domingo, 11 de junio de 2023

"Gracias, Justo".

Esto es lo que me dijo mi editor de Bartleby, Pepo Paz, por estar un sábado por la tarde firmando mis libros en su caseta de la Feria del Libro del Retiro. Y esto habla de su forma de ser y de lo que tal vez signifique este lugar al que llevo viniendo todos los años del último cuarto de siglo. Sin embargo, las gracias se las tengo que dar yo, a él por editar parte de mi "vida literaria" y por ser mi amigo. Y tengo que dar las gracias a todos los que se pasaron por allí para firmar el ensayo de Patrick Toumba sobre mis novelas, mis cuentos e incluso "Entrevías mon amour" (como un profesor que me dio clase en el colegio y aún se acordaba de mí). Allí estuvieron la filóloga Yolanda Brown, que sigue escribiendo la tesis sobre mi obra en la Autónoma (primera foto), y en las otras mi hijo, su amigo Álex y María Victoria Huertas, que no falta a ninguna firma desde que nos conocimos y se incorporó como "tertuliana" hace años, nuestra dramaturga Cristina Fernández, que sigue con su obra en el teatro, Almudena Mestre, Javier del Prado y José Manuel Suárez, Ricardo García (que me regaló su novela), Begoña García, a la que estoy firmando uno de los libros fuera de la caseta, que es donde estuve las dos horas, Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigáñez, Alexander y su familia, todos de Barcelona y que se encontraban en Madrid para su graduación, una joven periodista venezolana a la que le gustó el título de "Amor líquido" y se llevó el libro, y otras personas a las que no hice fotos o no salieron, como José María Lancho, varios alumnos y Víctor, un amigo de las redes sociales que me lee todos los días, pero del que no recuerdo el apellido mientras escribo estas palabras y me tomo el primer café de la mañana de este domingo tan bello. Me contó una anécdota muy interesante sobre una tertulia en la que estuvo y llegó a tener resonancias incluso políticas semanas después. Sus sensaciones eran que mis tertulias eran esenciales en este mundo y que el poder de los libros continúa siendo fascinante. Antes de irse y de que Pepo y yo le diéramos las gracias nos comentó, feliz, que algunos de los que se dicen escritores venden decenas de miles de ejemplares, salen en la TV o les regalan premios comerciales, pero son incapaces de cambiar el mundo, y otros escribimos otro tipo de literatura y sí somos capaces de cambiar el mundo.
 
Cómo no voy a sonreír cada mañana, además de disfrutar de esta música, tal como éramos:
 

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