jueves, 30 de noviembre de 2023

"La vida del artista está en otra parte".


En una de las primeras "tertulias on line" de este año que se acaba, establecí un paralelismo entre los grandes intelectuales británicos de los años 20 del siglo pasado, representados por el "Grupo de Bloomsbury", y los integrantes de nuestra tertulia. Si ellos contaban con John M. Keynes, Virginia y Leonard Woolf, Vanessa y Clive Bell, E. M. Forster, Lytton Strachey, Desmond MacCarthy, Saxon Sydney-Turner, Duncan Grant, Roger Fry, entre otros, ligados por la defensa de las artes (sus obras y perspectivas influyeron en la literatura, la estética, la crítica y la economía, creando actitudes modernas en el feminismo, el pacifismo y la sexualidad), nosotros tenemos a José Félix Sáenz Marrero, Peter Redwhite, Almudena Mestre, Javier del Prado, María Rodríguez Velasco, Pilar Tarduchy, Oskar Rodrigañez, Francisca Arias Tovar, Juan Tena, María Victoria Huertas, Presina Pereiro, Chema Menéndez, Francoise Mascaraque, Eduardo Griñán, Concepción Heras, Carmen Sogo, José Arias, Miguel Ángel Yusta, Antonio Banús, Elena Gayan, Mariola Satorre, Eva María Redondo, Viviana Martínez, Nicolás Puente (en la segunda foto, aunque me dejo amigos fuera).
 
Empecé agradeciendo a María la reseña que ha escrito sobre mi último libro y luego leí algunos párrafos de "La torre inclinada", una conferencia que pronunció Virginia Woolf en una asociación obrera en 1940, un año antes de suicidarse. En ella Woolf se preguntaba cómo influye la clase social de los escritores en sus obras, además de sus estudios y lecturas. Comienza con la frase: "Un escritor es una persona que se sienta en un despacho y fija la mirada volcando toda su atención en un determinado objeto". Es la torre de marfil del escritor y la manera en la que se va inclinando cuando se incluye el "mundo" exterior en la obra. Y tomó la palabra nuestro arquitecto y escritor tinerfeño José Félix: "¿Qué es la novela sino una trampa en la que cae el héroe?", nos dijo que había escrito Milán Kundera en su novela de 1969 "La vida está en otra parte", un antecedente de "La insoportable levedad del ser". "El poeta gritaba que la libertad es una obligación de la poesía y que hasta por una metáfora valía la pena luchar", añadió. Después continuó hablando. "En Praga nos adentramos en la psicología de un personaje como Jaromil el Poeta. Se pasean ante mí todos los poetas checos y bohemios: Jiri Orten, Vítězslav Nezval, Frantisek Halas, Mijail Lérmontov, Jiri Wolker. Nos abren sus ojos las apasionadas citas a Shelley, Rimbaud, Banville, Maiakovski… "El poeta lírico dibuja en sus poemas su autorretrato; pero como ningún retrato es totalmente fiel, podemos decir que con el mismo derecho retoca su cara con sus poesías". Del consuelo al olvido, del sarcasmo a la ternura, el Poeta transita desde la niñez hasta su muerte rodeado del afecto agobiante de la figura de la madre, se desliza por los años -¡Ay, esos años que recalan en 1917, en 1922, en el Mayo francés del 68, en 1949 (curiosamente el año de mi nacimiento), en la Primavera de Praga… El autor vierte su devoción inconstante por Dalí, por el surrealismo, por Don Quijote o por todas las vanguardias mostrando su efímero desencanto hasta toparse con la Revolución, el férreo marcaje de la censura hostil, la interferencia de la política trastocando el tiempo que baila de una fecha a otra, de delante atrás, salpicando su escritura de frases, unas veces escritas como soflamas revolucionarias y otras versos cogidos a vuelapluma en el aire denso de Centroeuropa y llevados hasta las revueltas de Marsella o Dublín. Es la historia como un paradigma de la lucha del poeta por despegarse de su realidad y contener un erotismo disfrazado de sensualidad".
 
Y entonces hice la pregunta que nos llevó a estar discutiendo una hora, con las intervenciones de todos los tertulianos, en particular de un arrebatador Javier del Prado: "¿La vida está en otra parte? ¿La vida del escritor, del artista, está en otra parte?
 
¿En qué parte?
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En fin, como a mí lo que me gusta es bailar cada mañana mientras me tomo el primer café del día, qué mejor que escuchar el vals de Strauss II "Vida de artista" mientras nos damos una vuelta por las calles de Nueva York:
 

miércoles, 29 de noviembre de 2023

"Aquest noi joveneja".

Me dijo ayer por la mañana mi amiga y tertuliana Silvia López en un Café muy agradable de Majadahonda, "Amasa". Me había acercado a desayunar con ella para firmarle "Un hombre que se parecía a Al Pacino". Por supuesto que me perdí en el camiino hasta llegar a ese sitio desde la Ciudad Universitaria, entre otras cosas porque nunca utilizo GPS y llegué con casi una hora de retraso (mañana contaré algunas reflexiones sobre la apasionante tertulia que tuvimos por la tarde "on line"; fue tan intensa que aún tengo que pensar un poco). Afortunadamente me esperaba la sonrisa de Silvia, que además me invitó a desayunar y me dijo eso de "aquest noi joveneja", es decir, "este chico jovenea". Así que a mí también se me puso una sonrisa en el rostro, jeje. Le pregunté por sus padres (a su madre le gustan mucho las últimas selfies que me hago donde pongo "morritos"), por sus hermanas (en especial por la encantadora Miriam) y por sus sobrinos.
 
Aún recuerdo cuando escuché con uno de ellos cantar a Pavarotti en un pueblo de Girona del que nunca recuerdo el nombre, pero que está cerca de Olot:
 
Sé que a Pacino también le gusta Puccini.
 

 

martes, 28 de noviembre de 2023

"¿Te tomas un café conmigo?"

Esta es una reseña de "Un hombre que se parecía a Al Pacino" de la actriz y profesora María Rodríguez Velasco para la revista "Amanece Metrópolis". María es de ese tipo de "lectora modelo" que cualquier escritor querría tener. Comienza con esta pregunta: "¿Tomamos un café? Cuando quieras. Esta semana no me viene bien, pero te aviso. Sí, sí, siempre estamos con lo mismo, pero… Espero que el próximo no tarde otros tres años..." 
 
Así que me tomaría un café con ella si no me tuviera que ir a clase, por ejemplo, en alguno de los cafés de París que más me gustan, como "Les Deux Magots", donde solían ir Rimbaud, Mallarmé o Cortázar, o en "El Café de Flore", donde iba la pareja formada por Sartre y Beauvoir, ambos en Saint-Germain-des-Prés, la calle en la que me gusta dormir cuando voy a París.
 
Suena la música:
 
Como escribe María en su reseña, a lo mejor se encuentra con Jep Gambardella y Al Pacino y, al final, con Larry Darrell, el protagonista de "El filo de la navaja", el leitmotiv del libro:
 
 

 

lunes, 27 de noviembre de 2023

"Escritor en una torre inclinada".

En la primera tertulia de Casa Manolo de este nuevo curso hice un paralelismo entre la ropa y la literatura, algo que también comento en mi último libro, sobre todo en el último relato. Si con veintipocos años, les dije, llevaba unos trajes caros y pajaritas de colores (como aquella que me regaló Paqui en los Harrods de Londres durante un paseo por aquella ciudad), acorde con mi trabajo en el Servicio de Estudios del Banco de Bilbao y de un economista tan keynesiano como era yo, enamorado del "Grupo de Bloomsbury" que lideraban los dos genios John Maynard Keynes y Virginia Woolf, con el paso del tiempo he ido despojándome de ropa igual que de determinadas "palabras" como escritor. Ha llegado la Cuarta Revolución Industrial y ya estamos inmersos en la llamada "segunda oralidad", como llevo diciendo en la Universidad a mis alumnos desde hace tiempo, y mi lenguaje ha ido quedándose casi desnudo, sin apenas adjetivos ni palabras barrocas y luminosas, repleto de huecos e imágenes que se difuminan en los textos y que debe rellenar el lector, ese "lector modelo" al que me dirijo, el lector que quiero que me lea. Esta foto la saqué ayer junto a la estación de Atocha con un libro de Virginia Woolf en la mano, precisamente. En realidad es una "conferencia" que impartió en 1940 con el título de "La torre inclinada", y que se acaba de publicar en España (se lo compró mi hijo hace unos días en el Thyssen y dediqué la soleada mañana del domingo a leerlo). Hablaré de cómo ha evolucionado la forma de escribir mañana en nuestra tertulia on line, como lo cuenta Woolf. La idea es que cada tertuliano hable del libro que esté leyendo. 
 
Observo la fotografía ahora, mientras me tomo el primer café de la mañana y antes de irme a clase y pienso que todo lo que he escrito más arriba tiene que ver también con la música que me apasiona, como esta del siglo XVI. 
 
¿Hay algo más despojado de adornos, de palabras insustanciales y vacías?
 

domingo, 26 de noviembre de 2023

"Me gusta que las parejas se besen por la calle".

Sonrío cuando las veo besarse, no lo puedo evitar. Me da igual que sean una mujer y un hombre, dos mujeres o dos hombres. Ayer vi a bastante gente besándose y sonreí mucho. Supongo que es porque a mí me gusta besar y no me importaría haber sido el protagonista de aquel mítico beso de Times Square, cuando miles de americanos salieron a la calle el 14 de Agosto del año 1945 para celebrar el fin de la Guerra sobre Japón. Uno de ellos fue un marinero que besó espontáneamente a una enfermera en pleno centro de Nueva York, y Alfred Eisenstaedt los fotografió. En 2012 “la pareja” se volvió a reunir para hacerse otra foto.

No me importaría volver a reunir todos los besos que he dado en mi vida.

Me tomo un café, suena esta música y nos ponemos a bailar en la cabaña de nuestros sueños:

sábado, 25 de noviembre de 2023

"De Cundinamarca, en Colombia, hasta París pasando por Matera, en Italia".

Gladys Chicue Castro es una joven amiga colombiana que no puede comprarse tantos libros como le gustaría, pero que me lee siempre como si cada uno de mis posts fueran las páginas de un libro. En el 2018 le envié por correo, cruzando el Atlántico. mi novela "Entrevías mon amour". Ayer Gladys dijo lo siguiente en un comentario en esta red social:

"Qué facilidad tan bárbara para inspirarte, y yo viviendo en una terraza con muchas materas repletas de flores exquisitas, y a lo lejos el galán de un cuento".

El galán del cuento ha pensado esta mañana de sábado en Madrid, mientras ella duerme todavía, que voy a convertirme en parte del paisaje en esa foto que me hice el otro día, un fragmento de la luz, de las hojas, del azul del cielo. No sé vivir sin música, sin literatura, sin amor, sin películas. Tras leer las palabras de Gladys me fijé en la palabra "matera", que es como se dice "maceta" en Colombia. A su vez, Matera es una ciudad troglodita del sur de Italia, cerca de Bari. Es un lugar muy cinematográfico donde se rodaron escenas de “El Evangelio según San Mateo”, de Pasolini, de "La Pasión de Cristo”, de Mel Gibson o el 007 de 2021 “Sin tiempo para morir”. Matera es una ciudad a la que le sobran encanto e historia. Está ubicada en la región de Basilicata, aquel tobillo de la curiosa bota italiana, fue Capital Europea de la Cultura en 2019 y su origen data del siglo III antes de Cristo, y se la considera la tercera ciudad más antigua del mundo. La zona estaba ya habitada en el Paleolítico, momento en el que se establecieron los primeros asentamientos en las grutas de la montaña. En la película de James Bond, además de Daniel Craig, la protagonista femenina es Léa Seydoux, la bellísima actriz francesa que vi por primera vez en "Medianoche en París", de Woody Allen. En la maravillosa película parisina de Allen, el chico se queda al final con ella.

Este es el principio:

Me volvería a pasar un día entero dentro del Museo de Orsay, como la última vez, buscando ser un fragmento de un cuadro de Renoir en esa foto del otro día, y el azul del cielo y la forma de las hojas de los árboles. Para eso soy el galán del cuento que recorre 8000 km a través de la literatura.



viernes, 24 de noviembre de 2023

"¿En qué me inspiro para escribir?"

"He terminado de leer "Un hombre..." Todo lo que se escriba de tu libro con sus múltiples aristas es poco, Justo. Tu cultura poliédrica rezuma en cada página y abre puertas a la indagación apasionante de cada tema que abordas en cada cuento del primer café, con la "joie de vivre" que te caracteriza.

Hubiera seguido leyendo y leyendo. Lo pienso releer".

(José Arias Garrido).
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José es amigo desde hace tiempo en esta red social. Es médico y escritor, y nació en Ciudad Real en 1955 y ahora vive en Salamanca. Se licenció en Medicina y en Cirugía por la UCM. Es doctor en Medicina por la UCA, y Máster en Comités de Ética por la UNED y en Ensayos Clínicos por la US. Ha sido jefe de Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Jerez y lleva más de cuarenta años de ejercicio de la medicina. Y es autor de libros y numerosas publicaciones de su especialidad, Bioética y literatura.
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Hoy es viernes y uno de los primeros relatos de mi libro transcurre en un viernes:

"Manhattan en Madrid".

"Un viernes de verano en Madrid se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, desayunar en una cafetería del bulevar de Juan Bravo, pasear por el Parque del Oeste y sentarse un rato en la Rosaleda antes de aspirar el aroma de una flor, tomar el vermú en la terraza de un viejo hotel de la Plaza de Santo Domingo y escuchar la música de George Gershwin en el coche, pues vas de un sitio para otro. Como le ocurre a Woody Allen con Nueva York, yo también adoro la ciudad de Madrid. ¡Empecemos!, decía él y también puedo decirlo yo. Capítulo 1. Madrid es una ciudad romántica que a lo mejor veo en blanco y negro a la vez que suena la Rapsodia en blue. Bueno, creo que mejor empiezo de nuevo, como también diría Allen. Capítulo 1. Soy muy romántico, respecto de Madrid y de todo lo demás, y por eso mismo me parece que Madrid es una ciudad llena de mujeres bellas y hombres experimentados que parecen conocer todos los ángulos. En realidad esto suena demasiado banal así que comenzaré de nuevo. Capítulo 1. Adoro Madrid, una ciudad que representa la decadencia del mundo contemporáneo, la misma falta de integridad individual que hace que la gente tome siempre el camino fácil. Qué difícil es convivir en una cultura marcada por las drogas, la música estridente, la televisión, la basura y la delincuencia. No, esto es muy negativo; él también estará de acuerdo en el caso de Nueva York. Empezaré de nuevo por el capítulo 1. Yo soy tan duro y romántico como la ciudad que amo. Detrás de mis gafas de pasta vive el poder sexual de un felino. Eso es, me ha quedado muy bien, como a Woody Allen al principio de Manhattan. Hay que ser optimista, desde luego. ¿Por qué vale la pena vivir?, se pregunta él en su película. Hay ciertas cosas que yo también creo que valen la pena mientras me tomo el primer café de esta mañana de verano y escribo este relato, como que hayan existido Groucho Marx y Woody Allen, el segundo movimiento de la Sinfonía Júpiter de Mozart, Louis Armstrong, La educación sentimental de Flaubert, Marlon Brando, Frank Sinatra, las manzanas y peras de Cézanne, los azules de Picasso, las sinfonías de Mahler, la Novena de Beethoven y sus últimos cuartetos, que casi te llevan de golpe a un cabaret como si todos los siglos se pudieran conectar a través del arte y la sensible intelectualidad del ser humano.

Y la filosofía de Platón y Kant, y la ciudad de Madrid.

Y tu rostro, sobre todo cuando me miras y sabes que te miro".

("Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, pp. 25 y 26).
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¿En qué me inspiro para escribir? En todo, en la fotografía de José, en los libros que están detrás de él, en la vida de los demás, en mi vida, en el amor y el sexo, en la amistad, en los viajes por el mundo y por mi interior, en los paisajes, en la sonrisa de un niño, en el cine, en la música de Gershwin, en Woody Allen:

jueves, 23 de noviembre de 2023

"Suerte o los perros también van al cielo".

"Anochece lentamente. Paseo por una playa casi desierta. Apenas las huellas de unos niños que corren con un perro. Las olas que van y vienen, dentro y fuera de mí. A lo lejos veo las luces del pueblo. Este mar llega a todas las playas del planeta. En muchos lugares la gente lee un libro mientras yo escribo unas reflexiones en el móvil. Sus pies sienten la misma calidez del agua que yo. Estamos unidos, aunque nos encontremos lejos. Anochece. El perro se me acerca ladrando tímidamente. Se queda quieto a mi lado. Mueve las orejas y me mira con curiosidad. Me recuerda al perro de Yolanda, que se llama Suerte. Siempre que voy se me echa encima. El coche está lleno de arañazos. Son las marcas de sus patas. Como las huellas en la arena.

La playa se llena de personas que leen un libro".

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El texto lo escribí hace un tiempo. Ayer me llamó Yoli para decirme que Suerte nos había dejado después de 15 años de acompañarla a todas partes. Casualmente se ha ido el mismo día en el que nació Antonio. En la segunda foto estoy con ellos dos, con José Ramón y con Suerte en la paradisíaca finca de Yoli en la Sierra de Francia. La tercera se la hice yo a Suerte. Mientras me tomo un café pienso que tal vez las tres fotos sean la misma manera de plasmar la elipsis simbólica del paso del tiempo, con esa mezcla entre la ficción y la realidad, el arte con la naturaleza, la pintura con la poesía y el cine, a partir de un conjunto de elementos comunes como la luz, el color y la forma a la hora de elaborar cada plano, y una mímesis ligada y obtenida del espacio de la representación.

El "Miserere" o "Miserere mei, Deus" es una obra de Gregorio Allegri del siglo XVII durante el pontificado del papa Urbano VIII. Se trata de la musicalización del Salmo 51 o Salmo de David en el Antiguo Testamento:

¿Cuántas veces habré dicho que somos lo que amamos?





miércoles, 22 de noviembre de 2023

"Una tertulia alquímica".

En estas fotos se ve a unos cuantos enamorados de la literatura tratando de transformar los metales en oro, es decir, los poemas de "Alquimia", del físico y escritor José María Herranz, en oro. Algo así fue la búsqueda de la piedra filosofal, fuente de la eterna juventud, al igual que transmutar, espiritualmente, nuestra propia alma antes de transmutar los metales o poemas. Antiguamente todo consistía en prepararse para la purificación mediante la oración y el ayuno.​ Después de leer el libro he encontrado lo que siempre defiendo en la literatura, la cadena secuencial de mito, símbolo, signo, imagen y metáfora. En todas las páginas se percibe un "bosque de símbolos" y también ese lugar esencial en forma de un claro en el bosque en el que la "gratuidad" es el amor. El amor es infinitamente creativo, asegura San Vicente Paul, como recuerda el estupendo prólogo de María Antonia Ortega, quien asimila, acertadamente, el bosque con la catedral y los animales del bosque con los ángeles de la iglesia. Eso sí, no he visto tanto a los ángeles entre místicos y grotescos de Rilke como una búsqueda alquímica donde el sexo (y el amor) nos pueden transformar tanto exterior como interiormente. La alquimia occidental ha estado casi siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trismegisto, una deidad sincrética grecoegipcia, al igual que un legendario alquimista. Estas dos disciplinas influyeron en el nacimiento del "rosacrucismo", movimiento esotérico del siglo XVII. Después la alquimia dominante evolucionó en la actual química. Se dice que los chinos la practicaban desde el 4500 antes de nuestra era y que el taoísmo ya buscaba la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud. El budismo de la India menciona procedimientos alquímicos. Jose María Herranz persigue de la misma manera algo más espiritual que material, algo más próximo al misterio divino, ya que es a través de la transmutación que produce la alquimia como se logra "correr los velos de la oscuri­dad interior para dar paso al brillo del oro celestial y vivir donde la muerte no existe". Y lo hace a través de veinticinco poemas que son un único poema que termina magníficamente con estos versos:


"No hay más alma que el cuerpo
y el espíritu canta".

A través del bosque y de la catedral, del animal y el ángel, el cuerpo del amado y el cuerpo de la amada llegan al orgasmo como una lucha contra la muerte.

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Y hoy la música solo puede ser esta, una música que busca el santo grial y que inunda nuestros sentidos como el agua y el aire:







martes, 21 de noviembre de 2023

"Las pequeñas cosas de mi paraíso particular".

Mientras ayer lunes iba caminando muy temprano hacia mi facultad, me fijé en algunas cosas que me gustan. En una acera se juntaron tres pajaritos y les saqué la primera foto. Las rosas de la segunda foto son del jardín de mi facultad y la tercera es de una avenida en la que me senté a leer un rato después de clase y donde al fondo se ve la escultura del poeta:

EL POETA

"Para ti, que conoces cómo la piedra canta,
y cuya delicada pupila sabe ya del peso de una montaña sobre un ojo dulce,
y cómo el resonante clamor de los bosques se aduerme suave un día en nuestras venas;

para ti, poeta, que sentiste en tu aliento
la embestida brutal de las aves celestes,
y en cuyas palabras tan pronto vuelan las poderosas alas de las águilas
como se ve brillar el lomo de los calientes peces sin sonido:
oye este libro que a tus manos envío
con ademán de selva,
pero donde de repente una gota fresquísima de rocío brilla sobre una rosa,
o se ve batir el deseo del mundo,
la tristeza que como párpado doloroso
cierra el poniente y oculta el sol como una lágrima oscurecida.
mientras la inmensa frente fatigada
siente un beso sin luz, un beso largo,
unas palabras mudas que habla el mundo finando.

Sí, poeta: el amor y el dolor son tu reino.
Carne mortal la tuya, que, arrebatada por el espíritu,
arde en la noche o se eleva en el mediodía poderoso,
inmensa lengua profética que lamiendo los cielos
ilumina palabras que dan muerte a los hombres.

La juventud de tu corazón no es una playa
donde la mar embiste con sus espumas rotas,
dientes de amor que mordiendo los bordes de la tierra,
braman dulce a los seres.
No es ese rayo velador que súbitamente te amenaza,
iluminando un instante tu frente desnuda,
para hundirse en tus ojos e incendiarte, abrasando
los espacios con tu vida que de amor se consume.

No. Esa luz que en el mundo
no es ceniza última,
luz que nunca se abate como polvo en los labios,
eres tú, poeta, cuya mano y no luna
yo vi en los cielos una noche brillando.

Un pecho robusto que reposa atravesado por el mar
respira como la inmensa marea celeste,
y abre sus brazos yacentes y toca, acaricia
los extremos límites de la tierra.

¿Entonces?
Sí, poeta; arroja este libro que pretende encerrar
en sus páginas un destello del sol,
y mira a la luz cara a cara, apoyada la cabeza en la roca,
mientras tus pies remotísimos sienten el beso postrero del poniente
y tus manos alzadas tocan dulce la luna,
y tu cabellera colgante deja estela en los astros".

(Vicente Aleixandre, "El poeta" de "Sombra del paraíso", 1944).
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En mi paraíso particular Serrat canta a las pequeñas cosas que me gustan, a unos pájaros, a unas rosas, a un poema:

(Ya sé que pensando así nunca llegaré a presidente de gobierno ni a ministro, ni ganaré el Nobel ni el Planeta. Lo único a lo que he aspirado en mi vida es a cantar como los pájaros).





domingo, 19 de noviembre de 2023

"Da gusto pasear por Madrid en noviembre sin abrigo".

Los árboles están preciosos, el cielo azul es el mítico de mi ciudad. La gente sonríe y yo sonrío. Es algo parecido a la tranquilidad del espíritu, a valorar lo que merece la pena. Un beso, una caricia, unos labios que te susurran canciones de amor.

Tú me acostumbraste a todas esas cosas:

¿Bailamos?



"Aquella chica de la Cava Baja".

Ayer estuve paseando por una de las calles más castizas de Madrid. Hacía tiempo que no lo hacía. Me detuve un instante en la puerta de Casa Lucio, el primer restaurante donde tomé unas angulas con mis compañeros del Banco de Bilbao, en mi época de bróker. Observé las fachadas de las Posadas de las que nos hablaba Galdós en sus novelas y Episodios Nacionales, y recordé que Salvador Monsalud, el héroe de su Segunda Serie, estuvo por allí antes de irse a vivir, ya mayor, a uno de los Cigarrales de Toledo, con Solita, la mujer que siempre le estuvo esperando, aunque él nunca se fijara en ella hasta el final y se liara con unas y otras y se metiera en tantas batallas y conspiraciones políticas (como siempre ha ocurrido en mi vida, me enamoré de Toledo a través de la literatura y la música). Saqué una fotografía a un jardín donde existió una vez una casa en la que vivió una chica que me gustaba y que decía de mí que tenía "corazón de poeta". Una tarde de domingo fui con ella al Teatro de la Zarzuela, en la parte de atrás del Círculo de Bellas Artes, para ver mi zarzuela favorita, "Luisa Fernanda", tan galdosiana, con aquella revolución de la "Gloriosa" de 1868 contra Isabel II, que a continuación nos trajo la Primera República, y Galdós retrató con inteligencia y constancia. Ambos íbamos de blanco, yo con mi primer traje de lino y ella con un vestido de princesa:

Hace muchos años que no veo a aquella chica a la que le han tirado la casa.



sábado, 18 de noviembre de 2023

"Me gusta que me lean mujeres con dedos de purpurina".

Y que escriban cosas como estas sobre mi último libro, lo que hizo ayer Emma Prieto Rubio:

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"Borges, Shakespeare, Ellington y mis paseos por las calles de Madrid casi en invierno".

En "Un hombre que se parecía a Al Pacino", Justo Sotelo se toma un café con el lector en cada estación del año y nos cuenta la vida, la suya y la de muchos otros, que acaba siendo la suya también. Siempre a través de escenas cotidianas, de sus paseos por diferentes ciudades y del juego literario de las comparaciones, del que él tanto disfruta, va tejiendo relaciones entre el cine, la literatura, la pintura y el arte en un viaje continuo de asociaciones, simbolismos y reinterpretaciones.

("El hombre que se parecía a Al Pacino, Justo Sotelo, El Fil d' Ariadna").
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Leo también el último comentario al post que escribí ayer sobre "La cabina", de Marisol Perez Martinez, donde me dice que si, además de profesor y director, me gustaría dirigir o interpretar una película de alguno de mis libros, y pienso un rato en ello mientras me tomo un café. Nunca he querido hacer cosas que no supiera hacer y para ser un buen director de cine tendría que estudiar bastante. Ser el actor de mis libros es más sencillo, porque los libros que escribo no dejan de ser más que una extensión de mi vida y de mi cerebro. Por ejemplo, Emma Prieto me confundió con un actor cuando fui a la presentación de uno de sus libros, como en la segunda fotografía que acabo de poner.

Luego solo tengo que buscar la banda sonora de mi vida y de mis libros que, en esta mañana, podría ser el jazz de Duke Ellington y su homenaje a Shakespeare, ya que los menciona Emma en su post. Seguro que a Borges también le gustaría:





viernes, 17 de noviembre de 2023

"La cabina".


"Mientras mi peluquero me cortaba el pelo, y volvía a repetirme
que me parezco a Al Pacino, ayer por la mañana la reina inauguraba la Feria del Libro de Madrid, en el parque del Retiro. Al mediodía Almudena Mestre me llamó, emocionada, para decirme que la reina acababa de llevarse el ensayo que publicó con Huerga y Fierro en 2019 sobre mi obra, "Lenguaje y ficcionalidad a ritmo de jazz. La obra literaria de Justo Sotelo", que escribió a lo largo de cinco años. Y me envió unas fotografías de la reina paseando con el alcalde de Madrid. En otra se encuentran la propia Almudena y Charo Fierro con el libro y esa portada donde parezco el detective privado de una película clásica de Hollywood. En las otras fotos Charo habla con la reina, mientras Almudena las observa atentamente. Por la noche vi en el canal TCM El crack (1981), de José Luis Garci, interpretada por Alfredo Landa. Apenas la recordaba y me pareció espléndida. La tarde anterior, a la vez que apuraba una botella de agua, me había parado frente a la cabina que se ha instalado no hace mucho en la plaza del Conde del Valle de Súchil, como recuerdo del mediometraje que Antonio Mercero dirigió en 1972 con guion de Garci y el propio Mercero. Esta película conmocionó la TV de este país, mientras José Luis López Vázquez hacía una de las mejores interpretaciones de su carrera. Ahora me tomo el primer café de esta mañana de primavera, y pienso en los “espacios” de los que acabo de hablar, ese parque lleno de libros, la ciudad de Madrid (y un poco la de Nueva York) en una película que podría haber escrito Dashiell Hammett y ese interior de una cabina donde desaparecen el tiempo y la propia libertad.

A lo mejor tiene razón mi peluquero y me parezco a Pacino".

("Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, Pagés editors, p. 105).
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Ayer pasé por delante de la reproducción de la mítica cabina y me saqué esa fotografía. Y ahora, mientras me tomo el primer café de la mañana, ya no sé si estoy dentro de mi libro, si soy Pacino, un tipo que se llama Justo Sotelo o el personaje de López Vázquez en esta película:

jueves, 16 de noviembre de 2023

"Esa cosa llamada la gran belleza".

He compartido con ellos parte de mi vida universitaria y aparecen en un relato del libro que algunos tienen en la mano, y también en una de mis novelas:

"Romance del conde Claros".

"Francisco de Salinas (Burgos, 1513-Salamanca, 1590), catedrático de música de la Universidad de Salamanca, es conocido por la “Oda a Salinas”, de Fray Luis de León.

Llevo comiendo una vez a la semana con mis amigos profesores
durante más de media vida. Ahí están, sentados a la mesa, el filósofo Patricio Herráez, el historiador Luis Pérez Montero, el matemático Antonio Franco, el economista y escritor Pepe Villacís, el también economista Juan Manuel González Tudela y el poeta José Manuel Suárez. Este sábado por la noche también fui a buscar a Javier Ruiz de Arcaute, mi cura vasco favorito. En un restaurante de Montepríncipe, su familia y amigos- alrededor de doscientas personas- homenajeamos a Patricio por su jubilación. Nacido en Gamonal, un pueblo de Ávila, estudió en la Universidad Pontificia de Salamanca y después ha trabajado en el CEU Claudio Coello y en la Fundación San Pablo. Era medianoche y me perdí a la vuelta, hasta encontrarme en la carretera del Plantío–Majadahonda. Aproveché para contar a Javier que a la derecha se encuentra el Monte del Pilar y que allí fui profesor, en el palacio de los Oriol y Urquijo que compró Mapfre para construir una facultad adscrita a la Pontificia de Salamanca. Su Aula Magna, en la que he estado en unas cuantas clausuras de curso, es una belleza, como toda Salamanca.

Busqué un CD de Salinas y lo escuchamos en el coche, como ahora mientras me tomo el primer café de la mañana y pienso en la amistad:
“Media noche era por filo...”

("Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, Pagés editors, p. 299).
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Siempre he sabido que cuando me pongo a escribir tengo toda la historia de la literatura a mi disposición, y toda la historia de la música. Esta es la que escuchaba cuando escribí este pequeño texto. ¿Cómo voy a desaprovechar, cuando escribo, toda la historia de la belleza?

¿Alguien se viene conmigo de paseo al Siglo de Oro este jueves tan bonito de otoño?

miércoles, 15 de noviembre de 2023

"El arte de la literatura".

"Brillando bajo el agua" (2023, Lastura) de Ricardo Virtanen es una de las mejores novelas que he leído este año. El autor es músico, filólogo, profesor y todo eso se nota en la musicalidad de su prosa, que casi parece una fuga de Bach o un preludio de Chopin en re bemol, en una novela que ha escrito a lo largo de casi toda su vida.

"Carlo Lee es un concertista de piano en paro de origen ruso que un día, paseando por el parque del Retiro, ve que una estatua se baja de su pedestal y se aleja hacia la calle Alcalá, donde se sube a un coche rojo. A partir de entonces cambia la vida del pianista, hijo de un músico de jazz y hermano de un rockero grunge. Se enamora de una enigmática camarera, pero todo se complica al cruzarse en su vida una banda de traficantes de droga".

Pero si Virtanen me contara una simple historia, con un argumento tradicional, no me interesaría demasiado; lo que me atrae es cómo se mete en la mente y la piel de su personaje y trata de contar su pensamiento con un monólogo interior muy atractivo. Un tipo que escribe esto en una novela ya se merece todos mis respetos y que dedique varias horas de mi vida a leerla:

"...Como sé todo esto, sería acertado pensar que Bach pasó sus últimos días improvisando notas sobre sus Preludos y Fugas. El genio, como el mediocre, puede elegir entre las más impensables excentricidades: terminar vendiendo esclavos como Rimbaud, rayar en la locura, como Nietzsche, o entregado al delirium tremens, como Poe..." (p.15).

O esto de la página 19:

"Isolda ha muerto. Wagner ha decidido que así sea. Sí, prefiero esta parte a todas las demás, en la que Tristán agoniza herido por Melot, exigiendo la presencia de Isolda, su dulce amada. Finalmente muere en brazos de Isolda que, enardecida por la muerte de este, agoniza de amor junto a su amado, ya cadáver. Wagner me asusta, me asusta acaso más que Nietzsche, a quien siempre veo venir. Pero Wagner es inconmensurable como una bola de acero que llega desde todos los ángulos de la existencia. Le temo, pero le necesito en estos momentos. Wagner es mi caos particular; Nietzsche todos los caminos en un solo camino: vivir peligrosamente de principio a fin".

Lo demás lo vivimos ayer en la tertulia de la calle Princesa. Lo mejor para saber lo que significa vivir una novela y vivir a un escritor que además nos tocó la guitarra, es pasarse por la tertulia. Yo invitaría incluso a los que estaban manifestándose un par de calles más abajo, en la calle Ferraz.

Solo se vive una vez y alguien aprieta el gatillo, como en la novela de Ricardo Virtanen.