sábado, 1 de junio de 2024

"Ahora nos leeremos despacio bajo la piel".

Dice Irene, una hermosa y sensible arquitecta de buena familia, a Claudia, su amante bisexual, que también es arquitecta, aunque de origen más humilde, lo que marca, irremediablemente, su carácter. Esta frase se encuentra en la página 93, de un total de 416, en la novela "En el fondo, un crimen", editada por Huerga y Fierro, 2024, de la filóloga hispánica, doctora como yo en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (este hecho me llevó a fijarme en ella hace algunos años, y terminé invitándola a mi tertulia para hablarnos de un estupendo libro de poemas, "Creación y vacío" (2020), con la Cábala judía como leitmotiv y con la presentación de mi profesor de la asignatura de "La Biblia" Javier Fernández Vallina).
 
¿Por qué digo esto? Pues porque esta novela está escrita por una persona culta, inteligente y con cosas que contar, para lo cual se ha documentado en profundidad, como tiene que hacer, en mi opinión, cualquier escritor que, a estas alturas de la historia, quiera aportar algo interesante (me vienen a la cabeza DeLillo, Sebald, Coetzee o Magris). Entre bajadas al fondo del mar de Murcia, donde se hundió el Sirio hace más de un siglo (en agosto de 1906 el vapor italiano embarrancó en los bajos de la isla murciana de las Hormigas, frente al Cabo de Palos y se hundió tras una violenta explosión) y al mar de Croacia y Egipto, idas y venidas a través del tiempo y el espacio (Murcia, Madrid, Croacia, Argentina), Idoia Arbillaga nos cuenta una apasionada y enfebrecida historia de amor, con muchas pinceladas del mundo de la arquitectura y la propia literatura. En ese sentido el autor o autora a veces se convierte en "implícito", cosa siempre un tanto discutible, pero se lo perdono (lo que no hago con bastantes escritores famosos que salen en TV y los suplementos culturales), porque Arbillaga crea personajes redondos y no planos ni sectarios (del color que sean), como diría E. M. Forster en su libro "Aspectos de la novela". Me gusta que los libros me hagan pensar (al igual que cualquier otra manifestación artística o científica) y que no existan juicios de valor, sean precientíficos, poscientíficos o de las ideas imperantes en el momento. "En el fondo, un crimen" tiene muchas escenas y páginas que me han hecho pensar. En particular me ha interesado cómo se llevanta el libro desde el inicio, su estructura arquitectónica, del estilo de Vitrubio y su "De Architectura", con sus tres principios básicos, "venustas", firmitas" y "utilitas", y Palladio, con "Los cuatro libros de Arquitectura".
 
Y vuelvo al principio, a las miradas que se cruzan Claudia e Irene durante toda la historia, a sus besos, a la estupenda descripción de su deseo. En esos momentos, mientras pasaba las páginas, no se me iba de la cabeza una película de King Vidor que me gusta y a la que dediqué un relato en "Un hombre que se parecía a Al Pacino", "El manantial", historia de amor y arquitectura donde no se bucea en el mar, precisamente, sino en el mundo de las ideas y en el alma humana. En la novela de Arbillaga, en "el fondo", se busca penetrar también en el corazón de las personas, y para ello utiliza algunas de las mejores y más nobles técnicas de la literatura:
 

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