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viernes, 31 de mayo de 2024

"Hoy se inaugura la Feria del Libro de Madrid, en el Retiro".

Yo estaré el próximo viernes, el día 7, de 5 a 7 en la caseta 197, con mi última novela, "Poeta en Madrid" y mi último libro de relatos, "Un hombre que se parecía a Al Pacino", es decir, con parte de mi vida.
Me tomo el primer café de este viernes casi de verano y pienso en el parque del Retiro, uno de los lugares de mi vida. Ahí celebré la Primera Comunión, con muchas fotografías en la Rosaleda, y no he dejado de dar paseos románticos entre sus árboles, subirme a las barcas del estanque y vivir historias de amor.
 
Ahora me viene a la cabeza una pequeña historia que viví sentado en uno de sus bancos. Se podría titular algo así como "la única patria que conozco".
 
Escribir y dar clase es de lo poco que sé hacer. Desde pequeño me inventaba historias subido en aquella bicicleta verde de todos los veranos, a partir de las películas que veía en el cine y la TV, y de los libros del colegio que me enseñaban cosas diferentes durante los otros meses del año. Y estas historias llevaban música, de aquellas películas y de los compositores que también iba descubriendo cada día en el Teatro Real, el Monumental, el templete del Retiro y Radio Clásica. No sé vivir sin música, sin libros y clases, sin el cine y sin el teatro. No recuerdo dónde me encontraba aquella tarde; creo que estaba leyendo un libro de poemas de Lorca sentado en un banco del parque. Yo era muy joven y se sentó a mi lado una señora muy mayor. Al verme el libro, comenzó a hablarme de Lorca. Lo había llegado a conocer, me dijo, pero el fanatismo se lo llevó. Me contó muchas anécdotas de la vida del escritor y yo se las conté años después a una chica francesa que conocí en las Cuevas de Sésamo y que me dijo que le recordaba a Lorca, con mi traje blanco de lino y la pajarita de colores de los Harrods de Londres. Estaba en Madrid para escribir una tesis sobre Lorca, y la terminé convirtiendo en un personaje de mi novela "Las mentiras inexactas".
 
Sentado en aquel banco, mientras aquella señora tan mayor me hablaba de Lorca, ya sabía que la única patria que merece la pena es la de la paz y la igualdad, y la de la hoja en blanco:
 

jueves, 30 de mayo de 2024

"Desayunando con una poeta del siglo XXI".

 

Se llama Aurora da Cruz y tengo su segundo libro de poemas en la mano, "Tratado sobre poesía moderna y creo que ninguna otra dolencia". En realidad lo tengo ahora mientras amanece y escribo este texto; en la foto lo tiene ella. Yo lo único que hice ayer por la mañana fue cogerme el Metro e irme a su barrio para tomarme un café en su compañía. Aurora ha escrito un libro original, diferente, y por eso me interesa, pues me ha hecho pensar un rato en el hecho creativo y en qué poesía se puede escribir después de Eliot, Juan Ramón, Pound y esa gente. A Aurora le duelen algunas cosas, por ejemplo, leer siempre lo mismo, encontrarse las mismas imágenes, las metáforas de siempre, los amores y desamores habituales. De ahí la segunda parte del título de su libro. Como dice al principio, "en todos los poemas, cada verso va acompañado de una cifra a la izquierda que indica el número de sílabas métricas y, a la derecha, de una serie numérica separada por puntos que hace referencia al ritmo". A su vez las sílabas métricas no coinciden siempre con las gramaticales, al tener en cuenta la posición de la última acentuada, oxítona o aguda, paroxítona o llana, y proparoxítona o esdrújula, así como por las licencias poéticas, sinalefa, sinéresis, diéresis, hiato.
 
En el Metro, a mi paso por el Santiago Bernabéu, leí el primer poema (pp. 13 y 14):
 
"Exposición de motivos I".
 
11 No quisiera exagerar con la crítica      1.3.7.10
9 ni con la falta de rigor.                           4.8
7 No quisiera aburrir                                1.3.6
7 ni hacerme orador.                                 2.6.
 
11 Pero algunos informes que analizan    3.6.10
9 y comparan viejos y nuevos                  3.5.8
7 motores que no arrancan                       2.5.6
7 no apuntan en el centro.                        1.2.6
 
11 Ya nadie cuenta leyendas antiguas      1.2.4.7.10
9 bajo estrellas o junto al fuego.              3.6.8
7 Nadie cuenta las sílabas                        1.3.6.
7 ni el ritmo de los versos.                       2.6.
 
11 Ya nadie escribe como Calderón         1.2.4.10
9 pero no quiero ser sincero.                    3.4.6.8
7 Voy a analizar la métrica                      1.4.6.
7 tras el primer cuaderno.                        4.6.
 
11 Que es el segundo, y en el primero     2.5.10
9 voy a introducir varios poemas            1.4.5.8
7 a ver qué les parecen                            2.3.6.
7 y a ver cuánto se esperan.                    2.3.6.
 
5 Felices premios                                    2.4
5 para quien sea.                                     4
5 Felices fiestas                                       2.4
5 para cualquiera.                                    4
 
5 Enhorabuena                                        4
5 para quien crea                                    4
5 en los misterios                                   4
5 y en las sirenas.                                   4
 
A medida que iba leyendo los poemas había una música que no se me iba de la cabeza, de Arvo Pärt, "Spiegel im Spiegel", es decir, "Espejos en el espejo", con esos reflejos infinitos que siempre nos atrapan cuando estamos delante de uno de ellos:
 
Me gusta ser contemporáneo de escritores y músicos que ponen mi mente en movimiento. El cuerpo humano se mueve, entonces, con la música y la poesía.
 
 

miércoles, 29 de mayo de 2024

"El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos".


 
Decía Ilsa Bergman a Rick Bogart en la "película" de nuestras vidas, ante la invasión de París por los nazis. Algo así pensaba yo ayer por la tarde, de 18.30 a 20.15, más o menos, en Casa Manolo, Princesa 83, escuchando a Rafael Soler, uno de los escritores más guapos, simpáticos, divertidos y agradables de este país. Estuvo en nuestra tertulia para hablarnos de su último libro de poemas "Memoria y no", que acaba de editar HUERGA y FIERRO. Charo Fierro también nos acompañó.
 
Amanece, está punto de salir el sol, las guerras continúan en este mundo, pero algunos contamos con la magia de la literatura, y ese sabor de la manzana del que me gusta hablar. Y por eso seguimos enamorándonos de la magia de las palabras, de los libros, de las películas, de los cuadros, de las obras de arte. De la vida, en suma, de la belleza de la vida.
 
¿A qué sabe la belleza? Seguramente a esta escena:
 
Y a esta música:
 

 

martes, 28 de mayo de 2024

"¿Taylor Swift o yo?"

"Tú vales mucho más que todos. Tú eres más culto, más intelectual, más sutil, sabio y más elevado, además de más deseable y mejor profesional. Un ser superior intelectual y físicamente a la media. Solo a la altura de los dioses..."
 
Son palabras que escribió ayer por aquí Carmen Rólez, una amiga de esta red social a la que no conozco personalmente. Tras leerlo me quedé pensativo, como en la foto. Así que me voy a prejubilar y a dejar de escribir y todo eso. Me voy a quedar escuchando música. Eso sí no pienso ir a escuchar a Taylor Swift el miércoles y el jueves en que Madrid va a quedar colapsada con la visita de la cantante 
norteamericana, y menos al Bernabéu, que para eso soy del Atleti, jeje:
 
Pero, bueno, si Julieta me llama, lo dejo todo.
 


 

lunes, 27 de mayo de 2024

"Encerrados con un solo juguete".

Es la primera novela de Juan Marsé. De pequeño oía hablar de ella en casa y me causaba cierto desasosiego. Luego leí "Últimas tardes con Teresa", mi novela preferida, y volví a la historia del año 1961. Ambientada en la posguerra, la narración se centra en un grupo de jóvenes defraudados por una realidad que es resultado directo de la guerra librada por sus padres, y que ya ni es la suya ni les permite crearse una identidad propia. Es una muestra del objetivismo de la época, pero el propio Marsé la calificó como "decadente, intimista y subjetiva". En realidad no voy a hablar de Marsé ni de otros autores más o menos "objetivistas", como Martín Gaite, García Hortelano, Sánchez Ferlosio, Fernández Santos o Torrente Ballester (uno de mis escritores españoles preferidos, con diferencia), sino de que el otro día me quedé encerrado en un ascensor durante una hora. Me había dejado el móvil por la mañana en casa y no podía llamar a nadie. Aun así, llevaba un libro en el bolsillo, "Memoria y no" (2024), de Rafael Soler, publicado recientemente por Huerga y Fierro, un libro de poemas que se sustenta en la memoria, en el lenguaje y en la mirada.
 
Y este martes nos va a hablar de él en nuestra tertulia literaria de Casa Manolo, Princesa 83, a las 18.30. Almudena Mestre lo hará también, y todos los amigos que quieran convertir la reunión en una "tertulia y un seminario universitario", como definió Javier del Prado lo que hacemos unos cuantos enamorados de los libros y el arte en general, es decir, de la belleza. Y hablando de belleza, hoy me tomo un café escuchando el Concierto 2 de piano de Rachmaninov. Aludí a él el otro día. Es una de las músicas más hermosas de la historia. Si además lo interpretan Karajan, Weissenberg y la Filarmónica de Berlín entonces estamos cerca de la perfección:
 

"Viendo en el cine una película sobre la profesión más bonita del mundo".

Si me entero de que se ha estrenado hace poco en Madrid, en los cines Renoir, la película "Los buenos profesores", o casi mejor "Una profesión seria" en el original, tengo que ir a verla. Como siempre, éramos 6 personas en la sala 3 de los cines de la Plaza de España. La verdad es que mis aficiones no pueden competir con el fútbol, la política, las terrazas, la playa, etc.
 
Es una película coral de Thomas Lilti, del que he visto "Hipócrates" y "Un doctor en la campiña", con los mismos actores masculinos, Vincent Lacoste y Francois Cluzet, y con una espléndida Adèle Exarchopoulos que me deslumbró en "La vida de Adèle".
 
Este es el tráiler de una película sencilla que reivindica el papel del maestro, a pesar de que se gane mucho menos dinero que en otras profesiones, entre otras cosas porque un maestro no busca cargos, dinero, subvenciones, sino algo muy distinto:
 

domingo, 26 de mayo de 2024

"Esa paz interior".


 
A veces me han dicho que soy un "trascendentalista", como el otro día mi amiga Gabriela Amorós Seller, poeta, profesora y doctora en Historia del Arte. Ayer me dio por pensar en ello tras sacarme esta fotografía y escuchar a Bach en el coche. ¿Es posible encontrar una conexión profunda con la Naturaleza y con nosotros mismos en un mundo tan tecnológico, me pregunté? El Trascendentalismo fue un movimiento filosófico y literario que surgió en Estados Unidos en el siglo XIX. Algunos de sus miembros fueron Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau (a quien dedicamos una tertulia en su día) y Margaret Fuller. Buscaban una forma de vida auténtica y espiritual, que estuviera alejada de las normas y las convenciones sociales impuestas por la sociedad industrializada de la época. Creían en la importancia de la intuición y de la experiencia personal como guías para comprender la verdad y encontrar así el significado en la vida. Valoraban la Naturaleza como una fuente de inspiración y sabiduría, y veían en ella un reflejo de la divinidad. No era tan solo un entorno físico, sino también un espacio sagrado donde podían conectar con lo trascendental. A través de la contemplación de la Naturaleza y la búsqueda de la soledad, creían que podían alcanzar una adecuada comprensión profunda de sí mismos y del mundo. Emerson escribió "La Naturaleza" y "El Estadista". Thoreau, por su parte, es conocido por su obra "Walden", en la que relata su experiencia viviendo en la Naturaleza de forma autosuficiente; este libro es una invitación a la reflexión sobre la vida sencilla, la libertad individual y la búsqueda de la verdad interior. Fuller escribió "La Mujer en el Siglo XIX", una de las primeras defensas de los derechos de las mujeres al abordar temas como la igualdad de género y la emancipación intelectual de la mujer.

De todas formas, me gusta la época que me ha tocado vivir, entre otras cosas porque es la mía. Como digo siempre a mis alumnos, pienso que la tecnología va a ayudar a salir de la pobreza a muchos países del mundo, entre ellos a los africanos, que sé de sobra que son el futuro de la humanidad.
 
Esto me lo dicen mi intuición y mi experiencia personal. Y la paz interior y la armonía mental.
 
Y luego está Bach, por supuesto, lo más cerca que se me ocurre de Dios. Escuchar a Bach en el coche es casi volar:
 

sábado, 25 de mayo de 2024

"Somos tiempo y amor".

Ayer por la tarde fui al hospital a ver a Javier, mi cura vasco favorito. Estará unos días, aunque seguro que volverá a salir pronto de allí, con sus casi noventa años a cuestas. Nos estuvo hablando mucho de su querida Vitoria, y Sojo, Arceniaga, esos lugares donde ejerció de cura antes de venirse a Madrid, y que visitamos cuando se casó Gorka, que fue alumno mío en la Universidad. En cierto momento le pedí que nos cantara algo, porque siempre ha tenido una preciosa voz de barítono, como quedaba patente en sus misas, que llenaba con su voz, así como con su imponente presencia; alguna vez le he tomado el pelo diciéndole que seguro que más de una feligresa se habrá enamorado de él. Y Javier se acordó de lo que le cantaba su madre de pequeño, la Casilda, como la sigue llamando, de lo que cantan las madres vascas para que se duerman sus "niños guapos":
 
"Haurtxo polita sehaskan dago,
zapi xuritan
txit bero.
Amonak dio: ene potxolo, arren egin ba, lo, lo.
Txakur haundia etorriko da zuk ez badeza egiten lo;
horregatik, ba, ene potxolo, egin aguro lo, lo, lo".
 
"El niñito guapo está en la cuna
entre sábanas blancas
muy calentito.
La abuela le dice: anda, pocholo, duérmete, duerme.
Si no te duermes vendrá un perro grande.
Por eso, anda, pocholo, duérmete pronto, duerme, duerme, duerme".
 
 

 

viernes, 24 de mayo de 2024

"Leyendo "La inquietud de las flores", de Isabel Fernández Bernaldo de Quirós, y escuchando a Rachmaninov".


 
Cuando tenía 13 o 14 años mis padres me compraron un equipo de música solo para mí, y en ese momento me regalaron los conciertos 2 y 3 de Rachmaninov, que escuché una y otra vez, embelesado. Cuando un tiempo después los escuché en directo en el Teatro Real supe que sería una de las músicas de mi vida. Ya de mayor me hice amigo de una encantadora actriz de teatro, que estudiaba conmigo Literatura Comparada en la Complutense, entre otras cosas porque había escrito un libro de poemas y uno de ellos estaba dedicado al segundo movimiento del Segundo concierto de piano.
 
Isabel se ha incorporado hace poco a nuestra tertulia literaria. Nos conocíamos desde hacía un tiempo de esta red social y sabía que era poeta, pero no que ha sido profesora titular de Biología en la Complutense, hasta su jubilación. A veces nos sentamos juntos en la tertulia y charlamos un poco (está en primer plano en la tertulia de este martes, junto a Begoña García Moreno, que no ha faltado a ninguna tertulia desde que nos conocimos hace dos años en una presentación en El Retiro). Isabel es una mujer inteligente y sensible, y hace unas semanas me trajo su último libro de poemas, "La inquietud de las flores" (2024, Mahalta). Y me parece que vale la pena que hable de él, sobre todo porque en su interior me he encontrado el Tercer concierto de piano de Rachmaninov. Desde el principio la voz poética dialoga con Emily Dickinson, cuando esta le dice que "la vida es el secreto más delicado. Mientras ella dure, nuestro deber es susurrar", y le responde que se trata de eso, de la vida:
 
"Silencio. En él,
la inquietud de las flores de noviembre.
 
Un aire desnudo desafía
el laberinto de luz
y tiemblan los cimientos de la existencia.
 
                                                Un hombre.
Y una mano de mujer
lamiendo su piel húmeda y herida.
 
                               La noche está de paso.
                               Reza el alba en sus venas".
 
Sigo pasando las páginas y tras las palabras de María Zambrano y Pureza Canelo encuentro la música del compositor ruso en forma de poema:
 
Y me encuentro las palabras de Ernestina de Champurcín, la poeta del 27 que conocí en su casa ya que acababa de dar clase a uno de sus sobrinos nietos en alguna Universidad y me dijo que si quería visitarla (la convertí en personaje de "Las mentiras inexactas" con el nombre de Albertina): "Al final de la tarde /las rosas siguen lentas /abriéndose y cerrándose /sin caer aún en la tierra", y la voz poética le dice:
 
"Que los demás ignoren tu caída.
 
Sacúdete el barro del dolor
y pinta con carmín
el pálido rostro de tu noche.
 
Sigue tu camino
y respira
ese aire límpido del paisaje humano
donde habita la honestidad".
 
....................................
 
Anna Fedorova termina de tocar a Rachmaninov y yo me acuerdo de mis padres y soy feliz.
 


 
 
 

jueves, 23 de mayo de 2024

"Eres un personaje de Scorsese".

Al profesor y escritor Pepe Villacís me lo encuentro a menudo de paseo por el centro de Madrid, además de almorzar con él una vez a la semana desde hace años, como a mis otros amigos profesores de la Universidad (les dedico uno de los relatos de "Un hombre que se parecía a Al Pacino"). Pepe también es un experto en grafología, y nos ha "leído" la letra en alguna sobremesa. Estas cosas siempre me han hecho gracia, y me parece que he creado algún personaje con esta afición. El caso es que cada vez que nos encontramos por la calle me dice que le recuerdo a un actor italo americano salido de una película de Martin Scorsese. Y hablando de cine, el otro día nos hicimos esta foto delante de los cines Callao. Nos la sacó una joven extranjera muy simpática. Antes de irse Pepe le preguntó cuál de los dos era más guapo de los dos. 
 
La chica sonrió.
 
Ahora me tomo el primer café de este jueves tan bonito y escucho la música de una película de Martin Scorsese que me gusta mucho, de Bernard Hermann, el compositor de las grandes películas de Hitchcock. Es una de las historias más tristes y poéticas del cine norteamericano, con un guion del escritor y director Paul Schrader, que por cierto tengo de "amigo" en esta red social y del que hace poco vi una película en los cines Golem, "El maestro jardinero". El personaje de "El filo de la navaja", Larry Darrell, uno de los leitmotiv del último libro que he publicado, dice al final de la película en el sur de Francia que quizá vuelva a Nueva York y se compre un taxi para "ver a la gente". Se lo dice a Isabel, que, aunque está casada con otro, siempre será el gran amor de su vida:
 
No me resisto a poner la escena final de "El filo de la navaja". Pocas veces ha estado más guapa Gene Tierrney (quizá solo en "Laura"), expresando lo que es estar enamorada de alguien con el que no va a envejecer:
 

miércoles, 22 de mayo de 2024

"Anatomía de la amistad".


 
Un historiador de Arte, que es el dueño de Casa Manolo -lugar en el que hacemos las tertulias literarias en los últimos tiempos-, se une a un médico de Nefrología que trabaja en el hospital de la Princesa, en Diego de León, y escriben un libro, "Paliativo", donde dos amigos de alrededor de los 40 años se recorren el mundo (Italia, Argentina, EEUU, Vietnam y Egipto) viviendo las diferentes fases del duelo. A uno tan solo le quedan unos meses de vida y pide a su amigo que le acompañe por el mundo. Manuel Rodríguez es un lector compulsivo dominado por la imaginación y la fantasía; Borja Quiroga, a su vez, es un científico que conoce bien al ser humano, sobre todo en esos momentos de dolor en un hospital. Juntos han creado al "escritor" Samuel Dacanda" y se han lanzado a ser felices escribiendo. Con "Paliativo" (Editorial Rosamerón) debutan en el mundo de las letras y reivindican la amistad como último refugio. Sin embargo, no es un libro sobre la enfermedad, sino sobre la amistad. El título viene de lo que en Medicina se considera la última etapa de la vida, los seis últimos meses cuando a alguien le diagnostican una enfermedad, y se ponen en marcha los cuidados paliativos. En el caso de la novela, uno de los dos amigos puede servir como cuidado paliativo al otro que está en el tramo final. En ocasiones un abrazo, una caricia o el hecho de acompañarte en las lágrimas y las risas, en los buenos y los malos momentos, puede ser incluso un cuidado paliativo más fuerte que un sedante como la morfina. Por eso se siguen las cinco etapas del duelo definidas en 1969 por la psiquiatra de origen suizo Elisabeth Kübler-Ross, es decir, la negación, la ira, la negociación,la depresión y la aceptación. Borja nos comentó que, en realidad, este proceso puede acompañar a otras muchas "muertes" que no son la física. No se dice en ningún momento el nombre de la enfermedad terminal porque no es relevante. Es inventada. Lo crucial es otra cosa. Cuando un amigo tiene una ruptura sentimental, cuando tiene un disgusto en el trabajo y tal vez le despiden o se ve envuelto en cualquier otra situación emocional que requiere un duelo y te llama porque está mal, ¿qué hacemos entonces? ¿Somos comodones o nos volcamos en el asunto y le acompañamos?
 
Y ahí continuamos siendo felices todos los martes unos cuantos chalados por la literatura, hablando de libros, como se ve en estos pequeños videos que grabé ayer por la tarde con el móvil (a este paso me voy a convertir en un TikToker, jeje), con la pasión que le ponen Mariwan Shall, Javier del Prado, Almudena Mestre, y todos los amigos.
 
Y como soy un romántico empedernido, escucho música antes de irme a poner otro examen a mis alumnos. A lo mejor debería estar hablando de política, de embajadores de no sé dónde, de fútbol y esas cosas tan curiosas, pero me gustan los boleros:
 
En fin, piensa en mí.
 






 

martes, 21 de mayo de 2024

"Una tertulia sobre el poder curativo de las palabras".

Esta tarde, como siempre a las 18.30, tendremos en Princesa 83 al escritor Manuel Rodríguez, uno de los dueños de Casa Manolo, como invitado en su propia casa, ya que ha escrito en colaboración con el escritor Borja Quiroga la novela "Paliativos". Desde hace dos años, este lugar se ha convertido en un sitio precioso para nuestra tertulia, donde nos tratan de maravilla.
 
La novela nos habla de lo siguiente:
 
"¿Vivimos la vida que queremos? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para mantener la amistad y la lealtad? Imaginemos por un momento que nuestro mejor amigo nos pide que abandonemos todo lo que tenemos y le acompañemos en un viaje, que no deja de ser también una huida hacia adelante. Es lo que le pide Guzmán a su mejor amigo, Rodri, tras recibir la fatídica noticia de una enfermedad sin cura, que lo deje todo durante un año para acompañarle en el que será su último viaje". 
 
Este es un pequeño video de la presentación a primeros de año en la Librería Alberti, que está a la vuelta de la esquina, ya que Manolo es muy amigo de la dueña de la librería, Lola Larumbe:
 
En la segunda fotografía estoy en el lugar de las tertulias con "30", el precioso perro de la familia.
 


 

lunes, 20 de mayo de 2024

"Algo contigo un domingo de Madrid".

Es muy pronto; hace fresco, pero la gente va y viene con sus cosas. Me siento en un banco de piedra a mirarlos mientras un señor toca la guitarra en el Paseo del Prado, junto al Botánico. En este jardín saqué el nombre de Melia Acedarach, la protagonista de mi novela "Vivir en ver pasar" (1997), que escribí entre los veinte y los treinta años y que fue finalista en los premios Ateneo de Sevilla y Sésamo, cuando aún me presentaba a algunos concursos, y está inspirado en Paqui, como otros de mis personajes femeninos. Es el nombre de un árbol del sureste asiático, al que también se denomina Árbol del Paraíso, y al que cambié la "z" por una "c". La historia, además, comienza en ese mismo lugar. Alba, una de mis amigas, se enamoró de esta novela y un día me dijo que a veces iba por allí, se sentaba en un banco y la releía, una, dos, tres veces. Es de León y no la veo desde hace tiempo. Con los años le dediqué uno de mis "Cuentos de los otros". Me doy una vuelta por la Cuesta Moyano y compro un libro que no he leído de Scott Fitzgerarld, "Hermosos y malditos", y del que hablaba hace unos días uno de mis ex alumnos. Me gusta aprender de los jóvenes. Esta novela tiene un siglo de existencia, y por lo que llevo leído la encuentro a la altura de "El gran Gatsby" y "Suave es la noche".
 
Siempre deberíamos ser jóvenes y hermosos como él y como Zelda, su mujer. 
 
Siempre deberíamos escuchar música paseando de la mano de la persona que amamos, y bailar un bolero con ella, ahí mismo, junto al Botánico y el Museo del Prado: