sábado, 2 de noviembre de 2024

"Sonriendo con mi jersey de agujeros".



 
Ya que ayer algunas amigas de esta red social dijeron que querían verme sonriendo en las fotografías, ayer por la tarde me saqué esta foto en la puerta de la biblioteca de la Universidad Complutense de la calle San Bernardo, que era donde estaba la Universidad Central de Madrid antes de que Alfonso XIII se la llevara a la actual Ciudad Universitaria. Estos días los españoles estamos tristes, pero quiero enviar esta sonrisa a las personas que nos han dejado, allá donde estén. Y lo hago escuchando, una vez más, el final de la Segunda sinfonía, "Resurrección", de Mahler. Compuesta entre 1888 y 1894, marca una progresión significativa en su desarrollo artístico. Es una sinfonía expansiva, abarca cinco movimientos y profundiza en los temas de la vida, la muerte y el más allá. El movimiento de apertura establece un tono sombrío, con melodías inquietantes que reflejan la mortalidad de los seres humanos. Los movimientos posteriores exploran las emociones contrastantes, desde momentos de sublime belleza hasta pasajes de intensa angustia. El clímax se alcanza en el movimiento final, donde Mahler presenta solistas vocales y un coro. Esta dramática conclusión contempla el concepto de resurrección y redención definitiva, culminando en un final triunfante e inspirador:
 
Mahler y Bernstein sabían que siempre nos quedará la belleza.

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