domingo, 19 de mayo de 2024

"Leer nos hace libres".


 
 
"La verdad es que nunca me había planteado si leer era sexy o no. Pero si lo consideramos como una atracción y placer (cosa cierta muchas veces) debería serlo. Bello sí que es, sin duda. Y nos hace sentir vivos. Aún recuerdo muchas veces la lectura de tu cuento "Ofelia" en el parque mientras escuchaba "Nessun Dorma". Y fue tan bella la unión y el final de ambos al mismo tiempo, en la belleza del parque, que consideré orgásmica la conjunción de la belleza en su envoltorio. Leer nos hace libres".
 
Son palabras que ayer escribió por aquí María Jesús Egmont, una amiga catalana de esta red social desde hace años, aunque no la conozco personalmente.
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"Ofelia".
 
"Llegaba tarde a mi conferencia y corrí por el vestíbulo observando que el tren salía del túnel. Entré jadeando en el vagón y miré a ambos lados por si había algún asiento libre. Me quedé de pie, apoyado en una de las puertas interiores.
 
Me sumergí mentalmente en los cuadros de los “prerrafaelitas”, de los que tenía que hablar en la sala de conferencias del Museo del Prado, en particular de la Ofelia de Millais, una de mis obsesiones desde que estudié literatura en la Complutense.
 
En cierto momento miré hacia el fondo del vagón. Me observaba una mujer. Era joven y hermosa, tenía el pelo largo y llevaba un traje de chaqueta con minifalda. Las estaciones pasaban y la gente entraba y salía del vagón. La muchacha seguía mirándome como si me conociera. Aunque no suelo hablar con desconocidos, me acerqué a ella y le pregunté si nos habíamos visto antes. 
 
Debería echarme a llorar, me dijo con una expresión extraña. No te comprendo, dije por mi parte encogiéndome de hombros. Y yo tampoco a ti, añadió mirando para otro lado.
 
Llegamos a una nueva estación y dijo que tenía que marcharse. Se dirigió a la puerta sin mirar atrás. El tren volvió a arrancar. Pensé en el personaje de Shakespeare y en el tránsito entre la vida y la muerte que había pintado Millais. El cuerpo de Ofelia se pierde entre las flores y el agua. Esa mirada vacía y a la vez hermosa. El sauce y las ortigas que hablan de dolor mientras las margaritas lo hacen de inocencia y fidelidad. Y están la virginidad del lirio y la sexualidad de las orquídeas. 
 
No quedaba ningún asiento libre. El ordenanza apagó las luces y la figura de Ofelia apareció en la pantalla. Al verla recordé que la mujer del Metro se llamaba Sonia. Fue la primera chica que besé en mi vida.
Ella tenía 13 años y yo 15".
 
("Ofelia", "Cuentos de los otros", 2017, Bartleby, pp. 13 y 14).
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Este es Pavarotti cantando el aria de "Turandot":
 
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Y ahora me tomo un café. Es domingo y va a hacer sol.
 

 

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