martes, 31 de diciembre de 2024

"Anocheciendo el día como anochece el año".


 
 
Ayer por la tarde me fui a ver el anochecer del Teide, una montaña nevada, casi de azúcar; en su día buscando la isla de San Borondón, me encontré con esta montaña y desde entonces no he dejado de subirla y bajarla. Como ayer no había cobertura, no podía escuchar música en el coche. De pronto, casi de la nada surgió en la radio la voz de Neil Young y su "Sugar Mountain" que nos habla de la juventud y el inevitable paso del tiempo. A través de una serie de imágenes vívidas y recuerdos, Young pinta un cuadro de un lugar idealizado que representa la inocencia y la simplicidad de la niñez. Los "barkers" y los "colored balloons" evocan la atmósfera de una feria, un lugar de alegría y despreocupación. Sin embargo, la repetida línea "You can't be twenty on Sugar Mountain" subraya la idea de que este estado de inocencia no puede durar para siempre; la juventud es efímera y, eventualmente, todos deben dejar atrás ese refugio seguro. Mi hermano escuchaba a Neil Young cuando era joven, junto a gente como Led Zeppelin, Status Quo y Jethro Tull, su banda preferida, y yo intentaba entender algo, pero no lo conseguía. Lo mío empezaba a ser Beethoven y todo eso. Por aquella época alguien me dijo que era un "extravagante", y después me lo han seguido diciendo, junto a cosas de todo tipo. Con el paso de los años convertí "Thick as a Brick" y "Aqualung" en parte de la música de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012). 
 
Ahora se derrite la montaña de azúcar, como la nieve:
 
Mañana será otro día.

lunes, 30 de diciembre de 2024

"En algún lugar en el tiempo".


 
Ayer me perdí en tres bosques. Por la mañana en un bosque de libros, al mediodía en un bosque de laurisilva y al atardecer en un bosque de agua.
 
Amanece en algún lugar en el tiempo. Me tomo un café mientras escucho una de las músicas más hermosas de la historia del cine. Barry se inspira en Rachmaninov, que a su vez lo hace en Paganini. Luego pienso en las influencias de Haydn, Mozart y Beethoven sobre este. 
 
Cierro los ojos.
 
La historia del arte y la literatura es una suma de instantes, una sucesión de ideas e imágenes que nos va convirtiendo en seres humanos. Nadie es más que nadie, por eso todos necesitamos a los otros para seguir buscando nuestras raíces en el Paraíso:
 
Las fotografías son de la librería Agapea, el Monte de las Mercedes y Garachico, y es hora de escribir. Después de todo, vivimos "somewhere in time".
 


 

 

 


domingo, 29 de diciembre de 2024

"En algún lugar".

 

Hijo adoptivo de La Laguna, candidato al Premio Nobel de Literatura, poeta, narrador y pintor, ayer me saqué esta foto con Javier de la Rosa en la Rambla que atraviesa Santa Cruz de Tenerife de Este a Oeste, después de regalarme una de sus pinturas, la plaquette que ha publicado con el título de "De Astorga y el Poeta", que dedica a Leopoldo Panero, el estupendo poeta tío de su mujer, Charo Alonso Panero, y que leeré con calma, unos bolígrafos con su nombre, y lo más importante, una botella de Möet Chandon, jeje, con la que brindaré el 31. 
 
Javier sabe que se lo digo con cariño. 
 
Ahora escucho "Somewhere", de "West Side Story", basada en el principio del segundo movimiento del Concierto Emperador de Beethoven. Es un tributo de Bernstein al mayor genio de la historia de la música. Estoy leyendo un libro sobre Beethoven, pero de eso hablaré otro día:
 
Amanece sobre el mar y los enamorados se besan.

sábado, 28 de diciembre de 2024

"La apariencia es belleza".

 


                                                                               A Justo Sotelo

"El cine es apariencia:
dolor, risas, versos, violencia, duelo pero de mentira.
La vida es real y también es bella.
Es bello el arte en general y la música en particular, y la literatura
que habla de la lógica abrumadora que tiene la palabra.
Y la escultura, de la pose que adoptamos.
Y la pintura del verso del color en la textura del lienzo.
Mi amigo ama a Murakami y yo también.
Leo su ensayo en Central Park.
Envuelta en trinos maravillosos me llegan sus palabras,
ecos del mundo que dejan en mi su esencia, y su amor por el
cine de Woody Allen y el jazz, cuyos personajes le recuerdan a Al
Pacino y a él, en el lienzo que pinta para sacar de su lápiz su
cuento de los otros o de sí mismo, para ser parecido al hombre
que se parecía a Al Pacino".
 
A continuación recojo el prólogo que he escrito para la plaquette de la segunda foto que han publicado Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigañez, con poemas de Juana Martinez Lopez-Prisuelos y collages de Charo Alonso Panero. Pacino es o no es el de la primera foto que me hice ayer y que ha escrito el libro de la tercera foto que me envió el otro día el escritor Antonio Beltrán Vidal, pues ha empezado a leerlo:
“La vida como el cine y la literatura”.
 
"Abro esta plaquette y encuentro 25 poemas escritos por Juana Martínez López-Prisuelos, acompañados de una serie de collages de Charo Alonso Panero, y me sale una sonrisa. Es como si me encontrara en casa, algo que se confirma unos minutos después, cuando llego al final de esta publicación de Búho Búcaro Poesía. El antepenúltimo poema me lo dedica a mí o en realidad a “Un hombre que se parecía a Al Pacino”, porque el cine es apariencia y “la vida es real y también es bella”. Y estos poemas están llenos de cine y literatura, la que pudieron vivir Charo Alonso y Javier De la Rosa, que aparecen en los poemas, y Woody Allen y Manhattan y el Principito y Walt Whitman, pues lo que hace Juana Martínez es mantener un diálogo con el personaje de Antoine de Saint-Exupéry.
 
La literatura no solo refiere aspectos del comportamiento y la experiencia de los hombres y mujeres a través de unos seres de ficción en algún sentido ejemplares (por ejemplo, las hazañas de los héroes homéricos, las aventuras de Julien Sorel en “Rojo y
negro” o el día dublinés de Stephen Dédalus en “Ulises”), sino que, al mismo tiempo, ilustra sobre modos de la actividad imaginativa, sentimental y expresiva de una especie particularmente sensible de personalidades que son los escritores. Y me fijo en el hecho de que la voz poética comienza hablándonos del juego de los abalorios, como podría hacer Hermann Hesse en su última novela, y luego desayunará en Tiffany antes de pasear por las calles de Nueva York y leer en Central Park. Mientras lo hace yo me estaré preguntando por la poeticidad, la ficcionalidad y la expresividad, es decir, por las
propiedades poéticas que dan sentido a la obra intemporal. Así aparecen los universales estéticos según la idea de convertir la expresión en expresividad e intentar leer la vida desde el arte y la literatura. Es la universalidad antropólogica a partir de los conceptos, símbolos y categorías a priori más profundos y más generalizados de los sujetos de la comunicación literaria. Al final todo se reduce a si queremos enviar un "mensaje" poético que sirva para representar el mundo, en este caso los mundos de Charo Alonso y Juana Martínez.
 
Cuando analizo un texto poético siempre busco la forma interior y la forma exterior del poema, esa “Teoría de la Sentimentalidad” que me enseñó mi maestro Antonio García Berrio y que viene desde Aristóteles, y a partir de la cual escribió un libro esencial de teoría de la poesía, y es lo que hago en esta plaquette tan elegantemente escrita. Esta obra que tengo en la mano mientras escribo también me lleva a pensar en el concepto de Horacio de “Ut pictura poesis”, al mezclarse ante mi vista los poemas y los collages. Es cuando el poeta es pintor y el pintor poeta, lo que da pie a un hermoso “objeto” poético. De aquí solo hay un paso para considerar al arte como universal, casi de raíces antropológicas, donde lo espacial y lo temporal se funden. No sé quién dijo que en la literatura actual el tiempo debe espacializarse y lo mismo debería ocurrir en la pintura, pero a la inversa. El humanista y médico López Pinciano afirmaba ya a finales del siglo XVI que los pintores y los poetas siempre se encuentran hermanados porque son artífices de un mismo arte. El autor de la "Filosofía antigua poética" (una de las obras más importantes del español) pretendía teorizar sobre el famoso motivo que he mencionado de Horacio o el conocido aforismo del poeta griego Simónides de Ceos, que 500 años a. C. hablaba de la pintura como "una poesía muda" y de la poesía como "una pintura elocuente". Al tener en cuenta la idea de la "mnemotecnia" influyó incluso en Aristóteles con relación a la mímesis y la utilización de la metáfora, un concepto nuevo para los griegos.
 
Todos estos pensamientos me vienen a la cabeza ante esta obra que recrea con mucho gusto el arte de la vida y el arte de la creación".
 
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Y me falta la música, claro, y como Juana habla del jazz de Woody Allen, qué mejor que escucharle tocar el clarinete en un club de Nueva York:
 


viernes, 27 de diciembre de 2024

"Amanecer, atardecer, anochecer, escribir".

                                                                          (A mi amigo José Luis)
 
La vida es algo así como escribir una novela frente al mar, sentado a la mesa en un Café, como ayer por la tarde, en que se me pasaron las horas casi sin darme cuenta. A veces pienso en la cantidad de horas de mi vida que me he pasado escribiendo novelas, libros de cuentos, ensayos de literatura y economía, artículos académicos, etcétera, y me digo que si no habré perdido el tiempo. Podría haber llegado a ministro, a secretario de estado, a rector de universidad, a banquero relevante. Sin embargo, no ha sido así. Y ahora me veo escribiendo en un Café perdido de un pueblo perdido mientras las Musas se dan una vuelta por mi cerebro y me dicen al oído que me quieren. En realidad lo que me digo es que no he perdido el tiempo. O dicho de otra forma, siempre he sabido que el tiempo hay que dedicarlo a perderlo, que es precioso perderlo, con las personas que quieres, en los lugares donde has sido feliz, con los libros que te dicen algo y el cine y la música que vuelven una y otra vez a tu mente.
 
Sí, puede que la vida no sea otra cosa que escribir una tarde de invierno frente al mar:
 

jueves, 26 de diciembre de 2024

"Cada día empieza contigo, incluso el mar".


 
El otro día recordaba el Frankenstein de Mary Shelley, y eso me llevó a escuchar "Prometeo", el poema sinfónico de Liszt:
 
También pensé ayer en ello, comiendo frente al mar, en una playa perdida, la última que he encontrado, a pesar de que fuese el día de Navidad. A veces creo ser de otra época, más romántica, galante y elegante, más aventurera y literaria, en la que también estuvieses tú, y estuviese el mar. Cuando el último mar me hablara y también lo hiciera Frankenstein, y Liszt compusiera música al piano para ti y para mí. 
 
Siempre digo que vivo dentro de una novela o una película.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

"Algo así como la libertad interior".


 
Al igual que le ocurre a Bernstein, yo también pienso que la Novena sinfonía de Mahler es una de las cumbres de la música. Ayer por la tarde volví a escucharla paseando por el mar. He contado más de una vez que mi relación con la música fue progresiva y comenzó con los románticos como Beethoven, Liszt y Chaikovski. Luego me fui hacia atrás en el tiempo para entender el sentido de los barrocos y de los neoclásicos, y regresé a los románticos, puesto que ya era capaz de percibirlo todo mejor. Hablo de músicos como Schubert, Schumann, Chopin, Mendelsshon, Berlioz, Verdi, Wagner, Puccini, Strauss, Brahms, Rachmaninov, Brucker o Mahler. En torno a los 16 años llegué hasta este último y me dije que era mi compositor. Lo mismo sucedía cuando me paraba frente a los cuadros de Cezanne y de Picasso, de tal manera que en mi "imaginario" particular, como podría decir Jung, la Novena de Mahler permanecía muy unida a los primeros cuadros cubistas de Picasso y al surrealismo de Cezanne. Y terminé por inventarme a un personaje que se llama Relham, que es Mahler al revés, para protagonizar mi última novela por ahora, "Poeta en Madrid" (2021, Huso), de apenas cien páginas, aunque la he estado escribiendo toda mi vida. 
 
Mientras amanece sobre el mar, Relham escucha a Abbado y a la Joven Orquesta Gustav Mahler:
 
Espero que algunos jóvenes realicen el mismo recorrido que hice yo. Si es así, la belleza estará a salvo, y siempre será Navidad.

martes, 24 de diciembre de 2024

"Aplausos para la Nochebuena".


 
El último día del curso mis alumnos me recibieron en un examen con una salva de aplausos. Tras terminar me los fui encontrando en los bares y terrazas de los alrededores de la Facultad, y me pidieron que nos hiciéramos selfies. Muchos de los alumnos de este primer cuatrimestre son alemanes.
 
El ballet "Cascanueces" de Chaikovski se desarrolla en la casa de la familia Stahlbaum en Nochebuena. Los niños Fritz y Clara celebran con sus padres la fiesta navideña. Su padrino, el juguetero y joyero Drosselmeyer, llega a la fiesta. A Clara le regala un cascanueces, uno de los juguetes más queridos en Alemania. Mientras juega con él su hermano lo rompe pero Drosselmeyer lo arregla mágicamente. Ya en la cama, Clara se preocupa por el cascanueces, por lo que regresa al árbol de Navidad, lo abraza y se duerme. Se despierta a medianoche y se encoge hasta adquirir el mismo tamaño que sus juguetes, que cobran vida. Entonces aparece un ejército de ratones con su líder, el Rey Ratón. El Cascanueces despierta y dirige un ejército de soldados de juguete a la batalla contra el Rey Ratón y su ejército de ratones. A pesar de luchar con valentía, el Cascanueces y los soldaditos son capturados por los ratones. Clara quiere ayudar y lanza su zapatilla al Rey Ratón y lo golpea en la cabeza. Cuando muere el Rey Ratón se lo llevan los ratones, que huyen de los soldados. El Cascanueces se convierte en Príncipe y lleva a Clara en un viaje a la Tierra de la Nieve y acto seguido a la Tierra de los Dulces, donde se encuentran con el Hada de Azúcar. Y hacen una celebración que incluye seis bailes, el español, el árabe, el ruso, el chino, el del mirlitón y el Vals de las Flores. Finalmente, Clara se despierta de su sueño y descubre que está en su propia casa, y sostiene su cascanueces debajo del árbol de Navidad:
 
El "Pas de Deux" (minuto 1:21) es una de las músicas más hermosas que he escuchado en mi vida. Para mí siempre ha tenido algo que ver con el amor y por eso siempre lo escucho con los ojos cerrados.
 
Es la Navidad.

lunes, 23 de diciembre de 2024

"Bañándome en el Paraíso alrededor de la Medianoche".

 

La lluvia fina mojaba la profundidad de mi piel, casi la reescribía. Mi cabello empapado dejaba caer unas gotas sobre mi rostro, y me hacían cosquillas. Me dio tiempo a viajar a la Grecia de los clásicos, y pude rodearme de estatuas y palabras. Mientras nadaba recordé toda la historia de la Filosofía, también la historia de la Humanidad. Me sequé y después puse jazz. Es su ritmo y su anárquica vitalidad que contagia mi piel y mi pelo a la vez que las gotas de lluvia se deslizan en zigzag por mi cuerpo.
 
Siempre Alrededor de la Medianoche:
 
El tiempo no pasa dentro de un local de jazz y con ella de la mano.

domingo, 22 de diciembre de 2024

"El Paraíso existe, pero no pienso decir dónde está".


 
Y al Paraíso me llevo libros, claro, algunos para releerlos. Ahora me acompaña en la mochila Harry Haller, "El lobo estepario", la novela de Hermann Hesse, y con ella vienen conmigo Mozart, Beethoven, Schubert, Chopin, Brahms, Wagner, Wolf.
 
"Y a través de las estancias vacías del interior del teatro oí resonar una música -me dice Haller-, una música hermosa y terrible, aquella música del "Don Juan", que acompaña la salida del convidado de piedra (...)
 
- ¡Mozart!, pensé, evocando con ellos las imágenes más amadas y más sublimes de mi vida anterior (...)
 
-¿Dónde estamos? -pregunté.
 
-Estamos en el último acto del "Don Juan". Leporello está ya de rodillas. Una escena magnífica, y hasta la música se puede oír, vaya. Aun cuando tiene todavía toda clase de matices humanos dentro de sí, se manifiesta ya el otro mundo, la risa, ¿no?
 
- Es la última música grande que se ha escrito -dije solemnemente, como un profesor, me dice Haller-. Ciertamente que vino todavía Schubert, que vino después Hugo Wolf, y tampoco debe olvidar al pobre y magnífico Chopin. Arruga usted la mente, maestro. ¡Oh, desde luego! También está ahí Beethoven, también él es maravilloso (...)
 
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Entré en la taberna de la fotografía, que estaba llena de alemanes, pedí a la camarera, también alemana, un Paté bávaro y una cerveza negra, y no sé si me sonrió donjuan o es que estaba mirándome en un espejo:
 
Así nacen mis novelas.
 
Así nació "Poeta en Madrid" (Huso, 2021).
 
Así me divierte e interesa la vida.

 

sábado, 21 de diciembre de 2024

"Tu es un enfant terrible".


 
Dijo ayer por aquí María Jesús Egmont, añadiendo más ideas al retrato que están haciendo mis amigas los últimos días como si fueran regalos de Navidad. "En el sentido de brillante, rebelde, transgresor, innovador y vanguardista", completó su visión de un tipo que podría ser yo o un tal Justo Sotelo. Esto me parece literario. El escritor habla, por ejemplo, de un sujeto que está en los huesos y cabalga a lomos de un caballo cansado por los páramos de La Mancha a principios del XVII y el lector procura ponerle un rostro, conferirle una personalidad, y que de esa manera adquiera cierto sentido en su mente. El primero lleva a cabo un desarrollo "extensional" de su obra, mientras que el segundo lo que realiza es una reconstrucción "intensional" de lo que el escritor ha querido decir. Mágicamente se produce el "pacto de ficción" entre ambos.
 
Y ahora me pongo a cantar una canción de Navidad, mientras huelo la sal de la vida, aunque no sé si soy yo o Justo Sotelo:
 

viernes, 20 de diciembre de 2024

"Mi retrato como una ecuación de matemáticas, y con un foulard", por Presina Pereiro.


 
Cada día suceden cosas bonitas, a mí y a todo el mundo, y ayer la escritora malagueña Presina Pereiro escribió lo siguiente sobre mí en esta red social:
 
"Música + literatura + cine + docencia + redes + tertulianos + terrible camiseta + selfie con gafas oscuras + afiches + paseo por Madrid + un vino en San Michel + la isla..."
 
Presina se refiere a la plaza donde siempre digo al taxista que me lleve tras bajarme en el aeropuerto de Orly, a las afueras de París. Es una plaza en el corazón del barrio latino, donde hay una librería en la que compré la primera edición en francés de "Las flores del mal", de Baudelaire, y por eso mismo he buscado una fotografía mía con un foulard delante de la Universidad de la Sorbonne, que está al lado (por allí cerca también encontré un museo lleno de unicornios que luego aparecieron en mi novela favorita de Murakami, "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo"). Entendí las correspondencias de esta vida cuando leí al poeta tras leer al filósofo John Locke. En lo que no cambio es en la música que me acompaña al despertar cada mañana y pasear y escribir, para ser lo que soy, en definitiva, un romántico empedernido que se pasea por la vida con un foulard:
 

jueves, 19 de diciembre de 2024

"Eres un romántico lleno de ternura".

 

Me dijo hace unos días en esta red social Rocío Flores Alcázar. Y la verdad es que me gustan las dos palabras, "romántico" y "ternura". Me siento un privilegiado porque me digan cosas significativas. Ya que esa fotografía me la hice en la puerta del Auditorio donde toca la Orquesta Nacional de España y he sacado las entradas para dos conciertos de enero donde va a interpretar la Sinfonía Mandred de Chaikosvski y la Segunda de Rachmaninov, dos de las obras más románticas de la música, de esas que te dejan estaqueado en mitad del patio como sucede con el amor, el verdadero amor, como diría Cortázar en Rayuela, una de las novelas de mi vida, qué mejor que ver amanecer, antes de irme a poner más exámenes, escuchando la historia que se inventó Lord Byron unos meses después de aquella noche mítica de 1816, en la Villa Diodati, una mansión romántica a orillas del lago Lemán, donde Mary Shelley se imaginó Frankenstein y Polidory el Vampiro.
 
La literatura y la música están llenas de "Faustos" que venden su alma para lograr la inmortalidad o conocer la belleza y poder tocarla con la yema de los dedos, como sería mi caso:
 
Un romántico viene a este mundo a comérselo mientras se escucha a Chaikovski, y eso es lo que he hecho yo toda mi vida, pero con ternura.


 


miércoles, 18 de diciembre de 2024

"Donde nacen la Literatura y la Libertad".


 
En la última tertulia de este año en Casa Manolo, ayer por la tarde me llevé a mis amigos a pasear por la historia de la humanidad, la que escribieron Hesíodo y Ovidio, con el objeto de justificar la base mitológica de "El anillo del nibelungo" de Wagner. Luego hablaron los tertulianos Isabel, Javier, Cristina, Miguel Ángel, M Carmen y todos los demás. Terminamos comiendo bombones que nos trajo Miguel Ángel y cantando dos villancicos escritos para la tertulia por este y por Concha
 
Según la mitología griega, la humanidad pasó por varias Edades. Hesíodo habló de cinco en el siglo VIII a.C. y Ovidio de cuatro en el I a.C. En la Edad de Oro el dios que gobernaba a los dios y hombres era Cronos, desde la armonía. Había abundancia de alimentos de la naturaleza y los humanos no necesitaban trabajar, y pudieron vivir hasta una edad muy avanzada y morir en paz. Desde la Edad de Plata hasta la época de Hesíodo, se creía que Zeus era el dios de los dioses y gobernante del universo (la primera foto que he puesto es del cuadro de Lucas Cranach el Viejo). Los hombres vivían como niños durante cien años, sostenidos por sus madres, mientras que como adultos vivían por un tiempo muy corto ya que se enfrentaban entre sí. No pagaban tributos a los dioses, por lo que Zeus los mató a todos. En la Edad del Bronce los hombres eran duros y guerreros. Utilizaban bronce para crear sus armas y viviendas y, finalmente, se destruyeron entre sí con guerras. El final de la era estuvo marcado por el diluvio de Deucalión. La Edad Heroica supuso una mejora de la anterior. Esta era la época en la que vivieron héroes y semidioses, luchadores cuyas hazañas serían cantadas en los siglos venideros. Por último, Hesíodo creía que él y sus contemporáneos estaban en la Edad del Hierro, una época de desolación, destrucción y dolor. Los humanos luchaban entre sí y únicamente se preocupaban por sí mismos. Por falta de vergüenza e indignación, la humanidad se destruiría a sí misma y los dioses la abandonarían. Según Ovidio, solo existieron cuatro edades y dejó fuera la de los Héroes. Durante la Edad de Oro, los hombres no podían viajar muy lejos y no podían explorar el mundo entero. Durante la Edad de Plata, Júpiter (el equivalente romano de Zeus) ofreció a los hombres el cambio de estaciones, así como el arte de la agricultura. Para Ovidio, la Edad del Bronce también estuvo marcada por la guerra, mientras que en la Edad del Hierro los hombres no solo eran belicosos, sino también impíos y desleales.
 
Tras improvisar estas explicaciones a mis amigos, les leí en el móvil estas frases:
 
"Porque hay nuevos gobernantes en el cielo, y Zeus gobierna con costumbres ilegales; lo que antes era poderoso, ahora lo destruye". (Estribillo de "Oceánidas", de Esquilo, Prometeo Bound 150).
 
"Sócrates: Bueno, creo que él [Hesíodo] quiere decir que la raza dorada no estaba hecha de oro, sino que era buena y hermosa. Y considero una prueba de esto que dice además que somos la raza de hierro". (Platón, "Crátilo", 398a).
 
"...fugit irreparabile tempus..." (Virgilio, "Geórgicas", 3.284).
 
"¡Oh Tiempo, gran devorador, y tú, Edad envidiosa, juntos destruís todas las cosas; y, royendo lentamente con los dientes, finalmente consumis todas las cosas en una muerte prolongada!" (Ovidio, "Metamorfosis" 15.234).
 
Don Quijote: "Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío." (Miguel de Cervantes, "Don Quijote", Parte I, Capítulo XI).
 
"La gran era del mundo comienza de nuevo,
Vuelven los años dorados,
La tierra se renueva como una serpiente
Sus malas hierbas de invierno gastadas:
El cielo sonríe y las religiones y los imperios brillan
Como restos de un sueño que se disuelve." (Shelley, "Hellas").
 
"... Más que maquinaria, necesitamos humanidad, más que inteligencia, necesitamos bondad y gentileza. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo estará perdido..." (El barbero en "El gran dictador" de Chaplin, 1940).
 
El final de este post solo puede ser este, que además acaba con música de Wagner:
 

martes, 17 de diciembre de 2024

"Hoy despedimos "la tertulia de los amigos de Justo" por este año".

 

Será como siempre en Casa Manolo, calle Princesa 83, a las 18.30, y hje pedido a mis amigos que improvisemos la tertulia, hablando de un libro que estemos leyendo, de una película que hayamos visto o un concierto que hayamos escuchado. Yo puedo hablar un poco de Mitología, aprovechando el concierto sobre la música de Wagner de este domingo. En realidad, la verdadera finalidad es reunirnos para hablar de lo que nos gusta, como hacía la gente de aquella película. Por eso me tomo el primer café de la mañana y pido a Sam que vuelva a tocar la canción. El Café de Rick no existió en realidad, pero como se dice en "El hombre que mató a Liberty Valance", de John Ford, cuando la leyenda supera a la realidad, nos quedamos con la leyenda.
 
"Play, it, Sam", por favor: 
 
 
Y luego que la chica se quede con quien quiera.

lunes, 16 de diciembre de 2024

"El poeta y la sílfide".


 
El poeta es un ser que vive dentro de sí mismo. Antes de escuchar ayer en el Auditorio Nacional "El anillo sin palabras", me saqué esta foto en el hall y después comprobé que encima del árbol de Navidad y de mí se proyectaba "La sílfide" en un video. Es un "ballet blanco" romántico (en la misma categoría que, por ejemplo, "El lago de los cisnes") que tuvo una gran influencia para el ballet del siglo XX. Fue el primero sin trama, un ballet abstracto, realizado en un acto, donde es la danza pura, única, la que lleva la pieza, en lugar de una trama establecida. Para ayudar a proporcionar un poco más de contexto, la premisa básica es un hombre solitario (el "poeta") rodeado de ninfas o sílfides del bosque, bailando a la luz de la luna. Lo demás lo puso Chopin:
 
Y después, sí, Wagner, la apoteosis del arte y la creación. Esta es la versión de Maazel, desde Berlín, con la mítica Filarmónica, que ayer escuché en Madrid. Mientras lo hacía comprendí de nuevo lo que buscaba Wagner. El dueño del anillo tiene que renunciar al amor. El amor es incompatible con la riqueza y la fama. Él y ella se convierten en Uno (como el de Parménides) después de que muera Sigfrido y de que lo haga a continuación Brunilda para estar juntos en la Eternidad: