martes, 18 de noviembre de 2025

"Hay personas a las que quiero y ya está".


 
Pepo Paz Saz es mi amigo y además el editor de Bartleby que me ha publicado ya cuatro libros, incluyendo el literario ensayo de Patrick Toumba sobre mis novelas. De las dos cosas la más importante para mí es la primera. Por mi forma de ser, suelo perderme bastante, por ahí y dentro de mí mismo, pero me gusta valorar las "raíces" que van surgiendo a lo largo de mi vida y que se quedan para decirme que la vida vale la pena. A Pepo le conozco desde hace más de quince años y le puedo considerar amigo íntimo (como soy exigente para estas cosas esa idea de las raíces me parece fundamental, pensando quizá en las raíces de las viñas de mi padre y del exquisito vino embocado que nos conseguía José, su cuidador). El otro día me dijo que iba a publicar un buen libro de poemas, con mucha calidad, "La hermana aprendida", de Ana Martín Puigpelat (Madrid, 1968). A pesar de que ayer estaba medio muerto de dar tanta clase, aunque unas alumnas me dijeron algún piropo (a mis años, qué cosas), me subí en el Metro para ir hasta la biblioteca Elena Fortún, en Doctor Esquerdo, la calle de Carmen Martín Gaite, aunque esta vez nadie me cedió el asiento. Me reanimé cuando me encontré con Pepo en la entrada del salón de actos y nos hicimos esa fotografía haciendo un poco el tonto, algo que a los dos se nos da bien. La presentación fue breve e inteligente -como deben ser estar cosas-, por parte de una poeta profunda como Julieta Valero, una actriz estupenda como Kiti Mánver y una autora que ha escrito poemas sobre el paso del tiempo en la mujer, sobre su paulatino acercamiento a la vejez, algo que no suelo leer en la literatura española, como pude comprobar después en el Metro, en el que me leí el libro.
 
"Lo que no tuvieron de niñas -Madrid años 40-.
Saborear galletas o pan
blanco/palabras/merienda/almuerzo/significante/deducción.
Mientras mastican miran el plato o el infinito, están solas entre sí.
No hace falta pensar y ya nada sucede al otro lado de la ventana" (p. 24).
 
"Amanece azul ultramar en medio de la acera. Hoy toca sintrom y vacuna. El andador no acusa la distancia.
Ya no hay brillo en los ojos y la velocidad del mundo
alrededor parece acelerada, como una vieja película teñida de ese azul.
Hay un hueso en el dedo corazón desbaratado y errante. A la otra le tiemblan los nudillos.
Avanzan por la ciudad despiertas, lentamente, sin ritmo en el azul" (p. 64).
 
"SOY mujer: pisé mi último escalón hace ya horas.
Quería más: quería la sombra de un cerezo y la casa resulta. Quería no abundar en cicatrices. Quería la emoción/convocar mundos/crear/crear/tal vez dormir.
La línea circular de este trayecto sin destino" (p. 70).
 
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Sí, hay que leer libros como este para entender un poco mejor el mundo femenino.
 
Hay que tener buenos amigos con los que te apetece charlar de vez en cuando.
 
Hay que escuchar música romántica, por supuesto en París:
 
Así es fácil ser feliz.

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