lunes, 17 de julio de 2023

"Amor líquido, sólido discurso", por Javier del Prado.

 


 
 
Cabe suponer que, en mi cabeza, el primer adjetivo se corresponde con la presencia del amor en las novelas de Justo Sotelo y el segundo con el conjunto discursivo del libro de Patrick Toumba Haman, que vamos a leer. 
 
Pero esto no me corresponde a mí demostrarlo, sino al lector que se va a enfrentar con un libro que empieza hablando del “amor líquido” propio de la postmodernidad o de la postcontemporaneidad y termina haciéndolo del “amor sólido”, no solo del sentimental sino del amor universal hacia todo lo que suponga belleza y creatividad.
 
Tengo que decir que este oscurecimiento me alegra profundamente a la hora de crear universos de ficción con la ayuda de algunas invenciones técnicas y el apoyo del psicoanálisis. Y, por etimología, todo universo de ficción es un mundo paralelo.
 
La ficción, esa necesidad del ser humano, tan natural como el pensamiento y la simbolización. Paralelo, todo aquello que el hombre inventa en su mente; es decir, paralelo a la realidad abolida, en lenguaje, por esa misma invención, aunque esa invención tenga una voluntad referencial (ideológica, habitualmente) respecto del mundo real o contextual en el que y del que nace el llamado mundo paralelo. Y esa voluntad referencial, el análisis de Patrick Toumba Haman la pone de manera muy precisa en evidencia en las novelas de Justo Sotelo. Pero luego hablaré de este aspecto de su trabajo.
 

Según voy escribiendo estas primeras líneas me entran unas ganas locas de aliarme con el autor del libro y ponerme a analizar, de su mano, todos los espacios sociales en los que se asientan las circunstancias narrativas por las que trascurren los personajes de las novelas de Justo Sotelo, con sus hipotéticas e hipotecadas vidas, sus sueños, sus deseos, sus actos y sus fracasos.
 
Justo Sotelo, Patrick Toumba Haman, Javier del Prado.
 
A Patrick llegué gracias a un artículo suyo que publicamos en la
revista Barcarola a petición de Justo Sotelo, y no es el primer camerunés que conozco en el mundo de las letras. A un compatriota suyo, Wilfrid Miampika, le dediqué en 1988 mi larga Elegía por la muerte de Julienne Danielle, nigeriana muerta al cruzar ‘ilegalmente’ la frontera española. Aunque este poema río solo ha sido publicado recientemente, Wilfrid lo escenificó a ritmo de bastón y tantán en mi Facultad cuando estaba recién escrito. Hoy este amigo africano trabaja en Alcalá de Henares como profesor de literatura francófona; y en mi mente, desde la distancia, da la mano a Patrick Toumba Haman. Patrick sigue en Camerún, como hispanista. Es un placer poder ver qué bien trabajan estos profesores aspectos y técnicas de nuestro viejo
mundo, conservando al mismo tiempo la esencia de su cultura. Y
es una satisfacción ver cómo su presencia y su pensamiento van influyendo en nosotros, abriendo en los que los leemos caras desconocidas y profundas del Otro. Por ello, es un placer para mí escribir lo que estoy escribiendo, como antaño traduje y analicé la poesía de Leopold Sedar Senghor y de algunos poetas centroafricanos más.
 
Tanto en Wilfrid como en Patrick se nota, curiosamente, por debajo de la influencia general occidental, una formación francesa, tanto en su escritura académica como en su visión conceptual del mundo literario.
 
No lo digo en este caso solo porque el libro sobre la obra de Justo Sotelo sea de una claridad meridiana, propia de facultad francesa de letras, en su planteamiento general; lo digo porque subyace en él un espíritu analítico propio de la escuela temática francoginebrina. Y en el libro, además de Genette, aparece J.P. Richard con su noción simbólica del tema, Michel Collot, su discípulo predilecto, con las derivas estructurales del tematismo propio del maestro y el R. Barthes postrero que, alejado del semiotismo radical, también se acerca al análisis simbólico de los textos, como expresión directa de la pulsión existencial del autor. Y, con cierta sorpresa, hasta nos encontramos con la última J. Kristeva allegada al tematismo simbólico desde su condición de psicoanalista.
 
Volviendo sobre la pureza metodológica del libro, este empieza
por un acercamiento al problema del “amor líquido” que, para mí,
cristaliza en esta frase señera del trabajo que presento: “y así el amor líquido (o la sexualidad líquida) no deja de ser una curiosa metáfora de muchas otras cuestiones” (2022: 46); con lo cual, a un crítico como yo poco dado a la anecdótica de los textos y mucho a su ideología y a su simbología, son las “otras cuestiones” las que empiezan a interesarme.
 
A esta introducción le sigue un análisis cronológico de seis novelas, con el fin de resumirlas y presentarlas al lector tanto en su contenido evenemencial, relativo a lo que acontece o adviene, como en el abanico de situaciones amorosas que nos muestra (e insisto en situaciones), pero al mismo tiempo con el fin, más amplio, de mostrar la evolución del conjunto de la obra del autor analizado. Y, de este modo, el lector del libro puede elaborar un recuento de los grandes temas de las novelas de Justo Sotelo:
 
• una narración líquida que sirve de marco textual a la relaciones
líquidas de los personajes, siendo el amor líquido
 
• la dominante amatoria de sus preocupaciones, en un contexto
intelectual,
 
• el contexto histórico en el que dominan las presencias y alusiones de la Guerra Civil española y de sus consecuencias sociales, en una sociedad desestructurada, sacudida por ciertos acontecimientos de violencia institucional;
 
• la presencia dominante de unos personajes que pertenecen al
mundo intelectual, salvo en escasas ocasiones, degradado, con un predominio de lo ciudadano (incluso en el mundo del trabajador), respecto del campesino; a este respecto es preciso observar cómo se pone de relieve la continua mezcla de personajes de ficción con personajes que, a través de sus nombres, nos remiten al mundo real, cercano al narrador, con lo que la novela nos está planteando con gran frecuencia, dice el crítico, el tema de
 
• la novela como autoficción —problema éste que Patrick Toumba Haman pone de relieve, pero que evita tratar en profundidad;
 
• el triunfo del "amor sólido" como una forma de asumir la evolución natural de la sociedad y los individuos,
 
• el privilegio espacial de dos ciudades, París y Madrid.
 
• el permanente metadiscurso, no solo con la aparición de nombres propios de la literatura y del arte, sino con reflexiones acerca de los distintos niveles de la escritura.
 
El crítico pone así de manifiesto el problema al que antes aludía,
la continua referencialidad histórica y espacial y el compromiso sociopolítico siempre presente en las novelas de Justo Sotelo; compromiso que queda muy bien sintetizado en esta frase que nos encontramos en el análisis de La paz de febrero; la novela es “la afirmación del ser ante la adversidad individual y ante la violencia como sistema impuesto al íntimo trascurrir” (2022: 69). Y yo me pregunto, ¿la violencia como sistema o el sistema como violencia? Extraordinario columpio que se balancea en ambas direcciones.
 
Un capítulo final, de síntesis, cierra el estudio. Capítulo en el
que se pretende aprehender el alcance social e individual (en la extensión completa de este término) de lo que se condensa o esconde bajo esa metáfora lanzada al mercado por Bauman: la liquidez del ser, aquí en su expresión más dual (biológica y emocional), la sexualidad; expresión precisada por otros pensadores con calificativos que nos dan ya las pautas de la posible síntesis ideológica y simbólica del estudio.
 
¿A qué obedece la aparición dominante de esa liquidez amorosa
en nuestro tiempo? ¿Al requerimiento de los deseos materiales y eróticos”? se pregunta Lipovetsky; ¿a “los goces improductivos” de cierta sexualidad?, ¿a que cuando la calidad no nos da sostén [existencial] tendemos a buscar remedio en la cantidad?, se pregunta el mismo Bauman; ¿al aislamiento del goce?, sugiere Miller; ¿a que “el sexo es una defensa contra la muerte, una manera de prolongar la vida?, como leemos en Las mentiras inexactas?
 
En este corpus analítico se va dibujando el espacio semántico
(racional y simbólico) que cubre la expresión amor líquido y los laberintos y fallas que esconde o metaforiza de la realidad amorosa de nuestro tiempo. El estudio de Toumba Haman podía haber desarrollado algo más este aspecto, para el placer del lector, poniendo en obra la propuesta de R. Barthes que recibimos vía Michel Collot. Lo cito en francés, pues en francés viene en el texto que leemos:
 
le thème [en el sentido richardiano] supporte tout un système de
valeurs; aucun thème n’est neutre, et toute la substance du monde se divise en états bénéfiques et en états maléfiques [… le thème] il s’associe à d’autres thèmes pour constituer un réseau organisé d’obsessions, un réseau de thèmes qui nouent entre eux des rapports de dépendance et de réduction.
 
El autor ya le ofrece al lector los puntos álgidos en torno a los cuales se hubiera podido tejer para apresar, mejor, para aprehender, ese yo que crea y se crea en el texto; ese otro yo al que alude Proust como creador de y creado por las obras que leemos.
 
Sin embargo, Justo Sotelo es un escritor muy inteligente, y también lo es su ensayista, por lo que al final el amor líquido se convierte en sólido a través de la educación, la cultura, el arte, la literatura y el propio amor en sí mismo, con mayúsculas.
 
Y se cierra nuestro viaje literario, el de Patrick Toumba a través de los textos de Justo Sotelo y el de todos los lectores, con su semántica textual, su simbología arquetípica y su referencialidad material, social e histórica.
 
                              JAVIER DEL PRADO BIEZMA
               Profesor Emérito de la Universidad Complutense

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