domingo, 6 de julio de 2025

"¿Romántico o sexy?"


 
El otro día paseaba tan tranquilo por la calle de la fotografía cuando me encontré a tres ex alumnas a las que di clase hace tiempo, creo que antes de la pandemia. Nos contamos un poco nuestra vida (las tres trabajaban ya) y al irme me dijeron a la vez que siempre sería un escritor y profesor sexy. Al escucharlas me eché a reír y les dije, con una sonrisa de incredulidad, que debían graduarse la vista. Ahora me tomo el primer café de la mañana y pienso en ello, como otras veces que me lo han dicho. Lo sexy nace en la sugerencia y la posibilidad. Aquello que nos atrae física y sexualmente crece más en la ausencia parcial, en lo que no se ve, pero se intuye que está en alguna parte. El problema es que lo que cada uno entiende que es "seductor" para los demás a menudo es irreal, una fantasía motivada por la época en la que vivimos. A uno le hace o no sexy su propia autoestima, el que te importe un comino lo que los demás piensen de ti. Me parece que es algo más psicológico que físico, y no tiene que ver con la edad ni con la ropa que te pongas. La moda cambia continuamente, pero no sucede lo mismo con la valoración que cada cual realiza de sí mismo. Nunca he sido sexy, solo un romántico empedernido que con catorce o quince años leía a Lamartine, Hugo y Bécquer, y que con su primer sueldo como profesor particular de matemáticas se compró por esas mismas fechas la obra más romántica que existe y existirá, y que no he dejado de escuchar.
 
El amor, la inteligencia y la belleza son verdaderamente inmortales y sexis:
 

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