Yo estaré el próximo viernes, el día 7, de 5 a 7 en la caseta 197, con mi última novela, "Poeta en Madrid" y mi último libro de relatos, "Un hombre que se parecía a Al Pacino", es decir, con parte de mi vida.
Me tomo el primer café de este viernes casi de verano y pienso en el parque del Retiro, uno de los lugares de mi vida. Ahí celebré la Primera Comunión, con muchas fotografías en la Rosaleda, y no he dejado de dar paseos románticos entre sus árboles, subirme a las barcas del estanque y vivir historias de amor.
Ahora me viene a la cabeza una pequeña historia que viví sentado en uno de sus bancos. Se podría titular algo así como "la única patria que conozco".
Escribir y dar clase es de lo poco que sé hacer. Desde pequeño me inventaba historias subido en aquella bicicleta verde de todos los veranos, a partir de las películas que veía en el cine y la TV, y de los libros del colegio que me enseñaban cosas diferentes durante los otros meses del año. Y estas historias llevaban música, de aquellas películas y de los compositores que también iba descubriendo cada día en el Teatro Real, el Monumental, el templete del Retiro y Radio Clásica. No sé vivir sin música, sin libros y clases, sin el cine y sin el teatro. No recuerdo dónde me encontraba aquella tarde; creo que estaba leyendo un libro de poemas de Lorca sentado en un banco del parque. Yo era muy joven y se sentó a mi lado una señora muy mayor. Al verme el libro, comenzó a hablarme de Lorca. Lo había llegado a conocer, me dijo, pero el fanatismo se lo llevó. Me contó muchas anécdotas de la vida del escritor y yo se las conté años después a una chica francesa que conocí en las Cuevas de Sésamo y que me dijo que le recordaba a Lorca, con mi traje blanco de lino y la pajarita de colores de los Harrods de Londres. Estaba en Madrid para escribir una tesis sobre Lorca, y la terminé convirtiendo en un personaje de mi novela "Las mentiras inexactas".
Sentado en aquel banco, mientras aquella señora tan mayor me hablaba de Lorca, ya sabía que la única patria que merece la pena es la de la paz y la igualdad, y la de la hoja en blanco: