lunes, 31 de julio de 2023

"El amor es como el mar".

La marea está en continuo movimiento, con la fuerza de atracción gravitatoria de la luna y el sol sobre la tierra. Es un movimiento que influye en el nivel del mar de forma sucesiva, subiendo seis horas y bajando otras seis. Cada día la "pleamar" y la "bajamar" se mueven 45 minutos hacia adelante, algo que depende del punto geográfico donde nos encontremos. Y luego está la corriente de retorno, ese flujo intenso de agua hacia dentro del mar, como si fuera un río que te arrastra si estás en su cauce. Lo difícil es nadar contra corriente. El amor te arrastra, como el río libre que se apodera del mar. Se lo leí a los románticos cuando era un adolescente y después se lo escuché decir a Chopin en tantas noches en duermevela:
 
Ayer saqué esta fotografía; en esa playa he amado mucho entre el vaivén de las olas.
 

 

domingo, 30 de julio de 2023

"Me habría gustado ser un héroe romántico".

Una de las películas más divertidas y entrañables de Woody Allen es "Midnight in París" (2011). Caminar por París es mágico, como ya se sabe, y además en algún sitio de la ciudad, a medianoche, el presente puede entrar en conexión con el pasado. Este es el punto de partida del viaje de Gil Pender, un guionista hollywoodiense que está cansado de las grandes producciones cinematográficas y que busca hacer carrera en la literatura para lo que va a inspirarse a la Ville Lumière. En uno de sus paseos nocturnos logra viajar hasta los años 20 y conocer a las figuras históricas que más admira, Picasso, Dalí, Buñuel, Hemingway, Scott Fitzgerald o Stein. La pregunta que aparece varias veces en la película es "en qué época nos hubiera gustado vivir, de haber podido". La verdad es que a mí me habría gustado vivir en todas pues lo que me gusta es vivir y en cualquiera hubiera sido feliz. No obstante, ayer, subido a esa roca a mil y pico metros de altitud, entre la niebla, en medio de un bosque de la era terciaria que a veces se llama de "cuento de hadas", me vinieron a la cabeza los héroes románticos de Wagner, cualquiera de ellos, el holandés errante, Tannhäuser, Lohengrin, Tristán, Sigfrido, Parsifal. Ahora es época del festival del teatro de Bayreuth que le construyó Luis II de Baviera, el rey loco, el primo de Sissi, para representar sus obras. He escrito varios relatos en mi vida sobre la música de Wagner relacionándola con los veranos de mi adolescencia, cuando escuché tanto a Wagner, y que son algunos de los capítulos de mi nuevo libro.
 
Ayer, en el coche, escuché a todo volumen Tanhäusser, esa lucha entre el amor profano y el amor divino que tiene una música celestial, como su obertura:
 
Lo que no sé es si vosotros pensáis que hubiera sido un adecuado héroe romántico.

sábado, 29 de julio de 2023

"Mi poeta madrileño se va a Asturias de veraneo".

A las manos de una profesora de Educación Especial junto al Mar Cantábrico. Mercedes Rodríguez Arias puso el otro día esta foto en las redes sociales. Mercedes está leyendo poco a poco todos mis libros, ahora que se acaba de jubilar y tiene más tiempo libre. Y dijo: "Mirando al mar, con música étnica de fondo, los murmullos de la gente y, aun así, no puedo elevar los ojos de tu lectura. Me encanta esta novela boutique (voy por la pagina 18). Gabriel Relham es tan tú, Atocha, Embassy, Lardhy, son tan Madrid. Deseaba decirte que ya tengo "Poeta en Madrid". Sí, diría a Mercedes, Gabriel Relham es un poco yo, quizá porque una novela de 100 páginas me ha llevado escribirla más de media vida. En "Poeta en Madrid" aparece otro mar, el de Tenerife y la playa de Taganana. Los personajes están en la cafetería Embassy, en el barrio de las embajadas de Madrid. La novela está dividida en capítulos o actos y en escenas, y del mar se habla en el segundo acto. Lo que he pretendido con esta historia es romper los géneros, incluso las diferencias entre la ciencia (con los colores, por ejemplo) y las letras (y la metafísica), todo ello a través del lenguaje.
 
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ESCENA 3ª. Alejandro, en la misma cafetería. 
 
(La luz solo permite distinguir su rostro. Se dirige a Guillermo, quien como Gabriel da la espalda al público. Este permanecerá sentado unos instantes, luego se levantará -será el momento en el que se inicie el juego de los colores- y saldrá del escenario con un sombrero en la mano).
 
Decir que se ha vivido toda la vida en un instante, que Dios existe, y el mundo es su única imagen. La belleza, lo infinitamente perfecto, la cultura, la salud, lo indefinido. Todos los catecismos se funden en uno. Y la palabra endulza los oídos de los vivos y los muertos. Y sus orejas ya sin una gota de sangre. El amor que necesita el hombre para vivir no es más que el castigo a su deseo de divinidad. Y el hombre aprende a amar la Naturaleza. Y Dios sabe que el hombre llega a amarle por encima de todas las religiones sin tener en cuenta el color de la piel o el acento, sin que las fronteras, las distancias, los caminos de polvo o los pantanos supongan obstáculos insalvables. Y conoce que el amor existe, solo tiene que estudiárselo, memorizarlo. Así, el hombre dispuesto a cargar sobre sus espaldas la cruz de la cultura (por ejemplo, una cámara fotográfica), apenas tiene que escuchar el murmullo de la paz, el instante imperturbable de los sueños, la oración de un dulce beso.
 
Amor por encima de todas las cosas. 
 
Amor sin nombre. Inmaculado. Indiscreto ante las murmuraciones, inmarchitable. Amor azul. Verde. Amarillo. Rojo. Anaranjado. Añil. Violeta. Y de nuevo azul.
 
No importa por qué están ahí. ¡Taganana! Perdida en el horizonte. Blanca por dentro y por fuera. Y azul, muy azul el mar de Taganana. La espuma blanca y azul.
 
Bajé del autobús municipal. Había pocas personas sobre la arena de la playa, la soledad perdida entre los acantilados duros, feroces. Y la arena negra. Coloca a una joven que está en los huesos en un extremo. A un ser deforme en el otro. Sitúa a una pareja de enamorados dentro y fuera del agua, amándose vestidos y desnudos, unidos y separados. Tuve envidia de él. Tuve más envidia de ella. Sonreí al monstruo y a la mujer. Tuve envidia del monstruo y de la mujer con todas mis ganas. Mis ojos enfermos, casi ajenos.
 
La fotografía.
 
EL TIEMPO SIN VOZ. 
 
Mis dedos, el botón, el tiempo y el miedo, la envidia y el tiempo y el miedo, la belleza. El mar sonreía y su botón rojo, pequeño, pusilánime. La espuma gris, blanca, negra, la espuma y el miedo. Como colas infinitas de infinitos miembros babeantes. Los amantes besaban la arena con sus nucas, la de él, la de ella, las nucas sin miedo. Por fin el monstruo comenzó a escribir sobre los inmensos pechos de la mujer que caían como chicles sobre la arena de la playa.
 
La fotografía.
 
LA VOZ DEL TIEMPO.
 
Os voy a hablar de otra isla amigos poetas os voy a hablar de otro sueño de ninfas y de sirenas si es que rugen los mares en un nuevo sueño y todo comienza a hacerse inanimado si es que aparece la soledad cruza rocas encrespadas la soledad asalta cárceles pletóricas de inconsciencia y lucha día a día por huir de la isla volcánica día a día de nuestro interior del miedo mi soledad es como todas pero más ciega mi soledad es dulce como los labios del amante frota sin descanso la piedra succionada de la pasión entre sus pechos mi soledad no sabe de diálogos y él me ayuda cada instante para huir con él al disparatado silencio en la distancia de la mar que ya no existe en el oasis perdido entre sus piernas que son leyendas innombrables entre sus dedos suavizados por la espera puedo hablaros de otra isla puedo hablaros de otros sueños de ninfas y de sirenas.
 
Beckett.
 
El monstruo arranca los pechos a la mujer y los lanza al mar, y continúa escribiendo sobre su incompetencia. 
 
Se acercó a mí, besó mis pies y me ofreció la semilla de su vientre. Tomé con mis manos al amante ridículo y arrebaté a las nubes sus caricias. 
 
Me siento sobre una roca, blanca como el mar, como el Paraíso y mientras los perros aman su lascivia y los hombres vierten el vino sobre las mesas, y las piedras aguijonean mis sandalias, y lo banal se tiñe de esperanza, en cualquier pueblo testigo de su sudario, y desbocan mis pasiones entre las notas del último sueño, comprendo que he oxidado el viento y las palmeras y el mundo, para dormir entre los brazos del amor solitario. 
 
Carnaval.
 
Mi único amor. Deletreo. 
 
Papá.
 
Carnaval.
 
Tagana.
 
Molloy.
 
Papá.
 
Molloy y Beckett. 
 
Las palabras como chicles para definir una fotografía".
 
("Poeta en Madrid, 2021, Huso, pp. 35-38).
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La primera tarde que vi Taganana me había subido a una guagua escuchando una cinta de casette de arias de ópera cantadas por Plácido Domingo. Entre ellas estaba este "Torna ai felici dì", de la primera ópera de Puccini que nunca he podido olvidar:
 

viernes, 28 de julio de 2023

"El nadador".

Nunca olvidaré cuando uno de mis profesores de primer curso nos contó que a él le gustaba meterse en el mar con unas cuartillas y ponerse a escribir. Allí, con el vaivén de las olas, pensaba muy bien. Sus palabras se me quedaron grabadas y después lo he practicado yo muchas veces, en las playas de nudistas de Portbou, Villajoyosa, Sitges, Ibiza, Tenerife, Gran Canaria, etc. Y ayer hice lo mismo en esta piscina de mi acantilado sobre el mar. Ahora me tomo un café, observo la foto y "pienso" en Ned Merrill. Es verano y Ned está en casa de unos amigos todavía bajo los efectos de la borrachera del día anterior. Dice a sus amigos que va a volver nadando a su casa que está a varios kilómetros de allí. Aquel valle de Connecticut está lleno de urbanizaciones de clase alta con una piscina. En su casa le esperan su mujer y sus hijas, quizá jugando al tenis. Por el camino, y de piscina en piscina, se cruzará con algunas de las mujeres que formaron parte de su vida, una apasionada adolescente que está a punto ya de dejar de serlo, una ex amante despechada y la sensual esposa de un antiguo amigo. En realidad no estamos en verano ni a Ned le espera nadie en su casa. Esta historia se basa en un cuento de John Cheever que llevaron al cine Frank Perry y Sidney Pollack en una película de 1968 interpretada por Burt Lancaster, y que volví a ver ayer:

www.youtube.com/watch?v=ws75zerRos8

Este es el cuento de Cheever, por si lo queréis leer mis amigos. Es una gran historia con múltiples lecturas, y como relato cumple las máximas de los grandes cuentos, la circularidad, la intensidad y la tensión:

https://www.literatura.us/idiomas/jc_ador.html

 


 

jueves, 27 de julio de 2023

"Plácido o Justo"

 

(Esta es la continuación de un texto de hace unos días).

- Nunca creí que pudieras interesarte en un hombre como yo, un tipo común y corriente.
 
- Ya. ¿Común y corriente? ¿Vos? Pero por favor no me hagas reír".
 
Ahora debería prestar atención a todo lo que ella (Gabriela Vargas) dice de él (Plácido Salvatierra) en la página 100, dije el otro día.
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- Te encantará lo que ella dice de él en la página 100, ya verás, me contestó la autora del libro, Marta Muñiz, en esta red social ante el post que publiqué sobre su novela. Hermoso San Telmo, la Plaza Dorrego y pura belleza el tango como banda sonora de ese amor, añadió. Gracias por alegrarme el desayuno, nos vemos en Madrid el 3 de octubre.
 
Estas son las cosas divertidas y muy interesantes de la literatura. La escritora se inspira en mí para el protagonista de su novela, y yo lo cuento en un post y ella me contesta. De esta manera se mezclan a la perfección la realidad y la ficción. Luego me hice esta foto junto al mar, que podría ser el de Oporto o la desembocadura del Tajo en Lisboa, que es donde viaja Plácido en busca de Gabriela después de haberla perdido, tras pasar por Roma. Marta vendrá a la tertulia de Casa Manolo cuando empiece el nuevo curso, en Argüelles, al lado de la Moncloa. Lo hará desde León, donde vive; ella es de Asturias. Pero ahora, en este bonito mes de julio que está a punto de terminar, desde mi acantilado sobre el océano, leo lo que piensa Gabriela de Plácido:
 
"- Ya. ¿Común y corriente? ¿Vos? Pero por favor... no me hagás reír..., sigue diciendo Gabriela Vargas a Plácido Salvatierra en "Tú, yo, la lluvia", la novela de Marta. Vos con tus ojos grises, así como de gato nocturno a ras de luna, el cabello cano tan colocadito que apetece nomás revolverlo como un merengue; vos con esa voz grave como un muelle callado, con tu altura de gabardina inglesa reflejada en la ruta de lo charcos. Vos con tu piel de lluvia, templada y agridulce, con la melancolía en la yema de los dedos. Vos y esa imaginación arrolladora de niño efervescente que pinta caracolas. Vos sos el caballero que desnuda solo al cerrar los ojos, pero respeta al terminar el tango. Vos que querés ser en mi tobillo el final de un verso que no cesa. Vos estás desde siempre en mis laberintos. Y vos lo sabés. Ya no más este jueguito absurdo del "te quiero, me quieres siempre ardida...", ya no son horas para devanar madejas, ni podemos burlar las margaritas. Yo sé que voy a amarte a vos, porque te amo ya, desde aquel primer instante en que fuiste mío más allá del olvido".
 
Y hablando de "olvido", el capítulo 12 se titula "Oblivion". Por cierto, yo me llamo Justo y no Plácido. El protagonista de Marta es más seductor que yo. Todas las mujeres que conoce (en los bares, los aviones y las fiestas) se enamoran de él.
 
¿Bailamos mirando el mar?
 

miércoles, 26 de julio de 2023

"Esta mañana no me he maquillado".

Me he levantado así, y tampoco me he quitado las arrugas que ya me van saliendo. Después de desayunar me he ido a un lugar lleno de palmeras y plantas tropicales y muy curiosas porque tenía una reunión de mi Facultad, a través de Zoom, con nuestra encantadora decana, aunque yo estuviera a miles de kilómetros de distancia. Me he sacado a mí mismo esta foto demasiado cerca por Zoom, si es que se puede llamar de esa forma. Así que si alguien está mirando este post tendría que decirle " no me mires, no me mires, déjalo ya, que no me gusta el maquillaje", como a Ana Torroja:

En cierto momento se me acercó una chica y me dijo que si yo era uno de los tipos que sale en la televisión en el programa de "Gott Talens". Nada más escucharla me encogí de hombros y pensé si era un culebrón o "La isla de las tentaciones" (unas alumnas me dijeron el año pasado que les gustaba, aunque yo continúo sin saber a qué se refieren unas y otras). Sonreí, como hago siempre. Le dije que no sabía de qué me hablaba y seguí con mi reunión. Para ser sincero a lo largo de mi vida solo me he maquillado a veces los ojos. También he ido desde jovencito a que me hicieran la manicura y a que me limpiaran el cutis.
 
Eso sí, lo que más me gusta es que me cortes las uñas de los pies.
 

 

martes, 25 de julio de 2023

"Mi próximo libro estará muy pronto en las librerías".

Y resume parte de mi vida.

"Es un libro que habla de todas esas cosas que, aparentemente, no interesan a nadie en estos tiempos, de literatura, cine, arte, música, pero que en el fondo nos encanta leer a todos".
 
Me dijo la semana pasada desde Lleida, por teléfono, Jordi Casals, el corrector de la editorial. El libro será publicado por la Universitat de Lleida y Pagès Editors, en la colección de literatura llamada "El Fil d’ Ariadna" dirigida por la catedrática Àngels Santa, la principal causante del mismo. Casals y yo hemos mantenido conversaciones muy interesantes mientras corregíamos las galeradas hablando de literatura.
 
Otro día compartiré la contraportada escrita por los editores, ya que han dado de lleno en el sentido del libro, llamándolo un "ensayo posmoderno" a partir de capítulos cortos como los posts de las redes sociales. Ahora me tomo el primer café del día y vuelvo a ver una escena de la película de la que está sacada la portada y con la que se inicia esta historia de más de 300 páginas. Después de todo la vida es como caminar por el filo de una navaja en busca de la eternidad:
 

lunes, 24 de julio de 2023

"Todo hombre que sabe querer".

Ayer los dos jóvenes de la foto cantaban apasionadamente, junto al mar, aquello de que solo se odia de verdad lo que se ha querido. Yo me tomaba una infusión mientras leía un libro del que hablaré otro día. En cierto momento levanté la vista del libro y me puse a pensar en esta canción, a la vez que la gente no dejaba de pasar sonriente entre el mar y yo. ¿Cuántas mujeres me habrán odiado a lo largo de mi vida?, me dije a la vez que dos señores mayores hablaban en la mesa de al lado de Kierkegaard y de su idea de la culpa. Uno debía de tener unos 60 años, con el pelo largo y rizado y algunas canas. El otro parecía algo mayor y casi no hablaba; se limitaba a escuchar y a asentir de vez en cuando con la cabeza. Sorprendido, estuve a punto de meterme en su conversación, pero en ese momento los músicos se pusieron a cantar una canción de Roberto Carlos que le gustaba mucho a ella cuando la conocí:
 
Siempre me ha gustado más hacer el amor que leer a Kierkegaard, y verla dormir.
 

 

 

domingo, 23 de julio de 2023

"Ser progresista y ser libre".

Hace diez años, exactamente, mi hijo me preguntó qué significaba ser progresista; me había escuchado hablar de ello varias veces en casa, y deseaba que se lo explicara. Le respondí que no era fácil resumirlo en pocas palabras, pero en cualquier caso ser progresista significaba defender una serie de ideas y valores, y la clave estaba en la evolución que había vivido Occidente en los últimos siglos. Le dije que el siglo XVIII supuso la búsqueda de la justicia equitativa y la libertad de expresión (religiosa y de pensamiento). La idea de ciudadanía civil se plasmó al amparo de los Derechos del Hombre y de las revoluciones de Estados Unidos y Francia, lo que dio lugar al logro de los derechos sobre la libertad individual, es decir, libertad personal, expresión, creencias, pensamiento, propiedad y justicia. En Europa se terminó aceptando la laicización de la sociedad, y las referencias a lo divino fueron superadas. Le dije también que el XIX fue el siglo del derecho de los ciudadanos a formar parte activa en el ejercicio del poder político. La ciudadanía política se refiere a los derechos que permiten la participación en este poder: la libertad de prensa, de reunión, de elegir y ser elegido, de constitución de los partidos políticos y de los sindicatos. El siglo XX fue testigo de la forma en que el derecho de los ciudadanos pudo concretarse en los campos social y económico, con la cobertura de unas condiciones mínimas de educación, salud y nivel de vida. La ciudadanía social abarca los derechos y los deberes civiles relativos al bienestar del ciudadano, en el terreno económico (con los derechos al trabajo, la percepción de un salario mínimo, el subsidio familiar y la igualdad de oportunidades), y en el terreno de la seguridad (derechos a la salud, pensión y protección contra los riesgos laborales). Mi hijo no comprendió del todo algunas de estas expresiones, y me comentó que se iba a hacer los deberes de tecnología, que en su Instituto le ponían a través de Internet, pero mientras abría el ordenador me preguntó si la crisis económica podía terminar con algunas de esas cosas que le había contado.

Lo que no le dije es que ser progresista es ser profundamente, no superficialmente, crítico con el poder establecido, instituido o no, manifiesto, solapado u oculto.
 
Por cierto, todo esto no me lo he inventado yo, podemos leer a Diderot, Rousseau, Marshall, Todorov, Pavel, etcétera. No dije nada de esto a mi hijo, y le dejé que hiciera sus deberes. La foto es de su mano hace un par de semanas en el Retiro (se la sacó su amigo Álex), dando de comer a un pájaro carbonero, que canta así:
 
Por lo visto este pájaro es extremadamente seductor.
 

 

"Paseando por la playa de la Serena".

Se me acercó Cortázar y me dijo que no le gustaban los horarios, ni en la vida ni en la literatura. Sus cuentos ya estaban escritos antes de ser escritos. Eran fruto de los sueños, imágenes que le asaltaban en los lugares más insospechados, el Metro o un teatro, el autobús o paseando por la calle. Cualquiera de ellos podía haberlo iniciado en Londres, seguido en París y terminado en Madrid. Solo había que ponerse a escribir, y eso era lo más sencillo. El final de "Rayuela" fue así, se olvidó del tiempo y únicamente se dedicó a escribirlo. Su mujer le llevaba una taza de sopa o lo que fuera y él seguía en otro mundo, escribiendo durante varias semanas sin parar. Luego podía estarse dos años sin escribir nada.
 
Yo le dije que a mí me ocurría lo mismo.
 
Siempre seré un aficionado, me dijo a continuación, nunca me he considerado un escritor profesional. Escribo porque me gusta, porque me lo dictan la fantasía y la imaginación y porque escribir, después, es muy fácil, solo hay que saber escribir.
 
¿Y por qué terminaste escribiendo de política después de haber escrito una de las novelas de mi vida?, le pregunté. 
 
Me miró, sonrió y siguió su camino. Las olas iban y venían y sonaba Piazzola:
 

viernes, 21 de julio de 2023

"En San Telmo".

"Aquel fuego moroso e imprevisto me tomó por sorpresa. Aquella mezcla extraña de placer y dolor, de entrega irracional, animal, irreversible, nunca había llegado a vivirla ni a soñarla siquiera en toda mi suculenta trayectoria hasta someterme a Gabriela. Ella me tomaba y me rendía a su misericordia. Nos besamos mordiéndonos los labios por penúltima vez. Acaricié su cara. Sonrió. Devolvimos cada prenda de nuestro atuendo a su sitio y salimos de aquel enjambre de malicias y rosas. Entramos al Café del árbol "(Marta Muñiz Rueda, "Tú, yo, la lluvia", p. 98).
 
Miro el Café del árbol, observo la fotografía de la plaza Dorrego, en San Telmo. Los cafés son la pulsión de la alegría. Buenos Aires cena a ritmo de tango. Gabriela y Plácido bailan quizá con la voz de Julio Iglesias:
 
"- Tomemos spagueti, los cocinan deliciosos acá. 
 
Me costaba controlarme. Cuando llegó la pasta no tenía claro si despertaban más ganas en mí los spagueti o los pechos de ella respirando tentadores bajo una gasa oscura, pero suficientemente transparente a los ojos de un hombre insobornable si de hablar de amor se trata. Y digo amor porque lo era, lo es, lo será siempre.
 
- Plácido, ¿qué te ocurre? Te ves pálido, asustado. ¿Soy demasiado vehemente para vos?
 
- Eres perfecta para mí. No te desearía de otro modo. Me preocupa no ser el hombre que tú esperas. ¿Por qué será que cuando amamos de verdad nos creemos eternos? ¿O lo eterno es este amor que atesoramos?
 
- ¡Qué intenso te ponés! ¡Sos bárbaro! Un hipocodríaco existencialista en toda regla. Yo decidiré qué tipo me conviene, vos no tenés que preocuparte por eso. Y sí, el amor es eterno, nosotros efímeros. Pensé que lo sabías. Resulta inevitable. Obvio.
 
- Ahora soy yo quien te ha asustado, creo. ¿Soy uno más en la lista para ti? (...)
 
La lluvia seguía golpeando con fuerza los cristales, los arañaba con su silente estruendo delicado. Entonces comprendí que, si quería a Gabriela, si la amaba tenía que confiar en ella y jugar su juego. Llegó la pasta. También el "chianti". Y comenzó nuestra historia de rama y árbol en un brindis brillante que estalló en el aire como una pértiga.
- Sin embargo, yo nunca creí que pudieras interesarte en un hombre como yo, un tipo común y corriente.
- Ya. ¿Común y corriente? ¿Vos? Pero por favor... no me hagas reír..."
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Me tomo una copa de "chianti" y paseo por San Telmo. Teniendo en cuenta que, según su autora, Plácido, el protagonista de su novela, está inspirado en mí y Gabriela en Gabriela, ahora debería prestar atención a todo lo que ella dice de él en la página 100, pero me tengo que tomar un café, así que ya lo contaré otro día.
 

 

jueves, 20 de julio de 2023

"Sobre el mar de plata".

"Que nadie pueda olvidar lo hermoso que sería si, para cada mar que nos espera, hubiera un río para nosotros. Y alguien, un padre, un amor, alguien capaz de cogernos de la mano y de encontrar ese río, de imaginarlo, inventarlo y de depositarnos sobre su corriente", decía Baricco en "Seda". 
 
A la vez que aparece el mar de plata me adentro en el último libro de relatos de la arquitecta y escritora Cristina García-Rosales, "Vivo en un árbol y tengo los ojos amarillos" (2023). Cristina dejó Madrid y se fue a vivir a El Escorial para recuperarse de la Covid, ya que la afectó duramente, y allí se ha quedado, aunque no deja de hablar de Madrid en sus textos. En ese lugar se dejó mecer por la historia y el Monasterio, esa octava maravilla, y surgió una historia de amor entre ella y Felipe II. El avión continuaba su camino, pero no "estaba aterrizando en un Escorial lleno de niebla. De niebla viscosa que se pegaba a mis gafas" (69). A medida que pasaba las páginas volvía a encontrarme con la escritora de su anterior libro de relatos, "Ya no hay hombres que maten dragones", con la misma rebeldía, unos deseos de auto afirmación, de hallar un espacio que no distingue de géneros. Y he observado abundancia de símbolos que se concretan a través de las imágenes contundentes y decididas. Cristina es una profesional de la arquitecta, con su propio estudio, presidenta de la asociación "La mujer construye" (desde el 1997), y fue comisaria y diseñadora de exposiciones como "Un viaje imaginario a través de la poesía de los espacios construidos", en el 2002, que estuvo en Madrid, Sevilla, Beirut, Roma, Utrecht, París o Bolonia. En la Expo de Sevilla en 1992 diseñó el Pabellón de la India en colaboración con el arquitecto y escultor Julio Pellicer. Y también ha dirigido cursos en Carrara, Beirut y otros lugares. Lo que no sé es si al final le gustaría convertirse en uno de los cronopios de Cortázar, los globos verdes que nacieron en su mente en un concierto de Louis Armstrong, algo que me recuerda su relato "Instrucciones breves para dar cuerda al corazón". Desde luego que Cristina también me parece una criatura idealista, sensible e ingenua, como aquellos cronopios.
 
El avión llegó a su destino y sabía que me esperaban Armstrong y Cortázar:
 

lunes, 17 de julio de 2023

"Amor líquido, sólido discurso", por Javier del Prado.

 


 
 
Cabe suponer que, en mi cabeza, el primer adjetivo se corresponde con la presencia del amor en las novelas de Justo Sotelo y el segundo con el conjunto discursivo del libro de Patrick Toumba Haman, que vamos a leer. 
 
Pero esto no me corresponde a mí demostrarlo, sino al lector que se va a enfrentar con un libro que empieza hablando del “amor líquido” propio de la postmodernidad o de la postcontemporaneidad y termina haciéndolo del “amor sólido”, no solo del sentimental sino del amor universal hacia todo lo que suponga belleza y creatividad.
 
Tengo que decir que este oscurecimiento me alegra profundamente a la hora de crear universos de ficción con la ayuda de algunas invenciones técnicas y el apoyo del psicoanálisis. Y, por etimología, todo universo de ficción es un mundo paralelo.
 
La ficción, esa necesidad del ser humano, tan natural como el pensamiento y la simbolización. Paralelo, todo aquello que el hombre inventa en su mente; es decir, paralelo a la realidad abolida, en lenguaje, por esa misma invención, aunque esa invención tenga una voluntad referencial (ideológica, habitualmente) respecto del mundo real o contextual en el que y del que nace el llamado mundo paralelo. Y esa voluntad referencial, el análisis de Patrick Toumba Haman la pone de manera muy precisa en evidencia en las novelas de Justo Sotelo. Pero luego hablaré de este aspecto de su trabajo.
 

Según voy escribiendo estas primeras líneas me entran unas ganas locas de aliarme con el autor del libro y ponerme a analizar, de su mano, todos los espacios sociales en los que se asientan las circunstancias narrativas por las que trascurren los personajes de las novelas de Justo Sotelo, con sus hipotéticas e hipotecadas vidas, sus sueños, sus deseos, sus actos y sus fracasos.
 
Justo Sotelo, Patrick Toumba Haman, Javier del Prado.
 
A Patrick llegué gracias a un artículo suyo que publicamos en la
revista Barcarola a petición de Justo Sotelo, y no es el primer camerunés que conozco en el mundo de las letras. A un compatriota suyo, Wilfrid Miampika, le dediqué en 1988 mi larga Elegía por la muerte de Julienne Danielle, nigeriana muerta al cruzar ‘ilegalmente’ la frontera española. Aunque este poema río solo ha sido publicado recientemente, Wilfrid lo escenificó a ritmo de bastón y tantán en mi Facultad cuando estaba recién escrito. Hoy este amigo africano trabaja en Alcalá de Henares como profesor de literatura francófona; y en mi mente, desde la distancia, da la mano a Patrick Toumba Haman. Patrick sigue en Camerún, como hispanista. Es un placer poder ver qué bien trabajan estos profesores aspectos y técnicas de nuestro viejo
mundo, conservando al mismo tiempo la esencia de su cultura. Y
es una satisfacción ver cómo su presencia y su pensamiento van influyendo en nosotros, abriendo en los que los leemos caras desconocidas y profundas del Otro. Por ello, es un placer para mí escribir lo que estoy escribiendo, como antaño traduje y analicé la poesía de Leopold Sedar Senghor y de algunos poetas centroafricanos más.
 
Tanto en Wilfrid como en Patrick se nota, curiosamente, por debajo de la influencia general occidental, una formación francesa, tanto en su escritura académica como en su visión conceptual del mundo literario.
 
No lo digo en este caso solo porque el libro sobre la obra de Justo Sotelo sea de una claridad meridiana, propia de facultad francesa de letras, en su planteamiento general; lo digo porque subyace en él un espíritu analítico propio de la escuela temática francoginebrina. Y en el libro, además de Genette, aparece J.P. Richard con su noción simbólica del tema, Michel Collot, su discípulo predilecto, con las derivas estructurales del tematismo propio del maestro y el R. Barthes postrero que, alejado del semiotismo radical, también se acerca al análisis simbólico de los textos, como expresión directa de la pulsión existencial del autor. Y, con cierta sorpresa, hasta nos encontramos con la última J. Kristeva allegada al tematismo simbólico desde su condición de psicoanalista.
 
Volviendo sobre la pureza metodológica del libro, este empieza
por un acercamiento al problema del “amor líquido” que, para mí,
cristaliza en esta frase señera del trabajo que presento: “y así el amor líquido (o la sexualidad líquida) no deja de ser una curiosa metáfora de muchas otras cuestiones” (2022: 46); con lo cual, a un crítico como yo poco dado a la anecdótica de los textos y mucho a su ideología y a su simbología, son las “otras cuestiones” las que empiezan a interesarme.
 
A esta introducción le sigue un análisis cronológico de seis novelas, con el fin de resumirlas y presentarlas al lector tanto en su contenido evenemencial, relativo a lo que acontece o adviene, como en el abanico de situaciones amorosas que nos muestra (e insisto en situaciones), pero al mismo tiempo con el fin, más amplio, de mostrar la evolución del conjunto de la obra del autor analizado. Y, de este modo, el lector del libro puede elaborar un recuento de los grandes temas de las novelas de Justo Sotelo:
 
• una narración líquida que sirve de marco textual a la relaciones
líquidas de los personajes, siendo el amor líquido
 
• la dominante amatoria de sus preocupaciones, en un contexto
intelectual,
 
• el contexto histórico en el que dominan las presencias y alusiones de la Guerra Civil española y de sus consecuencias sociales, en una sociedad desestructurada, sacudida por ciertos acontecimientos de violencia institucional;
 
• la presencia dominante de unos personajes que pertenecen al
mundo intelectual, salvo en escasas ocasiones, degradado, con un predominio de lo ciudadano (incluso en el mundo del trabajador), respecto del campesino; a este respecto es preciso observar cómo se pone de relieve la continua mezcla de personajes de ficción con personajes que, a través de sus nombres, nos remiten al mundo real, cercano al narrador, con lo que la novela nos está planteando con gran frecuencia, dice el crítico, el tema de
 
• la novela como autoficción —problema éste que Patrick Toumba Haman pone de relieve, pero que evita tratar en profundidad;
 
• el triunfo del "amor sólido" como una forma de asumir la evolución natural de la sociedad y los individuos,
 
• el privilegio espacial de dos ciudades, París y Madrid.
 
• el permanente metadiscurso, no solo con la aparición de nombres propios de la literatura y del arte, sino con reflexiones acerca de los distintos niveles de la escritura.
 
El crítico pone así de manifiesto el problema al que antes aludía,
la continua referencialidad histórica y espacial y el compromiso sociopolítico siempre presente en las novelas de Justo Sotelo; compromiso que queda muy bien sintetizado en esta frase que nos encontramos en el análisis de La paz de febrero; la novela es “la afirmación del ser ante la adversidad individual y ante la violencia como sistema impuesto al íntimo trascurrir” (2022: 69). Y yo me pregunto, ¿la violencia como sistema o el sistema como violencia? Extraordinario columpio que se balancea en ambas direcciones.
 
Un capítulo final, de síntesis, cierra el estudio. Capítulo en el
que se pretende aprehender el alcance social e individual (en la extensión completa de este término) de lo que se condensa o esconde bajo esa metáfora lanzada al mercado por Bauman: la liquidez del ser, aquí en su expresión más dual (biológica y emocional), la sexualidad; expresión precisada por otros pensadores con calificativos que nos dan ya las pautas de la posible síntesis ideológica y simbólica del estudio.
 
¿A qué obedece la aparición dominante de esa liquidez amorosa
en nuestro tiempo? ¿Al requerimiento de los deseos materiales y eróticos”? se pregunta Lipovetsky; ¿a “los goces improductivos” de cierta sexualidad?, ¿a que cuando la calidad no nos da sostén [existencial] tendemos a buscar remedio en la cantidad?, se pregunta el mismo Bauman; ¿al aislamiento del goce?, sugiere Miller; ¿a que “el sexo es una defensa contra la muerte, una manera de prolongar la vida?, como leemos en Las mentiras inexactas?
 
En este corpus analítico se va dibujando el espacio semántico
(racional y simbólico) que cubre la expresión amor líquido y los laberintos y fallas que esconde o metaforiza de la realidad amorosa de nuestro tiempo. El estudio de Toumba Haman podía haber desarrollado algo más este aspecto, para el placer del lector, poniendo en obra la propuesta de R. Barthes que recibimos vía Michel Collot. Lo cito en francés, pues en francés viene en el texto que leemos:
 
le thème [en el sentido richardiano] supporte tout un système de
valeurs; aucun thème n’est neutre, et toute la substance du monde se divise en états bénéfiques et en états maléfiques [… le thème] il s’associe à d’autres thèmes pour constituer un réseau organisé d’obsessions, un réseau de thèmes qui nouent entre eux des rapports de dépendance et de réduction.
 
El autor ya le ofrece al lector los puntos álgidos en torno a los cuales se hubiera podido tejer para apresar, mejor, para aprehender, ese yo que crea y se crea en el texto; ese otro yo al que alude Proust como creador de y creado por las obras que leemos.
 
Sin embargo, Justo Sotelo es un escritor muy inteligente, y también lo es su ensayista, por lo que al final el amor líquido se convierte en sólido a través de la educación, la cultura, el arte, la literatura y el propio amor en sí mismo, con mayúsculas.
 
Y se cierra nuestro viaje literario, el de Patrick Toumba a través de los textos de Justo Sotelo y el de todos los lectores, con su semántica textual, su simbología arquetípica y su referencialidad material, social e histórica.
 
                              JAVIER DEL PRADO BIEZMA
               Profesor Emérito de la Universidad Complutense