miércoles, 30 de septiembre de 2020

"La perfecta casualidad de seguir con vida", de Luciana Prodan.

 


Acabo de terminar de leer el segundo libro de relatos publicado por la escritora argentina Luciana Prodan (Buenos Aires, 1977). Mientras lo leía no dejaba de pensar en lo que dirían sobre él Poe, Quiroga, Chéjov o Cortázar. No es que necesite, obviamente, del auxilio de los grandes teóricos sobre el cuento, pero me apetecía recordar sus "poéticas" al pasar las páginas.

Poe se refiere a la unidad de efecto como determinante de la estructura del relato. Su texto sobre Hawthorne es esencial, con elementos como la significación (la dimensión mítica) y la brevedad, a la que Cortázar se referirá con la expresión de intensidad. Para Chéjov el cuento tiene que sugerir más que mostrar, mientras que el lector debe estar en vilo durante la lectura, en “suspenso”. Quiroga, por su parte, posee una teoría más elaborada, recogida en su “Manual del perfecto cuentista”. En el último consejo de su decálogo expone que el escritor no debe pensar en sus amigos cuando se sienta ante la página en blanco, ni siquiera en el efecto que provocará la trama. Tiene que escribir como si el relato no tuviera interés más que para sus personajes, de los que pudo formar parte. Los agentes ficcionales pueden ser reconocibles y comprendidos al disponer de sensaciones compartidas. Es el efecto del zoom inverso: focalizar en un punto concreto para ir alejándose de él. Los rasgos básicos de Cortázar expuestos en “Algunos aspectos del cuento” y “Del cuento breve y sus alrededores” se resumen en la tensión, la intensidad, la significación y la esfericidad. Para Cortázar los nueve primeros consejos de Quiroga son prescindibles, pero no el décimo, con su “pequeño ambiente”, del que se deduce esa esfericidad que es acompañada con la posibilidad de que el propio narrador haya formado parte del mismo. El narrador podría ser uno de los personajes, es decir, la situación narrativa en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior hacia el exterior, sin que los límites del relato se vean trazados como quien modela una esfera de arcilla. Con la tensión y la intensidad alude a la unidad de efecto y la brevedad de Poe, mientras que la significación se refiere al tema elegido por el autor. 

 


Y casi todo lo expuesto lo he encontrado leyendo este libro. Luciana Prodan es locutora nacional, periodista y escritora. Cursó sus estudios en el ISEC, vive en Argentina y ha trabajo en medios importantes del país, como FM100, VALE 97.5, Utilísima Satelital, revista Para Ti y revista Noticias. Hace más de tres años que investiga las relaciones humanas en general, sus conductas y los misterios y las diferencias entre el cerebro femenino y el masculino. En 2012 presentó su primer libro, “No somos reinas”. En 2016 se estrenó su primera obra de teatro, "Amarrados", y en 2017 su primer libro de relatos, "En sangre viva".

Los relatos de esta escritora son significativos porque quiebran sus propios límites con una explosión de energía espiritual (como diría Cortázar) que ilumina bruscamente algo que va mucho más allá de la pequeña y a veces terrible anécdota que cuenta. Luciana Prodan escribe sus relatos como si fueran noticias periodísticas, pero los dota de las características que he comentado con anterioridad, lo haga consciente o inconscientemente. Como hace Hitchcock con sus películas, nos cuenta historias cotidianas, de padres e hijos, abuelos y amigos, con sus pequeñas monotonías, alegrías y tristezas, y, como si utilizara la esfericidad, una voz en primera persona (que podría ser la autora, aunque eso resulte lo de menos) nos sorprende con algún suceso terrible o al menos doloroso, sobre el abandono, el desamor, la enfermedad, la muerte y la locura. Y ahí aparecen la unidad de efecto de Poe que Cortázar denomina tensión, así como la calculada brevedad de la narración de los sucesos, que podría llamarse intensidad. Estoy pensando en relatos como "Dolores muertos", "Corazonada", "La loca de la tijera" o "Lo que no se ve". También observo la idea de Quiroga, ya que estas historias son importantes para los personajes, les marcan, influyen clara y duramente en sus vidas. Es ese "interés" logrado en buena medida por el carácter oral de los relatos, en el sentido de que parece que escuchamos hablar a cada personaje de forma distinta a los demás, lo que origina un carácter específico que resulta atractivo.

Prodan coloca las situaciones al borde del abismo. Nadie es realmente feliz en sus historias, pero sí lo es la propia literatura, ya que esta no se olvida de ser verosímil, como pedía Aristóteles para las tragedias. Los personajes de este libro bordean la tragedia o caen directamente en ella, lo que otorga unidad al libro, tanto de efecto como de tensión e intensidad.

En alguna entrevista he leído que Luciana Prodan hacía suyas estas palabras de Clarice Lispector: "Yo no soy una intelectual. Yo escribo con el cuerpo". Y añadía que se quedaba con eso, y siempre con la pasión. 

Yo también me quedo con su buen arte de escribir relatos.

martes, 29 de septiembre de 2020

"Pongamos que hablo de Madrid".

Este domingo di la vuelta, literalmente, al lago de la Casa de Campo. Y fue una mezcla de romanticismo y deporte. Una joven madre alemana vestía a su niña con la ropa adecuada para subirse a una piragua, y lo mismo hacía un matrimonio inglés con sus dos hijos pequeños unos metros más allá. La gente corría alrededor del lago al igual que Dustin Hoffman en Central Park en una de las películas que más me gustan de John Schlesinger, "Marathon Mann". Otros iban en bicicleta intentando emular a Miguel Induráin y Pedro Delgado, o paseando tan solo, y algunos más se sentaban en los quioscos a tomar un café y hablar de sus cosas.

Cuando nos íbamos, observé a lo lejos a un señor mayor con una guitarra debajo de un árbol.

Quizá tocara esta canción:

https://www.youtube.com/watch?v=Xaoh-iql7ws

 






 

 

lunes, 28 de septiembre de 2020

En torno a Alejo Carpentier.

 "Nadie hacía caso de los relojes, ni la noche terminaba porque hubiera amanecido".

Amanece en Madrid y leo el último comentario a mi post de ayer en Facebook, que escribí a partir de una canción cubana y una obra de teatro de Antón Chéjov. Lo ha escrito la escritora de La Habana Ángela de Mela. Es una frase de la novela de 1947 de Alejo Carpentier "El reino de este mundo". Y lo leo y me vienen de golpe a la cabeza esta y otras novelas de uno de los escritores que más me influyó en torno a los veintitantos años. La mayor parte de sus libros los encontré muy baratos en la Cuesta Moyano, al lado del parque del Retiro, lo más parecido que tenemos en Madrid a aquellos puestos de libros viejos del Sena. Pienso ahora en "Concierto barroco" (1974) y sobre todo "El siglo de las luces" (1962), una de las novelas que más habré regalado en mi vida. Carpentier nos cuenta la historia de los primos Sofía y Esteban, y de cómo se traslada la Revolución Francesa a las Antillas. Es la evolución ideológica de estos dos personajes y de Víctor Hugues, un comerciante portador de ideas revolucionarias a las islas.

Alejo Carpentier es uno de los escritores que más ha cuidado la palabra en la historia de la literatura. Desarrolla su idea de "lo real maravilloso" en el prólogo de "El reino de este mundo", que tanto releí a la hora de escribir mi tesis doctoral sobre Haruki Murakami, y además en el "Concierto barroco" recrea la ópera "Motezuma" de Vivaldi. En esta novela traduce la idea de que la música permite acceder a una concepción del tiempo no lineal sino circular, donde el pasado y el presente pueden fusionarse para ir tejiendo la historia del futuro.

Yo tampoco hago demasiado caso del reloj mientras amanece en Madrid y escucho a Vivaldi:

https://www.youtube.com/watch?v=tEC1C2b4w2cAle




 

 

 

domingo, 27 de septiembre de 2020

"La última canción", entre Miami, La Habana y Madrid.

En el post que escribí ayer comenté que cuando me visto de blanco a veces me comparan con un señorito cubano. Ahora mismo he leído en Instagram que Adelia Ivanez -una encantadora amiga alicantina de hace años en esta red social- escribió anoche que le recuerdo al Sony Crocrett de la serie de TV de los 90 "Corrupción en Miami", algo que ya me decían mis alumnos en aquella época. Adelia es una alicantina de Jijona y tiene un restaurante en Bilbao. Recuerdo cuando fui a darme una vuelta a la ciudad del turrón, solo por el placer de tomarme un helado. Por Bilbao he paseado más veces. Es una ciudad encantadora.

El caso es que mientras me tomo el primer café de esta mañana de otoño tan hermosa recuerdo que una vez me contaron una historia de amor entre un muchacho cubano, pobre y guapo, y una muchacha de la alta sociedad de La Habana. Los padres de ella se opusieron a aquella relación desde el principio. Un día él se presentó en el jardín de la casa de ella a lomos de un caballo blanco con la intención de que escaparan juntos. Ella lo vio desde la ventana del primer piso y bajó corriendo las escaleras. Al llegar se encontró al joven muerto de un balazo en el corazón.

Del interior de la casa salía una canción.

Hablaba de otra historia de amor que ocurría a lo largo de una carretera de Cuba. Tras escucharla comprendí que era yo quien conducía ese coche por la Gran Vía y el Paseo de la Castellana de Madrid, algo que hice ayer por la tarde. Y que era yo quien había disparado la pistola.

El cuento de Chéjov estaba rasgado por la quemadura y el jardín se había quedado sin cerezas:

https://www.youtube.com/watch?v=9VzhM6kLNQ4

 






 

sábado, 26 de septiembre de 2020

"Fin de la temporada Primavera / Verano".

Siempre he tenido una estrecha relación con la tintorería del barrio. Cuando empiezan las clases continúo usando mis trajes blancos a lo largo del mes de septiembre, como en la foto. Cada vez que me los pongo dicen que me parezco al Gustav Aschenbach de "Muerte en Venecia" de Visconti o Mann, incluso a un señorito cubano. En el momento en el que cambia el tiempo los guardo, pero antes debo llevarlos al tinte. Acto seguido llegan los trajes de entretiempo, generalmente azules o verdes, pero modernos, por supuesto, que me pongo hasta finales de octubre o primeros de noviembre. Entonces aparecen los trajes negros que han estado descansando desde marzo, más o menos, hasta ser sustituidos por los anteriores. Cuando se utilizaban las tizas para escribir en aquellas pizarras verdes de la clase, ese tipo de trajes negros se manchaban pronto, y había que llevarlos a la tintorería con mayor regularidad. Decía a mis alumnos, entre carcajadas, que prefería que hiciera buen tiempo para ponerme los trajes blancos y no se notara tanto el polvo de la tiza.

Los trajes se asemejan a las páginas de una novela. Que te quede bien un traje es como saber escribir una novela, incluso en tiempos de epidemia, como el cólera de Venecia que llevaba música de Mahler.

El artista debe ser un modelo de equilibrio y de fuerza, y siempre buscará la belleza, ya sea en Venecia o en su propio corazón:

https://www.youtube.com/watch?v=4pDkQS3Y-yY

 


 

viernes, 25 de septiembre de 2020

"¿Dónde vas a meter tantos libros?"

Hace unos días me encontré por la calle a mi amigo Pepe Villacís, escritor y profesor cuya hija es la vicealcaldesa de Madrid. Tras recoger en Correos el libro sobre Proust que he puesto en la foto, me había sentado en un banco para echarle un vistazao, Pepe me vio, se detuvo un rato y me preguntó si ya me había leído su última novela, que quiere que le presente.

En realidad no quería hablar de mi conversación con Pepe ni de alcaldesas y vicealcaldesas.

Fernando Gil Villa me había enviado otro de sus libros unas semanas atrás (también lo he puesto en la fotografía). Es catedrático de la Universidad de Salamanca y está casado con la escritora Elba Maribel Hernández Miranda. Elba y yo somos amigos en esta red social desde hace tiempo, y Fernando se animó a enviarme sus libros. Como es lógico, pienso leerme el de Proust en cuanto tenga un rato. El francés me lleva acompañando casi desde que tengo uso de razón, en la traducción de Pedro Salinas. El otro texto, sobre el bullying en el colegio, lo está leyendo mi hijo, pues le interesan todos los asuntos educativos. Me ha dicho que, lamentablemente, el bullying parece que no disminuye. Fernando Gil ofrece estadísticas sobre la situación en el mundo, analiza las causas y las tendencias, habla de la compleja relación entre las víctimas y sus acosadores, y establece una serie de conclusiones, como no podía ser de otra forma por parte de un académico. Y yo pienso que cada día que pasa estamos más concienciados en asuntos relativos a los derechos de los animales y el deterioro del Medio Ambiente (algo que es esencial, como repito siempre a mis alumnos), pero a lo mejor estamos olvidando algunos problemas que afectan a nuestros niños.

Cuando Pepe y yo nos despedíamos respondí a su pregunta del principio.

 


 

 


jueves, 24 de septiembre de 2020

"Otra película donde los protagonistas se enamoran hablando".

Hoy pensaba contar otra historia, pero anoche me fui a la cama presa de un suave regusto a mar y a cine intemporal, y me apetece hablar, brevemente, de ello. Vi "El fantasma y la señora Muir" (1947), de Joseph L. Mankiewicz, una encantadora historia de amor en la que se fusionan el gótico, el drama romántico y la alta comedia. La recordaba de pequeño en esa TV en blanco y negro que teníamos en España, pero vagamente. Sabía que su director es uno de los más irónicos, cultos e inteligentes del Hollywood clásico ("Eva al desnudo" es su obra maestra). En esta fábula sobre fantasmas, marineros y viudas se produce un triángulo amoroso entre los vivos y los muertos. Una joven viuda (una Gene Tierney deliciosa) decide irse a vivir cerca del mar, a pesar de la oposición de su suegra y su cuñada. Allí alquilará una casa que tiene un fantasma, el del capitán Gregg (Rex Harrison), antiguo dueño de la casa, que intentará que se vaya, pero sin éxito. En cierto momento ella se obsesiona con alguien que no le conviene, pero que está vivo, Miles Fairley (un George Sanders del que nunca he visto una mala interpretación). No es que se enamore en realidad de él, sino que busca su protección, con la idea de que suavice ese miedo que todos tenemos a la soledad y al paso de los años. Fairley y Gregg son las dos caras de la seducción. Fairley es apuesto y experto en galanterías, mientras que Gregg sería más profundo, sincero y cálido. Aunque haya que esperar a la muerte de ella, el triunfo del fantasma es la victoria de la palabra, de la personalidad frente a la imagen.

Ya que yo soy un romántico empedernido, no me importa decir que esta es una de las historias de amor más románticas, poéticas y bellas que he visto en el cine. No es únicamente por lo que acabo de decir sino porque trata y reflexiona sobre el tema eterno del amor desde todos los puntos de vista. El amor romántico, el platónico, el físico, el sacrificado, el generoso, el de amiga, el de madre, el de hija, el falso, el sincero, el imposible, el verdadero, el que se confunde, el personal, el carnal, el que va a contracorriente, y al final el espiritual.

(No podemos olvidar la partitura del gran Bernard Hermann:
https://www.youtube.com/watch?v=EHyXnEytO9g

Donde además se escucha este adagio intemporal:
https://www.youtube.com/watch?v=izQsgE0L450)

Se me olvidaba decir quizá lo más importante, y es que Muir significa mar en gaélico.

 


 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

"Los lenguajes saben hacer el amor".

Ayer estuve pensando en ello mientras hacía una pequeña cola en Correos para recoger un libro, y observaba en mi móvil una fotografía que me había enviado Charo Alonso Panero. Y me parecía que a mi libro de cuentos le sentaba bien la compañía de un cuadro de la propia Charo. Sus colores se comunicaban de alguna forma con los de Gabriela Amorós, la autora de la portada del libro.

Tras la creación, el hombre se extendió muy lentamente por África. Durante miles de años no inventó nada especial; es más, parecía un animal perdido. En cualquier momento podía desaparecer como había ocurrido con muchos animales. De pronto aprendió a defenderse de los otros, incluso aprendió a usar la capacidad de hablar. Fue su primera gran victoria sobre el tiempo. El hombre podía contar su vida a sus descendientes; se había inventado una historia, su propio pasado. El descubrimiento del fuego, el paso de la edad de piedra a la de bronce y también a la de hierro, la sustitución de la caza por la agricultura.

Y aprendimos a escribir.

Pisístrato llevó la democracia a Atenas antes incluso que Pericles, e inventó el concepto de demos (barrio) utilizando la retórica, la asamblea, algo que tenía que ver con la abstracción y la ideología. Y para Aristóteles el hombre pensaba a partir del lenguaje y así surgía lo poético, lo literario, el color. Las emergencias culturales eran los saltos en el tiempo del hombre. La primera fue el paso de la naturaleza a la tribu, lo que dio lugar a ejemplos como el poema de Gilgamesh y la Ilíada. Los que quedaban fuera de esas epopeyas eran los bárbaros. La segunda emergencia fue la de la oralidad dentro de la tribu, y la tercera la aparición de los testimonios escritos. La polis nacerá de la tribu, en el sentido de que el hombre ya tenía una ideología. La cuarta emergencia nos llevará de la retórica anterior a la poética. El hombre quería cantar, tenía el dolor del viajero, del desterrado. Era la nostalgia metafísica, el hombre “simbólico” por oposición al “diabólico”.

Recogí el libro, que también habla de lenguajes enamorados y de la busca de la belleza y el tiempo perdido, y me fui caminando hacia casa pensando que sin palabras estamos desterrados.

Había un bonito día.

La imagen puede contener: texto que dice "JUSTO SOTELO CUENTOS DE LOS VIERNES Narrativa NarrativaBARTLEBY BARTLEBY"

martes, 22 de septiembre de 2020

"Strange fruit".

Yo también me siento desnudo a veces ante esta pandemia, y me canso de la mascarilla y de que haya gente que sufra y que muera, ahora y siempre. Sin embargo, me gusta ver cómo el mundo evoluciona hacia el bien común, y me gusta hablar de ello y su significado. Por separado los seres humanos somos absolutamente insignificantes, pero juntos podemos lograr lo mejor, de nosotros y del mundo.

Ayer salía de dar varias horas de clase, puse Radio Clásica y escuché la voz inconfundible de Billie Holliday cantando "Strange fruit", de 1939, en contra del racismo y los linchamientos en los estados del sur de Estados Unidos. La compuso Abel Meeropol y se convirtió en uno de los primeros lemas del movimiento por los derechos civiles. La expresión "Strange Fruit" es como el símbolo de tales linchamientos. La canción habla del cuerpo de un negro que cuelga de un árbol y confronta la imagen bucólica del sur tradicional con la realidad de los linchamientos. En la segunda estrofa, por ejemplo, se dice: "Pastoral escena del galante sur / los ojos abultados, la boca torcida / el aroma de las magnolias, dulce y fresco / y de pronto el olor de la carne quemada".

Como sabemos Billie Holliday no fue la mujer más feliz del mundo, pero nos ha dejado esta voz y esta posición ante el mundo:

https://www.youtube.com/watch?v=HGxGMDdwfCE

 


 

lunes, 21 de septiembre de 2020

"Amor y arte en Cuenca".

Mañana empieza el otoño y para celebrarlo ayer me fui a dar una vuelta por uno de los lugares que más me gustan de España, la ciudad de Cuenca. Allí también he vivido bellos momentos de amor y arte, paseando, durmiendo y desayunando sobre el abismo de los ríos que la rodean en la Posada de San José, construida el año 1621 por el pintor Juan Bautista Martínez del Mazo, discípulo de Velázquez, que se casaría con su hija Francisca. Y dejándome apoderar por el color, la geometría y la atmósfera de los cuadros del pintor español Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984), que fue el creador del Museo de Arte Abstracto (en la actualidad pertenece a la Fundación March, dirigida por el filósofo Javier Gomá, al que he invitado más de una vez a la tertulia para hablarnos de sus libros). En los cuadros de Zóbel se funden su profunda formación cosmopolita -se licenció en la Universidad de Harvard y trabajó en ella como librero- con la sensualidad, la fragancia y la delicada atmósfera orientales. Al lado de otros estupendos artistas como Juan Gris, Estaban Vicente, Gerardo Rueda o Gustavo Torner, Zóbel demostró que en España lo moderno no tiene que pasar siempre por el patrón de la "veta brava".

Una de las primeras veces que estuve en Cuenca compré varias copias de los pintores del Museo, como el "Hocinos - Otoño VI", de Zóbel (en la foto). A veces me lo quedo mirando y sé que estoy en mi época, la que me gusta y me ha tocado vivir. En ese tiempo estaba de moda un cantante de Cuenca que aseguraba que en su ciudad el otoño es muy amarillo, y más o menos así:

https://www.youtube.com/watch?v=ynIi5bIoicg

 


 

domingo, 20 de septiembre de 2020

"Un paseo por Berlín sin salir de Madrid".

Ayer estuvo lloviendo casi todo el día; por la tarde salió el sol tímidamente y me fui a pasear por Berlín. Y me tomé un té junto al Auditorio de Príncipe de Vergara, aunque tal vez fuera la sala Mozarteum de Salzburgo, y escuché la última sonata de Beethoven.

Mi vida es una continua historia de amor.

Mi historia de amor con Beethoven comenzó a los once o doce años con el segundo movimiento de su segundo concierto de piano. Me preparo ahora el primer café de esta hermosa mañana y observo las fotografías que hice ayer. El Parque de Berlín se llama así porque está cerca del Colegio Alemán. El busto de Beethoven aparece sobre un piano de piedra y varias notas de la Quinta Sinfonía. Cerca de allí se ven la escultura de un oso (el símbolo de la ciudad de Berlín), realizada por el artista que también esculpió la osa y el madroño de la Puerta del Sol, y restos del muro innombrable, como podría haber dicho Beckett. En el segundo movimiento de su última sonata (sobre el minuto 16.15), Beethoven nos introduce, literalmente, en una especie de "music hall" dominado por el swing, y eso que estamos en 1820 y todavía tardaría un siglo en inventarse todo esto. Como digo siempre, los genios lo son por algo. Y está la pianista estadounidense Katie Mahan, con su belleza y elegancia, y unos dedos que acarician esta sonata. Dio su primer recital a los seis años, tras enamorarse de la obra de Gershwin, y se marchó a París como una auténtica bohemia americana y en aquella ciudad se enamoró de Ravel y Debussy.

La vida como una historia de amor:

https://www.youtube.com/watch?v=Sk8oL4jDWIw

 





 

sábado, 19 de septiembre de 2020

"La luz en las palabras".

¿Adónde nos llevan los siete lenguajes? Como es bien sabido, la semiótica es el lenguaje de los signos, algo telúrico, el lenguaje que compartimos con otros animales. El lenguaje no verbal se refiere a los gestos y las muecas. El lenguaje de las palabras es tanto oral como escrito. Los metalenguajes nos sirven de instrumento: las matemáticas, el lenguaje binario o la posibilidad de hablar de lo que se habla. La imaginación permite quedarnos sin tiempo al poner el lenguaje en imágenes. El sexto lenguaje es la música. El séptimo el vacío, el silencio.

Wang Wei tenía una enorme capacidad retórica y poética, y se educó con el Emperador. El poeta escapó y se refugió en la montaña de la Iluminación. Y ya no pudo regresar a la política y tan solo escribió poesía. Inventó el jiatsu, poema contemplativo anterior al haiku, y que cantaba el acontecer. En él no existe retórica, solo la luz.

(En fin, cosas que me vienen a la cabeza mientras me tomo el primer café de este sábado todavía de verano y observo la fotografía que me envió el otro día la artista parisina que vive en Barcelona Patricia Vílchez, mientras leía y desayunaba en busca de la luz).

 


 

viernes, 18 de septiembre de 2020

"Los ojos".

Anoche me dormí dando vueltas a un poema de Gutierre de Cetina. Y soñé con una película de Georges Franju, que fue el creador de la Filmoteca de Francia.

"Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos".

Me tomo el primer café de la mañana y me pregunto qué tendrá que ver un madrigal del siglo XVI con una película de 1960. El poema me lo aprendí de memoria en el colegio, mientras que "Los ojos sin rostro" también la vi en la adolescencia, en este caso en la Filmoteca Nacional de Madrid. Y recuerdo que me dio mucho miedo. Quizá sea la película de terror más elegante que se ha filmado, de un lirismo extremo. En París, un cirujano rapta chicas con el fin de utilizar su piel para reconstruir la belleza de su hija, destrozada por un trágico accidente del que él se siente culpable. Esta película es el origen de una nueva manera de abordar el cine.

Acostumbrado a mover todo mi cuerpo cuando doy clase, desde las manos a cada rasgo de mi rostro, y a hablar sin parar, la situación actual no deja de provocarme cierta extrañeza. Dentro de un rato volveré a cubrirme la cara con una mascarilla en clase y solo quedarán al aire mis ojos, esos que siempre me han dicho que son los de mi madre.

(La música de "Los ojos sin rostro" es de Maurice Jarre. Estos son sus dos temas principales:

https://www.youtube.com/watch?v=EIPc8RSCaP0

https://www.youtube.com/watch?v=C7z9b6A6NRI)

 


 

jueves, 17 de septiembre de 2020

Ayer murió Enrique Irazoqui, a los 74 años, el actor que interpretó a Jesús en la mítica película de Pasolini.


Éramos amigos recientes en esta red social, desde el año 2018. No siempre estábamos de acuerdo en lo que opinaba el otro, pero siempre respetamos las opiniones de cada uno. En mi blog conté la manera tan curiosa en que nos conocimos. Ahí decía que esperaba que algún día nos conociéramos en persona, quizá en Cadaqués, donde ha vivido los últimos años. También me dijo que pensaba leer una de mis novelas.

Al final no nos ha dado tiempo a conocernos de verdad, aunque de alguna manera lo hemos hecho a través del cine y la literatura. Y esa me parece que es una forma de no morir del todo.

Esta es una escena de la película:

https://www.youtube.com/watch?v=Sb_-irx160c

Esta es la cita de mi blog:

https://sotelojusto.blogspot.com/2018/03/el-rostro-de-jesus.html
 
 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

"Cine, cine, más cine, por favor".

Me gusta pasear por las calles de las ciudades y verme de pronto en medio de un rodaje. Esto me pasó ayer de nuevo en una cafetería de mi barrio a la que suelo ir a menudo; su propietario es un joven y famoso director de cine español. Es lo que me dijo hace un tiempo mi peluquero, que me informa de estas cosas y se empeña en decirme siempre que me corta el pelo que soy clavado a Al Pacino y Andy García. Mientras me tomaba el café, aquel lugar se llenó de cámaras, gente vestida de negro y deseos de sembrar el mundo de cultura. En algún momento me vino a la cabeza la canción de Aute sobre el cine, que empieza con "Los 400 golpes" de Truffaut, película que cambió tantas cosas en su día, incluida la manera de mirar las cosas. El cine no es la realidad, aunque a veces no lo tengo tan claro. 

Eso ocurrió por la mañana. Por la noche vi en Sundance TV otra interesante película francesa, "Búmeran" (2015), la tercera película de François Favrat, sobre los secretos que existen en las familias y que terminan afectando a sus miembros antes o después.

La realidad puede ser muy cinematográfica, como dice Aute, y desde luego a mí me gusta que la mía lo sea, me parezca o no a Pacino:

https://www.youtube.com/watch?v=zNkLSqrSlTg




"Lluvia".

Hoy me ha despertado la lluvia en los cristales. Serrat cantaba a Machado. Es una canción melancólica de otoño. Huele a la ciudad mojada, como si el tiempo continuara su camino de manera inexorable, año tras año y vida tras vida.

Yo soy de los que valoran las sonrisas, y sonrío. Y canto, como Whitman, y me celebro y celebro la vida:

lunes, 14 de septiembre de 2020

"La Casa de la Cascada de Wright, el Dry Martini, el collar de perlas y la voz de Pavarotti".

Siempre dejo al lector la interpretación de lo que escribo, en sus diferentes lecturas, que es como me gusta escribir, pero hoy me apetece contar cómo y porqué escribí el post de ayer. 

Frank Lloyd Wright (1867-1959) es considerado el mejor (y más libertario) arquitecto de Estados Unidos. Su obra maestra es la "Casa de la Cascada", la residencia más famosa que se haya construido, convertida en icono tras ocupar la portada de Time en enero de 1938. Hitchcock contribuyó a ello al hacerla aparecer en su mítica película "Con la muerte en los talones", 1959. El American Institute of Architects la ha juzgado como "la mejor obra de la arquitectura estadounidense de la historia". También se la conoce como "la residencia Kaufmann". Fue construida entre los años 1936 y 1939 sobre la cascada del río Bear Run, en el condado de Fayette (Pensilvania). Hoy es un museo, y pertenece al Western Pennsylvania Conservancy. Kaufmann creía que iba a colocar la casa junto a la cascada y no sobre ella, pero Wright le dijo que quería que vivieran con la cascada, no solo que la mirasen, que se convirtiera en parte integral de sus vidas.
En mi metáfora literaria, el collar de perlas es la cascada y el Dry Martini el agua que cae sobre el collar (en la fotografía donde casi se refleja el rostro de ella tras hacerla).

El resto del día escuché varias óperas de Puccini durante un largo viaje y el día terminó como solo podía hacerlo, con un aria que es una cascada de la música:

https://www.youtube.com/watch?v=8uqPnY5hQDs&frags=pl%2Cwn



domingo, 13 de septiembre de 2020

"No recuerdo si anoche me quedé a dormir en esta casa".

Podía haberla construido un arquitecto como Frank Lloyd Wright. También podía haberme tomado un Martini en copa elegante mientras me convertía en un héroe de película. 

Y atardecía. 

Y se escuchaba una música francesa, siempre otoñal, y el vinilo no dejaba de dar vueltas como tu sonrisa, hablándome de amor.

Tú solo llevabas encima un collar de perlas y las gotas del Dry Martini, y yo te dije que me gustaría que vivieras siempre en mis textos, no solo que los leyeras. 

Ya sabes que es la búsqueda de un mundo poético sin límites de espacio:

https://www.youtube.com/watch?v=2dHl0HQ5mdU

sábado, 12 de septiembre de 2020

"Niños en el colegio en tiempos de pandemia".

Una de las cosas que he aprendido a lo largo de mi vida es que el mundo lo construimos entre todos. También sé que se me dan mejor las preguntas que las respuestas. Desconozco cuál es la mejor forma de volver al colegio, pero sé que debemos hacerlo. Y todos somos responsables. No se trata de pasarnos el tiempo criticando a los que piensan de forma diferente, sino de ayudar entre todos, de aportar alguna cosa, aunque sea casi insignificante, que pueda servir a los demás.

"Hoy, entre mascarillas, hemos escuchado en clase la música de tu post, Justo. Y ha sido, eso, algo parecido a la libertad".

Acabo de leer estas palabras de la profesora y escritora Emma Prieto Rubio como comentario al texto que escribí ayer, en el que decía que penetrar en las profundidades de un buen libro es algo similar a sentirse libre. Compartí el andante del Trío opus 100 de Schubert para reflejar esta idea a través de la música. A Kubrick tal vez también se lo pareció, y lo convirtió en parte de la banda sonora de su "Barry Lyndon". Esta mañana pensaba publicar otra cosa, pero las palabras de Emma (a la izquierda de la fotografía en una de las tertulias del curso pasado en el "Café Gijón") me han hecho cambiar de opinión. Ella se dedica a dar clase a los niños con necesidades especiales. Si ser profesor es una de las profesiones más hermosas del mundo, de las más necesarias, lo que hace Emma es todavía más hermoso (mi hijo quiere dedicarse a lo mismo en un futuro).

Si Emma me invitara algún día a su clase diría a sus alumnos que el cine de Kubrick es uno de los máximos ejemplos que conozco para intentar explicar el mundo. Y escucharía con esos niños la Sarabande de Häendel, la música con la que empieza la película donde mejor se nos cuenta el siglo XVIII en el cine, porque el mundo no ha nacido en el siglo XXI:

https://www.youtube.com/watch?v=nS-kmF2iFMs

Porque existen personas que justifican que yo siga escribiendo.

"Algo parecido a la libertad".

Siempre que paseo por la calle León, donde vivió y murió Cervantes, entro en la librería La Forja de los Libros. Aunque me la encuentre cerrada me fijo en un cuadro colgado en la pared de la entrada. Un buen libro es uno de los lugares donde nunca me importa perderme, para buscar la salida mientras pienso en mí mismo y en los demás. Como una manera de sentir la historia de la humanidad en mi piel o en mi cerebro, a lo largo de los senderos y las bibliotecas por donde pasean los instantes y el futuro, en el lado de allá y de acá de mi mente.

Durante ese paseo, más espiritual que físico, soy capaz de escuchar una música como esta:

https://www.youtube.com/watch?v=e52IMaE-3As

jueves, 10 de septiembre de 2020

"Vemos el mundo no como es, sino como somos cada uno de nosotros".

Paseando el otro día por la calle Huertas, saqué esa fotografía a una librería de teatro, con espejos, que lleva mucho tiempo cerrada. Si no me equivoco se trasladó a la calle Príncipe, enfrente del teatro de la Comedia, que es el lugar donde se representan las obras de nuestro Siglo de Oro. Siempre que Paqui y yo entrábamos en "La Celestina" (vivíamos al lado) el librero decía que parecíamos dos actores de teatro, seguramente una pareja de actores del Español o la Comedia. 

Me tomo ahora el primer café de la mañana y pienso que el mundo es como es, con pandemias o sin ellas, con épocas de esplendor o crisis económica, cubierto de ilusiones o tristezas. Sin embargo, cada persona lo ve de forma diferente. Calisto es el representante del amor cortés, ese amante ridículo o cómico en una época (hablo del siglo XV) en la que el amor se consideraba una suerte de locura y hasta una enfermedad que te llevaba incluso a dejar de ser tu mismo para convertirte en alguien patético. Melibea representa el ideal de mujer de la época, una persona buena e inocente además de bella y noble que no cae en los halagos del joven noble desde la primera vez que se ven. La alcahueta o Celestina es una mujer que siempre ha sido pobre y, para lograr sobrevivir, se ha convertido en una persona muy interesada que busca siempre beneficio económico, calcula todos sus movimientos y deja de lado la moral.

Como es lógico he empezado a dar mis clases con mascarilla, y ayer utilicé un micrófono por primera vez en mi vida, teniendo en cuenta que algunos alumnos se perdían en la inmensidad de la clase con el fin de mantener la distancia de seguridad. Y lo más curioso es que durante unos instantes me vi como un actor de teatro representando una comedia o una tragicomedia, como la de Calisto y Melibea.

Reconozco que esta vida tiene momentos muy divertidos o al menos a mí me lo parecen.

"Sobre lo bello y lo sublime".

"La vida es una cuestión de matices, me escribió anoche en un Wasap una amiga escritora, como la diferencia entre lo bello y lo sublime".

Me tomo el primer café en esta agradable mañana de verano y recuerdo el ensayo de Kant sobre este asunto. Más que de estética, trata de psicología y de la descripción de los caracteres de las personas. Está lleno de ingenio, alegría y penetración. Se comprende fácilmente que un crítico haya podido comparar a Kant -refiriéndose a esta obra- con La Bruyère.

¿Cuál es el carácter de los juicios estéticos que no parecen limitarse a un sentimiento subjetivo, aunque tampoco se basan en principios racionales y científicos? Kant, en "Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime" (1764), se interesa no tanto por el contenido cuanto por la lógica de los juicios estéticos. El sentimiento de lo bello surge del libre juego de la imaginación y el entendimiento sin la intervención de ningún concepto, a diferencia de lo que ocurre en la idea espacio-temporal de los objetos. Por el contrario, en el sentimiento de lo sublime el juego se realiza entre la imaginación y la razón. Lejos de expresar una propiedad de los objetos, el sentimiento de lo sublime se despierta en nosotros por el contraste de dichos objetos con nuestras ideas.

La noche es sublime, asegura Kant, el día es bello. Y continúa: "En la calma de la noche estival, cuando la luz temblorosa de las estrellas atraviesa las sombras pardas y la luna solitaria se halla en el horizonte, las naturalezas que posean un sentimiento de lo sublime serán poco a poco arrastradas a sensaciones de amistad, de desprecio del mundo y de eternidad".

Apuro el café:

"El brillante día infunde una activa diligencia y un sentimiento de alegría. Lo sublime, conmueve; lo bello, encanta. La expresión del hombre, dominado por el sentimiento de lo sublime, es seria; a veces fija y asombrada".

Para Kant, "lo sublime presenta a su vez diferentes caracteres. A veces le acompaña cierto terror o también melancolía, en algunos casos meramente un asombro tranquilo, y en otros un sentimiento de belleza extendida sobre una disposición general sublime. A lo primero denomino lo sublime terrorífico, a lo segundo lo noble, y a lo último lo magnífico. Una soledad profunda es sublime, pero de naturaleza terrorífica. De ahí que los grandes, vastos desiertos, como el inmenso Chamo en la Tartaria, hayan sido siempre el escenario en que la imaginación ha visto terribles sombras, duendes y fantasmas. Lo sublime ha de ser siempre grande; lo bello puede ser también pequeño. Lo sublime ha de ser sencillo; lo bello puede estar engalanado. Una gran altura es tan sublime como una profundidad; pero a esta acompaña una sensación de estremecimiento, y a aquella una de asombro; la primera sensación es sublime, terrorífica, y la segunda, noble. La vista de las pirámides egipcias impresiona, según Hamlquist refiere, mucho más de lo que por cualquier descripción podemos representarnos; pero su arquitectura es sencilla y noble. La iglesia de San Pedro en Roma es magnífica. En su traza, grande y sencilla, ocupa tanto espacio la belleza -oro, mosaico-, que a través de ella se recibe la impresión de lo sublime, y el conjunto resulta magnífico".

(Hay mañanas en que el café me sienta especialmente bien).


miércoles, 9 de septiembre de 2020

"Sobre el eterno femenino a través de la música de Purcell".

Henry Purcell (1650-1695) celebró tanto la vida como la muerte de la reina María II de Inglaterra (1657-1689). Esta mañana he despertado escuchando "Come, ye Sons of Art", una de las seis odas que escribió para celebrar los cumpleaños de la reina. En el año 1694 murió de viruela y Purcell compuso también la música para su funeral. Para los británicos el nombre de Purcell es la única respuesta a la pregunta "Who is England’s greatest composer?" Su música estableció el trayecto sobre el cual caminaron todos los grandes músicos ingleses desde Benjamin Britten y Edward Elgar hasta The Who y Michael Nyman. Su muerte fue celebrada como la de un rey y fue enterrado frente a su órgano en Westminster en una grandiosa misa. Su ópera "Dido y Eneas" forma parte de la banda sonora de mi novela "La paz de febrero". En realidad no dejaba de escucharla mientras la escribía. Desde que comenzó a escribir música con ocho años, Purcell se dedicó a todos los géneros que la música barroca podía ofrecer hasta entonces, ópera, música celebrativa, música religiosa y música de cámara. En sus obras mezcló el gusto por la melodía de los italianos, la sabiduría armónica alemana y las extravagancias rítmicas de los franceses, envolviendo todo ello en una delicada intimidad, en una prudencia y discreción que los ingleses siempre han sabido aplicar a la música. 

Me tengo que ir a dar un máster, así que apuro el primer café de la mañana y me digo que la reina María no pudo a conocer a Goethe. En caso de que lo hubiera hecho, este le diría (como me dijo a mí hace muchos años) que el "eterno femenino" nos eleva.

Esta es la música para el 32 cumpleaños de María II, con un delicadísimo coro de ninfas:

https://www.youtube.com/watch?v=cJHSVQ8WC6I

Esta es la música para su funeral: 

https://www.youtube.com/watch?v=izalo2wxYUg

Y esta es la muerte de Dido, una de las cosas más bellas que he escuchado en mi vida:

https://www.youtube.com/watch?v=9YW13NyCOPk