viernes, 18 de julio de 2025

"La soledad es la suerte de los espíritus excelentes".


 
Ya he comentado alguna vez que Candelaria Villavicencio (Lali para los amigos) es una de las mejores poetas que he conocido. Quizá sea su manera de mirar, la intuición poética de los buenos creadores, su introspección casi perpetua, la fuerza irresistible de meterse en una biblioteca y no salir de allí hasta habérselo leído todo. 
 
En los últimos días ha escrito por aquí varios comentarios de una tacada contestando a mis últimos posts, que me hicieron pensar, así que los recuerdo mientras observo esta foto que me hice con ella hace un tiempo en la Orotava, al norte de Tenerife:

"Mi estimado Justo Sotelo, deseo compartir una reflexión personal, porque me ha tocado tu texto y me invita a mirar hacia dentro. Creo, como tú, que lo verdaderamente seductor y bello no está en la apariencia, sino en la autenticidad y en la forma en que nos aceptamos a nosotros mismos. Me viene a la mente la filosofía de Platón, cuando a través de Diotima en "El Banquete" nos habla del amor como un viaje que empieza en la atracción física, pero que solo alcanza su plenitud cuando aprendemos a reconocer y admirar la belleza del alma y la sabiduría. Es en ese ascenso donde lo “sexy” deja de ser una cuestión superficial y se convierte en algo mucho más profundo y duradero. También me identifico con el romanticismo que mencionas, esa búsqueda de sentido y belleza en la vida, tan presente en poetas como Bécquer o Lamartine. Para mí, la verdadera seducción está en la honestidad, en la capacidad de mostrarse tal cual uno es, con sus pasiones, sus dudas y sus sueños. La autoestima, como bien apuntas, es el núcleo de ese atractivo: cuando uno se siente bien consigo mismo, lo transmite sin necesidad de artificios. Creo que la belleza y el amor, cuando se viven desde la inteligencia y la humildad, son realmente inmortales y, en el fondo, lo más atractivo que podemos compartir con los demás".
 
"Justo Sotelo, me resulta fascinante cómo reivindicas la figura del flâneur desde una perspectiva contemporánea y personal, alejándote de los estereotipos y abrazando la excentricidad como una forma legítima de mirar y estar en el mundo. La elección de vestir diferente, de desafiar los códigos establecidos, es en sí misma una declaración de independencia intelectual y estética, muy en la línea de lo que Baudelaire describía en su célebre ensayo sobre el flâneur: ese observador atento y sensible que recorre la ciudad buscando captar su ritmo y su misterio. La referencia a Joel Meyerowitz y su apuesta pionera por la fotografía en color me parece especialmente significativa. Así como él supo ver la riqueza y la complejidad de la vida urbana más allá del blanco y negro, tú reivindicas la necesidad de mirar la realidad desde múltiples ángulos, sin conformarte con lo dado. La fotografía a color, como tu propia actitud vital, es una invitación a no reducir la experiencia a una sola tonalidad, sino a explorar la gama completa de matices que ofrece la existencia. Me identifico con esa mezcla de espontaneidad y pausa, de jazz y música clásica, que mencionas. Ser flâneur hoy es, quizás, permitirse el lujo de la curiosidad y la contemplación en un mundo que exige inmediatez y uniformidad. Es encontrar belleza y sentido en lo cotidiano, y atreverse a ser distinto, aunque eso implique ser visto como excéntrico. En el fondo, es una forma de resistencia creativa y, también, de profunda humanidad".
 
"Mi estimado Justo Sotelo, no puedo evitar sonreír al leerte; tu confesión me recuerda a Schopenhauer, quien sostenía que la vida es una tragicomedia y que, si acaso, lo más sensato es tomarse a uno mismo con cierta ironía. Si Schopenhauer hubiera tenido una gatita llamada Ana y una pasión por las librerías en extinción, probablemente habría dicho que el verdadero héroe romántico es aquel que, lejos de conquistar multitudes, sobrevive con dignidad entre libros polvorientos y conversaciones con su mascota filosófica. ¿A quién va a seducir un escritor en sandalias, armado solo con su ironía y su devoción por la lectura? Quizá a nadie, o quizá —y aquí el toque schopenhaueriano— a todos los que entienden que el mayor acto de seducción es resistirse a los clichés y vivir fiel a uno mismo, aunque eso implique quedarse a solas con la gata y un buen libro. Al fin y al cabo, como decía el propio Schopenhauer, “la soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”, y si además uno puede pasearla por la ciudad en pantalones cortos, mejor que mejor".
 
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Me tomo un café, releo los comentarios y escucho una música en un lugar que sé que le gusta mucho a Lali y por supuesto a mí:
 

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