sábado, 20 de septiembre de 2025

"La gente guapa y la gente fea".


 
Existen personas felices y otras que siempre parecen enfadadas. Las primeras escuchan música, viajan, leen, van al cine y hacen el amor. Y procuran no meterse con nadie. Luego están las que se enfadan a todas horas, que solo hablan de buenos y malos, de blanco y negro, y se levantan cada mañana buscando los defectos de los otros (cada vez que entro en un bar y está el televisor encendido siempre veo a tertulianos enfadados dando voces. Los miro unos instantes como si fueran una especie de marcianos, como la mayoría de los políticos y de los periodistas, salidos del macabro edificio de Periodismo de la Complutense de la primera película de Amenábar, motivo por el cual los jóvenes no ven la televisión ni escuchan la radio, supongo). 
 
Ayer quedé a desayunar con la escritora Almudena Mestre con el fin de contarnos el verano, hablar del inicio de nuestras tertulias el mes que viene (desde aquí recuerdo al escritor Antonio Rivero Taravillo que nos dejó ayer y nos acompañó en una tertulia para hablarnos de su libro "1922", un hombre bueno y feliz que se refirió a ese año y a tres de sus actores principales: Joyce, Eliot y el poeta y catalizador literario Ezra Pound, en la ciudad de París que era centro del mundo artístico) y me contara los primeros días como Educadora Social en un Centro de Menores de la Comunidad de Madrid (básicamente son chicos de Marruecos y el Sahel). Como Almudena es feliz y positiva, además de los problemas de hacinamiento, de desarraigo y de otros similares, se centró en todo lo bueno que hacen la Comunidad y los educadores por ellos, incluso organizar torneos de ajedrez para que aprendan cosas interesantes y de esa forma lograr que sean felices. Mi intención era que nos sentáramos en la terracita de la cafetería, pero no había sitio y nos metimos dentro. Al salir quedaba una mesa libre y comenté a Almudena que termináramos allí la conversación, pero una señora de unos cincuenta y tantos años, bien vestida, con un móvil rosa en la mano y sentada a la mesa de al lado nos dijo que no nos sentáramos. Estaba harta de nosotros porque hablábamos muy alto, e incluso se había salido de la cafetería para no tener que aguantarnos. 
 
Al regresar al centro de Madrid estuve escuchando la obertura de "La italiana en Argel", de Rossini, ya que el día anterior había visto la película de Amenábar sobre Cervantes que transcurre en el mismo sitio (no está mal hacerlo en un sitio tan romántico como el teatro de La Fenice de Venecia):
 
Si la señora de la cafetería hubiera sido amable, le habría dicho que se sentara con nosotros y se lo hubiera pasado bien. Incluso, podría haberle mentido, como en "Johnny Guitar" y dicho que era guapa y amable.

viernes, 19 de septiembre de 2025

"Quiero volver a España para que me lean".


 
Dice un joven Cervantes en Argel al terminar la película de Amenábar sobre su cautiverio de cinco años. Y eso es lo que habría que hacer con el autor del Quijote y de las Novelas Ejemplares. Por favor, digo siempre a mis alumnos, leed a Keynes y Woolf, dos de los grandes genios del siglo XX, y a Joyce, Eliot, Borges y Cortázar, y si podéis a Cervantes y Sterne. Amenábar no se atreve a afirmar que Cervantes fuera homosexual, y se limita a hacer una entretenida película de las llamadas de tipo "carcelario", inspirándose en uno de los tres relatos intercalados en la Primera Parte del Quijote, el del capitán cautivo, entre los capítulos 39 y 41. En su momento estudié en la Facultad de Filología de la Complutense hasta cinco asignaturas sobre Cervantes y su obra, y la verdad es que no me molesta que Amenábar no haya hablado de Cervantes, sino del placer de escribir y de leer, del puro placer que origina la literatura, y que haya situado el espejo entre él y el mayor escritor español de la historia (con el permiso de Galdós), ya que lo que a él le gustaría, realmente, es ser un "Cervantes gay", con el apoyo del barbero y el cura, que incluso presta el Lazarillo al joven protagonista de su película, ya que esta es demasiado naif y convencional. Esto es lo que me ha resultado interesante. Me gustan los artistas y creadores que se "lanzan a la piscina" intentando crear algo diferente, aunque Cervantes se dé unos cuantos besos con otro señor, y no repitiendo siempre lo mismo, las mismas historias, los mismos argumentos, mil veces vistos y leídos (aunque cada cual se considere Cervantes, faltaría más) y que me provocan sopor y ganas de salirme del cine o del libro que tenga entre las manos.
 
Amigos, leed a Cervantes, por ejemplo la historia del capitán cautivo:
 
Y puestos a escuchar música, tampoco está mal el ballet sobre Don Quijote que vi una vez en el Centro Pompidou de París, la ciudad más literaria del mundo. Este ballet se basa en las "bodas de Camacho" (Gamache en la obra), que es un episodio narrado en el capítulo XIX de la Segunda Parte, en el que se relata el romance entre el barbero Basilio y la joven Quiteria (Kitri en el ballet):
 

jueves, 18 de septiembre de 2025

"El hombre puede pensar gracias al lenguaje".


 
Se nos va el verano, otro más de los veranos de nuestra vida, desde aquellos primeros veranos de la mano de nuestros padres hasta que damos la mano a los hijos. Esos veranos interminables y maravillosos que aún recuerdo subido en la bicicleta verde que me regalaron mis padres por los caminos de la sierra cuando comencé a inventarme historias que muchos años después se convirtieron en libros casi sin darme cuenta, como novelas y cuentos que son páginas de la vida. Y por eso antes de que este lunes llegue el otoño me apatece hablar de uno de mis libros que ha pasado el verano en manos de la poeta y bióloga Isabel Fernández Bernaldo de Quirós. Esta fotografía me la envió ella hace un par de meses y, por lo que me dijo por teléfono el otro día, ha avanzado bastante. El cuaderno de anillas y el bolígrafo se han estado moviendo por sus páginas, como aquella bicicleta de mi infancia, y ahora se encuentran ya en el capítulo de los mitos clásico y moderno.
 
En la página 217 escribí cosas como estas:
 
"Ya se ha apuntado que el hombre puede pensar gracias al lenguaje, y de ahí surge lo poético, lo literario. El mito es la primera expresión artística que el ser humano ha plasmado en la palabra y luego en la escritura. Dentro del mito clásico, los elementos cosmogónicos que intentan explicar el mundo, y los acontecimientos que llevaron a establecer el “orden” natural, se encuentran por doquier. Sin afán de exhaustividad, se pueden citar los textos egipcios que describen la creación del mundo y de sus dioses desde un punto de vista práctico y, a la vez, mágico; el conocido poema de la antigua Babilonia Enuma -Elis, que era recitado ante el dios Marduk durante las fiestas de Año Nuevo; y los capítulos del Génesis en la tradición hebrea. Existía una tradición teogónica en los persas, donde Ormuz creaba las criaturas buenas y Ahrimán las malas. En la literatura india están los Puranas, extensos poemas en los que se narra el origen del universo donde se aprecian genealogías de dioses y sabios, y pasajes del Mahabharata. Un texto de la Guerra de las Galias de César habla de relatos entre los druidas. En los germanos, Tácito habla de una poesía genealógica donde se mezclaban dioses y héroes. En Inglaterra, referencias del Beowulf se remontan a primitivos relatos. En la literatura noruega se ven obras de rasgos teogónicos, con la presencia de la Edda poética, colección de poemas escritos en nórdico antiguo. El poema nacional finés, Kalevala, contiene connotaciones cosmogónicas en el primer canto. En la tradición griega, Hesiodo no será una excepción, puesto que existen noticias de autores que crearon teogonías como Orfeo, Museo, Aristeas y Epiménides. Y, por último, en la antigua literatura japonesa, también se cuenta con el Kojiki, fechado en torno al 712 d. C. (...)"
 
Dediqué unas páginas más a este aspecto y analicé de qué forma el mito clásico se transformó en mito moderno, con el fin de aplicar mis conclusiones a las novelas de Murakami. Primero se pasó al mundo híbrido y empezaron a ser relevantes los mundos visibles e invisibles, relativos al poder económico, de los medios de comunicación, del erotismo y de la mente.
 
Soy de los que piensan que para entender el mundo en el que vivo y del que vengo lo mejor es estudiar, analizar y reflexionar.
 
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Y como a Murakami le gusta la misma música que me gusta a mí, voy a escuchar la banda sonora de una de sus novelas:
 

miércoles, 17 de septiembre de 2025

"Cada vez que escucho esta música me dan ganas de subirme a una avioneta y volar sobre Kenia".

https://www.youtube.com/watch?v=KDogVwHqixQ

Hace unos años participé en la "Expedición a Samarcanda", donde la primera parte de este viaje fue en avioneta. El rey castellano Enrique III encargó en el siglo XIV al aventurero madrileño Ruy González de Clavijo que lograra una alianza con el gran Tamerlán para luchar así contra los turcos. En Samarcanda (Uzbekistán) se creó un barrio con el nombre de "Madrid". Y eso es lo que pretendíamos conmemorar cinco siglos después con nuestra expedición. Y es lo que cuento en uno de los capítulos de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012), donde aparece un tipo que, curiosamente, también se llama Justo Sotelo.

(A un globo me he subido dos veces, en la región de los lagos del norte de Inglaterra, cerca de donde está enterrado el poeta romántico Wordsworth, en Grasmere).

El caso es que escuchando esa música sería capaz de enamorarme a la vez de los personajes que interpretan Meryl Streep y Robert Redford, casi más de él que de ella. Y diría esto, por supuesto: "Denys me había dado una brújula, para seguir el rumbo, pero más tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos. Quizá él sabía, aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino.”

Luego me lavaría el pelo, claro.

(El cine está metido en mi literatura por los cuatro costados. Y ahí está un poquito Robert Redford. Ayer pregunté a mis alumnos de 19 y 20 años si lo conocían y me dijeron que no. En realidad esta vida solo se vive una vez).

 


 

martes, 16 de septiembre de 2025

"Ser un Casanova".


 

Ayer me iba a clase y me encontré por la calle con dos encantadoras vecinas mayores. Hablamos del verano y al despedirnos me dijeron que soy el guaperas de la escalera. A esa hora, más o menos, Emma Alonso me dijo por aquí que soy un Casanova. Mientras caminaba a la Universidad fui recordando algunas cosas sobre este personaje. Era hijo de unos actores, nació en Venecia en el año 1725 y vivió una vida aventurera que incluyó escapadas, viajes y amores secretos. Su nombre es sinónimo de seducción y encanto. Fue perseguido por las mujeres y envidiado por los hombres y tras morir se convirtió en una figura inmortal. Doblegó a la sociedad veneciana del dieciocho y entregó su devoción a mujeres de todos los estratos sociales. ¿Cuál era su secreto? Sus biógrafos lo refieren como aventurero, libertino, historiador, escritor, diplomático, jurista, violonchelista, matemático, filósofo, bibliotecario y agente secreto. Evidentemente, no solo era irresistible para el género femenino, sino que también los hombres se rendían a sus pies. Porque la verdad es que Casanova no era solo un gran romántico, sino, sobre todo, un gran comunicador. Este era su secreto. Reyes, jueces, empresarios y enemigos caían bajo sus encantos, y siempre se salía con la suya. Lo que Casanova sabía era que comunicar es enamorar, y enamorar significa entender que cada persona tiene necesidades emocionales, y que en esas necesidades está la fuerza de cambio que tú requieres para convencer a cualquier persona. Tras sus conquistas en Venecia, apareció Teresa, cantante de ópera conocida por hacerse pasar por hombre para trabajar en los teatros del Estado Eclesiástico, algo no permitido a las mujeres. Se habla de Henriette, una noble francesa, quizá su gran amor y de la que aún se desconoce su identidad. Casanova regresó a Venecia varias veces en sus viajes por Europa, desde París a Dresde y Viena, pero su estilo de vida libertino atrajo la atención. Antes de cumplir los treinta años, pasó un periodo breve en los Leads, la prisión de la Serenísima, de donde huyó en 1756. Cuenta la leyenda que, antes de escaparse en góndola, se tomó un café en la Plaza de San Marcos tan tranquilo.

Seguramente en lo único en que me parezca a Casanova, aparte de intentar unir intelectualmente el arte con la ciencia, es en el hecho de que yo también me hubiera sentado en un Café de Venecia para tomarme un café o un té (como en esta fotografía de ayer), para ver pasar a la gente, escribir y escuchar una música como esta:

https://www.youtube.com/watch?v=i15dgTJFV04&list=RDEMugvOR_THH5nTjOZM6Bn6Wg&index=1

lunes, 15 de septiembre de 2025

"Siempre me han gustado las alcobas".


 
 



La maestra y artista ovetense Mercedes Rodríguez Arias dijo el otro día por aquí que "la imaginación al poder", con relación a un post que yo había escrito, y añadió que "nos iría bien un entorno parisino en un café de Montmartre. Dos personajes elegantes, Salvador Dalí (tú) y Elsa Schiaparelli (yo), tendríamos una conversación surrealista, y Peggy Guggenheim (Almudena Mestre) se acercaría sonriente con todos los amigos artistas, Javier Del Prado, Vicente Rey Beltran, etc., mientras podría sonar un nocturno de Chopin. La metamorfosis me transformaría en una mariposa con sus mejores galas y su vuelo me llevaría a 1920, la Belle époque".
 
Ya sabemos que la literatura se vuelve inteligente después de leer a Borges, y yo me vuelvo también romántico con estos comentarios de mis amigos.
 
Como he estado paseando románticamente por la tierra asturiana de Mercedes (casi como un pastor renacentista de Garcilaso de la Vega, por los lagos glaciares de Enol y Ercina de los Picos de Europa), hoy me tomo un café antes de irme a clase y busco una foto con Dalí y Schiaparelli, la diseñadora italiana de moda que estudió filosofía de joven. Como me sugiere Mercedes aprovecho para darme una vuelta metafórica por Valldemosa, en Mallorca, ya que hace tiempo que no voy, y me meto en la habitación donde Chopin durmió con su amante George Sand:
 
He de reconocer que siempre me han gustado las alcobas, de Madrid, París, Oviedo o Mallorca, aunque tuviera que saltar por el balcón por si llegaba el marido.

domingo, 14 de septiembre de 2025

"Somos el amor que damos".


 



Hay lugares que pertenecen a un rincón del alma, como los de estas fotos de ayer en Covadonga, los lagos y Cangas que me recuerdan la primera vez que vi la cueva que nos habla del origen de España y subí a estos lagos de otro mundo, quizá el de los sueños, y atravesé ese puente medieval con su cruz. Y pensé en unos fragmentos de mi último libro:
 
"(...) Y de nuevo su frase me recordó la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios, uno de los textos más hermosos y profundos que se han escrito sobre el amor:
 
1. Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
 
2. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
 
3. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
 
4. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece.
 
5. No actúa con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido.
 
6. No se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
 
7. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
 
8. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá.
 
9. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado.
 
10. Y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
 
11. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
 
12. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
 
13. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
 
En el coche busqué el CD con la música de Azul, de Krzysztof Kieślowski, con la “Canción para la unificación de Europa”, según la epístola de San Pablo".
 
("Himno al amor", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", Pagés Editors y Universitat de Lleida, 2023, pp. 282-283.
 
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Estas son la música y la película de las que hablo en el libro:
 
Sí, hay lugares que pertenecen a un rincón del alma, y desde ellos deseo que acaben pronto todas las guerras del mundo y vivamos en paz.