viernes, 30 de junio de 2023

"¿Te beso o me besas?"

Me gusta callejear por Malasaña y Chueca. Ahora además están en fiestas y se ven banderas arcoíris por todos los balcones (la foto es "el beso de Nairobi y Tokio" de TvBoy que está en la calle Gravina). Y como comprobé ayer lo más bonito es que todo el mundo anda besándose por la esquinas y por en medio de la calle. La verdad es que besar es una costumbre francamente saludable, aunque yo casi nunca he tomado la iniciativa. De joven salí con una chica que me preguntó, a las dos semanas, cuándo pensaba darle el primer beso. Me extrañó porque era una joven moderna y estudiaba periodismo en la Universidad Complutense (por cierto, era amiga íntima de una de mis ex alumnas de entonces). Era guapísima, y darle un beso en seguida hubiera sido un placer, pero siempre me ha parecido que esas cosas solo deben ocurrir en el momento adecuado, y no antes. Así que me dijo que la acompañara dentro de una cabina telefónica porque quería llamar a su madre para comentarle que iba a llegar tarde esa noche; y una vez dentro se abalanzó sobre mí y me besó. A lo largo de mi vida me han besado mucho y de una forma siempre agradable, en los ascensores, en el coche y los aviones, en el tren, el Metro y el autobús, en el cine y el Thyssen y la torre Eiffel y las cabinas telefónicas (ahora me acuerdo de una vez en que una chica me negó un beso cuando nos despedíamos en la estación del tren a pesar de lo romántico y cinematográfico que es). En todo caso, mis besos siempre han empezado por un beso en la mano, ya que un beso de amor nunca se lo he dado a cualquiera.

Eso lo sabe bien la mujer española, porque cuando besa es que besa de verdad, como yo:
 

miércoles, 28 de junio de 2023

"Será el amor".

Me gusta celebrar la vida, así que hoy me tomo el primer café de la mañana cantando con Carmen Sevilla. Y a la vez celebro el Día del Orgullo LGBT, y que estoy a punto de terminar de leer las segundas galeradas de mi próximo libro, que me está quedando "chupi" como diría un niño pequeño. Porque me río con los niños y con los viejos y aprovecho para reírme con todo el que puedo. Cuando voy por la calle y me cruzo con cualquier persona, no sé, alguien que barre y limpia la acera de su tienda, me paro hasta que acaba y le sonrío y él o ella me sonríen, y me ocurre igual con el taxista, con la chica o el chico del súper, los abuelos del banco que esperan a que alguien se les acerque y se ponga a hablar con ellos. El otro día una joven de unos veinte años dio con su coche al mío en un semáforo, pero sin mayores consecuencias que unos pequeños desperfectos. Tras hablar con las compañías de seguros y esas cosas, nos pusimos a hablar de arte, ya que estudia Historia del Arte. En fin, será la vida.
 

martes, 27 de junio de 2023

"Lo que le falta al ChatGPT y a las máquinas".

Estoy a favor de los "avances" tecnológicos, como no podía ser de otra manera. Soy de "mi" época y además progresista, algo lógico porque llevo leyendo y estudiando toda mi vida. Y por eso creo en la evolución del ser humano, para bien. La tecnología está salvando muchas vidas en la Medicina y además contribuye a disminuir las diferencias económicas entre los países. No obstante, hoy me tomo un café pensando en lo que les "falta" a las máquinas. Ayer una ex alumna de este curso me comentó en un Wasap que lo que más le gustaba de esta foto en la reciente Feria del Libro del Retiro es la mano del alumno sobre la mía. La Fundación CYD (Conocimiento y Desarrollo) de Barcelona ha publicado los resultados de su ránking anual sobre las Universidades, según la enseñanza, el aprendizaje y la investigación. El primer lugar en cuanto a la enseñanza, es decir en el trato del día a día con los alumnos, se lo ha llevado la facultad en la que doy clase desde hace tiempo y también donde estudié mi primera carrera. Como es lógico lo que más importa al ser humano es lo que existe de humano en este mundo, algo que nunca podrá sentir una máquina, aunque lo intentara, el hecho de que un alumno sitúe su mano sobre la tuya en señal de "agradecimiento", de unión y continuidad del humanismo que no se perderá mientras algunos nos empeñemos en valorar más una caricia que un algoritmo. Es la pasión por la vida de la que hablé el otro día, la que desbordaba a los románticos. Ayer me pasé parte del día en un examen y después corrigiendo, y mientras lo hacía estuve escuchando una sinfonía de Chaikovski basada en un bello poema de lord Byron, "Manfred", una desesperada historia de amor. Siempre me acuerdo de esta sinfonía ya que no pude escucharla en directo, un domingo, en el Auditorio de Música de Madrid porque tuve que sacar a mi hijo para que no molestara. Tenía cinco años y era la primera vez que le llevábamos a un concierto. Ya escuchaba a Mahler, Beethoven, Bach, Haydn y Mozart desde el vientre de su madre, pues yo se los acercaba, pero era la primera vez que le llevábamos al Auditorio. A la media hora se levantó, se puso de rodillas en el suelo y comenzó a dibujar usando el asiento de mesa. La gente cercana protestó y tuve que sacarlo. Dentro seguía sonando Chaikovski, un compositor que siempre me recuerda que no soy una máquina, sino un tipo que vive la vida con la pasión de un ser humano:
 

lunes, 26 de junio de 2023

"Al amanecer".

Siempre he tenido algo de Quijote, por eso me gusta tomarme un café de vez en cuando en la venta de Puerto Lápice y dirigir luego a Rocinante hacia el sur, pero no para vivir aventuras, sino en busca de soledad. Ahora no estoy en el interior de un cuadro de Monet ni en un museo de París; solo pretendo vivir una experiencia inmediata al nacimiento de la Naturaleza. La belleza respira al alcance de mi piel, y sé que es un refugio para la meditación y la paz. También sé que la "capilla sixtina" del impresionismo se encuentra dentro de cada persona.
 
Suena la música:
 
Esperaré al otoño para ver y escuchar a las grullas, cormoranes, aguiluchos y ánades. 
 
Mientras tanto seguiré mi camino.
 



 

 

domingo, 25 de junio de 2023

"¿Qué libro tengo en la mano?"

Somos los libros que hemos leído, la música que hemos escuchado, los caminos que hemos recorrido, las personas que hemos amado y penetrado, tanto física como espiritualmente. En la tercera foto el pintor Teo Puebla representa la muerte de una de las protagonistas del libro que tengo en la mano. Como decía mi recordado maestro José Paulino, es uno de los pocos personajes de la literatura que se ha convertido en un mito. Se cree que su autor se basó en obras de la cultura clásica de Plutarco, Séneca y Ovidio, así como en otros autores como Petrarca y Boccaccio para su creación de personajes. Y, aunque no es de la misma época, hay una música que siempre me viene a la cabeza cuando pienso en ese libro:

Los lugares donde almuerzo (un sábado de verano después de un examen en la Universidad), que recorro caminando o en el coche son algo más que simples lugares de la geografía del mundo, están "atravesados" por la historia, la literatura y la música. Los libros me permiten viajar por todas partes y ser testigo de la evolución del ser humano.
 



 

sábado, 24 de junio de 2023

"El Quijote del mar en la librería más antigua de Madrid".

"Narciso se conoció a sí mismo después de contemplar su imagen; pero Ahab, por el contrario, recupera la cordura en el instante en el que se da cuenta de que algo diferencia a la persona del reflejo. En ese momento de autorreconocimiento, expresa el verdadero problema de la autenticidad que también plantea el mito de Narciso. Ahab no sabe quién es realmente porque lleva años detrás de una máscara, pero ya no puede volver atrás y acaba tan perdido como al principio" ("Moby Dick. Alegoría y mito", p. 33).
 
Me apetecía ir a la "presentación" del ensayo de María José Martín Velasco sobre Moby Dick y el simbolismo grecolatino en la librería Pérgamo, en pleno barrio de Salamanca. Siempre resulta agradable escuchar a una catedrática de griego que habla con una gran paz, serenidad y conocimiento de Melville, Plutarco, Homero, etc., a un matemático que también se licenció en filosofía y que fue profesor en el mítico instituto Beatriz Galindo (me refiero a Ricardo Moreno) y a la poeta y filóloga inglesa de Zaragoza Aitana Monzón que, a pesar de su juventud, sabe de lo que habla. Justo hijo y Paqui se llevaron dos libros y yo intervine en dos ocasiones. Y a mi derecha nos acompañó otro miembro de mi tertulia literaria, de la que se ve el abanico en una de las fotografías Concepción Heras. Había gente joven entre el público, y esto siempre me agrada, el hecho de que a algunos jóvenes les siga llamando la atención la primera frase de la novela, una de las más conocidas de la historia de la literatura, la de "Llamadme Ismael". Y se habló de Cervantes, de Shakespeare, de Antígona y Creonte y la tragedia griega y los cuadros de Poseidón y Anfitrete, un fresco romano de Pompeya, del siglo I d C, de Eco y Narciso de Waterhouse o de la Sirena encantando a los marineros, del Bestiario de Salisbury. Y del color blanco como simbología y del autor y el narrador, y del significado que, actualmente, pueda tener "Moby Dick" y su influencia en la literatura posterior. Cité a Sterne, Pynchon y DeLillo. Y todo gracias a que Pérgamo, una librería que se fundó en 1946, volvió a abrir sus puertas en septiembre pasado tras cerrarlas a primeros de 2022. Sus propietarias, las hermanas Lourdes (80 años) y Ana Serrano (72), que regentaron el negocio de sus padres se jubilaban, a lo que se unía la paulatina disminución de la venta de libros en papel. Pero Jorge F. Hernández se ha hecho cargo de una librería a la que iba desde que era pequeño. "Se trata de que los fantasmas continúen deambulando entre los estantes, que son maravillosos", le he leído por alguna parte. Yo también fui a menudo cuando di clase de literatura en la Universidad de Mayores del CEU que estaba al lado, en Claudio Coello. Llamé a la asignatura "Los grandes libros de la literatura universal", y "Moby Dick" estaba entre ellos, por supuesto. Todavía recuerdo las caras de felicidad de aquellos hombres y mujeres de cierta edad cuando les hablaba con pasión, ¿un profesor puede hablar de otra forma?, de esta y otras novelas inmortales.
 
Esta escena de la película del año 1956 dirigida por John Huston e interpretada por Gregory Peck, que vi de pequeño en la TV, aún me sigue fascinando:
 
¿Será lo mismo mantener abierta una librería en estos tiempos que cazar a una ballena blanca?
 




 

viernes, 23 de junio de 2023

"¿No hacemos todo en esta vida para que nos quieran?"

Ayer mi amiga virtual Mari Carmen Torres Avilés escribió este texto en su muro, cosa que acabo de ver al abrir FB mientras me tomo un café. Lo primero que he pensado después de leerlo es que es muy generosa conmigo, además de muy simpática y agradable. Porque, ¿cuántos escritores venderían su alma al diablo, como dije una vez, quemarían sus libros, sus premios y dejarían de escribir para lograr que alguien les dijera algo así?
 
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LAS PERSONAS QUE SE GUSTAN A SÍ MISMAS.
 
"Cada mañana, de las cosas que antes leo, es el artículo diario de Justo Sotelo en su fb.
 
Para mí, eso supone algo parecido a un viaje, una experiencia sin igual que me acerca a su abrumadora cultura, con el consiguiente conocimiento que me otorga, no sólo de la literatura de todos los tiempos, sino también de filosofía, pintura, cine, música..., algo casi inabarcable, un tremendo prodigio mental que nos regala cada día, como digo.
 
No creo en los test de inteligencia, pues utilicen los parámetros que sean, y que un día estudié, llevan a la conclusión de que la misma palabra "medida" es limitante, y limitado también el "cociente" por estudiosos comúnmente aceptados, con sus límites mentales... Sea como fuere esta inteligencia superior a la media se evidencia, se palpa, se averigua, se sabe, se intuye, es clara, preclara como el agua que brota cristalina del manantial que en su caso es fuente. Fuente, en todos sus sentidos.
 
Unos dieciocho libros le avalan, de los que solo tengo dos, los "Cuentos de los Viernes" y "Poeta en Madrid". El primero citado me encantó, no tanto el segundo, que, por cierto, ha recibido muchísimas reseñas de autores mayúsculos que son verdaderas joyas, y cuya aceptación y crítica, en esa su "posmodernidad", ha sido apabullante.
 
"Los mundos de Hakuri Murakami" y "Entrevías mon amour" son obras que no me quiero perder, en realidad, ninguna.
 
Justo, dirige la mítica tertulia del Café Gijón de Madrid, ahora en Casa Manolo. Tertulias que sigo y me fascinan. Acaban de terminar esta temporada por ser verano y se reanudarán en Septiembre, cuando los estorninos.
 
Profesor de varias disciplinas en la Complutense de Madrid, es algo que me fascina..., yo le concibo como a un "Merlí", en aquella fantástica serie de Netflix...pues él también provoca entusiasmo, curiosidad, la importancia del estudio en sus alumnos... Le gusta moverse entre los jóvenes..., y tendrá entre ellos a muchas enamoradas y enamorados, sin duda, y es que no me extraña.
 
Un hombre seductor que habla y se dirige a sí mismo con las mejores palabras, "narcisista" con motivo, presume hasta de las cosas que no le gustan, como una forma de autodefinirse, trascendiendo del rebaño.
 
Me río mucho con algunas ocurrencias suyas, esas rarezas que él ve en él, pero yo no... y eso es algo que celebro. Suele terminar sus escritos con el Amor, como aglutinante máximo de todo, justo antes de compartir un enlace con la mejor música, a veces de Malher, su cuarta Sinfonía, ya que es su compositor y su música predilectas.
 
Y es que las personas que se gustan a sí mismas son las me gustan a mí, funcionan como un imán consciente. De todas sus facetas yo me quedo con la de hombre y niño, y su ternura, con la alegría que transmite y la forma de escaparse de la tristeza y el drama.
 
Resulta fácil y natural seguir a alguien así con sus cantos a la vida, al amor y a todo lo hermoso que encuentra por doquier.
 
Justo Sotelo es de las personas que se gustan a sí mismas, sí, de esas que transmiten y regalan generosas solo hermosura. Ese es Justo, el amor a sí mismo y a todo lo bello que habita en este mundo.
 
Este es el enlace de la cuarta Sinfonía de Malher, con cariño, admiración y el mayor de los abrazos:
 
M.Carmen Torres. 22 Junio 23
Campillos. Málaga".
 
(El otro día Mari Carmen me dijo que si podía quedarse con una de mis fotografías para un texto que quería dedicarme. Este post lo he ilustrado con otra foto en la Plaza de España de Madrid porque, precisamente, estaba escuchando a Mahler. El adagio de la Cuarta es una de las cosas más hermosas que se han escrito. Seguro que los ángeles escuchan algo así cada mañana en el cielo).
 

 

jueves, 22 de junio de 2023

"Moby Dick: alegoría y mito. El trasfondo simbólico del mundo grecolatino".

La mitología es el origen de la literatura. "Moby Dick" es una de las novelas fundacionales de la literatura norteamericana. Cuando hice la carrera de Literatura Comparada no pude cursar la asignatura de "Mitocrítica" por motivos de horario, así que al año siguiente fui de oyente a las clases de la filóloga clásica Pilar Saquero, que falleció demasiado pronto, y a la que dediqué uno de mis "Cuentos de los otros" (2017). Todo esto quizá influyera en el hecho de que María José Martín Velasco y yo nos encontráramos en las redes sociales ese mismo año 2017. Ella es catedrática de griego en un instituto de Santiago de Compostela y profesora asociada de la Universidad de Santiago, y una enamorada de los mitos, como yo, y de la novela de Herman Melville. Ha estado varios años escribiendo el libro "Moby Dick: alegoría y mito" y lo ha publicado en este 2023. Hace poco me comentó la posibilidad de presentarlo en mi tertulia literaria (ha sido miembro de la tertulia en línea cuando empezó la pandemia), pero como ya se había acabado por este curso, hoy lo va a presentar en Madrid, a las 19.30, en la librería Pérgamo de la calle General Oráa 24.
 
A partir de las referencias a los dioses, a autores concretos y obras de arte, María José muestra hasta qué punto Melville se empapó de la cultura grecolatina y plasmó en los personajes míticos los propios sentimientos, proyectos y frustraciones. Por eso es fácil rastrear su universo interior como una alegoría referida a un héroe, un dios, un autor concreto o un género literario presente en la obra. El libro se estructura en tres partes y una introducción. La primera engloba las alusiones a dioses relacionados con el destino: Poseidón, Narciso, el Hado, las Parcas, la Necesidad y el Azar, las sirenas y Pan. Luego la segunda se dedica a los titanes y a la simbología del sufrimiento: los titanes blancos, Zeus, Cronos, Prometeo, Tántalo y el Tártaro, Helios, Ixión, Heracles y Perseo. La tercera se relaciona más con la literatura y el arte: la épica, el teatro, las matemáticas, la ciencia y la historiografía, la astrología, la filosofía y el Vesubio.
 
Siempre he sabido que el mundo cabe en los libros, y de alguna forma cada libro es el mundo, como esta música donde reside en parte mi propia mitología sensorial:
 

miércoles, 21 de junio de 2023

"Escritor enamorado".

Así, apoyado en el muro, con el pueblo detrás, como si llevara todo el peso de la humanidad sobre mi espalda. En realidad esto lo diría un romántico del estilo de Lamartine, Hugo, Stendhal o Byron. Ayer por la tarde lo que me apetecía era subirme al coche y escuchar el Tristán de Wagner. Había corregido exámenes y necesitaba que el viento se metiera por las ventanillas y entrara en mis pulmones a la vez que Isolda moría de amor. Siempre he pensado que el sexo es un antídoto contra la muerte, y que si hemos amado con verdadera pasión al menos una vez en esta vida, ya seremos eternos por los siglos de los siglos. Así se puede morir de amor en el Día Europeo de la Música, cuando comienza el verano (y el invierno), morir de amor por ella. 
 
Lo que a mí me gusta es vivir de amor:
 

martes, 20 de junio de 2023

"Un escritor sexy o hacer el amor a las mentes".

A veces me dicen que soy un escritor sexy, lo que siempre me saca una sonrisa de incredulidad; la última vez ha sido el otro día en esta red social. Y ahora me apetece escribir un poco sobre ello. Lo sexy nace en la sugerencia, en la posibilidad. Aquello que nos atrae física y sexualmente crece en la ausencia parcial, en lo que no se ve, pero se intuye que está en alguna parte. El problema es que lo que cada uno entiende que es "seductor" para los demás a menudo es irreal, una fantasía motivada por la época en la que vivimos. A uno le hace o no sexy su propia autoestima, el que te importe un comino lo que los demás piensen de ti. Es algo más psicológico que físico, creo, y no tiene que ver con la edad ni con la ropa que te pongas. La moda cambia continuamente, como en el escaparate de esta fotografía que me hice antes de que empezara a hacer calor de verdad, pero no sucede lo mismo con la "valoración" que cada cual realiza de sí mismo. 
 
Mientras me tomo el primer café, me viene a la cabeza una escena de la película "Martin H" (1997), del argentino Adolfo Aristarain:
 

lunes, 19 de junio de 2023

"Los 75 folios de Proust y una copa de vino".

Ayer cantaba el gallo a la hora de comer y las montañas no tenían nieve, a pesar de que yo me las suelo imaginar blancas en muchas ocasiones. El viejo camarero nos trajo una jarra de vino tinto y tras saborearlo recordé algunos fines de semana de mi adolescencia en los inviernos de la sierra. Era el mismo vino de las viñas de mi padre que volvía a probar en casa de José, frente a la chimenea, ya que él se ocupaba de cuidarlas. Y mientras saboreaba aquel caldo oscuro, sensual, diferente a todos los que he bebido, me acordé de las 75 páginas que se han publicado el año pasado sobre el origen de "En busca del tiempo perdido". Antes de morir, Proust legó su archivo personal a su hermano Robert, y este, a su vez, se lo había dejado a su hija, Suzy Mante-Proust. En 1949, la sobrina del escritor encargó su clasificación a Bernard de Fallois, entonces un joven profesor de apenas 23 años, que tan solo llevó a cabo una parte del trabajo. En 1954, publicó "Contra Sainte-Beuve", una obra inacabada de crítica literaria de Proust, en cuyo prólogo se mencionan los 75 folios, una alusión que se ha tenido, durante casi tres cuartos de siglo, como la principal prueba de su existencia. No obstante, Fallois no dio nunca a conocer aquellos papeles. Una vez fallecido, en 2018, se hallaron en su domicilio los archivos proustianos, con aquellos folios y otros documentos y manuscritos. El vino de mi infancia, la magdalena, la memoria involuntaria y tantas imágenes en mi mente. Swann podía haberme dicho que me detuviera, pero se mostró reservado, como si la infidelidad de Odette de Crécy no fuera con él. Todavía no era el tiempo de su hija y de las muchachas en flor. Gilberte o el amor infantil que perdura aún más allá de la muerte, en medio de aquella tierra blanca de la memoria. Los Campos Elíseos están ahora muy lejos como lo estaban para Marcel o el propio Proust, escuchando la frase que salía de lo más profundo de su conciencia. Sus amores, los de Albertine, Orianne de Guermantes, la misma Odette y su hija Gilberte se confunden -para siempre- con la silueta delicada de la niña que le descubrió el placer, el dolor y los misterios del amor. Y acaricio su pelo, ella se aprieta a mí (tú te aprietas a mí). Bailamos con los ojos cerrados. Tal vez sea la sala de fiestas la que gire. La música no se detiene y los recuerdos se deslizan a través de unos cuerpos a través de las montañas. 
 
Ayer la escritora Juana Vázquez escribió entre los comentarios a mi post sobre cómo veo el presente y el futuro de la literatura: "¿Cuál es el olor literario de Justo Sotelo? Yo creo que huele a libertad y futuro". Un poco más abajo una nueva amiga de las redes sociales, Clara Vega Rodríguez, dijo: "Yo solo sé que tú me sabes a esto?" Y compartió uno de los momentos más románticos y mágicos de la historia de la música, que me llevarían a otra "epifanía" como la que acabo de contar más arriba, en el Teatro Real cuando aún era sala de conciertos y mi novia de entonces hacía cola, cansada, a las 7 de la mañana para sacar las entradas después de terminar su turno de noche como médica en el hospital de la Princesa (muchos años después la convertí en personaje de mi novela "La paz de febrero", de 2006):
 
En los 75 folios de Proust, el protagonista no moja una magdalena en la infusión, sino pan tostado. Tampoco saborea el vino que yo me llevé ayer a los labios después de tantos años, mientras cantaba el gallo, aunque de alguna forma siempre buscaremos recordar las primeras separaciones de nuestra madre por las noches, la figura de la abuela, los caminos de la vida y las muchachas en flor.
 
 

domingo, 18 de junio de 2023

"Javier del Prado vs Justo Sotelo y su visión de la literatura".

Ayer mi amigo Javier del Prado se preguntaba, en un comentario a mi último post, a qué "sabe" mi café o cuál es el olor y el color del "amor líquido" de mis personajes, en alusión al título del ensayo de Patrick Toumba Haman sobre mi obra. Y por eso mismo me voy a tomar el primer café de la mañana de este domingo tan agradable y escribir alguna cosa siguiendo la línea de aquellos viejos debates tan interesantes y divertidos que hacían los intelectuales. ¿Dónde están hoy los intelectuales, tomando el sol en la playa y recibiendo premios y subvenciones? Escribe Javier en su comentario: "(...) Está la realidad, la alteridad con su compleja red de fluidos cósmicos e históricos y con su mágico poder de ósmosis capaz de influir en el yo que vive en su interior. Son todos esos espacios a los que damos un nombre: Alcobendas años 40, Orcasitas años 50, Madagascar, el Puerto del Pico... No es que sea un determinista puro a lo Darwin o Auguste Comte. Pero (materia sensible y mente simbólica) sí creo en aquella influencia capaz de modular el comportamiento de ese yo (...) Y, dicho eso, como escritor (yo solo puedo hacer análisis y emitir ciertos juicios sobre los productos literarios o artísticos de las personas, no sobre las propias personas) no parece que mantengas una relación muy balzaciana, flaubertiana, zoliana, galdosiana con la materia, los objetos, el paisaje. Ni siquiera con tu café que sigo sin saber a qué sabe. No podría repetir con tu obra el título que le pone Richard al estudio de Flaubert: "Sotelo y el mundo sensible". Ni siquiera, sé ni el olor ni el color del amor líquido que mana de tus personajes. El título de un ensayo mío sobre tu obra sería "Conflicto social y enigmas del yo". Ante una visión realista o naturalista de los autores que más le gustan a Javier, Balzac, Flaubert, Galdós o Zola (dejo fuera a los grandes poetas Baudelaire, Mallarmé o Verlain), en los que impera un cierto sentido del determinismo cartesiano, de la causa-efecto, y para lo que es esencial el lugar en donde naces y las personas que te rodean, defiendo una literatura no determinista, posmoderna o poscontemporánea, menos solipsista, sin olvidar que los autores anteriores, entre otros muchos, me enseñaron a escribir y entender el mundo (pero son del siglo XIX y ahora nos acercamos casi a la mitad del XXI). Este mundo no está formado por variables deterministas, como decimos en matemáticas, sino estocásticas o aleatorias. Mi forma de escribir no es solo "desde" la literatura sino desde todos los conocimientos que caben en mi mente. Para mí la literatura no es contar sin más, sino hacerlo desde el momento en el que vivimos, con los movimientos Woke, feministas, ecologistas, etc. Me interesa aplicar, por ejemplo, lo que sé de la Física, como la "entropía" de Georgescu-Roegen de la que suelo hablar siempre a mis alumnos. Claro que me afecta todo lo que ocurre en el mundo, pero procuro entenderlo para seguir progresando. No quiero que me vuelvan a contar la historia mil veces leída o a pintar el cuadro mil veces visto o la música escuchada hasta la saciedad. Tengo un cerebro para algo.

Javier termina sus palabras diciendo lo siguiente: "Uno no sube al Puerto del Pico (un lugar que me gusta mucho y del que hablo a menudo ascendiendo desde Cuevas del Valle), asienta su yo frente a la maravilla de Gredos y se pone a escuchar la Novena de Mahler. Uno llega a lo alto, mira, se admira, todo su ser tiembla de emocion ante tamaña belleza y se desmaya: Mahler no existe".
 
Me gusta "discutir" con las personas inteligentes y a las que quiero y admiro, y aprender de ellas, como Javier. No suelo hacerlo con las personas que no aprecio o me aburren soberanamente. Hay algo que se llama "pasión", y que me sale por cada poro de la piel y se me escapa por el borde de la página en blanco (o de la pantalla del ordenador) para terminar formando parte de la vehemente batuta de alguien como Gustavo Dudamel. Y en lo alto del Puerto del Pico, que es donde me hice la foto, escucho una música en la que veo el triunfo del humanismo, hasta llegar a creer que Dios existe:
 
¿Cuáles son el color y el olor de Dios, a qué sabe?

 

 
 
 

sábado, 17 de junio de 2023

"¿Para qué un escritor en tiempos de Internet?"

Álvaro tiene cerca de 70 años y el perrito que está en el banco, con él y conmigo, se llama Lolo. Sus hijos lo llaman "emperador". Un 16 de junio como el de ayer, pero de 1977, el Tribunal Supremo falló a favor de los vecinos del barrio de Orcasitas, al sur de Madrid. Aquel lugar les pertenecía y allí podían "levantar" sus casas, participando incluso en su construcción. Álvaro únicamente pensaba en "jugar" con sus amigos, pero recuerda que unos pocos años antes empezó el movimiento vecinal en Madrid, que todavía era ilegal, entre otras cosas porque Franco estaba vivo. Él iba al colegio de don Clemente, que ya no existe, y a una iglesia, también desaparecida, con un cura al que llamaban el "nazi". Sus hijos han prosperado, aunque me dijo que, lamentablemente, hay mucho tráfico de drogas en el barrio, y ahora los inmigrantes son diferentes. La población está envejecida, sigue sin haber Metro y hay algunos autobuses que te llevan hasta Embajadores. Yo nunca había estado en este sitio surgido en los años 50 del siglo pasado con los inmigrantes de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y otros lugares. El Pozo del Tío Raimundo, Tetuán, San Blas, Canillejas, Entrevías, etc, fueron sitios similares. Me acordé de esos años en los que estuve pensando y escribiendo mi novela "Entrevías mon amour". La historia de este barrio, de la "Plaza de la Memoria Vinculante" está en Internet, en un conocido artículo del jurista Eduardo García de Enterría en la tercera de ABC y un libro del concejal con Manuela Carmena llamado Félix López-Rey y que continúa viviendo allí, según me dijo Álvaro. Nació en un pueblo de Toledo (como los padres de Álvaro), su profesión ha sido de vendedor de lotería y al principio de los 70 creó la Asociación de Vecinos de Orcasitas. 
 
Sobre las 9 de la mañana me subí al Metro, me bajé en Usera y fui caminando hasta Orcasitas. Ayer empezó a hacer calor en Madrid. Una vez allí pregunté por la "Plaza de la Memoria Vinculante" a un señor que estaba sentado en un banco con un perrito, y me senté con él. Mientras escuchaba hablar a Álvaro y parecía que Lolo nos escuchaba como si supiera de lo que estábamos hablando, me decía a mí mismo que desconozco muchísimas cosas de la vida, del pasado de este país, de las historias cotidianas de la gente, y no sé si algún día seré un buen escritor de mi época, por muchos ensayos y tesis que se escriban sobre mi obra. En su post de ayer, mi amigo Javier del Prado dijo que uno de mis "pequeños errores o fallos o carencias" es que soy "solo un hombre de biblioteca y tocadiscos. Mi espacio, en su opinión, es el espacio mental de una persona que ha transitado escasa y transitoriamente por los espacios naturales y convivido poco y en poca profundidad con la materia. La realidad es materia, objetos y espacios. Y todo espacio es una metonimia en espesor del tiempo y de las historias que allí han ocurrido y le han dotado de un alma".
 
Está bien que se metan un poco conmigo, incluso los amigos. Me canso de que me llamen continuamente guapo, inteligente y todas esas cosas. Después de todo que me dijeran de niño que tenía un "cociente intelectual" de 157 tampoco es para tanto, digo yo. En fin, voy a pensar un poco en lo que escribió Javier en aquella tierra de los Sotelo, Calvo-Sotelo y demás. 
 
Al volver en el autobús 78 hasta Embajadores me dio por escuchar con los cascos esta canción del mismo año en que aquellos vecinos consiguieron el terreno para construir sus casas:
 

viernes, 16 de junio de 2023

"Tú, yo y la literatura".

Ayer por la mañana me fui a desayunar con la escritora Almudena Mestre en el centro comercial de Arturo Soria, al lado de su trabajo, en un edificio de la Comunidad de Madrid que fue la casa de Arturo Soria, precisamente. Tiene a su cargo a 6 menores extranjeros no acompañados, de un total de 32. Es una residencia de acogida de larga estancia, y la formación (con clases de español, matemáticas, educación física, ciencias sociales y educación artística) se dirige a su inserción laboral. Estuve viendo todas las estancias. ¿Qué debe hacer, sino, un escritor que quiere contar el mundo en el que vive mientras hace literatura?

Almudena me dio un ejemplar de "Tú, yo, la lluvia" (Camelot, 2023), la última novela publicada por la escritora y música asturiana Marta Muñiz, para la que escribí el prólogo y que presentó en León hace poco. Además quería que le dedicara el ensayo de Patrick Toumba, "Del amor líquido en las novelas de Justo Sotelo" (Bartleby, 2023), ya que el sábado pasado, en la Feria del Libro del Retiro, no lo hice. Almudena es de esas personas a las que no hace falta ver todos los días para comprender que es tu amiga. Con ella siempre es "como decíamos ayer"; nos damos un par de besos y seguimos hablando como si tal cosa. Como cada capítulo de la novela comienza con un tango, Marta ha subido a Youtube "la banda sonora" que tenía en la cabeza cuando la escribía durante varios años. Es una novela en la que los protagonistas, Plácido y Gabriela, quizá estén inspirados en Gabriela Amorós y en mí. La primera parte, con el tú, comienza con estos versos de Gabriela: "ven / corporízame como yo te almo". La segunda, con el yo, lo hace con esta frase mía: "qué tendrá que ver la saudade portuguesa con los mundos paralelos".

Y luego está la lluvia, la tercera parte, con mi Buenos Aires querido:

https://www.youtube.com/watch?v=Pb9Hv9lw5Tw&list=PL8o7yqwLraXgVGsaGeID__8tkfgorHsxx&index=1

 


 

jueves, 15 de junio de 2023

"Tu literatura me recuerda a Auster y Marías".

Si físicamente me han comparado con Pacino, Mature, Banderas y otros actores, mis libros lo han hecho con Joyce, Camus o Perec. Estos días el escritor catalán y profesor de narrativa Ferrán Guallar se ha leído mi novela "Entrevías mon amour". Ha hablado de ella en sus redes sociales y compartido esta foto. Ferrán ha sido uno de los últimos invitados a mi tertulia literaria. Tras escribir que es un "novelón", dijo que el desarrollo de esta historia, los canales por los que circula y la manera de narrarla le recordaban a Paul Auster y a Javier Marías. "En resumen es un descubrimiento extraordinario". Al leerlo me quedé pensando en las alusiones a Auster y Marías. Hubo una época en que leí a Auster. Y mientras tomo el primer café de la mañana recuerdo con un evidente afecto "El palacio de la luna", "La música del azar" y "La trilogía de Nueva York", libros que me traen a la memoria, salvando las distancias, a sus "maestros" Don DeLillo y Thomas Pynchon, dos de los escritores más importantes del siglo pasado a los que dediqué en su día sendas tertulias. Curiosamente, uno de los personajes de mi novela se apellida Hustvedt, apellido que tomé de la mujer de Auster, también novelista. Y, por otro lado, hace un par de semanas recordaba a Marías comiendo un cordero estupendo en el Mesón Castellano de Soria, lugar donde le conocí un frío día de invierno. Charlamos un buen rato de literatura, tras de lo cual le invité a mi tertulia literaria, pero por unas cosas u otras no pudo venir. Para mí Marías siempre será el escritor de "Corazón tan blanco" y "Todas las almas", novelas muy "british" influidas por sus años como profesor en Oxford y Estados Unidos. Su atmósfera me transporta siempre a Inglaterra (cuando se editaron, en los noventa, viajé por allí con asiduidad) y a la música de Edward Elgar, también tan británica, más si cabe si se escucha en el centro de Londres, en los Proms del Albert Hall y el Hyde Park:
 

martes, 13 de junio de 2023

"Vivir haciendo el vago".

Lo que más me gusta en esta vida es no hacer nada o, al menos, nada de lo que se considera "productivo". Siempre me he marchado de los sitios donde me exigían una serie de objetivos. No me gusta mandar, ni dirigir, ni por supuesto trabajar. Lo que más me gusta es perder el tiempo. En esta foto estoy el otro día en los jardines del Palacio Real. Siempre que paso por ahí pienso que debe de ser muy aburrido ser rey, con una "agenda" cada mañana repleta de actos a los que hay que acudir a partir de las 9 o algo así. Ni me gusta ser presidente del Gobierno, ni ministro o secretario de Estado (lo que me han propuesto más de una vez). Como soy curioso he aceptado algún cargo académico en mi vida, pero pronto he "dimitido". Y lo estoy diciendo en serio, aunque la verdad es que tampoco me gusta ser muy serio. Lo que me gusta es meterme en un cine y pasarme la tarde tan ricamente viendo una película de Hitchcock, Ford, Hawks o Allen, pasear sin rumbo fijo y escribir; esto es bastante divertido. Ayer me decía un amigo que le hubiera gustado ser novelista como yo, pero que sufría cada vez que se ponía a escribir. Y yo le dije que es mucho más difícil cocinar o desatascar una cañería o arreglar el aire acondicionado (el otro día me quedé pasmado observando a unos operarios que se asomaban al vacío para situar unos cables) que llenar doscientas páginas con metáforas, imágenes, símbolos y mitos literarios. Para escribir hay que vivir y vivir es lo más divertido del mundo, como pasear por el parque de la foto o el Retiro, viendo a los patos y pajaritos de los jardines de Cecilio Rodríguez, como hice el sábado, antes de acercarme a firmar mis libros a la caseta de la Feria. Estudiar y escribir, para mí, es hacer el vago porque en esta sociedad tan capitalista esto no sirve para nada. Además del Retiro, en los jardines de la foto es donde siempre traía a mis novias cuando era joven, en realidad a la parte de arriba a la izquierda, en los jardines de Sabatini.
 
Recuerdo cuando, de joven, conocí a una chica viajando en tren a Santander. Me tiré las seis horas del trayecto hablando de estas cosas. Al llegar la esperaba su novio de Santoña; los vi besarse en el andén, y olvidé el asunto porque no nos dimos el teléfono ni la dirección (en aquella época no había móviles ni redes sociales). Un mes después recibí una llamada de teléfono en la Universidad. Era ella, Isabel, que me había estado buscando dos o tres semanas a su regreso a Madrid ya que quería conocerme mejor (para qué querrá la gente ir a "First Dates", a Tinder o esos sitios). Quedamos en la puerta de Sabatini, por donde estuvimos paseando tras comprarnos un helado en la heladería de toda la vida de enfrente. 
 
El problema de esta chica es que le gustaba Julio Iglesias y a mí me gustan más los helados, jeje: