Lavapiés es un barrio con una identidad única, lleno de contrastes y energía, donde la diversidad cultural y el arte se unen con desafíos propios de su evolución. Por arriba está el barrio de las Letras, a un lado el Reina Sofía y la Casa Encendida, en el centro el teatro Valle-Inclán, tiene una gran población inmigrante, lo que se refleja en su oferta gastronómica, comercios y ambiente general, y además una característica que le hace especial, está en Madrid. Y ya sabemos que Madrid es el centro del mundo.
Antonio llevaba varios días insistiéndome en que le gustaría que nos viéramos, además de para dejarle un ejemplar de la novela de Juana Martínez, así que ayer saqué un rato y me fui a Lavapiés a tomar una manzanilla con él. Quedamos en un Café clásico que siempre me ha gustado, el Barbieri, donde escribí todas las tardes parte de una de mis novelas, pero aún estaba cerrado, y nos vimos en otro de al lado. Hablamos de cómo liga la gente en esta época, a través de Internet, esencialmente, lo que rompe la magia de los encuentros casuales en el Metro, el autobús, el avión, una biblioteca, una librería, un Café, la Universidad, etc., que es donde hemos ligado toda la vida como Dios manda, mirando a los ojos a la otra persona. También hablamos del mundillo literario y de nuestra tertulia, de la que Antonio forma parte. Recuerdo la tarde en la que me dijo en una Feria del Libro del Retiro de hace algunos años que si se podía incorporar a la tertulia, y desde entonces es asiduo. Un rato antes había pedido a su madre, Charo Fierro, que me recomendara una pomada para las espinillas de mi hijo adolescente, jeje. Nos llevamos más de veinte años; no obstante, Antonio es un tipo inteligente al que le gusta escuchar, ya que ayer estuve hablando yo casi todo el rato como de costumbre. Reconozco que tengo el síndrome del profesor universitario y sé que se me va la fuerza por la boca. Lo que no quiero es que se me vaya la música, así que me tomo el primer café de la mañana mientras escucho una obra deliciosa desde el Teatro de la Zarzuela, "El barberillo de Lavapiés", de Barbieri, claro:
La escribió el hijo de Larra y transcurre en el mismo lugar de la foto, pero tres siglos antes, durante el reinado de Carlos III, y se estrenó en la Zarzuela en 1874. En la Romería de San Eugenio, se encuentran Lamparilla junto a su novia Paloma. Cerca de allí están la Marquesita y don Juan, quienes conspiran para derrocar al marqués de Grimaldi y que el conde de Floridablanca consiga el poder. En medio de este enredo de conspiraciones, Lamparilla se ve involucrado para poder salvar de la cárcel a don Juan. Se convertirá en un héroe al librarse de la prisión y contar sus hazañas a los vecinos.
Del teatro de la Zarzuela aún no he olvidado las "medianoches" de la cafetería de la primera planta que me compraban mis padres cuando era niño en los intermedios. Por entonces debutó en Madrid Plácido Domingo interpretando "La Gioconda" en este teatro.
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