domingo, 20 de marzo de 2011

Con cariño para Japón a través de Murakami

       Con este artículo quiero rendir mi pequeño homenaje a aquel gran país, y para ello me valgo de mi admiración por Haruki Murakami, un escritor del que ya he escrito más de una vez en este periódico. La literatura de Murakami cambió a partir del año 1995, y tal vez vuelva a hacerlo desde 2011.

       En el año 2002, la editorial Choukoron-Shinsha publicó en Tokio un conjunto de relatos de Murakami titulados: Birthday Stories, que fueron traducidos al inglés en 2004. El libro llevaba una introducción del autor, donde además de explicar los motivos que le impulsaban a seleccionar la colección de historias para su publicación, ofrecía algunos datos interesantes sobre su vida. Este hecho convierte la introducción en un documento que nos permite indagar en las escasas noticias biográficas que existen sobre él. Murakami es un escritor del que no se saben demasiadas cosas, al menos para lo que suele ser habitual en estos tiempos. No suele conceder entrevistas; vive y trabaja en soledad, con la excepción de las clases y conferencias que dicta de forma periódica en universidades de fuera de su país, como Harvard, Princeton, Taft y Hawai. En ese sentido recuerda a Pynchon y Salinger, aunque sin llegar a tales extremos de hermetismo. Como él mismo señala en Birthday Stories, nació en Kioto el 12 de enero del año 1949, dentro de la generación del “baby boom” que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Su padre era hijo de un monje budista y su madre de un mercader de Osaka, y ambos trabajaban como profesores de literatura japonesa. Fue un alumno que pasaba desapercibido en el colegio superior de Kobe. A partir del año 1968 estudió literatura y drama griego en Waseda (una universidad privada de Tokio), donde conoció a su esposa Yoko y se aficionó a la música y el béisbol.

        Murakami ha publicado un ensayo donde expone su afición a correr grandes distancias cada día. En él reconoce que en la primavera de 1978, mientras veía un partido de béisbol cerca de su casa, decidió escribir una novela, y en unos pocos meses tenía terminado Hear the Wing Sing. Su primer trabajo había sido en una tienda de discos (como Toru Watanabe, el protagonista de su novela Norwegian Wood, traducida al castellano como Tokio blues). Antes de acabar sus estudios, que se alargaron durante siete años en lugar de los cuatro de rigor, abrió el bar de jazz "Peter Cat" en Tokio, y lo mantuvo abierto entre los años 1974 y 1982, con algún cambio de ubicación. En 1986, a raíz del éxito de la última novela citada, abandonó Japón para vivir en Europa y América, y regresó a Japón en 1995 tras el terremoto de Kobe y el terrible ataque de gas sarín efectuado en el metro de Tokio por la secta La Verdad Suprema. No podía permanecer lejos de su país después de lo que había ocurrido. Se considera miembro de una generación de supervivientes, enmarcada en la guerra fría donde se inició el rápido crecimiento económico de su país.

        Suele despertarse cada día sobre las cinco de la mañana, y en seguida se pone a trabajar, puntualmente. Un día estaba en su apartamento de Tokio preparándose un café (su mujer dormía) cuando escuchó en la radio que era su cumpleaños. Después de que las noticias anunciaran que el Emperador iba a plantar un árbol y que un barco británico de pasajeros había llegado al puerto de Yokohama, mencionaron a varias personas conocidas que cumplían años, y él estaba entre ellas. Tras los primeros instantes de perplejidad, comenzó a llorar y admitió que no quería cumplir más años. ¿Cuánta gente habría escuchado su nombre?, se preguntó. ¿Quién más cumpliría años ese día? Se dirigió al ordenador y abrió Internet. Ese día también había nacido Jack London, por ejemplo. Es evidente que los cumpleaños no le hacen feliz, sobre todo desde los cincuenta años. “Estos días, cuando conduzco mi coche y pongo mis CD´s en el estéreo, comprendo que me hago mayor, que ya estoy en el siglo XXI”.

        Ahora ha llegado un fatídico 11 de marzo también para su país, y es posible que pronto aparezca otra “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, la novela que cambió muchas cosas en su forma de escribir.

       (Artículo publicado en el Diario Progresista el 28 de marzo de 2011)

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