sábado, 24 de agosto de 2024

"En la piscina al pie del Teide".

 

Ahí me cogió antes de ayer la poeta Isabel Fernández Bernaldo de Quirós cuando me mandó unos poéticos audios de voz por Wasap desde Asturias, su tierra natal y de sus antepasados. Salí del agua y me puse a escuchar con los cascos el "Miserere mei, Deus", del cantante y compositor del siglo XVII Gregorio Allegri, ya que la voz y las palabras de Isabel me lo habían recordado. Es una serie de secuencias para coro de nueve voces en el estilo de la polifonía renacentista, intercaladas con párrafos gregorianos. El Miserere es un himno litúrgico de gran tradición en la iglesia cristiana. Su texto es el del Salmo 50 (51) donde el rey David, ante el profeta Nathan, pide perdón a Dios por el pecado que cometió con Bethsabé. El Vaticano había prohibido, bajo pena de excomunión, copiar esta partitura, para que tan solo pudiese ser interpretada en la Capilla Sixtina, en ciertas solemnidades; pero Mozart, estando en Roma con su padre a los 14 años, lo escuchó, se lo aprendió de memoria y lo copió:
 
Allegri está enterrado en la Chiesa Nuova de Roma, en la tumba de los miembros del Coro Papal, bajo una inscripción en la que se dice que los cuerpos de quienes estuvieron en vida unidos por la melodía no deben ser separados por la muerte.
 
Me siento un privilegiado por convivir con esta "melodía".

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