miércoles, 6 de agosto de 2025

"Los personajes de la portada de un libro que terminan hablando en Radio Nacional".


 

Ayer, nada más abrir Facebook con una taza de café en las manos, lo primero que me salió fue esta foto de mi novela "Poeta en Madrid" (2021, Huso) en la mano de María José Amigo Gil, amiga de esta red social desde hace años. Al ver la foto sonreí, bebí unos sorbos y me fijé en los rostros de las personas que Mayda Bustamante, la editora, decidió que conformaran la portada de la novela (todas mis novelas tienen una portada del pintor y amigo íntimo Antonio Zaballos, pero en ese momento acababa de fallecer). Nunca he tenido problemas con mis editores para elegir la portada. Como me parece que un libro dice todo lo que tiene que decir de un escritor, Zaballos sabía lo que tenía que "narrar" en la portada para que lo que yo había escrito por dentro estuviera reflejado por fuera. Y la idea de la editorial Huso me pareció excelente. Los rostros de Mahler, Beethoven y Puccini ya que su música late entre las páginas de la novela. Los de Borges, Neruda, Goethe, Shakespeare, Joyce y Beckett entre los escritores ya que su espíritu también está contenido en sus páginas. Y después un guiño con mi propio rostro.

Por si le sirve a María José a la hora de adentrarse en las apenas cien páginas de una novela que he escrito toda mi vida, dejo por aquí otra sorpresa que me llevé un día con el primer café de la mañana cuando RTVE decidió dramatizar varias escenas de la novela:

https://www.rtve.es/play/audios/la-libelula/poeta-madrid-justo-sotelo-ed-huso/6027218/

En fin, cosas bonitas que pasan a los escritores cuando se toman un café.

martes, 5 de agosto de 2025

"La soledad es la suerte de los espíritus excelentes".


 
Ya he comentado alguna vez que Candelaria Villavicencio (Lali para los amigos) es una poeta a la que admiro, a la que admiraba incluso antes de publicar, en la madurez, su primer libro de poemas. 
 
En los últimos días ha escrito por aquí varios comentarios de una tacada contestando a mis últimos posts, que me hicieron pensar, así que los recuerdo mientras observo esta foto que me hice con ella hace un tiempo en la Orotava, al norte de Tenerife:
 
"Mi estimado Justo Sotelo, deseo compartir una reflexión personal, porque me ha tocado tu texto y me invita a mirar hacia dentro. Creo, como tú, que lo verdaderamente seductor y bello no está en la apariencia, sino en la autenticidad y en la forma en que nos aceptamos a nosotros mismos. Me viene a la mente la filosofía de Platón, cuando a través de Diotima en "El Banquete" nos habla del amor como un viaje que empieza en la atracción física, pero que solo alcanza su plenitud cuando aprendemos a reconocer y admirar la belleza del alma y la sabiduría. Es en ese ascenso donde lo “sexy” deja de ser una cuestión superficial y se convierte en algo mucho más profundo y duradero. También me identifico con el romanticismo que mencionas, esa búsqueda de sentido y belleza en la vida, tan presente en poetas como Bécquer o Lamartine. Para mí, la verdadera seducción está en la honestidad, en la capacidad de mostrarse tal cual uno es, con sus pasiones, sus dudas y sus sueños. La autoestima, como bien apuntas, es el núcleo de ese atractivo: cuando uno se siente bien consigo mismo, lo transmite sin necesidad de artificios. Creo que la belleza y el amor, cuando se viven desde la inteligencia y la humildad, son realmente inmortales y, en el fondo, lo más atractivo que podemos compartir con los demás".
 
"Mi estimado Justo Sotelo, no puedo evitar sonreír al leerte; tu confesión me recuerda a Schopenhauer, quien sostenía que la vida es una tragicomedia y que, si acaso, lo más sensato es tomarse a uno mismo con cierta ironía. Si Schopenhauer hubiera tenido una gatita llamada Ana y una pasión por las librerías en extinción, probablemente habría dicho que el verdadero héroe romántico es aquel que, lejos de conquistar multitudes, sobrevive con dignidad entre libros polvorientos y conversaciones con su mascota filosófica. ¿A quién va a seducir un escritor en sandalias, armado solo con su ironía y su devoción por la lectura? Quizá a nadie, o quizá —y aquí el toque schopenhaueriano— a todos los que entienden que el mayor acto de seducción es resistirse a los clichés y vivir fiel a uno mismo, aunque eso implique quedarse a solas con la gata y un buen libro. Al fin y al cabo, como decía el propio Schopenhauer, “la soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”, y si además uno puede pasearla por la ciudad en pantalones cortos, mejor que mejor".
 
"Me gusta imaginarme también al alba, la taza entre las manos, sintiendo cómo la literatura sigue derribando fronteras y conectando orígenes. Y pienso que todos, alguna vez, necesitamos ese pequeño milagro: que una magdalena y un sorbo de té en la plaza de mi pueblo al noroeste de Tenerife entre un velado de calima, me devuelva la certeza de que la historia —la universal, la personal— se compone de instantes así, donde la belleza se mezcla con la reflexión y el alma amanece dispuesta a escuchar una música antigua y sagrada. Quizá, en el fondo, el verdadero realismo mágico no esté solo en los libros, sino en la forma en que elegimos vivir, recordar y celebrar cada amanecer".
 
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Amanece un nuevo día, me tomo un café y escucho una música en un lugar que sé que le gusta mucho a Lali y también a mí. Después de todo la magia de la vida está en cómo decidimos vivirla:
 

lunes, 4 de agosto de 2025

"La poesía empieza con un golpe de tambor en la selva, dijo Eliot".


 
Roerich, Tagore y Juan Ramón me llevan hasta Eliot, además de este libro que me acompaña en las vacaciones y me compré en la Casa del Libro de la Gran Vía, una selección de sus ensayos recientemente publicados en español, "La aventura sin fin". Es una visión profunda de la mente de uno de los críticos más influyentes del siglo XX y de sus ideas y reflexiones sobre la literatura, la cultura y la sociedad. Si la sociedad decide prescindir de la poesía seguramente desaparezca el sentido último y esencial del lenguaje, y nos volveríamos sordos a nuestra propia voz. Sería como terminar con la canción de la especie humana (todas las guerras, las actuales y las pasadas, son producto de esa sordera). Escribo todos los días alguna cosa para que no deje de sonar esa canción en mi mente. En la gran poesía de Juan Ramón siempre he encontrado "resonancias" de Eliot, con su exploración compleja, intelectual y a menudo melancólica de la vida moderna, la tradición y la espiritualidad. Su poesía, en particular "La tierra baldía" y "La canción de amor de J. Alfred Prufrock", refleja la fragmentación y la desilusión de la posguerra, mientras que sus obras posteriores, como "Cuatro cuartetos", profundizan en temas como el tiempo, la fe y la condición humana. Su estilo poético se caracteriza por el uso de las alusiones, el simbolismo y una singular combinación de expresión intelectual y emocional. Su poesía retrata con habitual frecuencia las ansiedades y la alienación de la vida moderna, utilizando a menudo imágenes fragmentadas y narrativas inconexas para transmitir una sensación de decadencia cultural y espiritual. Emplea extensamente alusiones a obras clásicas y literarias, creando capas de significado y dialogando con el pasado. Utiliza imágenes y símbolos impactantes para transmitir ideas y emociones complejas. Por ejemplo, la "niebla amarilla" en "Prufrock" representa el estancamiento generalizado de la vida del personaje. Eliot admiraba la capacidad de los escritores de los períodos isabelino y jacobino en sintetizar aspectos dispares en obras unificadas. 
 
"La canción de amor de J. Alfred Prufrock" explora las ansiedades y la timidez del individuo moderno, utilizando el flujo de conciencia e imágenes vívidas para representar las luchas internas de Prufrock.
 
"La tierra baldía" retrata un mundo desolado y fragmentado, y recurre al mito y a múltiples voces para transmitir la crisis espiritual y cultural de la posguerra.
 
"Cuatro cuartetos" explora la naturaleza del tiempo, la memoria y la experiencia espiritual, y busca respuestas a preguntas esenciales sobre la existencia humana.
 
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Eliot siempre me ha recordado a Britten:
 

"Un paseo de verano con traje de lino".


 
Porque "los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo. Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir..." El otro día estuve leyendo sobre el pintor ruso Nikolái Roerich, y esto me llevó a recordar a Tagore y a sus traducciones al español de Zenobia y Juan Ramón. Y ahora me apetece desayunar con este, con su obra maestra, la obra maestra de la poesía española del siglo XX. Son esas asociaciones de ideas que me gustan tanto y aplico en mis clases. Al comenzar cada clase digo a mis alumnos que los voy a coger de la mano para llevarlos de paseo de un sitio a otro. Esa es la metáfora de la educación.
 
Sorolla pintó a Juan Ramón hacia 1903 con una gran elegancia hacia él, que posa con un traje blanco en el interior de una estancia que se abre al exterior. A través de un ventanal por el que asoma un paisaje abierto y luminoso, el pintor logra un juego de planos que enriquece la profundidad espacial del retrato e ilumina en contraluz el traje del escritor con luz natural, a partir de una síntesis de trazos directos y lineales.
 
Durante muchos años de mi vida he llevado trajes como el de Juan Ramón en este cuadro.
 
Con 17 o 18 años siempre llevaba en el bolsillo de la chaqueta uno de sus libros, "Arias tristes", incluso cuando jugaba al tenis en las pistas de la Universidad Complutense en Moncloa o me bañaba a veces en su piscina. Así planteé una de mis tertulias literarias "on line" desde Estados Unidos con Mercedes Juliá, catedrática de literatura de la Villanova University, de Pensilvania. Mercedes nos habló del exilio o el destierro del poeta tras la Guerra Civil y lo diferente que encontró la ciudad de Nueva York 20 años después de su primer viaje, cuando se casó con Zenobia Camprubí. Los grandes rascacielos, las prisas y la deshumanización de aquel mundo le resultaban extraños, junto a la sensación de nostalgia y de vacío, lo que le hizo llevar siempre en el bolsillo una piedra de su Moguer (como hacía yo con su libro) y acercarse a los aeropuertos para escuchar hablar español a los que llegaban, al igual que iba a los ríos para ver si sonaban igual que en España. En cierto momento, Mercedes habló de "Espacio", una obra a la altura de algunas de Eliot, Whitman, Browning y Hölderlin. Sobre ese poema escribió ella su tesis, y nos volvió a mostrar su extrañeza porque no fuera más conocido, algo que a mí, personalmente, no me afecta demasiado puesto que seguiré usando trajes de lino de vez en cuando.
 
Dejo por aquí este monumento a la poesía, a la propia historia de la literatura, con la voz de Tomás Galindo:
 
"... mientras tú estás de mí, como de dios".

 

sábado, 2 de agosto de 2025

"Las horas de cada persona o cómo atrapar la luz".


 
Cuando digo que soy progresista, no me refiero tan solo a los temas sociales, como es obvio, sobre los que he escrito libros y artículos científicos. Me refiero también al arte, donde incluyo la literatura. En el juego temporal de lo simultáneo y lo sucesivo, necesito sentirme de mi tiempo e incluso del tiempo futuro. Me aburren las obras que repiten las que ya se han escrito pues creo en la continua evolución de lo simultáneo, como diría Eliot.
 
En esta fotografía de 1976, de Robert Mapplethorpe, se ve a Robert Wilson, arquitecto, dramaturgo y director vanguardista de escena, fallecido el jueves en Nueva York, con Philip Glass, que puso música a su ópera "Einstein on the beach", una de las más importantes del arte contemporáneo (cada vez que menciono a Glass me acuerdo de su música para la película "Las horas" y de Virginia Woolf con la que comparto su visión progresista del arte y la literatura). Siempre que pienso la ópera de Wilson o escucho frangmentos (dura cinco horas y el público se puede levantar de sus asientos cuando quiera, irse al baño, tomarse algo y volver), sé que vivo en mi época desde el punto de vista creativo, lo que he querido llevar a la literatura con mi última novela "Poeta en Madrid" (2021). Es una ópera en cuatro actos que evita la narrativa tradicional con un enfoque formalista en espacios estructurados, diseñados por Wilson con gráficos que se conectan por cinco "knee plays" o intermezzos. Es una investigación científica (la teoría de la relatividad y la producción de armas nucleares), para la que Glass no usó solistas, únicamente un pequeño coro que canta sílabas sin sentido al ritmo de la música. La historia es leída por un narrador, y el papel de Einstein no tiene letra, puesto que fue escrito para violín. Los lugares principales son un tren, un juicio y una nave espacial que flota sobre la Tierra. Esta es una interesante explicación de la obra:
 
Esta es la ópera completa:
 
Con más de doscientas producciones de teatro y ópera en su haber ("Pelléas et Mélisande" fue su última incursión liceísta el año 2012), Wilson estuvo en Barcelona el año pasado, donde ofreció en el Liceo un viaje espiritual con su producción del oratorio de "El Mesías", de Händel. Casualmente, escuchaba a Händel cuando me enteré de su muerte.
 
El arte no es nada sin la ciencia y la ciencia no es nada sin el arte.

viernes, 1 de agosto de 2025

"El 1 de agosto es un hermoso día".


 
Esta fotografía es de hace una semana y pico, pero me parece que le va bien a este día. El calendario romano original tenía diez meses, y marzo era el primero, así que agosto se llamaba antes sextilis (sexto en latín). El 8 a. C. el Senado lo rebautizó en honor del emperador César Augusto. Su nombre de nacimiento era Cayo Octavio, aunque recibió el título honorífico de Augusto. "Augustus" alude a "augur" o "consagrado por augurio" por sus connotaciones de venerabilidad, majestuosidad o reverencia. Y es verdad que el nombre de Augustus se da un aire al de Justus. Deriva del latín "iustus" con cualidades de imparcialidad, integridad moral y rectitud. Y como siempre me dicen que tengo aire de actor italiano, me tomo un café escuchando las "Beatitudes" de la "Gran Belleza", de Sorrentino, la búsqueda de la belleza y la autenticidad del protagonista, Jep Gambardella, perdido en un mundo de apariencia y hedonismo. En el clímax de la historia, sor María le pregunta por la razón de su bloqueo creativo, a lo que este responde que la búsqueda de esa Gran Belleza es lo que ha provocado que no volviese a escribir una novela desde "El aparato humano", su gran éxito de juventud:
 
 
Saboreo el primer café de la mañana y pienso en las seis novelas que he escrito, desde "La muerte lenta" en 1995. Tuvimos una bonita presentación en la Universidad San Pablo. La compraron muchos de mis alumnos. 
 
Sí, el 1 de agosto es un bonito día para seguir escribiendo.


jueves, 31 de julio de 2025

"El escritor mimado y mimoso".


 

Ayer recibí unos cuantos regalos literarios a través de esta red social. El collage de la fotografía me lo envió a primeras horas de la mañana Emilio Domínguezclarore, con mi último libro de relatos, "Un hombre que se parecía a Al Pacino" (2023), con una foto leyendo el ensayo de Patrick Toumba sobre mi obra, "Del amor líquido en las novelas de Justo Sotelo" (2023) y mi intervención en un programa literario de RTVE desde los estudios de Santa Cruz de Tenerife. Sobre esa hora, más o menos, Clariola Fenoll García me dijo que ya iba a ponerse a leer mi ensayo "Los mundos de Haruki Murakami" (2013), que es el último que le queda por leer de mis libros de literatura. Y agradeció a la Sanidad pública española el hecho de que había salido del hospital tras estar ingresada seis días. Por la tarde, después de comer, me envió un mensaje Fátima Javier para decirme, entre otras cosas muy bonitas, que iba a empezar a leer mi novela "Las mentiras inexactas" (2012). Y para redondear el día literario Elena Peralta recitó con su preciosa voz "Un partido de fútbol en Lisboa", uno de mis "Cuentos de los viernes" (2015):

https://www.facebook.com/share/v/1Cn6TcpZnr/

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Y aunque no tenga que ver con mi literatura, Yolanda Clúa también me regaló ayer "Summertime", de George Gershwin, con la voz de Ella Fitzgerald:

https://www.youtube.com/watch?v=hgA0_wEjAIQ

miércoles, 30 de julio de 2025

"Tagore y yo".


 
Puesto que sé lo que es el Paraíso, ayer me pasé el día en el paraíso particular de mi mente releyendo cosas sobre Tagore, puesto que su nombre había aparecido en una de mis últimas lecturas vinculadas al artista ruso Nikolái Roerich. Tagore ocupó unas cuantas horas de mi adolescencia, y en mi imaginario sentimental siempre lo he vinculado a Juan Ramón y Zenobia. Ella lo tradujo al español y Juan Ramón se encargó del ritmo y la estética. Gracias a ellos, la obra de Tagore se conoció en España y en Hispanoamérica. Tagore es narrador y poeta, y pionero de la educación, y fundó una escuela en Santiniketan (en Bengala Occidental) para fomentar el desarrollo integral de los niños. “Para mantener el respeto que nos debemos a nosotros mismos y a nuestro creador, dijo una vez, debemos hacer que el propósito de la educación sea nada menos que el propósito supremo del hombre: el pleno crecimiento y la libertad del alma”. Y escribió una sátira sobre la educación, El cuento del loro, donde mostraba cómo no debía ser "educado" un loro. Lo encerraban en una jaula, le negaban comida y agua, y le metían a la fuerza teorías escritas en papel. Tagore creía que las personas aprenden mejor cuando experimentan la vida real, como la conexión con la naturaleza. (Y luego me pregunto por qué me hice profesor leyendo estas cosas desde crío). Los niños deben aprender de personas interesantes, del arte, la música, la danza, la creatividad, las ideas y las humanidades. Las personas se fortalecen al conocer su propia herencia, pero también explorando y apreciando lo mejor de otras culturas. 
 
Tagore nació en 1861 en el seno de una familia brahmán de Calcuta, con una sólida historia pionera y cultural. Entre sus antepasados se encontraban personas que, por ejemplo, habían enseñado Derecho en Londres, introducido la música orquestal en la India, que fueron mecenas del arte europeo, dominaban numerosos idiomas y fundado universidades y teatros. Algunos miembros desempeñaron un papel esencial en el Movimiento Nacionalista y lucharon por los derechos del pueblo de Bengala.
 
Tagore también compuso música, pero hoy me tomo el primer café de la mañana escuchando la obra maestra de Bruckner, que tanto le gustaba a Juan Ramón, como cuenta en su libro "Tiempo" (el envés de "Espacio") que expuse en su momento dentro de la asignatura "Poesía española contemporánea" que me explicó Fanny Rubio, en un máster de Literatura Española. Después de todo Juan Ramón es el mayor genio de la poesía española del siglo XX y puso el ritmo y la estética en español a la obra de Tagore:
 

martes, 29 de julio de 2025

"¿El secreto de ser feliz en tiempos de la IA?"


 
El otro día Eu Bandera Romero me retrató con la IA (primera foto), y aunque no nos parecemos demasiado lo importante es este bonito detalle. Eu me preguntó en otro momento si conocía el documental "Honeyland" (2019) de los directores macedonios Tamara Kotevska y Ljubo Stefanov (en la tercera foto) sobre una de las últimas mujeres apicultoras de Europa, Hatidze, al pie de las montañas de Macedonia (en la cuarta foto). Tan solo tenía animales domésticos, y una madre mayor a la que cuidaba amorosamente con los medios rudimentarios que poseía. Edu me pidió mi opinión, pues la película le había dejado una huella imborrable.
 
Y voy a escribir algo con sumo gusto, ya que este cine me recuerda al de Olmi, Kiarostami o los hermanos Taviani, un cine independiente, poético y profundo.
 
Los directores investigaban en una remota zona montañosa del país para un cortometraje documental sobre la naturaleza. Observaron colmenas detrás de una roca en la montaña donde rodaban, lo que les condujo hasta Hatidze Muratova, que utiliza métodos ancestrales transmitidos de generación en generación para recolectar miel. Este fue el comienzo de una "aventura" de tres años, filmando en veranos abrasadores e inviernos gélidos. Tras otro año de edición, nació su primer largometraje. Hatidze vive en Bekirlija, sin agua corriente y sin carreteras. La miel que vende en el mercado de Skopie, la capital de Macedonia del Norte, es su única fuente de ingresos. Solo se lleva la mitad de la miel y deja el resto para las abejas. Con ello logra que las abejas la respeten. Pero su tranquila existencia cambia cuando una familia nómada, compuesta por los padres y siete hijos, un vehículo ruidoso y un gran rebaño de ganado, se muda al pueblo. Al principio ella los recibe con gran entusiasmo y les enseña a recolectar la miel silvestre. Aun así, Hussein, el padre de la familia, quiere recolectar miel a mayor escala y obtener mayores ganancias. Se lleva toda la miel de sus propias colmenas, pero sus abejas reaccionan atacando las colmenas de Hatidze, lo que provoca su destrucción y un conflicto entre ellos.
 
Estas son algunas escenas:
 
En estos tiempos de IA se trata, más que nunca, de ser coherentes, considerados y amables.
 

 



lunes, 28 de julio de 2025

"Un deporte de riesgo".




 
No me refiero a tirarme en paracaídas o por un barranco, hacer una carrera de coches y ni siquiera ir al gimnasio, donde ya se sabe que se suda mucho. Hablo de leer, de pasarme leyendo toda la tarde del domingo, aunque esté o no de viaje. El riesgo de leer es que puedes convertirte en alguien que piensa por sí mismo y que no da la razón a los que mandan, si no la tienen. Siempre he dicho que mis raíces no están en el lugar donde nací, en mi caso en Madrid, sino en los libros que leía desde que era pequeño. Dediqué uno de los capítulos de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012) a hablar de aquellos héroes de novela que se metieron en mi mente de niño y de adolescente. Y de esta forma puede ocurrir que leyendo un libro dedicado a la India me encuentre la figura del pintor ruso, filósofo, escritor, arqueólogo y viajero Nikolái Roerich, un tipo que estaba con su familia en Finlandia cuando estalló la Revolución rusa de 1917 y decidió no volver. Fue a Londres e intentó realizar su sueño de ir hasta la India con su familia pero no lo logró. En 1919, conoció al poeta Rabindranath Tagore y se hicieron amigos para toda la vida. En su ensayo "Tagore y Tolstói", recordó con entusiasmo este primer encuentro que culminó con su llegada a la India en 1923. Pasó los últimos 20 años de su vida en el valle de Kullu, con el telón de fondo de las montañas nevadas. Se enamoró de la cultura y la filosofía de la India. Pintó el Himalaya con todo tipo de atmósferas y colores, y reveló su esencia espiritual y la danza cósmica de los elementos. En Naggar, fundó el Instituto de Investigación Uruswati del Himalaya que se ocupa de temas como estudios etnográficos y exploraciones lingüísticas, trabajos sobre el diccionario tibetano-inglés y el folclore osetio. Un departamento de ciencias naturales e investigaciones afines incluía estudios botánicos y zoológicos. Roerich llegó a comprender que el patrimonio cultural de cada nación es, en esencia, un tesoro mundial. Todos deben ser protegidos de los estragos de la guerra y el abandono, lo que le llevó a redactar el Pacto Roerich, que sentó las bases para la creación y las actividades de la UNESCO. La Cruz Roja se representa con un signo protector y una bandera, y el Pacto Roerich por un símbolo en todos los sitios de actividad cultural y valor histórico, declarándolos neutrales e independientes de los ataques de los combatientes. Es la bandera de la paz que he recogido en la tercera foto. Este Pacto fue acordado inicialmente por 21 naciones y firmado como tratado en la Casa Blanca, en presencia del presidente Franklin D. Roosevelt, el 15 de abril de 1935, y todos los miembros de la Unión Panamericana. Posteriormente, fue firmado también por otros países. Hoy, con 7000 pinturas en su haber, Roerich ocupa un lugar propio en el mundo del arte. Su literatura también es interesante. Su libro "El Gozo del Arte" contó con una introducción de Radhakrishnan y "Maravillosa Unidad" con un prólogo de Tagore.
 
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Ahora me tomo el primer café de la mañana (podría cambiarlo por un té negro con leche como ayer por la tarde) y escucho "La canción de la India" de Rimsky-Korsakov que me regaló por esta red social el poeta argentino Héctor Berenguer a la misma hora en que leía sobre Roerich:
 
Sí, es un deporte de riesgo que une el tiempo y el espacio.

domingo, 27 de julio de 2025

"Todos somos extranjeros alguna vez".


 
Me dijo un santón en la India: "Extranjero, busca dentro de ti. Deja de ir de aquí para allá y busca dentro de ti. En ti mismo reside el poder supremo". Había leído algo similar en el Tao siendo adolescente. Otro santón me contó esta historia: "Antes de su manifestación, el mundo era una enorme masa de leche. Los dioses anhelaban la inmortalidad y decidieron batir la leche para conseguir su esencia última, o sea, el néctar de la inmortalidad o ambrosía , el dulce "amrita". Después de comprobar que eran pocos para esa labor, recurrieron a los "asuras" (demonios). Entre todos batieron la leche lo necesario para lograr el "amrita", pero una vez conseguido los demonios se apoderaron de la jarra ("kumbha") que lo contenía. Para recuperar la esencia de la inmortalidad (también llamada "soma"), los dioses emprendieron una reyerta contra los demonios y el resultado de la misma fue que el néctar se salió de la jarra y se desparramó sobre el mundo".
 
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Anoche el sol se perdió por el horizonte y sonaba esta música:
 
Ahora me despierto, escribo y sigue sonando. Todo está en paz en mi corazón y en mi mente.

"Somos el amor que damos sin esperar nada a cambio".


 
Esta fotografía es del otro día en su casa. Javier sigue celebrando misa a sus más de 90 años, y a veces lee en la iglesia este texto que le dediqué en mi último libro. Estos pequeños detalles son los que justifican mi literatura, esa media vida sentado frente a la página en blanco en busca de un sentido a la vida y a mi propia literatura:
 
"Ayer por la tarde me fui a ver a mi cura vasco favorito, Javier Ruiz de Arcaute y Vélez de Mendizábal, uno de mis amigos íntimos tras más de media vida juntos. En las últimas semanas no lo ha pasado muy bien, por un problema de diabetes, lo que le ha llevado a estar tres semanas en el hospital. Como he dicho otras veces, Javier conoce a la perfección mi manera de ser y siempre me ha llamado “santo laico”. Con él he vivido multitud de experiencias y hemos compartido un despacho en la Universidad a lo largo de muchos años (es sociólogo e impartió esta asignatura). Me siento orgulloso de todo lo que me ha enseñado sobre esta vida y sobre la otra. Con él yo puedo hablar de todo, de política (de las próximas elecciones), de fútbol (de cómo nos alegramos de que el City eliminara al Madrid de la Copa de Europa, jeje; él es del Athletic de Bilbao y yo del Atlético de Madrid) y de su visión progresista de la vida (por eso somos amigos íntimos). En cierto momento volvió a repetir la frase del principio. En realidad somos el amor que hemos dado, dijo. Y de nuevo su frase me recordó la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios, uno de los textos más hermosos y profundos que se han escrito sobre el amor:
 
1. Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
 
2. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
 
3. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
 
4. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece.
 
5. No actúa con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido.
 
6. No se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
 
7. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
 
8. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá.
 
9. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado.
 
10. Y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
 
11. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
 
12. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
 
13. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
 
En el coche busqué el CD con la música de Azul, de Krzysztof Kieślowski, con la “Canción para la unificación de Europa”, según la epístola de San Pablo".
 
("Himno al amor", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", Pagés Editors y Universitat de Lleida, 2023, pp. 282-283.
 
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La música y la película solo pueden ser estas:
 

sábado, 26 de julio de 2025

"Esa parte jipi que no puedo evitar".



 
 
En algunos lugares medio escondidos del centro de las ciudades aún puedes encontrarte tiendas donde se mezclan la ropa de cualquier época que ya está pasada de moda porque nunca lo estuvo, carteles de aquellas películas clásicas que se nos quedaronn grabadas en un rincón de nuestra biografía en blanco y negro, e incluso unas mesas con bancos destartalados en un jardín tropical en que puedes tomar un té negro con leche y escribir y leer mientras pasa la tarde como si no pasara la vida. Son esos lugares en los que se detiene el tiempo y existe el deseo de sentirte ser humano y te arropen conversaciones de gentes de todas las edades, como en las fotografías del otro día, para que todavía puedas seguir narrando la vida como se cuenta el génesis de un mito o una leyenda. Soy antimilitarista por definición, filosófica y genéticamente hablando. Nunca he concebido que unas personas maten a otras en defensa de unos valores absurdos, como la patria, el dinero o el poder (¿el poder de qué y para qué), algo que ya he contado en mis novelas "La paz de febrero" y "Entrevías mon amour". He elegido hacer el amor y no la guerra, pasarme media vida haciéndolo. Hacer el amor es bueno para la salud, la física, la mental y la espiritual. La verdad es que las chicas que he conocido a lo largo de mi vida siempre me han sonreído nada más conocerme y querido pasear conmigo hasta sentarse en un banco del parque y tomar una horchata. Después terminábamos sentados en una de esas sillas de las terracitas de los Cafés de París, Madrid o Londres viendo pasar a la gente, sonriendo y besándonos. La otra mitad de mi vida la dedico a escribir, estudiar, viajar y dar clase, lo que he contado en las otras novelas y libros de cuentos (también en los libros científicos que he escrito). Ya te he dicho alguna vez (en el fondo, siempre te lo estoy diciendo a ti) que todo comenzó en la Universidad de California en Berkeley, donde me invitaron a dar clase durante los meses de una primavera de mi juventud. En aquella época las chicas aún llevaban flores en el pelo y Scott McKenzie cantaba el himno por excelencia de los jipis:
 
Y sabía que te conocería.

viernes, 25 de julio de 2025

"El buen escritor y el lenguaje del amor".


 
Otra cosa que me gusta de París además de callejear por sus calles por el simple placer de perderme entre su presente, su pasado y mi cerebro, son sus escritores y sus películas.
 
Tanto Flaubert como Maupassant pensaban que el buen escritor es el que abre nuestros sentidos y disciplina nuestras sensibilidades. Los dos fueron como un padre y un hijo. Flaubert escribió cuatro novelas enormes, entre las que hay una obra maestra; Maupassant varias novelas interesantes y un conjunto de relatos extraordinarios. Mientras me tomo el primer café de esta agradable y bella mañana de verano, recuerdo lo que una vez dijo Flaubert a Maupassant, en el sentido de que "en todo hay una parte sin explorar porque estamos acostumbrados a usar los ojos solo en asociación con la memoria de lo que antes de nosotros han pensado otros del objeto que estamos mirando. Hasta lo más pequeño tiene dentro algo desconocido". En este sentido, mientras apuro el café pienso que siempre que escribo intento enfatizar esa cualidad desconocida, a través de la fuerza de la metáfora, por ejemplo, o valiéndome de la ternura para señalar lo que solemos olvidar. Prefiero ser un escritor piadoso que un escritor despiadado, y siempre busco la elegancia y el buen gusto a la hora de expresarme. Maupassant defendía la tesis, asumida asimismo por Flaubert, de que la vida íntima de todo buen escritor era algo que no concernía al público. "El artista debe arreglárselas para hacer creer a la posteridad que nunca existió", escribió Flaubert a Louise Colet. En ese sentido, Maupassant le consideraba también como un evidente ejemplo a seguir. "Fue el apóstol más ferviente de la impersonalidad del arte. No consentía que el autor fuera adivinado, que dejara caer, en una página, una línea o una palabra un solo ápice de su intención o propósito". Por meterme yo en el medio, el otro día la escritora y profesora Montserrat Abumalham (Nuria Condor) me dijo que tratara de averiguar lo que había de misterioso en mí; y añadió que se refería a lo inescrutable, lo inefable, lo incomprensible, pero real y evidente. Y terminó llamándome escritor romántico. Queda un tercer aspecto del "buen escritor". Para Maupassant, Flaubert no fue un moralista. En su opinión los grandes escritores no se habían preocupado nunca ni de la moral ni la castidad como ocurrió por ejemplo con Apuleyo, Aristófanes, Lucrecio, Ovidio, Virgilio, Rabelais o Shakespeare. Si un libro contiene una enseñanza, debe de ser a pesar de su autor, por la misma fuerza de los hechos que nos cuenta. Flaubert consideraba estos principios como artículos de fe. De Madame Bovary negará su carácter realista o naturalista, como siempre aseguró la crítica de su época. Maupassant consideraba que su maestro estaba todavía bajo el influjo del romanticismo, de Victor Hugo o Chauteabriand.
 
Y el cine francés, por ejemplo "Un hombre y una mujer", con esa música y ese lenguaje del amor. Decía un escritor del XVIII muy viajero que el inglés es impersonal y está hecho para los negocios, el alemán para hablar con los caballos, el español para hablar con Dios y el francés para hablar y hacer el amor. Cómo no me van a gustar el cine, la literatura y hacer el amor en francés:
 

jueves, 24 de julio de 2025

"¿Los libros tampoco pueden criticar al Gobierno?"





 

Otro programa cultural de RTVE que no seguirá hablando de libros la próxima temporada es Sexto Continente de Radio Exterior. Lo dirige el escritor Miguel Angel de Rus (en la primera foto) "sin dogmas y sin aburrir a las ovejas, sin rollo institucional y sin servidumbres a las grandes empresas ni al famoseo, solo con la literatura", como dice él mismo. Es un programa libre e independiente que no busca comulgar con las opiniones de este Gobierno (o de cualquier otro) ni perseguir las audiencias masivas, como si la radio pública fuera una mera radio privada. El programa de mayo sobre el libro de la filósofa y pintora Paloma Hernández "El fin de la izquierda" (en la tercera fotografía) parece ser que no gustó a los que mandan en esta radio y en este país, como ya me dijo Miguel Ángel cuando lo encontré en el Retiro una tarde en la que me fui a dar una vuelta con el poeta Javier Del Prado Biezma por la última Feria del Libro, y ayer me lo confirmó por teléfono.

Aquí se puede seguir la entrevista:

https://lnkd.in/dCs-CDef

Yo he estado varias veces en este programa. En la segunda fotografía se ve que me lo pasé muy bien porque hablé con Miguel Ángel desde los estudios de Radio Nacional en Santa Cruz de Tenerife. La última entrevista en este programa fue de diciembre de 2023 hablando de "Un hombre que se parecía a Al Pacino". La dejo por aquí por si a alguien le apetece escucharla, tras tomarme un café y antes de irme de paseo por esos mundos de Dios:

https://lnkd.in/d5wQTbbP

Por cierto, qué sosos y antipáticos son los que únicamente tienen poder.