domingo, 30 de junio de 2024

"Como si yo fuera un actor de cine, y la cantautora Elisa Serna".

 

Esta mañana iba paseando tranquilo por la calle, se me acercaron dos señoras y me preguntaron si podían sacarse una foto conmigo; era el 80 cumpleaños de una de ellas y lo querían celebrar. Tenían cara de buenas personas y me gustó su sonrisa, así que hice varias selfies, y me quedé una. Tras las fotos me besaron y me dieron las bendiciones (esta es una costumbre que me encanta, y también me las han dado dos alumnas de este año en las notas que escriben los alumnos en las encuestas sobre los profesores). Las señoras se alejaron tan contentas. Entonces miré alrededor y vi un cartel en homenaje a la cantautora Elisa Serna que había nacido en el barrio de Pacífico en 1943 y fallecido en 2018 durante un concierto en Collado Villalba. Recordé entonces que mi padre me había hablado de ella en su día. Como me gustan estas casualidades, busqué alguna canción de Serna en Youtube:
 
Elisa Serna comenzó su carrera en el colectivo "canción del pueblo" con Hilario Camacho, entre otros. En 1970, por su amistad con "Las madres del cordero" se incorporó al grupo de teatro independiente Tábano, con ocasión de las representaciones de Castañuela 70 en la Comedia.​ Ese mismo año se instaló en París y recibió influencias de la música folklórica de ámbitos tan dispares como el Magreb, Turquía o la India. Su primer LP, "Quejido", se editó en 1972, con producción de Paco Ibáñez, que la había conocido oyéndola cantar en el café parisino "La contrescarpe". De regreso a España en 1974 fue detenida por subversión​ y a su salida de prisión se encontró con la prohibición de ofrecer conciertos y recitales, y sufrió multas por actuar sin permiso. Pionera de la canción militante en castellano, euskera y catalán, unía a su estilo poético el compromiso ideológico de izquierdas. Fue militante del Partido Comunista. En 1975 publicó "Brasa viva", quizá su disco más personal:
 
Me gusta que las señoras me paren por la calle y se hagan fotos conmigo, y sobre todo me gusta aprender.

 

"Everybody comes to Rick's".


 
Y Pacino ha llegado desde Canarias de manos de la última prima de los Panero, Charo Alonso Panero, que elaboró un pequeño video como homenaje a mi libro. Charo me envió varios audios por Wasap y ahora, mientras me tomo el primer café de un bonito domingo de verano, voy a rescatar con su permiso un par de frases. Charo está un poco delicada y no puede salir mucho de casa; cada mañana lo primero que hace es buscar mi muro de Facebook, leerme, leer los comentarios que se escriben en cada post y ampliar su círculo de amistades. Y me comentó que esto mismo le ocurría al arquitecto y escritor José Félix Sáenz-Marrero, que nos ha dejado hace poco. Como José Félix me dijo una vez frente a un café en su "despacho al aire libre", una terracita en el parque García Sanabria, algo así como el Retiro de Santa Cruz de Tenerife, "Justo, eres como Rick", el protagonista de "Casablanca". Todos iban a su café, como todos vienen a tu muro, a tus libros y a tus tertulias literarias, donde me siento tan feliz". Él formaba parte de nuestra tertulia on line, como los demás amigos de la presencial (he puesto la fotografía clásica de "Casablanca", de la última tertulia que hicimos en el Café Gijón, en la que Almudena Mestre volvió a hablarnos de su ensayo sobre mi obra literaria, y otra foto de Casa Manolo, cuando presenté en octubre pasado mi Pacino). Y en ambas brindamos con champán, como Dios manda. Por otra parte, Charo ha seleccionado fotos mías en Oviedo, Madrid y Tenerife, en mi playa de Taganana, uno de mis paraísos que incluí en "Poeta en Madrid".
 
¿Nos vamos a Casablanca? Gracias a la literatura y la música todo es posible:
 
Uno de los secretos de la inmortalidad de "Casablanca" es su ritmo, el de la pasión, ya que fue rodada a 24 imágenes por segundo, la velocidad de los latidos del corazón, algo que nunca se había hecho en el cine. Como dijo Billy Wilder, tal vez no sea la mejor película de la historia, pero es la que más amamos, como también sabía Woody Allen cuando escribió "Tócala otra vez, Sam", una obra de teatro que luego fue película (en España se llamó "Sueños de seductor") y que ha marcado todo su cine. Y ahí sigue para los que amamos el cine, incluso por encima de "Eva al desnudo" o "El Padrino". Su final en el aeropuerto salvó el amor, el mejor amor, el amor con vocación de eternidad, para siempre.
 
¿Y qué sentido tiene venir a este mundo si no es para vivir un amor para toda la eternidad?
 

 

sábado, 29 de junio de 2024

"En busca del lenguaje (del amor) en el siglo XXI".


 
Ayer por la tarde me metí en la heladería Kalua que está en la calle Fuencarral, en la zona de Bilbao. Mientras me tomaba una horchata, abrí Facebook y me encontré con un post del artista vasco Bernat Vidal, que trabaja en Arbaso Euskal Herriko Artisautza, ilustrado con la foto de la playa: 
 
"A MODO DE EPÍLOGO es el título del microrrelato que cierra el libro de Justo Sotelo "Cuentos de los viernes". Os lo dejo a continuación porque me ha evocado una fotografía que tomé el verano pasado.
 
"Se durmieron mirando el mar, y al despertar no encontraron sus cuerpos. Eran solo espacio".
 
Titulo: Cuentos de los viernes.
Autor: Justo Sotelo.
Editorial: Bartleby Editores.
Fotografía: ©Bernat Vidal".
 
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En este libro de cuentos que publiqué en 2015 intenté manifestar mi visión de la literatura posmoderna e incluso poscontemporánea, a partir de la "espacialización del tiempo". Quería escribir sobre cómo un hombre y una mujer desnudos física y psicológicamente podrían encontrarse, hacia dónde irían y en qué se convertirían. El libro lo estructuré en tres partes (para mí, una de las cosas esenciales en cualquier obra es su estructura). La primera representa el amor real, que incluye la sexualidad. Un cuento de Borges señala el inicio de la segunda parte, donde los personajes -él y ella- se van convirtiendo el literatura. Y una vez que se transforman en ficción, lo real y lo literario se funde, el tiempo desaparece y se llega al final del libro (ese que cita Bernat Vidal), donde el amor se consolida gracias al lenguaje y el lenguaje adquiere sentido gracias al amor.
 
Terminé de beberme la horchata que hacen muy bien en ese sitio, y recordé que algunos de los relatos de este libro se han compartido en bastantes ocasiones. Hoy no es viernes, pero podríamos irnos a París a desayunar un "café au lait" con un cruasán de los que solo saben hacer en París, con mantequilla y mermelada de melocotón y un zumo de naranja recién exprimido, a la vez que nos cogemos de la mano y nos miramos a los ojos y hablamos de literatura y de amor. Mientras esperamos en Barajas para subir a ese avión de Air Europa podríamos escuchar la voz de Gabriela Juárez (una joven mexicana a la que le gusta recitar y compartir sus lecturas) leyendo "Desayuno en París" en su espacio de literatura:
 
La segunda foto es la portada de la alicantina Gabriela Amorós, y la tercera de la presentación del libro en Madrid, con el catedrático de la Universidad Autónoma Tomás Albaladejo, una de las autoridades de teoría de la literatura, discípulo de mi maestro en crítica literaria García Berrio y padre de dos de mis ex alumnas. 
 
Y esta es la canción de los viejos amantes de los que hablo en el cuento:
 

viernes, 28 de junio de 2024

"Ayer por la tarde me fui a bailar con Alicia Alonso al Retiro".


 
Toda idea tiene que ser bailada, dijeron Nietzsche y Lezama Lima, e incluso podrán bailarse el silencio y la música de las estrellas. Todo lleva música en mi vida, y si me amiga y editora Mayda Bustamante (Huso) me invita a que me acerque a la biblioteca del Retiro para la presentación de la 3ª edición del volumen "La danza en la órbita de Orígenes" en su sello de Cumbres, lo hago con sumo placer. Y me pide también que nos hagamos una foto y después me presenta al doctor Pedro Simón, que ha hecho la antología del libro, y que es el viudo de la inmortal bailarina cubana Alicia Alonso y luego aparece la escritora Mercedes de Vega, que fue tertuliana y hacía años que no veía (se la ve un instante en el pequeño video que saqué). Y leo que "Orígenes" fue una revista literaria cubana fundada por José Lezama Lima y José Rodríguez Feo, la más importante de su época en Cuba.​ Con una frecuencia trimestral, publicó cuarenta números entre los años 1944 y 1956. Además de Lezama escribieron Gastón Baquero, Eliseo Diego, Fina García Marruz o Virgilio Piñera, y entre los extranjeros Juan Ramón, Paul Valéry, Vicente Aleixandre, Albert Camus, Luis Cernuda, Paul Claudel, Macedonio Fernández, Paul Éluard, Gabriela Mistral, Juan Liscano, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Wallace Stevens o Theodore Spencer. Lo que ha hecho el profesor de Filosofía Pedro Simón es seleccionar artículos que hablaran de la danza y Alicia Alonso.
 
Yo podría haber sido Jorge Esquivel en 1977 y tener en mis brazos a una de las grandes bailarinas de la historia:
 
Este "pas de deux" se estrenó en el Gran Teatro de La Habana con coreografía de Alberto Méndez, se basa en un poema de la citada Fina García Marruz y lleva música de Scriabin. Este es el fragmento del poema en que se inspira:
 
"...Lejana es tu presencia como el cuerpo de la nieve.
He aquí que estás entre mis dedos prestándoles una suerte
de atenta delicadeza,
he aquí que te toco y siento esa velada distancia que no
podremos nunca atravesar
y en la que toda angustia se ha sosegado en una forma tan / sencilla,
he aquí que estás frente a mis ojos y, sin embargo, tan
misteriosamente fuera de la vida.
Ah, explica a qué has venido a tornarte mortal en lo fugaz
mansión de esa mirada mendicante,
breve es mi vida, extraña, extraña flor, breve es mi vida
junto a tu forma que solo solicita una hora necesaria,
que solo habita el espacio que puede llevar de gloria real
y de sentido..."
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Atardece en el Retiro y yo tengo en mis brazos a Alicia Alonso.
 




 

jueves, 27 de junio de 2024

"Y Pacino llegó a Palma de Mallorca".


 
"Te doy las gracias por haberme inmortalizado en tu libro. Acabo de comprarlo. Amazon me lo ha traído esta mañana. Estar a tu lado y leerte es una fiesta. Eres como una enciclopedia del saber. Cuando de repente te ves dentro de una de tus historias, únicamente puedo felicitarte por ser como eres, amigo de tus amigos, claro, cristalino, siempre explorando y aprendiendo. Amas la vida y todo lo que te rodea, cine, música... Es un honor, para mí, formar parte de tu mundo".
 
La mallorquina Elena Gayan me escribió estas palabras el domingo pasado. Tras leerlas busqué el relato que menciona:
 
"Un sorbete de mandarina y champán".
 
"Ayer me sometí al juicio sumarísimo de tres psicólogas, y eso que faltaba la cuarta. Quedamos a almorzar en la terraza del Café de Oriente, al lado del Teatro Real, donde están poniendo Tosca de Puccini. Aunque nos faltaba la extremeña María Rodriguez Velasco, me reuní con la mallorquina María Elena Gayán (que hizo la reserva y venía de Marbella camino de su casa), la onubense Silvia Ramos y la madrileña Almudena Mestre. El mes de enero las cuatro prepararon una tertulia en línea del Café Gijón donde relacionaron la psicología con la creación literaria, y ayer me psicoanalizaron entre copas de vino blanco. Freud, Jung y Lacan salieron a relucir en esta conversación, así como todas mis represiones, mi papel como típico hombre “castrado”, el histerismo de todo seductor y el papel que ocupa el “ello” en mi vida. Por supuesto, todo esto desde un punto de vista científico. En particular me interesó mucho el concepto de Jacques Lacan “sujeto supuesto saber” que utilizó Elena y después me explicó Silvia en el taxi camino de casa. Es como define Lacan al psicoanalista ya que el paciente le supone un saber sobre sí mismo. En realidad el paciente fantasea que el psicoanalista lo sabe todo de él, cuando es más bien al contrario. Es el paciente quien tiene el saber sobre sí mismo y el psicoanalista tan solo el medio que facilita que la persona llegue a ese saber. Después de levantarme del cómodo y metafórico diván, no tuve más remedio que acabar con un sorbete helado de mandarina y champán. Hablamos de muchas cosas, y en cierto momento Elena leyó un poema que cantaba Georges Brassens, “Les passantes” o “Las transeúntes” (dedicado a las mujeres que hemos amado). Es de 1911 y fue publicado en 1918 por el poeta francés Antoine Pol en Émotions poétiques. Brassens lo popularizó tras descubrirlo en 1942 en una librería de segunda mano.
 
Y yo me terminé el sorbete".
 
("Un sorbete de mandarina y champán", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", Pagès Editors y Universitat de Lleida, 2023, p. 27).
 
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La canción de este jueves, con mi primer café, solo puede ser de Brassens, un tipo que se parecía a mi padre:
 

miércoles, 26 de junio de 2024

"¿Cuál es el sueño de cualquier escritor?"


 
 
No es ganar dinero o que te regalen premios literarios. Y tampoco es ser famoso o que digan que eres el mejor escritor del mundo. El sueño de cualquier escritor, y cualquier hombre, es que te coman de arriba abajo, jeje. 
 
Esto viene a cuento por lo siguiente.
 
En el post de ayer dije que Juan Murillo Castillejo me había llamado sibarita y Silvia López dijo: "Incluso te han convertido en un Dulce de 3 Chocolates", y compartió la foto de esa tarta con mi rostro en la portada del ensayo de Almudena Mestre sobre mi obra literaria. Me la hicieron ellas dos para celebrar mi cumpleaños durante una tertulia. Y fue cuando respondí a Silvia lo que he escrito más arriba. Siempre digo que Cervantes, Stendhal y Borges, por mencionar a tres grandes escritores de siglos distintos, habrían dado todo lo que tuvieran por parecerse a Lope de Vega, lord Byron y Girondo, que ligaban mucho más que ellos y se llevaban a todas las señoras de calle.
 
Y, desde luego, me gustaría saber quién se llevó a la boca el trozo relativo a los recuerdos de mi tarta de chocolate, esos con los que soñaba unicornios que se escapaban de una novela o una película. La imaginación es producto del inconsciente, eso ya se sabe. ¿Todo es literatura, hasta el inconsciente? En ese sentido recuerdo la obra de Jean Piaget, el psicólogo y epistemólogo suizo que expliqué en la asignatura del "Método científico" a lo largo de varios años. El desarrollo cognitivo es cosa suya. En su opinión el protagonista del aprendizaje es el propio aprendiz y no tanto sus maestros y tutores, y de esa forma destaca la autonomía de cada individuo. Este realiza sus propios esquemas partiendo de la abstracción, ya que todo en la vida es un descubrimiento continuo. Lo que olvidaba Piaget (e incluso a veces me ocurre a mí mismo) es cuanta azúcar puede ponerse al bombón y a la tarta, es decir, el contexto cultural donde la fábrica de chocolate recibe los permisos necesarios para fabricar sueños.
Escribo todo esto mientras escucho la Sinfonía de Berio (1968), con el tercer movimiento y sus citas a Mahler (ya que ayer hablé de su Sexta sinfonía) y las citas a "El innombrable", de Beckett. En "Obra abierta" (1962), Eco propuso que cualquier escrito es infinitamente polisémico. Barthes (1967) afirma que la historia de la literatura debía asumir “la muerte del autor” y abandonar la explicación de una obra mediante el recurso a las intenciones y el contexto de escritura. Jauss e Iser fueron exponentes en este sentido. La música no es la primera de las artes que adopta la apertura de la forma; antes bien recibe la influencia de otras artes, en particular de la literatura. Por ejemplo, Boulez con la obra literaria de Mallarmé; Cage con textos de Joyce, Earle Brown con creaciones plásticas de Calder. Cada uno de estos compositores ofrece una distinta visión indeterminista del proceso creativo en composición. Lo importante es el despliegue de recursos diversos, incluso opuestos entre sí, frente a la tendencia generalizada del discurso determinista. Entre las obras literarias de referencia en cuanto a la apertura de la obra es necesario recordar "Ulises" de Joyce (1922), "Rayuela" de Cortázar (1963) o "Cien Mil Millones de Poemas" de Qeneau (1961).
 
En esto anda mi visión del arte y la ciencia, y por tanto de mi literatura:
 

martes, 25 de junio de 2024

"Eres un sibarita".

A lo largo de mi vida me han llamado de todo. Desde extravagante y excéntrico con 16 años solo porque llevaba libros en los bolsillos de la chaqueta, pensaba por mí mismo, escuchaba a Mahler y jugaba al tenis en la Ciudad Universitaria de Moncloa (además de bañarme en su piscina), hasta pijo intelectual, jipi a lo Berkeley, santo laico, yuppie triunfador, espíritu independiente y libre, judío neoyorquino, romántico apasionado y empedernido, Bobo (bourgeois bohemian) o viajero incansable. Ayer Juan Murillo Castillejo me llamó sibarita por aquí, y recordé entonces que Síbaris fue una ciudad del golfo de Tarento, en Italia, célebre por la riqueza y el refinamiento de sus habitantes. ¿Escuchar la maravillosa Sexta sinfonía de Mahler, como hice ayer hasta tres veces seguidas, será tener un gusto refinado? ¿O irme hasta la Universidad de Letras de Lleida para hablar de mi Pacino, como en esta fotografía de hace poco?
 
En esta versión de la Sinfónica de Galicia, el andante va en segundo lugar, en lugar de en tercero. Es una sinfonía con forma sonata, y Mahler se inspiró en un viaje por los Dolomitas. En esos momentos era feliz con Alma, y es lo más parecido al humanismo renacentista que he encontrado entre los siglos XIX y XX. En algunos lugares la obra raya el límite de la tonalidad con la utilización del cromatismo progresivo. Esto apunta claramente a la Novena sinfonía (mi obra favorita del compositor, y también de Bernstein), en la que Mahler finalmente dejó atrás el espacio tonal y encuenta su camino hacia la trascendencia de la música:
 
(Por cierto, mirando la foto me veo algo de barriga; voy a tener que dejar de comer pasteles y beber champán).
 

 

lunes, 24 de junio de 2024

¿Qué es el mundo sin amor?


 
Leyendo "Summarium 25", de Miguel Ángel Yusta (Zaragoza, 1944), como si estuviera en la terracita acristalada de un café de París en Saint-Germain-des-Prés, pero en la calle Princesa de mi barrio de Argüelles de Madrid, un apacible domingo por la mañana de este nuevo verano (cada cual celebra la Víspera de San Juan como más le gusta, y también recuerdo las hogueras de otros años en la playa de Martiánez del Puerto de la Cruz o de la playa de Alicante). Es una selección de su obra que nos lleva desde el año 1999 hasta la actualidad, desde un cierto aroma a Juan Ramón y Luis Cernuda de "Peregrino de ausencias" (2006), "Teoría de luz" (2007) y "Reloj de arena" (2008), pasando por la llamada poesía de la experiencia a lo Ángel González, de "Ayer fue sombra" (2010) con ese "nací por la mañana /un domingo de marzo", y libros posteriores, hasta llegar a una "poeticidad" posmoderna en "Postludio" (2022). La elegante edición que acaba de publicar Huerga y Fierro contiene un cariñoso e inteligente prólogo del poeta Félix Maraña.
 
Yusta me lleva cariñosamente de la mano por la música y el cine en su "descapotable de juguete" durante esas "noches de insomnio y fantasmas", más como pasajero de otoño que de verano por París, Roma y Grecia, siempre mirando hacia la infancia y hacia la belleza. Su discurso poético posee una forma interior cuidada y milimétrica repleta de amor, aunque también de dolor y de olvido, de memoria y de silencio, de música y de realidad. Nos dice que "más grande es el dolor cuanto más se ama", aunque si me pusiera a hablar con su "voz poética" quizá le diría que "más grande es el amor cuanto más se ama". Y lo hago porque esa "sustancia interior" a lo Welleck y Warren que siempre busco para comprobar la calidad de un poema o conjunto de poemas (mi mente todo lo ve en conjunto, para eso es también la de un científico) me da la razón en el cuarto de siglo de "poesía interior" de Miguel Ángel Yusta. Por eso ayer pensaba en las ciencias del espíritu que aprendí en la obra de Wilhelm Dilthey, con las funciones sociales del creador, la gramática, la retórica, la lógica, la estética, la ética y demás disciplinas que han surgido porque el individuo toma conciencia y reflexiona sobre su propia actividad. Todas estas ciencias tienen carácter histórico, y forman una unidad porque incluyen lo que Domínguez Caparrós llama "el análisis de la vivencia total del mundo espiritual". Y esto es lo que ha logrado, a mi entender, Miguel Ángel Yusta con este volumen de poemas o de fragmentos de su espíritu. Después de todo "París me iluminó -nos dice el poeta, y yo lo leo en un café que podría ser Flore o Le Deux Magots-, en los primeros años de sombras y me enseñó que el amor puede tener la forma de un abrazo, de una estación llena de emigrantes, de la visión de Notre Dame o del ardiente corazón de una muchacha de ojos inmensos".
 
Mientras me bebo el primer café de la mañana, tomo el libro que leí ayer hasta dos veces y busco la página 121, antes de pasar estas reflexiones a mi blog:
 
"Mogambo".
 
Tarde de cine de un domingo viejo.
Su mirada me baña en la penumbra
-intervalos de luz
vacíos de palabras-
y sus manos se aprietan a las mías
en la fila de los besos furtivos.
En la pantalla, celos y despecho,
Ava Gardner compite con la fiera
y sus pasos retumban en la sala
mientras Grace nos asombra
convertida en hermana por gracia del censor.
Nosotros nos miramos y comprendemos poco
pero tal vez Clark Gable, un hombre duro
bregado en mil batallas,
entienda más de amores pasionales
que unos adolescentes asustados.
Tardes de cine de domingos viejos
en un país dormido.
Tiempos de oscuridad y de mentiras
donde tan sólo quedan ilusiones
en los ojos amados de la fila postrera,
atentos a esa mínima ventana luminosa
hollada tantas veces
por la inicua tijera del servil.
A la salida del modesto cine
regresa lo más gris de la existencia
y me aprieto a la almohada por la noche,
añorando su cuerpo,
mientras abrazo sueños imposibles
de películas en tecnicolor".
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Y en este momento se apagan las luces de la sala:
 
Después de todo nuestra vida es lo que recordamos y lo que nos recuerdan.

domingo, 23 de junio de 2024

"Mientras paseo por el parque del Retiro, pienso que me gustan Madrid, España y Murakami".


 
"Tú, Justo, eres poesía, pero no te lo decimos porque sería cursi, pero lo pensamos. Este verano cuando vaya a Madrid buscaré la verdadera cara de España, esa España nuestra como decía Cecilia, tan traída y llevada por las mareas que crean tempestades donde debería haber calma contemplada por los dioses y los habitantes del proceloso mar de esta península llena de belleza". Son palabras que escribió el otro día por aquí desde Nueva York Juana Martinez Lopez-Prisuelos. Unos días antes había compartido esta fotografía leyendo mi libro sobre Murakami en el Central Park. Hablando de parques, en la última Feria del Libro de Madrid, el escritor Lorenzo Rodríguez estaba firmando en una caseta del Retiro, vio pasar a mi hijo, le paró y le dijo: "Eres clavadito a Justo Sotelo, así que tienes que ser su hijo". Lorenzo me entrevistó, en su día, en la TV de Periodista Digital para hablar de Murakami:
 
Supongo que a nadie le parecerá mal que yo sea un cursi romántico de Chamberí, un barrio de Madrid, la ciudad más bonita del mundo y la capital de nuestra querida España, mientras Cecilia canta en el Retiro de mi infancia:
 

sábado, 22 de junio de 2024

"La eterna historia de amor entre el lector y el escritor".


 
"Es la novela "boutique", una de las clásicas de la literatura posmoderna. Un saludo desde Camerún, Justo Sotelo".
 
Es un comentario del muchacho de la fotografía, Djelani Moribo, estudiante de literatura española en la Universidad de Maroua, en Camerún, al ver las diferentes reseñas que se están escribiendo de nuevo estos días sobre "Poeta en Madrid" (Huso, 2021).
 
Suelo decir que el futuro de la humanidad pasa por la educación e igualmente por África. Observo el móvil del joven y unas cuartillas escritas a mano, y también su sonrisa, y sé que no me equivoco. En cierta ocasión, el escritor José Luis Sampedro nos visitó en nuestra tertulia que entonces hacíamos en la Universidad San Pablo CEU y nos comentó que escribía para que lo quisieran. Yo no sé si escribo, exactamente, para eso mismo, pero podría ser. Para que me quieran a mí como escritor y para que todo el mundo se quiera a sí mismo como lector. Como asegura el libro que Javier Lostalé me acaba de enviar y del que ya hablaré también o, mejor, nos hablará él en una tertulia del próximo curso, "Quien lee vive más". Me ha escrito una bonita dedicatoria donde dice, entre otras cosas: "para Justo Sotelo, escritor, que cada día hace crecer los libros de los demás..."
 
Esta es una bonita mañana porque es bonito querer, como nos dice Manuel Carrasco, y que te quieran:
 

viernes, 21 de junio de 2024

"La gaviota de Tenerife".


 
Siempre digo que me faltan vidas para hacer todas las cosas que me gustaría hacer, todo lo que me gustaría estudiar, viajar y escribir. También me gusta ser agradecido con esta maravillosa vida, donde he estudiado lo que he querido, trabajado en lo que me apetecía y escrito lo que necesito escribir. Y me gustan los amigos que he ido encontrando por el mundo. Ahí está el arquitecto escritor Jose Felix Saenz-Marrero, una gaviota de Tenerife que nació en Madrid, donde estuvo los dos primeros años de su vida antes de instalarse en la isla. Me gusta rodearme de la buena gente que hay en este mundo, y escuchar una canción del cantante Caco Senante a la vez que me tomo el primer café de esta mañana. Durante muchos años Paqui y yo fuimos a comer a su restaurante de la calle Echegaray. Rodeados de teatros en nuestra buhardilla, que inspiró la de mi novela "Poeta en Madrid", nos solían preguntar que si éramos actores de teatro. Aunque los madrileños no tenemos playa ni mar, en realidad todas las playas y todos los mares son de Madrid, aunque nos pillen un poco lejos:
 
En esta dulce vida me he encontrado al arquitecto y pintor Santiago Martínez, a su discípula María López, una arquitecta encantadora a la que le gustaba ir a la ópera y que vino a la tertulia varios años, a la también encantadora e inteligente arquitecta María José Muñoz Spínola que ahora no puede venir a nuestra tertulia. He leído a Joan Margarit, arquitecto y poeta, he estudiado en un máster de Estudios Literarios al genial Miguel Ángel Buonarroti, pero sigo echando de menos en nuestras tertulias "on line" a José Félix Sáenz-Marrero, que nos dejó hace poco. Y sé que a la poeta y filóloga italiana Mirta Amanda Barbonetti le sucede lo mismo, pues me lo dijo el otro día. Se hicieron amigos epistolares a través de la tertulia y ella tradujo algunos de sus poemas al italiano. Antes de morir José Félix envió a los poetas y tertulianos Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigañez Flores, editores de las plaquettes de Búho Búcaro, un manuscrito que ellos le acaban de editar con ilustraciones del artista Javier De la Rosa y el propio José Félix, y prólogo de Javier Del Prado. En la tertulia de la semana pasada me regalaron un ejemplar, y es el que tengo en la foto que me acabo de hacer en un pequeño autobús de mi barrio que se recorre las callejuelas de todo el centro de Madrid. A veces me subo en él para atravesar Malasaña y el Madrid de las Letras hasta llegar a la Puerta de Toledo. Luego me dirijo a desayunar a Lavapiés o al centro de arte de La Casa Encendida. 
 
"Cuando el arquitecto recibía la formación netamente clásica y su referencia era la mímesis de artefactos construidos en las épocas anteriores -nos dijo José Félix en una tertulia virtual- la llegada del "Arts and Crafts", y su origen anglosajón, supuso una revolución a partir del "arquitecto integral" que aúna la artesanía del ejercicio profesional con el diseño industrial y técnicas de lenguajes ajenos como la impresión, el amueblamiento, la decoración interior y la ilustración de espacios que tienden a la unificación de las artes consideradas menores y el mismo lenguaje arquitectónico. Esta eclosión junto con los estertores del modernismo y el naciente "Art deco" fusionan la andadura del primer arquitecto de la familia en un periodo comprendido entre 1920 y 1956".
 
He recordado estas palabras porque son las de un artista integral. José Félix se lanzó a escribir cuando no puedo dedicarse a la arquitectura desde 2011, por culpa de una enfermedad. Los poemas y relatos que he leído pensando en la gaviota de Tenerife mientras recorría Madrid son conceptuales, simbolistas y surrealistas. Como Petrarca y Miguel Ángel no sublima el amor platónico, sino la vida platónica. Los tres estadios de Platón se unen en su mente en una especie de neoplatonismo vital y reconoce que en el principio fue la luz que entra de "par en par" (es el título de la plaquette) por las "ventanas" de su cuerpo. Y yo pienso al leerlo que podría ser el mismo verbo del principio del Génesis. Se trata de "ser esclavo de la alegría", dice en cierto momento, porque lo que quiere es que a "su final" le hablen de la vida (p. 54). Se hizo escritor para llenar el vacío (pp. 47 y 50) y por eso mismo escribió este poema (p. 34), entre otros:
 
"He visto a Bacon".
He visto a Bacon y sus claroscuros
he pactado con Chirico los versos en la sombra
y el asombro de la vida
me he ejercitado con Shopenhauer en la luz
que proviene del mundo de los vivos
despierto en todos los sentidos
que imperan dentro de mí
soy la misma voluntad
de querer vivir".

jueves, 20 de junio de 2024

"La Revista Turia habla de Un hombre que se parecía a Al Pacino".


 
Me enteré el lunes pasado por un Wasap de mi amiga Silvia López. La película de 1946 "El filo de la navaja" es uno de los leitmotiv de mi libro, junto al fotograma de la portada. He compartido algunas veces la película por aquí (hay otra versión de 1984 protagonizada por Bill Murray), pues se puede encontrar fácilmente en Youtube. Por eso hoy me apetece compartir ese pequeño video del profesor Miguel Ángel Castro en un café de París, La Methode, en 2 rue Descartes, en la rive gauche parisina, uno de los paraísos de mi mundo particular. Habla de la novela de Somerset Maugham, que en la película es un personaje más:
 
Como diría Montaigne, la vida debería ser un objeto de estudio para cada persona, y por tanto merece la pena apostar por una vida un poco superior, más intensa, en la cual la meditación de cada uno de nosotros sea casi una divisa. Se lo digo siempre a mis alumnos y a todo el que me quiere escuchar; no vayamos tan deprisa, no demos tanto valor a las cosas materiales. Mira a los ojos a quien tienes al lado, a lo mejor está esperando a que lo hagas. Esta noche empieza el verano en el hemisferio norte y el invierno en el hemisferio sur. El mundo es inmenso. Todos tenemos una vida y somos importantes. 
 
La felicidad está dentro de cada uno.

miércoles, 19 de junio de 2024

"¿Nos sigue doliendo España?"


 
Ayer por la tarde, antes de que cayera un chaparrón sobre Madrid, la tertulia literaria de Casa Manolo se fue desde Argüelles al Café Comercial, en la Plaza de Bilbao, para escuchar a Germán Gullón en la presentación de su libro "España, juguete del oportunismo" (en la primera foto con mi pie y otro de Javier del Prado). El catedrático de literatura estuvo acompañado por el escritor José Ángel Mañas. Gullón mencionó en seguida a dos de sus "maestros intelectuales" en esta curiosa cosa de definir a España, Manuel Azaña y Giner de los Ríos. Y estuvimos apoyándole, además de Javier del Prado, los tertulianos Aurora Da Cruz, Santiago Martínez, Susana Fraile (en otra de las fotografías en la terracita del Café), Almudena Mestre, Mariwán Shall, Pilar S. Tarduchy, Óskar Rodrigáñez, Juana Vázquez, Begoña García Moreno, Carmen y el propio dueño del Comercial, Rafael Soler, también tertuliano a veces como Gullón. Así que es normal que tras la presentación los que preguntáramos fuéramos Mariwán, Javier y yo.
 
Fue más de una hora de hablar de literatura española, de su futuro, de lo universal, de los regionalismos, etc. Yo me lo pasé bien, sobre todo porque estaba con mis amigos, y luego seguimos charlando con una copa de vino blanco en la mano. Y les saqué entonces un tema de conversación que se había suscitado en los últimos días y me hace mucha gracia. En palabras de mi querido Javier, Bécquer y yo somos dos machistas redomados. Y sigo diciendo que "mientras haya una mujer hermosa, habrá poesía", y me da igual su edad, el color de su piel, su nacionalidad o su manera de vestir. Y lo mismo pienso de la literatura y el arte en general. La cultura es universal, y como la cultura es hermosa (que es la tesis del libro de Gullón), siempre habrá poesía.
 
En la calle llovía a mares, pero dentro del Café triunfó la cultura, como no podía ser de otra manera. Y ahora termino de escribir este texto mientras escucho a Falla. Ayer mi amiga tinerfeña (en realidad argentina) Graciela Rivero, que estuvo hace poco en nuestra tertulia presentando un libro de relatos con otros escritores de Canarias, se hizo una fotografía en Granada junto a una escultura. Le pregunté quién era y me contestó que Pedro Antonio de Alarcón, el autor de "El sombrero de tres picos", lo que me recordó una de las obras maestras de la música española, que triunfó en París, claro. Así que me voy a Londres a escucharla:
 
El mundo se está quedando sin fronteras, gracias a Dios. Espero que pronto se enteren de ello todos los que se empeñan en seguir poniéndolas sobre los mapas.