo de romántico desde el punto de vista artístico y literario?"


 
(En respuesta a Javier del Prado, un profesor que me hace pensar, para lo que voy a basarme en uno de mis libros de cabecera cuando estudié Teoría de la Literatura).
 
"The Mirror and the Lamp" (Oxford, 1953), de M. H. Abrams, es uno de esos libros que se convirtieron en un clásico tan pronto como se publicó. Contó con el apoyo del gran crítico checo estadounidense René Welleck. En él se expresan las cuatro teorías sobre el arte y la literatura, la mimética, la pragmática, la expresiva y la objetiva. La idea de Abrams es explorar la "evolución" de la teoría literaria, con especial atención en el cambio de las ideas clásicas arraigadas en la imitación y la retórica al énfasis romántico en el genio creativo del poeta, y se fija en Philip Sidney, Horacio y Samuel Johnson.
Para Sidney el propósito de la poesía es “enseñar y deleitar”, dentro del enfoque pragmático, y así la poesía se ve como un medio para lograr efectos específicos en la audiencia. Esta perspectiva eleva al poeta por encima de los filósofos e historiadores morales, al tener la capacidad de inspirar virtud en la audiencia. Abrams etiqueta el enfoque como teoría pragmática, un marco crítico que analiza los aspectos prácticos de una obra de arte. Los críticos pragmáticos, influenciados por la retórica clásica, consideran un poema como algo elaborado para crear una respuesta particular en la mente de los lectores. Desde este punto de vista, el poeta se convierte en un hábil artesano que da forma a las palabras para lograr un efecto predeterminado. El “Ars Poetica” de Horacio contribuye aún más a tal orientación, sugiriendo que la poesía debe beneficiar o agradar. Horacio enfatiza la combinación de lo delicioso y lo útil, y considera el placer como el propósito principal de la poesía. Esto se alinea con la idea pragmática de que el objetivo principal del arte es provocar una respuesta positiva del público.
 
Samuel Johnson es una figura destacada de la crítica neoclásica, con su “Prefacio a Shakespeare”, donde busca establecer el rango de Shakespeare entre los poetas, y sus criterios para juzgar las obras de Shakespeare reflejan una orientación pragmática. Johnson habla repetidamente de mimesis o imitación, considerando el drama de Shakespeare como el espejo de la vida. Sostiene que el fin de la escritura es instruir agradando, enfatizando el doble propósito de deleite e instrucción moral. Sin embargo, la postura moralista de Johnson queda patente cuando critica a Shakespeare por escribir sin un propósito moral claro, considerándolo un defecto. Esto pone de relieve una tensión dentro de la crítica pragmática, a medida que el equilibrio entre el deleite y el propósito moral se convierte en un punto de discordia. 
 
El siglo XVIII fue testigo del cenit de la crítica pragmática, donde la atención se centraba en aspectos prácticos del arte y su impacto en el público. Sin embargo, Abrams señala que inherentes a la crítica pragmática fueron las semillas de su propia ruina. La retórica antigua, en la que se basó en gran medida el pragmatismo, prestó atención detallada al orador y al arte de la persuasión. A lo largo del siglo XVIII se produjo un cambio gradual de la atención desde el público hacia el propio poeta. La constitución mental del poeta, incluido el genio natural, la imaginación creativa y la espontaneidad emocional, tuvieron prioridad. La experiencia subjetiva del poeta se volvió primordial y el público pasó a un segundo plano. Este cambio sentó las bases para el énfasis romántico en la creatividad y originalidad individuales.
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En música un ejemplo paradigmático de lo que acabo de escribir es la Fantástica de Berlioz, que voy a escuchar pronto otra vez en directo:
 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

"Te veo más como Bond que como Dantés".


 
Me dijo ayer por aquí la escritora Carmen Sogo -que es miembro de mi tertulia literaria-, comparando los personajes de Ian Fleming y Alejandro Dumas. El texto se basaba en la idea de que siempre me ha gustado ser un "héroe romántico". Y, mientras me tomo el primer café de esta mañana fresquita, casi a punto de acabarse el verano, leo otro comentario, este de Javier del Prado, donde me dice que él ha tenido mucha suerte, pues quería ser maestro y lo ha sido en todos los niveles de la enseñanza y en todos los espacios sociales. Saboreo unas gotas del café, y pienso que yo también he deseado ser siempre profesor en la Universidad, pero reconozco que desde niño me he dejado dominar por la imaginación y la fantasía a la hora de vivir y por tanto de escribir novelas, que es lo que más me gusta como escritor. En esa misma carrera de Literatura a la que me he referido, mi maestro de Teoría de la Literatura Antonio García Berrio me enseñó que esos dos aspectos, junto al dominio del tiempo y el espacio narrativos, conforman la Historia de la Sentimentalidad que viene desde Aristóteles, y por tanto de la literatura.
 
Apuro la taza de café. Bond es, sin duda, uno de los seductores por antonomasia de la historia del cine. Recuerdo la escena que nos contó en clase una joven profesora de Literatura Comparada. Es de la primera novela de la saga, "Casino Royale", que no se llevó al cine hasta que Daniel Craig se encargó de ello. Vesper Lynd (Eva Green) será el "único" amor de verdad de James Bond. Se conocen en un tren de Alta Velocidad en Montenegro. Ella le lleva el dinero para su misión, de parte del Tesoro británico. El diálogo es muy inteligente, incluso antropológicamente hablando, no solo por lo que se dice o se ve, sino por el valor del lenguaje corporal, la ropa que visten, las miradas y los gestos, la distribución de los objetos sobre la mesa. O el vino francés, ya que cómo tener una primera cita sin vino francés sobre la mesa. Se perdería el glamour, por supuesto, y una vida sin glamour es francamente aburrida, en mi opinión. 
 
Es como si ella se presentara con vaqueros y zapatillas a la cita:
 

martes, 17 de septiembre de 2024

"En realidad siempre he querido ser un héroe romántico".


 
Uno de esos aventureros que se escapa del siglo XIX, lucha contra los malos y la chica guapa se enamora de él. De joven leí a Scott, Dumas, Lamartine, Balzac, Stendhal, Byron, Hugo, Galdós y vi las películas de Errol Flynn, Robert Taylor, Cary Cooper y Gregory Peck. El otro día fui a los cines Princesa para ver una nueva adaptación de "El conde de Montecristo", de Dumas, una buena película, juvenil, interesante y disfrutable, a lo largo de tres horas que se pasaron sin darme cuenta; respeta bastante una de las joyas de la literatura de todos los tiempos, a pesar de que siempre llevaré en el corazón la versión de aquella TVE en blanco y negro de mi infancia con Pepe Martín interpretando a Edmundo Dantés y su huida de la isla de If para vengarse de todos los que le envidiaban. En realidad yo nunca he querido vengarme de nadie, me envidien o no. Lo que me gusta es buscar el rayo verde de Verne y coger de la mano a la chica para escaparme con ella a caballo o en mi coche deportivo mientras suena "Romeo y Julieta" de Chaikovski:
 
Después de todo, como diría Byron, el amor es lo único que hay que ganarse en la vida, todo lo demás se puede conseguir robando.
Y yo jamás he robado ni un euro.
 

 


lunes, 16 de septiembre de 2024

"Mi beso romperá el silencio".


 

Hoy presenta su último libro el poeta Miguel Ángel Yusta, con el título "Summarium 25" (2024), publicado por HUERGA y FIERRO Editores, con prólogo del poeta Félix Maraña. Y yo no podré estar porque tengo clase toda la tarde; es amigo y miembro de mi tertulia literaria siempre que puede ya que vive en Zaragoza. Hace un par de meses me leí este libro que va a presentarle Manuel Rico en el Comercial y escribí lo siguiente:


https://sotelojusto.blogspot.com/2024/06/que-es-el-mundo-sin-amor.html?m=1

Y ya que he puesto esta foto porque Miguel Ángel es, como yo, un gran melómano, me voy a la Universidad paseando tranquilamente bajo el cielo de Madrid escuchando a Puccini con la preciosa voz del tenor italiano Franco Corelli, uno de los más guapos de la historia:

https://www.youtube.com/watch?v=gJhYWUyW7C8

domingo, 15 de septiembre de 2024

"¿Cuándo aprendimos a besar?"

 

Otra cosa que suelo hacer en París, además del amor y beber vino, como dije ayer, es pasarme por el Museo Rodin. Su jardín está lleno de obras del genial escultor, y es uno de mis sitios favoritos de este mundo. Ahí he sacado esta fotografía, un detalle de la Puerta del Infierno, de Rodin y Claudel, con Paolo y Francesca da Rímini. Tras "ver" toda la literatura que hay en esta obra siempre me viene a la cabeza el beso de la reina Ginebra a Lanzarote del Lago en el ciclo artúrico y que, mezclado con la historia de amor de Tristán e Isolda, se convierte en inmortal en la "Comedia" de Dante, en su Canto V del Infierno, con la historia de amor entre Paolo y Francesca. Ahí se encuentran algunos de los versos más hermosos jamás escritos, y que enseñaron a besar a la sociedad de su época; es una influencia cultural que se ha transmitido hasta nosotros. Barthes se refirió al "contagio de los afectos", ya que todo deseo se ve afectado por el arte y la literatura. Es el amor que surge "leyendo", siglos antes de aparecer el "Quijote" y "Madame Bovary", dos de las escasísimas creaciones literarias que van a quedar, junto a la "Comedia".

Francesca de Rímini dice a través de Dante:
 
"Por diversión leíamos un día
cómo apremiaba Amor a Lanzarote
a solas y sin miedo nos hallábamos...
Leyendo que la risa deseada
era besada por tan noble amante,
este, que nunca apartarán de mí,
la boca me besó..."
 
Francesca ya había dicho los tercetos con las míticas anáforas:
 
"Amor, que el corazón gentil de súbito
enciende, a este apresó del bello cuerpo
que me quitaron: y aún me daña el modo.
Amor, que a todo amado a amar le obliga,
de su belleza me apresó tan fuerte
que, como ves, aún no me abandona.
Amor a morir juntos nos condujo..."
 
La música solo puede ser esta: