jueves, 10 de septiembre de 2020

"Vemos el mundo no como es, sino como somos cada uno de nosotros".

Paseando el otro día por la calle Huertas, saqué esa fotografía a una librería de teatro, con espejos, que lleva mucho tiempo cerrada. Si no me equivoco se trasladó a la calle Príncipe, enfrente del teatro de la Comedia, que es el lugar donde se representan las obras de nuestro Siglo de Oro. Siempre que Paqui y yo entrábamos en "La Celestina" (vivíamos al lado) el librero decía que parecíamos dos actores de teatro, seguramente una pareja de actores del Español o la Comedia. 

Me tomo ahora el primer café de la mañana y pienso que el mundo es como es, con pandemias o sin ellas, con épocas de esplendor o crisis económica, cubierto de ilusiones o tristezas. Sin embargo, cada persona lo ve de forma diferente. Calisto es el representante del amor cortés, ese amante ridículo o cómico en una época (hablo del siglo XV) en la que el amor se consideraba una suerte de locura y hasta una enfermedad que te llevaba incluso a dejar de ser tu mismo para convertirte en alguien patético. Melibea representa el ideal de mujer de la época, una persona buena e inocente además de bella y noble que no cae en los halagos del joven noble desde la primera vez que se ven. La alcahueta o Celestina es una mujer que siempre ha sido pobre y, para lograr sobrevivir, se ha convertido en una persona muy interesada que busca siempre beneficio económico, calcula todos sus movimientos y deja de lado la moral.

Como es lógico he empezado a dar mis clases con mascarilla, y ayer utilicé un micrófono por primera vez en mi vida, teniendo en cuenta que algunos alumnos se perdían en la inmensidad de la clase con el fin de mantener la distancia de seguridad. Y lo más curioso es que durante unos instantes me vi como un actor de teatro representando una comedia o una tragicomedia, como la de Calisto y Melibea.

Reconozco que esta vida tiene momentos muy divertidos o al menos a mí me lo parecen.

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