Para creer en el desarrollo sostenible se debe empezar por
cambiar las bases ideológicas del actual sistema económico. Nuestro
sistema económico es muy agresivo, y tanto más porque se define como
necesario e ineludible.
El desarrollo sostenible es un proceso en el que se
amplían las oportunidades del ser humano, como disfrutar de una vida
saludable y saludable, adquirir conocimientos y poder acceder a los
recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente.
La economía de los países ricos se basa en producir y consumir
grandes cantidades de bienes, lo que genera residuos y la necesidad de
bienes no renovables. Así se daña el medio ambiente, con efectos como el
cambio climático, el agujero de la capa de ozono, la pérdida de la
biodiversidad o la desertificación. Frente al deterioro y degradación
medioambiental, debería hablarse de un desarrollo sostenible que
satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades, según la
conocida definición del informe de la Comisión Mundial sobre Medio
Ambiente y Desarrollo.
La Constitución española expone que “todos tienen el derecho a
disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la
persona, así como el deber de conservarlo”. Con ello, el derecho a un
medio ambiente equilibrado se convierte en un principio rector de la
política social y económica.
Las dos ideas clave que gravitan sobre el concepto de medio ambiente
son su “preservación” y “conservación”, aspectos con rango similar a los
de crecimiento económico, pleno empleo, estabilidad de precios y
equilibrio de la balanza de pagos. La preservación hace referencia a un
objetivo estático, y alude a la corrección de los atentados que recibe
el medio ambiente. La conservación, por su parte, representa un objetivo
dinámico, en la línea de los conocidos aforismos clásicos de “quien
contamina, paga” o “cautela y acción preventiva”.
El medio ambiente debería adquirir el rango de derecho fundamental
del ser humano. Una forma de clasificar los derechos humanos se basa en
las distintas generaciones de los mismos, lo que afecta a su evolución
histórica. Tal clasificación comprende los derechos de primera
generación (derechos civiles y políticos), los de segunda generación
(derechos económicos, sociales y culturales) y los de tercera
generación, a partir de los cuales se busca preservar la integridad del
ente colectivo. Entre estos últimos están el derecho a un medio ambiente
equilibrado, a la paz y al desarrollo.
(Publicado en el Diario Progresista el 25 de noviembre de 2012)
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