sábado, 15 de junio de 2024

"Un poeta en Madrid escapado de la Dolce Vita de Fellini".


 
Este martes pasado, un rato antes de la última tertulia literaria en Casa Manolo de la calle Princesa, estaba sentado en un viejo banco de piedra de la Plaza de la Moncloa esperando a que apareciera mi amiga y tertuliana Silvia López y me contara su vida de los últimos meses en la Garrotxa de Girona cuando la poeta, bióloga y también tertuliana Isabel Fernández Bernaldo de Quirós pasó en coche con su marido y me sacó la primera foto sin bajarse, casi como si ella fuera una paparazzi y yo un personaje de "La dolce vita" de Fellini (en esa película se acuñó el término). Unos metros más allá se bajó del coche, vino hacia mí, me dijo que no se había resistido a sacar la foto y acabé haciendo el selfie de la segunda foto. Curiosamente, Isabel escribió el otro día un breve texto sobre mi novela "Poeta en Madrid", y lo acompañó de la portada. Por lo poco que la conozco me parece una mujer libre, inteligente y con unas enormes ganas de vivir.
 
Dijo:
 
"Con permiso, Justo Sotelo, por un momento levanto los ojos de asombro de las páginas de tu libro, la mano insaciable que lo subraya y la voz que, incontenida, quiere compartir lo inmenso que es este pequeño libro tuyo “Poeta en Madrid” (Huso edit., 2021). 
 
Leo en la contraportada que este libro es un viaje al centro de la creación literaria, del propio hecho creativo. Que rompes con la estructura clásica del texto y mezclas los géneros, desde el narrativo hasta el dramático, pasando por el poético. Que no te quedas solo en las palabras, sino que transmites los estados de ánimo de los personajes a través de la música. Que Gabriel Relham, el protagonista, podías ser tú, Justo Sotelo o cualquier escritor que pretenda dar un paso más en la evolución del lenguaje literario. 
 
Suscribo todo lo que se dice aquí y cuanto se ha escrito de ti en sendas reseñas porque yo no sabría hacerlo mejor.
 
Como esencia de lo que el lector puede encontrar en esta “suerte de ópera postmoderna” dejo aquí este pequeño texto, esencia de sabiduría, hondura y emoción. 
 
Capítulo II
 
Escena 3
 
“Decir que se ha vivido toda la vida en un instante, que Dios existe, y el mundo es su única imagen. La belleza, lo infinitamente imperfecto, la cultura, la salud, lo indefinido. Todos los catecismos se funden en uno. Y la palabra endulza los oídos de los vivos y de los muertos. Y sus orejas ya sin una gota de sangre. El amor que necesita el hombre para vivir no es más que el castigo a su deseo de divinidad. Y el hombre aprende a amar la naturaleza. Y Dios sabe que el hombre llega a amarlo por encima de todas las religiones sin tener en cuenta el color de la piel o el acento, sin que las fronteras, las distancias, los caminos de polvo o los pantanos supongan obstáculos insalvables. Y conoce que el amor existe, solo tiene que estudiárselo, memorizarlo. Así el hombre dispuesto a cargar sobre sus espaldas la cruz de la cultura -por ejemplo, una cámara fotográfica-, apenas tiene que escuchar el murmullo de la paz, el instante imperdurable de los sueños, la oración de un dulce beso.
 
Amor por encima de todas las cosas.
 
Amor sin nombre. Inmaculado. Indiscreto ante las murmuraciones, inmarchitable. Amor azul. Verde. Amarillo. Rojo. Anaranjado. Añil. Violeta. Y de nuevo azul.”
 
Justo Sotelo es Catedrático de Política Económica, Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura comparada, Máster en Estudios Literarios y en Literatura Española. Sus numerosas publicaciones en narrativa y ensayo le abalan como uno de los grandes escritores de la literatura contemporánea. 
 
Y tanto de tanto más de él: pasional, inquieto, amante del amor, de la música, del cine, de los cafés de la mañana, amigo de sus amigos, lector incombustible, docente vocacional… 
 
Gracias, Justo Sotelo. Un placer haberte conocido".
 
........................
 
Así que lo que ahora me apetece es bañarme en la Fontana di Trevi o, mejor, lo dejaré para esta noche.
 
- ¡Marcelo, ven aquí! ¡Date prisa!
 
- Sí, Silvia, ahora voy:
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario