domingo, 20 de septiembre de 2020

"Un paseo por Berlín sin salir de Madrid".

Ayer estuvo lloviendo casi todo el día; por la tarde salió el sol tímidamente y me fui a pasear por Berlín. Y me tomé un té junto al Auditorio de Príncipe de Vergara, aunque tal vez fuera la sala Mozarteum de Salzburgo, y escuché la última sonata de Beethoven.

Mi vida es una continua historia de amor.

Mi historia de amor con Beethoven comenzó a los once o doce años con el segundo movimiento de su segundo concierto de piano. Me preparo ahora el primer café de esta hermosa mañana y observo las fotografías que hice ayer. El Parque de Berlín se llama así porque está cerca del Colegio Alemán. El busto de Beethoven aparece sobre un piano de piedra y varias notas de la Quinta Sinfonía. Cerca de allí se ven la escultura de un oso (el símbolo de la ciudad de Berlín), realizada por el artista que también esculpió la osa y el madroño de la Puerta del Sol, y restos del muro innombrable, como podría haber dicho Beckett. En el segundo movimiento de su última sonata (sobre el minuto 16.15), Beethoven nos introduce, literalmente, en una especie de "music hall" dominado por el swing, y eso que estamos en 1820 y todavía tardaría un siglo en inventarse todo esto. Como digo siempre, los genios lo son por algo. Y está la pianista estadounidense Katie Mahan, con su belleza y elegancia, y unos dedos que acarician esta sonata. Dio su primer recital a los seis años, tras enamorarse de la obra de Gershwin, y se marchó a París como una auténtica bohemia americana y en aquella ciudad se enamoró de Ravel y Debussy.

La vida como una historia de amor:

https://www.youtube.com/watch?v=Sk8oL4jDWIw

 





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario