viernes, 18 de abril de 2025

"El trovador".



 
 
Ayer estaba de paseo por esos mundos de Dios cuando mi amiga y tertuliana la poeta y bióloga Isabel Fernández Bernaldo de Quirós me envió varios Wasaps y me dijo que le recordaba a un trovador del siglo XII, pero trasladado al siglo XXI. Mi forma de ser y de escribir le recordaba al trovador medieval Bernart de Ventadorn, y me recitó este poema:
 
"Tengo mi corazón tan lleno de alegría,
que todo me lo transforma.
El frío me parece
una flor blanca, roja y amarilla,
pues con el viento y la lluvia
me crece la felicidad,
por lo que mi mérito aumenta y sube
y mi canto mejora.
Tengo en el corazón tanto amor,
tanto gozo y dulzura
que el hielo me parece flor y la nieve, hierba.
Puedo ir sin vestido, desnudo de camisa,
pues el amor puro me da fuerza
contra la fría brisa".
 
Tras darle las gracias recordé que, cuando estudié la asignatura de Géneros Literarios (I), apareció la figura del medievalista Martín de Riquer. Según este filólogo, entre los siglos XII y XIII los trovadores escribieron en provenzal, en una inmensa zona de las Galias que se extendía a tierras vecinas, el norte de Italia y los estados hispánicos del sur de los Pirineos, una poesía compuesta para ser escuchada más que leída, gracias a la voz y la música de los juglares. De entre las más de 2500 composiciones de alrededor de 350 trovadores que conservamos, se encuentran 45 poemas de Bernart de Ventadorn, escritos entre 1147 y 1180. Y entre ellos 18 todavía tienen la música intacta:


La verdad es que no me hubiera importado ser un trovador del "amor cortés". O, ¿lo soy de alguna forma tras escaparme de la novela de Diego de San Pedro que leí para examinarme de la asignatura de Literatura del Siglo XV?
 
Desde luego que lo que más me gusta es viajar a través del tiempo.

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