jueves, 3 de septiembre de 2020

"Hablando del infierno de Dante en un tiempo de virus".

En la entrevista en la radio que me hicieron el otro día mencioné una de las obras maestras de Lubitsch, "Un ladrón en la alcoba". A pesar de que la he visto varias veces, anoche le tocó el turno a "Ser o no ser" (1942), su obra maestra, y que siempre relaciono con "El gran dictador" (1940), de Charles Chaplin, y viceversa. La de Lubitsch no se estrenó en España hasta 1971 y la de Chaplin hasta 1976. Sus directores tuvieron la valentía de realizar sus películas en el momento en el que ocurría uno de los mayores desastres de la humanidad. Lo hicieron desde el humor, a la vez que trataban algunos de los rasgos distintivos del ser humano. Tanto Chaplin como Lubitsch usaron la comedia, no como un género ligero, sino como una perfecta e ingeniosa arma contra el nazismo y el totalitarismo. Lubitsch homenajeó al teatro y a la habitual confusión que se da entre la realidad y la ficción, entre el papel que interpreta el actor y su vida real. Un falso Hitler dando un paseo por el centro de Varsovia, un joven oficial de aviación que se levanta de su butaca cada vez que se inicia el soliloquio de Hamlet que da título a la película, un divo del teatro que parece más celoso de su profesión que de la fidelidad de su esposa. 

Y todo ello delante del mismísimo Hitler.

Lubitsch y Chaplin son dos de los pocos genios de la historia del cine que crearon una auténtica escuela, pero tuvieron que suspender a sus alumnos por copiar.

¿Cuántos suspenderíamos exámenes parecidos a la hora de enfrentarnos a los abismos de la humanidad?

(La fotografía es de una amiga, la escritora Patricia José Álvarez, que tiene los mismos gustos cinéfilos que yo).

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