domingo, 30 de abril de 2023

"Lo que me importa y lo que no me importa en literatura".

Me importa un pito que me den premios. No me creo ninguno y no me creo a los jurados. ¿Saben más literatura que yo? Tampoco voy a entrar en cuestiones económicas y de poder porque me aburro. Y me importa un pito ganar dinero con los libros. Lo que me importa realmente es intentar escribir bien, y decidirme a publicar un libro cuando estoy seguro de que es lo mejor que puedo escribir en cada momento después de "analizar" y "estudiar" las grandes obras de la literatura que me han precedido. Lo más hermoso es tener lectoras como la gallega /leonesa Cristina Cisneros Luaces. Los comentarios que recibo en las redes sociales son inteligentes y muy cariñosos, como este de ayer de Cristina. ¿Qué otra cosa necesita un escritor que se precie que a lectoras sensibles e inteligentes, como nos dijo en cierta ocasión José Luis Sampedro en una de mis tertulias literarias cuando la hacía en la Sala de Juntas de la Universidad San Pablo?

"Buenos días.
 
Cuántas preguntas (alude a las que lancé en el video de ayer).
 
Yo me pregunto, por qué no te habré conocido antes.
 
Has dado un giro a mi vida de 360 grados. 
 
Cuántas cosas he aprendido contigo y las que me quedan...
 
Como tú dices, siempre nos quedará París".
 
Y también ayer Charo Alonso Panero me regaló un bonito collage con mis "Cuentos de los viernes" en París (lo hizo desde Tenerife). Antes yo me había sacado esta fotografía con Picasso. ¿Se me ve detrás de él o dentro de él? Lo que más me gusta de los museos de Picasso en París y Barcelona (el de Málaga aún no lo conozco) es sentarme a leer y a escribir en sus cafeterías, escuchar el rumor de las fuentes cercanas y respirar el espíritu creativo de sus obras. Por supuesto, no me interesa el dinero que dan los políticos en estos sitios porque el arte también es otra cosa.
 
Ahora me tomo el primer café de este último domingo de abril y se unen en mi mente Cristina, Charo, Picasso, Audrey Hepburn, Fred Astaire y la literatura:
 
Y me gusta beber champán en lo alto de la torre Eiffel.
 

 

sábado, 29 de abril de 2023

"Con Rayuela en la terraza en pantalones cortos".

Hace buen tiempo, en realidad siempre hace buen tiempo, como en la película de Gene Kelly, y ya es el momento de irse poniendo los pantalones cortos, blancos, claro. Anoche casi me quedé dormido releyendo algunas páginas de "Rayuela" en la terraza, como me ha ocurrido otras veces. Es un libro que tengo desgastado y deshojado de tanto releer. Y entonces siempre me hago las mismas preguntas.
 
¿Cómo era París, esa ciudad de la bohemia, esa ciudad del arte, de los intelectuales, el París perdido? ¿Cómo era París antes de que se llamara París? ¿Cómo era el Sena, era el río de Heráclito? Siempre nos quedará París, dijo Bogart.
 
¿Cómo era el amor antes de que se nombrara? ¿Cómo era hacer el amor antes de que entendiéramos lo que estábamos haciendo?
 
¿Como era la literatura antes de Homero? ¿Cómo era el mundo del Amor Cortés, del amor de Dante, de la "Vita Nuova"? ¿Cómo era el mundo de Shakespeae, de Cervantes? ¿Cómo era el mundo sin los ilustados, sin la Enciclopedia? ¿Cómo sería sin los románticos, sin Coleridge, sin Wordsworth, sin Byron?
 
Una de las escenas más hermosas del cine, junto al Sena:
 

viernes, 28 de abril de 2023

"Te pareces a Antonio Banderas".

Me dijeron unos alumnos esta semana cuando, después de comer con mis amigos profesores de toda la vida, les dije que siempre me están comparando con actores. Cada vez que Pepe Villacís me ve aparecer -el papá de la guapísima vicealcaldesa que tenemos en mi ciudad- comenta que acabo de salir de una película de Scorsese o Coppola. Como es natural, dije a mis alumnos que Banderas es más guapo, pero ellos insistieron, así que me callé y les seguí explicando los "derivados", es decir, las "Opciones y Futuros financieros" que surgieron en España a finales de los 80 y con los que trabajé en mi temprana época de broker. Todo esto sucedió el miércoles. Ayer me volví a encontrar a Pepe por la calle (yo iba a desayunar a un Café del barrio donde suelen rodar películas de vez en cuando y hacen unas ricas hamburguesas) y desde lejos empezó a gritar, "el actor, el actor". Nos dimos un abrazo e insistió en que tenía que haberme dedicado al cine. Por la tarde, ya con mis alumnos del máster que imparto este mes, surgió el asunto de si los españoles continuamos siendo algo racistas y homófobos, y aquellos chicos inteligentes de alrededor de los 25 años me dijeron que sí, que aún se ven muchos casos desagradables en la sociedad. Al acabar la clase me acerqué a saludar al catedrático de la Universidad de Murcia Pepe Carrión y a su mujer, la doctora Gabriela Amorós Seller, una buena amiga, que presentaban en Madrid un gigantesco trabajo de investigación que nos dice bastantes cosas sobre nuestro origen como primates y la evolución posterior. Como dicen en el prólogo, se trata de estudiar los cambios de la diversidad biológica a lo largo del tiempo en la Península y Baleares.
 
Y ahora me tomo el primer café de una bonita mañana y me viene a la cabeza la película que introdujo a Banderas en Hollywood. Dentro de su típica comercialidad a la americana, me parece interesante, Denzel Washington y Tom Hawks están estupendos (como siempre) y el guion defiende la diversidad entre los seres humanos y yo diría que incluso la biodiversidad en el mundo. Y tiene una escena difícil de olvidar:
 
¿De verdad aún hay personas que piensan que las personas somos distintas porque tengamos otro color de piel o ser de otro género o amemos a quien nos diga el corazón?
 

 

jueves, 27 de abril de 2023

"Una vieja librería de París".

El otro día un amigo de esta red social, Dioni Herraiz, me envió esta fotografía. En ella se ve a un señor de unos 95 años que regenta una librería que abrió hace muchas décadas en París (no me dijo cuál es, pero la he mirado varias veces desde entonces, pensando en que me gustaría escribir algo). A pesar de su edad, de los altos impuestos que tendrá que pagar y de diversas dificultades, este señor abre su pequeña librería cada mañana, durante seis días a la semana, con pasión y destreza. Es un pequeño mundo antiguo y romántico que casi se podría declarar Patrimonio de la Humanidad.
 
Como el amor.
 
¿Alguien se viene conmigo a desayunar en París, para pasear por el Sena, detenerse conmigo solo unos minutos en los estantes de las librerías de Saint-Germain-des-Prés, comer en Les Deux Magots o el Café de Flore, atravesar el Museo de Orsay y el de Rodin y cenar en la Plaza du Tertre respirando el aire que ya respiraron Toulouse Lautrec, Modigliani y Picasso, para terminar en los Campos Elíseos camino del hotel?
 
Este viaje lo pago yo. En realidad es gratis porque hay cosas que no tienen precio:
 

miércoles, 26 de abril de 2023

"Los calcetines rojos de Rafael Soler y los labios rojos de Aurora da Cruz en mi mejilla".

¿El tedio termina con las relaciones de pareja?
 
¿Qué ocurre cuando no sabemos qué hacer con la libertad?
 
¿Se puede escribir buena literatura en estos tiempos dominados por la imagen y las nuevas tecnologías?
Pasan unos minutos de las 18.30 h. de un martes de primavera en Casa Manolo, casi al lado de los arcos de Moncloa, y yo vengo de hablar a mis alumnos de la Universidad de mis tiempos de broker, cuando me llamaban "yuppie". A partir de esa hora van a sucederse las risas, las sonrisas y el buen humor, una conversación sobre las técnicas literarias y la cultura pop, los juegos especulares entre el autor, el narrador y los personajes. Todo esto y mucho más (¿quién dijo la célebre frase?) fue la tertulia con el escritor Rafael Soler, que nos vino a hablar de las dos primeras novelas cortas que publicó en 1979 y 1982, y que ahora ha vuelto a reeditar con el título de "Dos novelas de la Transición". Escritas con libertad y vocación de riesgo y lenguaje, hablan de la incomunicación entre el hombre y la mujer, del tedio como daño en las relaciones de pareja, con el monólogo interior como adecuado apoyo narrativo y el empleo abundante de imágenes y metáforas. Para Soler fueron años de ilusión y desafíos, de mucha lectura y el mundo por montera, como suele decir. Unos años después yo me comía el mundo con veintitantos años porque me gustaba el mundo que habían construido en la Transición los españoles como Soler y los personajes de sus novelas.
 
Algo así es lo que comenté al principio de la tertulia, después tomó la palabra el profesor de filosofía Guillermo García Domínguez, que es experto en la obra de Rafael (se encuentra a su derecha en la primera fototografía con Cristina Fernández, Carmen Sogo y Javier del Prado). Y habló Almudena Mestre para analizar también el libro. En cierto momento pedí a todos los tertulianos que nos dieran su opinión sobre dos de los temas que salieron en la conversación, la eterna dualidad literaria entre la forma y el fondo, y el "tedio" como el argumento para referirnos a la ruptura de tantas parejas en los tiempos de la Transición, con la ansiada llegada de la libertad, el cambio de costumbres, la ley del divorcio y la incorporación de la mujer al mercado laboral, y en cualquier otro momento, como en la actualidad. Y nos acampañaron los escritores Manuel López Azorín y Francisco Caro (están en la tercera foto), a los que yo no conocía personalmente. El primero dijo al final que soy un provocador nato y que así no hay manera de estarse serio y callado. 
 
Yo me pasé toda la tertulia con los labios rojos de Aurora da Cruz marcados en la mejilla, y luego surgió la anécdota de los calcetines rojos de Rafael, pero no tengo tiempo para contarla porque hoy empiezo a impartir el máster sobre Geoestrategia de todos los años y tengo que leer cosas del mundo del que voy a hablar, de Estados Unidos, China, Oriente Medio y África.
 
Me gusta el mundo que me dejaron los que me precedieron, pues "nobleza obliga", como me enseñaron en casa de pequeño, y cuando tengo que decir lo que pienso escribo un libro. Y me gusta escuchar a Ella Fitzgerard regalando amor.
 
Me gusta regalar amor:


martes, 25 de abril de 2023

"El escritor Rafael Soler en las tertulias de Justo Sotelo".

Las novelas, o nouvelles, "El grito" (1979) y "El corazón del lobo" (1982) de Rafael Soler (Valencia, 1947) fueron dos sorprendentes obras posiblemente fuera de tiempo. Ahora las ha vuelto a editar, de manera conjunta, con un prólogo de la profesora Elvire Gómez-Vidal. En "El grito" una pareja separada queda a cenar la noche de fin de año, quizá por no pasar esa fecha tan marcada en la absoluta soledad, o tal vez porque todavía tienen algo que decirse. En "El corazón del lobo" una mujer divorciada, de viaje en Menorca, relata detalles medio falsos, medio ciertos, a un chico en una discoteca, mientras que su ex marido, de vacaciones con una joven, no puede evitar ir a su encuentro.
 
Además de escritor, Rafael Soler es ingeniero y sociólogo, e inició su andadura literaria, precisamente, con estas dos novelas. Con el paso de los años nos hicimos amigos, coincidimos en la junta directiva de la Asociación de escritores y a veces nos tomamos un café en su Café Comercial.
 
Y no sé por qué me ha venido a la cabeza esta canción al pensar en estas historias y aquella época de movidas, drogas y psicodelia que me pilló muy joven y que nunca me interesó intelectualmente. Quizá la mirara por encima del hombro, y ahora la esté "valorando" en su justo punto, como diría Aristóteles. Después de todo, cómo pudiste hacerme esto a mí, jeje:
 
(Hoy a las 18.30 en Casa Manolo, Princesa 83. Entrada libre).
 



 

lunes, 24 de abril de 2023

"La vida cabe en un bolso de viaje".

Ayer celebramos el día de Shakespeare, Cervantes e Inca Garcilaso y la diseñadora y profesora asturiana Mercedes Rodríguez Arias me hizo dos bellos regalos, puesto que llegaron a su casa de Oviedo mi novela "Las mentiras inexactas" (Izana, 2012) y los "Cuentos de los viernes" (Bartleby, 2015; por cierto, este año se cumple el primer cuarto de siglo de esta editorial, con Pepo Paz Saz al frente). Me percaté de este hecho mientras paseaba por Madrid. La ciudad era un simpático caos, con diversos maratones por la calle, puestos de libros en las esquinas, conciertos de rock en cada plaza y la gente riendo por todas partes. Me senté un rato en la Plaza Santa y leí las palabras que había escrito Mercedes en mi post, con las dos fotos que he compartido. Ha diseñado unos bolsos para los libros con el fin de que estos puedan "irse de viaje" de un sitio para otro. En mi novela se cuentan varios viajes, como el que hicimos unos cuantos a Samarcanda, y que se convierte en el viaje del protagonista, Teo Abad, y de forma simétrica el de su padre a La Habana. Uno de los "leitmotiv" de esa novela es la contraposición entre la librería en la que entran y salen todos los personajes, en un sentido estático, y los viajes vividos y contados, en su visión dinámica. Los "Cuentos de los viernes" son también una especie de viaje, pero no tanto por el tiempo sino a través del espacio del texto, siguiendo la idea que defiendo para la literatura actual de "espacializar" el tiempo, como siempre digo en mi tertulia. Después de todo la literatura me sirve, entre otras muchas cosas, para que mi cerebro esté siempre en "movimiento" y no se aburra.
 
La gente como Mercedes me cae muy bien pues ha trabajado con niños con necesidades especiales. No obstante, yo solo le puedo regalar, en correspondencia, mi amistad y esta música. A Isaac Albéniz le gustaba mucho Asturias y a Ana Vidovic y a mí también nos gusta. Una de mis primeras novias era de allí, a pesar de haber nacido en Brasil. La recuerdo paseando por la playa de Ribadesella con sus 16 años:
 

domingo, 23 de abril de 2023

"El libro o enamorar sin tocar".

Una vez una ex alumna encantadora me dijo por los pasillos de la Facultad que le gustaba mucho cómo escribía y añadió que algunos escritores podemos enamorar "sin necesidad de tocar", lo que me indujo a pensar en cuántas mujeres habré acariciado en mi vida sin acariciar, besado sin besar, amado sin amar. Con cuántas mujeres habré paseado a lo largo de mi vida por la orilla del mar o de un río sin hacerlo realmente. Con cuántas me habré acostado solo entre las páginas de los libros.
 
Y ahora me tomo el primer café de un domingo agradable mientras observo la foto que me saqué ayer al mediodía en el barrio. Detrás de mí se ven unas flechas que me llevan a pensar en los viajes. La literatura es un viaje en sí mismo. Las metáforas que nos gustan a los escritores representan ese llevar al lector de un sitio a otro. Por esto mismo pienso en una de mis novelas más viajeras, "Vivir es ver pasar" (1997), un viaje de Madrid a París, de ida y vuelta, y que gira sobre el jazz y Cortázar. Sé que la escribí para recordarme cuáles eran las cosas que me importaban a los veintitantos años: el amor, el sexo, la amistad, la solidaridad, la literatura y el arte. No deseaba olvidarme de ellas y pensé que escribírmelas era una manera como otra cualquiera de mirar hacia adelante y reflexionar sobre lo que había vivido. El protagonista camina por la vida sin implicarse en lo que ocurre alrededor, hasta que no tiene más remedio que tomar partido por el amor, que es lo único que merece realmente la pena en esta vida. 
 
Comienza de esta forma: 
 
"¡Os habéis fijado: Madrid siempre está a la espera! Suele vestirse de otoño para representar su papel de amante ideal. Es cuando observamos cómo la niebla del alba nos hace el río más ancho, más caudaloso, "más mayor". Madrid al amanecer, de escarcha, ciudad sonámbula. Madrid en otoño abrigada de melancolía. Madrid ilusionada con su príncipe azul, en el instante en que alguien certifica el nacimiento del amor verdadero o de la princesa azul..." 
 
La portada es del pintor salmantino Antonio Zaballos, y solo por eso me gusta mirarla de vez en cuando y pensar en nuestra amistad de tantos años. La amistad es otra cosa que también vale la pena en esta vida. 
 
Y el jazz, claro:
 
Feliz Día del Libro, amigos.
 

 

sábado, 22 de abril de 2023

"Esa cosa llamada pasión".

Ayer vi en los Renoir "La mujer de Chaikovski", la última película del director ruso Kiril Serébrennikov, que se ha ido a vivir a Alemania, y que se acaba de estrenar en España. En los últimos días he estado leyendo tres libros de poemas, de las poetas Isabel Marina, Emma Prieto e Isabel Montero. Y en este momento escucho una sinfonía dirigida por Barenboim. En ocasiones me han preguntado cómo he podido leer tantos libros en mi vida, visto tanto cine y escuchado tanta música. ¿Y encima te ha dado tiempo para escribir 20 libros, me han vuelto a preguntar, sacarte una cátedra, dos doctorados, y dar clase y viajar y reír y sonreír y bailar y saltar sobre los charcos y amar? Supongo que si he hecho y sigo haciendo tantas cosas es porque desde joven aprendí cómo se deletrea la palabra "pasión".

"Entonces tenía doce años.
Caía la lluvia
frente a mi mesa de estudio,
mientras mi padre, en la suya,
jugaba al ajedrez.
Nadie entendió la fuerza
de aquellos primeros versos,
el corazón desbocado
que veía, ante la niebla,
deshacerse la niñez".

(Isabel Marina, "Un árbol que tiembla", p. 15).

...................

"El hielo
segundos antes de abandonar su cuerpo
salvajemente sólido.
En el preciso instante de escapar
y transformarse en otro.
Convertido, tras un leve fulgor,
en animal acuático.
¿Crees que eso será vivir al límite?
Caminar y caminar
aunque sepas que un día
dejarás de ser".

(Emma Prieto, "Respirar escarcha", p. 13).

...............

"agua de manantial
las orillas de la vida
los oídos se empapan dulces
cantan jilgueros en la arboleda

silencio en las profundidades
de la tierra

nosotros que esperamos
resurgimiento de la confianza".

(Isabel Montero, "El fulgor de las aguas entre los árboles", p. 26).

.................

Antonina Miliukova es una joven noble que idolatra a Chaikovski y se casa con él por pura locura mitómana sin advertir que su marido es en realidad homosexual. Este es el tráiler:

https://www.youtube.com/watch?v=bJRStEu8o-g

En la película no se escucha la música del compositor, una de las cosas más bellas que he escuchado en mi vida, como esta sinfonía, pura pasión:

https://www.youtube.com/watch?v=eLfatDf_kY4

 





 

viernes, 21 de abril de 2023

"Adiós a José Luis Pérez de Ayala".

Fuimos compañeros de Universidad y vecinos en Argüelles. Y luego le tuve como rector. Falleció en la madrugada de ayer con 92 años. De vez en cuando nos encontrábamos por la calle, y charlábamos un rato. Su nombre siempre me viene a la cabeza cuando estoy con mis amigos profesores y quiero hablar de alguien "bueno" (esta es una de las palabras que más me gustan del diccionario), elegante e inteligente. Nacido en Bollullos Par del Condado (Huelva) en 1931, fue catedrático de Economía política y Hacienda pública, profesor en ICADE, Murcia (donde sacó la cátedra en el año 1965), Navarra, Autónoma de Madrid y Complutense, rector de la Universidad San Pablo CEU y XVII conde de Cedillo y conde de Fuensalida. En 2001 ingresó en la Academia de Jurisprudencia con un discurso titulado "Valoración y significado de las ideas tributarias de Montesquieu, para la dogmática del derecho tributario moderno". 
 
En 2019 me hice la segunda fotografía con mis alumnos de ICADE, donde se me ve con las velas y la tarta de cumpleaños; en el centro sentado en el suelo (como hago yo muchas veces) se ve a su nieto Fernando. 
 
En fin, la vida no se detiene, pero me gusta pararme un instante y mirar a las personas que me han enseñado algo, como el sentido de la elegancia y el saber estar.
 
Seguro que a José Luis le gusta esta música:
 

jueves, 20 de abril de 2023

"La libertad de la tertulia".

"Muy querido Justo, esta mañana al despertar en mi cama de la calle del León en mi barrio más amado de Madrid, vibraban todavía en mi cabeza todas vuestras palabras, sonrisas, abrazos tanto tiempo ausentes. Encuentro ahora pocas palabras para agradecer adecuadamente todo el respeto, cariño y admiración que siento por la gran obra, monumento sería más apropiado, que semana a semana has sabido construir. Jamás había recibido tantas muestras de reconocimiento y afecto por mi obra literaria que en la tarde de ayer. Y otorgados de ese modo alegre, auténtico y natural, sin estridencias ni falsos halagos. La naturalidad sería el mejor elogio que se podría hacer a tu obra social a la que el título de “Tertulia“ le viene corto. Gracias pues a ti y a todos los compañeros y amigos que ayer convirtieron la tarde del 18 de abril de 2023 en una de las más felices y entrañables de mi vida".
 
Ayer apenas pude responder a los amigos que escribieron varios comentarios a la tertulia que tuvimos el martes con Miguel Veyrat; ni siquiera a las anteriores palabras de agradecimiento del propio Miguel que acabo de leer mientras me tomo el primer café de cada día. La tertulia es lo que es gracias a las personas que la integran, a su compromiso con la literatura, el arte y la belleza, a su calidez, a su inteligencia.
 
Esta mañana no voy a leer las cartas amarillas de Nino Bravo, como hice el otro día cuando se cumplieron 50 años de su muerte. Sin embargo, este valenciano (como también lo es Miguel Veyrat) tiene una canción que define mi forma de ver la vida, la tertulia, las clases en la Universidad y mi trato con la gente.
Gracias a todos, amigos, y no nos olvidemos de ser libres:
 

miércoles, 19 de abril de 2023

"La lengua de mi madre", de Miguel Veyrat, en las tertulias de Justo Sotelo.



Miguel Veyrat es un poeta universal, en el sentido de Shakespeare, Cervantes, Kant, Goethe, Eliot o Juan Ramón, y esto es lo máximo que yo puedo decir de un poeta, de un escritor en general. Así que en este punto podría terminar mi presentación de un libro de poemas estructurado en nueve partes y una coda, y editado con elegancia por Lastura en diciembre de 2022. En realidad lo que quiero contar en los próximos 10 minutos es cómo se llega a esta Universalidad a través del inconsciente y la razón de Veyrat. Su libro comienza con estos versos: “No tuvo idioma ni matiz alguno./ Tampoco su lengua libre/ marcaba acento” (p. 11), para decir acto seguido que “soy ahora dueño de la conciencia”, lo que me lleva a pensar en Jung, Lévi-Strauss y, por supuesto, en Lacan. El ser se revela mediante la presencia de los sueños, de los actos equivocados, de los olvidos y los aciertos, de todas esas repeticiones que se apoderan de nuestra vida y le marcan el camino. Ese núcleo de ser, oscuro para nosotros mismos, que es el inconsciente, se construye con el conjunto de palabras pronunciadas por los demás (el campo del Otro) a lo largo de la vida. “Se desnuda la palabra” en busca del “labio que lo dice”, nos dice Veyrat en el poema “Un latido” (p. 13). Ya sabemos que en el principio fue el Verbo y esto lo sabe bien el poeta, y nacerá el niño de una madre. 

 

En 2013 estudié la “Poética” de Veyrat, que publicó la editorial Izana, a propósito de una de sus novelas. Allí aludí a la influencia de Eliot en toda una generación y también a la Guerra Civil. La madre de Veyrat fue su madre, pero también lo fueron en sentido metafórico la lengua, el texto, es decir, la propia literatura. En la página 31 nos encontramos el poema “Candor de antiguo animal”, que me lleva a pensar en el discurso de recepción del Nobel por parte de Toni Morrison en 1993, porque la vida, y la literatura, son vasos comunicantes: “El lenguaje que es el alma/ será lo que queda cuando/ la vida se despeña/ y preña de nuevo la gota/ de sangre de Adán/ que se hizo carne y habitó/ entre nosotros con/ su llanto roto sobre los ríos”. Miguel Veyrat nació en Valencia el 28 de julio de 1938, como él mismo dice en “Fronteras de lo real. Escrito sobre poesía”, donde se recogen una serie de estudios teóricos que componen su “Poética” (Veyrat, 2007: 135). Ese día León Felipe daba un recital en la misma ciudad y Max Aub impartía una conferencia, un poco antes de que ambos salieran hacia el exilio (Sotelo, 2013: 136). “Y así, mientras nacían muchos más niños en las mismas condiciones que yo (…) se configuraba una generación que iba a crecer recibiendo en su boca la más dura bofetada”. Por eso veo en el poeta Veyrat aquella expresión de Foucault sobre el “inconsciente archivado” atravesado por el fantasma de la Guerra Civil. Veyrat estudió en las Universidades de Barcelona y Navarra y después en Cambridge y la Sorbona y conoció un mundo diferente, como el que representaba Eliot y el primer verso del segundo de los “Cuatro Cuartetos”, que aparece como epígrafe en su primer libro de poemas publicado: “In my beginning is my end (En mi principio está mi fin)”.


De Eliot aprenderá Veyrat que el escritor no solo pertenece a su generación sino al sentimiento de toda la literatura desde Homero, como un orden y una existencia simultánea, lo que le llevará a escribir que “la mente del poeta es, de hecho, una vasija de acopio y almacenamiento de innumerables sentimientos, frases, imágenes, que permanecen latentes hasta que todas las partículas logran unirse para formar un nuevo compuesto. Y lo que cuenta no es la grandeza, la intensidad de las emociones, sus componentes, sino la intensidad del proceso artístico, de la presión, por así decirlo, bajo la cual ocurre la fusión” (Veyrat, 2007: 144). El yo asume para Veyrat un carácter universal que representa el viaje del ser humano por la lengua y su dispersión en el tiempo a través de lo que describe como los espacios en ruina o la escombrera de Babel donde se quebró el silencio. Y así entrecruzan el plano individual y el colectivo, y la unión de la madre con la Madre Tierra. Es Gea, la madre colectiva, la Pangea de su versión oceánica.

 

En la página 33 nos encontramos el poema “Antilacan”:

 

"ANTILACAN".

 

"Pero la madre no tiene lengua

                       la madre tiene voz

Voz materna que se convierte

en la lengua cuando

se muestra en habla no

son ya solo sonidos

Serán lenguaje cuando abrace

el alfabeto con los

recuerdos del momento caer

a dar en propio son

sus sonidos llegados del Otro".

 

            Entre los años 1960 y 2000 Veyrat trabajó como periodista en los géneros del reportaje, columnas y entrevistas de fondo. Llevó a cabo misiones como enviado a medio mundo, y destacó como corresponsal para diversos medios, como Nuevo Diario y Televisión Española, en París, Ginebra, Rabat, Argel, Roma, Londres y Dublín. Durante la Dictadura perteneció a la dirección de la Junta Democrática en París como miembro del Partido Comunista, que abandonó en 1978. Ya en España , perteneció al equipo que fundó el diario Expansión. Luego creó y dirigió durante años Documentos TV. Como subdirector de los Servicios Informativos organizó la redacción en Madrid de la cadena europea Euronews, y dirigió las redacciones en lenguas extranjeras de Radio Exterior de España. Desde el año 2000 se ha dedicado solo a la literatura, publicando libros de poesía, narrativa, periodismo y ensayo. Lo que ha dominado es su mundo poético y de alguna forma se consuma en la búsqueda de la lengua, de la lengua de su madre. Tras leerlo recordé dos frases de Lacan. Por una parte que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”, y, por otra, que “el inconsciente es el discurso del Otro”. Lacan distinguió tres registros de la realidad humana y de la práctica analítica: el imaginario, el simbólico y el real. El lenguaje pertenece al orden simbólico y es el que permite los intercambios humanos, como el pacto, la traición, la política, la vida familiar, la academia o el trabajo remunerado.

 

            Esta es la poesía de Veyrat en este último libro, diría que en todos sus “últimos libros”. Y ahora vuelvo a pensar en Kant, al que mencioné al principio. El otro día me habló mi hijo de Plotino y Platón, y hoy me he despertando escuchando a Mozart y pensando en otras tertulias de hace más de 200 años. En un cuadro de Emil Dörstlin, del año 1892, nos encontramos con Kant conversando con sus amigos (como ahora estamos haciendo aquí mismo). Me refiero a Johann Conrad Jacobi; a la derecha, al lado de Kant, el comerciante inglés Robert Motherby; a su lado, Johann Georg Hamann; detrás de él, de pie, se encuentra el profesor Christian Jakob Kraus; al lado vemos sentados a Johann Georg Scheffner y a Karl Gottfried Hagen. Delante de la mesa están sentados Ludwig Borowski, alta dignidad de la Iglesia protestante y primer biógrafo de Kant, y Theodor Gottlieb von Hippel el Viejo, que era el alcalde de Königsberg y escritor. Kant no salió prácticamente nunca de su ciudad natal, Königsberg; realizó el gran viaje hacia el interior de nuestra mente o, dicho con su lenguaje, a los límites en que trabaja y percibe el mundo nuestra razón, cuyo funcionamiento es universal, común a todos los seres humanos.

 

La influencia de Kant sobre mi pensamiento es importante y esta influencia la he visto reflejada en “La lengua de mi madre”, aunque Miguel Veyrat no pensara en él directamente. Me explicaré para terminar (o comenzar esta presentación, ya que yo también vuelvo al principio, como ha sucedido con el libro de Veyrat). Kant considera que el entendimiento no recibe en realidad leyes de la naturaleza, sino que las que "descubre" en la naturaleza son leyes que el entendimiento ha puesto a priori. Por tanto es la teoría la que decide lo que puede, o no, observarse; es decir, únicamente creemos conocer una cosa mediante la razón cuando tenemos consciencia de que ya habíamos podido conocerla incluso si no se hubiera ofrecido a la experiencia. Conocimiento racional y conocimiento a priori serían idénticos. Esta idea kantiana tiene sentido gracias a la diferencia que realizó entre "verdades de razón" (se consiguen por juicios analíticos basados en una actividad intelectual lógica) y "verdades de hecho" (por juicios sintéticos según la observación y experimentación). Con ello el conocimiento de la realidad evoluciona con las verdades conferidas por la misma razón, es decir, con la capacidad lógico-deductiva del observador, y aquí es donde entiendo que opera la razón de Miguel Veyrat en la “reconstrucción” del lenguaje de su vida hasta llegar a la lengua de su madre. En su "Crítica de la razón pura" Kant dice que "Nunca debo atreverme a opinar sin saber al menos algo mediante lo cual el juicio meramente problemático en sí mismo se conecte con la verdad".

 

Seguro que si Kant hubiera vivido en la actualidad, también habría venido a esta tertulia en Casa Manolo, se habría tomado una manzanilla como yo y abrazado a Miguel Veyrat, como hago yo en este momento.

 

Bibliografía.

 

-         Kant, Inmanuel (1787), Crítica de la razón pura, Gredos, 2017, Madrid.

-       Lacan, Jacques (1966). Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008.    

-   Morrison, Toni, https://www.nobelprize.org/prizes/literature/1993/morrison/lecture/

-    Sotelo, Justo (2013), El mundo posible de Paulino. Consideraciones teóricas acerca de “Paulino y la joven muerte”, de Miguel Veyrat, Izana, Madrid.

-       Veyrat, Miguel (2007), Fronteras de lo Real. Escritos sobre poesía, Calima, Palma de Mallorca.

-          (2022),  La lengua de mi madre, Lastura, Madrid.

 









 

 

martes, 18 de abril de 2023

"La buena vida".

Ayer por la tarde, casi anocheciendo, comenté a mis alumnos que ellos y yo hemos firmado un pacto a principios de curso, yo tengo que explicarles las cosas desde el rigor y la alegría, y ellos tienen que estudiar, aprender y disfrutar con lo que les cuento. Mientras hablaba la figura de Bertrand Russell (en la foto) no se me iba de la cabeza.
 
Siendo un adolescente, leí el ensayo "La conquista de la felicidad", 1930, de Bertrand Russell, que mi hermano tenía por casa. En cierto momento, Russell escribe que el ser humano debe mostrarse activo para eliminar aquellas trabas que limitan la felicidad, comenzando por todas esas pasiones egocéntricas como la envidia, el miedo o la conciencia de pecado y reforzando las que invitan a sentirse parte de la vida. Filósofo, pedagogo, matemático y ensayista inglés, nació en Trelleck en 1872 y murió en 1970. Al sobrevenir en 1914 la guerra europea, Bertrand Russell tomó parte activa en campañas contra el reclutamiento y, como consecuencia de un folleto donde animaba a la objeción de conciencia, fue condenado a una multa de cien libras y expulsado de su cátedra. En 1918 fue condenado a seis meses de cárcel por sus campañas pacifistas; en la cárcel escribió una de sus obras más esenciales, "Introducción a la filosofía matemática". Viajó por Rusia, China y nunca dejó de interesarse por la pedagogía y los problemas sociales y políticos. En 1931 fue promovido a la dignidad de lord y el año 1950 se le concedió el premio Nobel de Literatura. Junto a libros científicos, es autor de otros filosóficos, "Problemas de la filosofía", "Historia de la filosofía occidental", "Ensayos de un escéptico" y "La conquista de la felicidad". En este último escribe que "cuantas más cosas interesen a alguien, más oportunidades de felicidad tendrá". Russell y yo pensamos que el ser feliz es el que se siente ciudadano del mundo (también se lo leí a Ortega en algunos libros de mi hermano) y goza libremente del espectáculo que se le ofrece en esta vida.
Esta mañana me he despertado pensando en ello. Y lo más curioso es que, sin darme cuenta, me estaba tomando un café escuchando una obra de Benjamin Britten, un compositor inglés al que admiro intelectualmente -sobre todo sus óperas- y me recuerda mucho a Russell y a Ortega:
 
Como dice Russell en su libro, "la buena vida es una vida inspirada por el amor y guiada por el conocimiento".