Dos amantes tiene el mar, dice la canción. No son perlas ni sirenas, añade. La primera vez que descubrí este lugar (que volví a visitar a primeros de este año) me fui caminando por un pequeño sendero entre la tierra y el mar, desde la última playa, la de Benijo, una playa de nudistas, hasta los dos roques que se ven al fondo de la foto. Me bañé en una cala que había junto a los dos amantes ensimismados y observé que sonreían y se besaban. A veces cuando dos personas se encuentran el mundo desaparece para ellos, a pesar de que no sean completamente conscientes de que han encontrado su propio mundo. Claro que pasan cosas, pero ellos solo son conscientes de la magia que les ha ocurrido. Es cuando nace la utopía de la isla, de la recuperación de un solo cuerpo como decía Platón a partir de dos cuerpos. Y de alguna forma adquiere sentido el mito de la eternidad. Al regresar, había subido la marea y se había borrado el camino. Tuve que trepar por la ladera de la montaña para que no me arrastraran las olas, pero me dio tiempo para darle la mano a ella:
Para que luego digan que no existe algo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario