miércoles, 22 de enero de 2025

"Ayer nos visitó un ángel de la poesía española".

 

Yo le llamo la "voz" de nuestra poesía, amigo y discípulo de Vicente Aleixandre, un poeta que está llegando a la "esencia" libro tras libro, cerca ya de sus 83 años. 
 
"La lectura nos permite estar en determinados lugares de un modo casi físico. Podemos ver la luz de un atardecer y sentir una brisa marina, escuchar unas voces como si estuviéramos muy cerca de ellas. Hay páginas de una novela que se transforman en habitaciones o jardines, todo gracias a la fuerza del lenguaje que desaparece como tal cuando al entregarnos a él sentimos, no solo cómo nombra una cosa, o una calle, sino que se hace tocable la misma cosa nombrada y habitamos la calle.
 
El viaje a algunos lugares que propicia la lectura no se quedan en la manifestación exterior de una ciudad o un paisaje hermosos, en los límites de un territorio, sino que se funde con la vida de sus pobladores, y participa de los pensamientos y deseos más íntimos de la obra de ficción, capaz de suspender en más de una ocasión nuestros sentidos. Basta para ello que las conductas de los personajes sean verosímiles. Hasta puede llegar un momento en que, si nuestra conversación es intensa, nos olvidemos del tiempo real y nuestro reloj marque la hora de los seres creados por el autor. Por eso no importa que sean ya las dos de la mañana y tengamos que madrugar. ¿Hay acaso dicha mayor, aprovechamiento mayor de la existencia que la que nos regala un libro? Quien lee vive más. Y así es más feliz. ¡Feliz descanso al lado del resplandor de la tinta!"
 
Este es el "introito" del último libro publicado por Javier Lostalé, "La morada infinita. Quien lee vive más 2" (2024, Polibea), que ayer por la tarde nos leyó en la tertulia de Casa Manolo, en una calle Princesa regada por la lluvia. Nos leyó más cosas y le preguntamos también muchas cosas, sobre su vida y su trabajo en los programas de libros de Radio Nacional. Y nos contó cómo y dónde han leído los grandes escritores de la historia, y yo aproveché entonces para que todos los tertulianos nos dijeran dónde y cómo leen ellos. En cierto momento me vino una música a la cabeza. Mi madre me puso este Adagio de Rachmaninov para que lo escuchara por primera vez, de pequeño, tras prepararme unas galletas María rellenas de mermelada de melocotón:
 
Nuestra tertulia es un poco eso, unas galletas María rellenas de melocotón y Khatia Buniatishvili tocando el piano.
 
Quien lee vive más.
 

 




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