jueves, 11 de diciembre de 2025

"La mujer de Alejandría".


 
Conocí a Pedro Costa a punto de acabar el siglo pasado, cuando una multinacional farmacéutica famosa nos encargó un libro sobre Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, que publicamos el 2000 junto a dos miembros de mi equipo de investigación que entonces dirigía en la Universidad. Nos hicimos buenos amigos, aunque mis ideas sobre la economía, la energía y el cambio climático son más keynesianas y las suyas más marxistas. Pedro es ingeniero, sociólogo, periodista y politólogo. En 1998 recibió el Premio Nacional de Medio Ambiente y el año 2017 el Ayuntamiento de Águilas le nombró Hijo Predilecto por su defensa del medio ambiente en el Mediterráneo y ser uno de los fundadores del movimiento ecologista en España. Sin embargo, se han levantado algunas voces que quieren que se le retire ese título. No voy a poner siglas de partidos a esas voces y solo voy a referirme a los clásicos caciques de este país. 
 
Pedro ha estado en varias ocasiones en nuestra tertulia hablándonos de sus libros, y hemos quedado que en febrero volverá para referirse al libro "Israel" (2024, El viejo topo), que se ve en la foto que sacó el otro día una encantadora camarera en el Círculo de Bellas Artes. Nos dijo que le gustaba cómo posábamos y que parecíamos dos actores de cine. Después de una hora de conversación, Pedro me dijo que le habían invitado al estreno de un documental sobre el "Cuarteto de Alejandría", de Lawrence Durrell, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 
 
Por Recoletos pensé en Justine, la primera novela del cuarteto, como lo hago ahora mientras me tomo el primer café de la mañana. Son las historias de Justine y de Nessim, de Melissa y Balthazar moviéndose por una ciudad bajo la mirada literaria de Cavafis, el "viejo poeta". Y recuerdo que alguien me dijo que de Alejandría tan solo escapan los enfermos, los solitarios, los profetas y los heridos de amor. La nueva versión desmonta la anterior, la contradice y la completa. Lo que en principio era una historia de oscuras pasiones cruzadas en el interior de una ciudad que lo devora todo -donde la Justine de Durrell es un trasunto de la "Justine de Sade"- se deja paso a asuntos políticos y religiosos, con temas de espionaje, complots, violencia y dinero en el contexto de la Segunda Guerra mundial y sus orígenes. No obstante la obra es sobre todo la ciudad cosmopolita y viciada, y la fuerza de sus personajes. Y son el tono, el lenguaje y la atmósfera de la buena literatura. Entre la serenidad de los árboles del paseo creí escuchar un disco, "Ciudad de las ideas", que el guitarrista cordobés Vicente Amigo escribió inspirándose en Cavafis. Es la conversación de dos poetas, uno viejo y otro joven. El joven le dice al viejo que ha puesto muy alta la escala de la poesía y que es imposible llegar ahí. El viejo le contesta que eso es blasfemo, que debe estar orgulloso de haber entrado en la "Ciudad de las Ideas":
 
Termino el café. ¿Que por qué no he aceptado ningún cargo político, aunque me los han ofrecido los dos partidos más importantes de este país? ¿Y tú me lo preguntas, mujer de Alejandría?

 

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