domingo, 14 de enero de 2024

"Algo huele a podrido en el mundillo literario".

¿Alguien tiene alguna duda de que lo único que manda en el mundo es el dinero? El dinero da poder, influencia, sexo. No es nada nuevo, ya lo dijo Shakespeare que pasaba en Dinamarca con Hamlet y su curiosa familia.
 
En estos últimos días he leído, gracias a las redes sociales, a varios escritores que aprecio referirse, críticamente, al mundillo literario de este país. Que conste que soy muy feliz y vivo tranquilamente como catedrático en la Universidad, pero voy a decir alguna cosa. El otro día El País publicó un reportaje que parecía del Hola, hablando de unas poetas que, se supone, representaban a la Nueva Generación del 27 de este siglo. De esto me enteré por Manuel Rico. Supongo que se les había aparecido la virgen de Lourdes. Unos días después Antonio Tocornal contó una triste anécdota sobre el amarillismo de los premios literarios, que le había contado un miembro del jurado, y ayer por la tarde Ernesto Calabuig escribió un post sobre cómo le habían censurado una reseña en El Mundo. No hablaba demasiado bien del escritor reseñado y la redacción lo convirtió en alabanzas. Y mientras escribo estas líneas, y me tomo el primer café de este bonito domingo, recuerdo que el Nobel no se concedió en 2018 por los escándalos sexuales de los miembros del jurado. A mí esto del sexo me deja indiferente. La verdad es que en Suecia hace mucho frío y de alguna forma hay que entrar en calor. El escándalo es que no dieran este carísimo premio a Borges, Galdós, Proust, Nabokov, Sartre, Rulfo, Machado, Lorca, Orwell, Woolf, Joyce, Kafka, Tolstói. Ibsen, Twain, James, Chéjov, Pessoa, Pynchon o Zola y se lo dieran a Paul Newman. Siempre digo que no pienso leer a ningún Premio Cervantes hasta que se lo den a Cervantes.
 
Así que tal cómo están las cosas estoy pensando dejar de escribir mis novelas y hacerme pescador. Ahora solo necesito a alguien que maneje mi barca:
 

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