Siempre digo que soy de ciudad, de una ciudad como Madrid, aunque no me importaría vivir en París o Nueva York. También suelo decir que me gusta caminar de noche, entre luces y semáforos. En esos momentos del lento y otoñal amanecer cuando la imaginación que se ha desatado por la noche se mezcla con la fantasía del día. Entonces me pongo a escribir.
Y a dar besos apasionados, aunque siempre tiernos:
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