¿Por qué un grupo de hombres y mujeres se reúnen los martes al final de la calle Princesa, junto a los arcos de Moncloa para hablar de esa cosa que llamamos literatura? ¿Por qué algunos de ellos se recorren la ciudad, e incluso vienen desde los pueblos de alrededor de Madrid, para llegar a la cita de las 18.30 en Casa Manolo? ¿Por qué escuchan con tanto interés al poeta y profesor Javier del Prado Biezma leer poemas inéditos (tiene varios libros sin publicar que ha ido escribiendo a lo largo de su vida), y que va a llegar a primeros del mes que viene a los 84 años? ¿Por qué Javier ha vivido toda esa vida sintiendo y "siendo" poeta por encima de todo? ¿Por qué estoy escribiendo yo todo esto a las seis y media de la mañana con tantas clases como debo dar y que terminan cansándome físicamente de verdad?
Cuando salíamos ayer por la tarde de esta tertulia que ya tiene 30 años (debí de empezarla en el 93 o el 94), Mercedes, una nueva tertuliana que ha sido farmacéutica toda la vida hasta que se jubiló hace poco, que no sale en las fotografías, y que atraviesa medio Madrid para estar en la tertulia, me dijo por la calle Princesa, "es que aquí hay mucho nivel cultural y yo tengo ansias de cultura".
Aunque estaba muy cansado, cuando llegué a casa me puse a ver una de las obras maestras de la historia del cine. Hitchcock es el cine, como Javier es la poesía:
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