lunes, 25 de abril de 2011

Los mundos posibles de la literatura (I)

El mundo está globalizado, y no existe ningún rincón del planeta sin comunicación con el exterior; sin embargo, muchas personas se sienten solas, marginadas y aisladas. Por ese motivo, necesitamos a escritores que construyan mundos ficcionales para compartirlos con los demás, sabiendo que la ficción no es verdad, y no tiene por qué hacernos ningún daño.

En la posmodernidad, ya no hay fronteras entre alta y baja cultura, sino una estética publicitaria con diseño de cómic, pastiche temporal, mezcla de razas y un mundo como realidad virtual. La metaficción nos recuerda que nos enfrentamos a una obra de ficción, por el continuo juego entre la realidad y la ficción, donde los escritores y los lectores participan como personajes. El riesgo es poner en peligro el mecanismo de la propia construcción ficcional, aunque lo positivo es que la literatura (así como otro tipo de ficciones), siempre ha sido capaz de reinventarse a sí misma.

En el siglo XX la ficción empezó a interpretarse de forma interdisciplinar, interesando tanto a los filósofos analíticos como a los teóricos del habla y la literatura. Aun así, los paradigmas más influyentes y conocidos consideran que sólo existe un dominio de referencia, el del mundo real, lo cual afecta, negativamente, a la legitimidad de los mundos ficcionales. La tradición mimética ha desfigurado el pensamiento aristotélico hasta convertir la mimesis en una mala imitación de la realidad. Si la función mimética sólo toma como referente al mundo real, se pierde el sentido del particular ficcional, por lo que a veces se sustituye por una función universalista, en busca de un referente de tipo universal para el particular ficcional, y una seudomimética, donde la propia fuente es el referente.

10 comentarios:

  1. Oh là là, Justo. Me tocas la fibra al hablar de posmodernismo, de problemas ontológicos, de semiótica,de mundos posibles.
    Precisamente venía ojeando el programa de "La noche de los libros" en el metro de camino a casa y leo que en "Tipos Infames" a las 19.00: "Con suerte conseguiremos que algún otro escritor se haga pasar por Thomas Pynchon". ¿Serás tú?
    Me siento como la Oedipa Maas de "The Crying of Lot 49". A propósito,¿no creaste tú un personaje llamado Edipa en una de tus novelas?
    Saludos desde el mejor de los mundos posibles,
    Caridad.

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  2. Caridad, el único de los mundos posibles donde te encuentro es en el de la literatura. ¿Serás tú una visión antimimética? No hay referente en tu caso, ya lo dijo Russell. La lógica modal no tiene sentido, ya lo sabes, por eso yo jamás podría ser Pynchon.

    (Por cierto, ¿cómo sabes lo de Edipa?

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  3. Yo me muevo por la lógica difusa, como las lavadoras, y pregunto: si Caridad no es una etiqueta puramente referencial, ¿es descriptiva?

    (Creo que lo leí en la crítica de mi amado Leguina y venía muy bien por aquello de la intertextualidad. Me gusta esto de hilar una cosa con otra. Tenía un amigo que ahora diría: claro, eres una paranoica.)

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  4. Tu referente me lo imagino, pero por ahora no llego más que a un poco de la semántica que desprenden tus palabras.
    Y a mí también me ocurre lo mismo con lo de la asociación de ideas. Cuando me enteré de que eso venía de Looke me quedé más tranquilo.

    (Seguro que coincidimos algún día en Tipos infames, suelo ir bastante por allí a desayunar. No sé si te dije que uno de esos tipos, además de infame, es amigo)

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  5. (Y, al parecer, has estado mojando a Foucault en el café. No creas que no se te nota.
    A mi es el Ribera del Duero el que me hace ver dos lunas. Dime, Justo, ¿no me habrás salido de Rioja?)

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  6. Pues no, la verdad es que no suelo beber, ni Rioja ni nada. Últimamente ni fumo, ni bebo, ni nada Creo que en esta vida lo mejor es estar lúcido. Siempre que me han preguntado mis alumnos si el mito del escritor drogado tiene sentido, les he respondido que para escribir hay que dejarse los cinco sentidos, y que los mundos posibles de ficción de la literatura sólo están en el texto. Es la mejor forma, por ejemplo, de entender las dos lunas de "1Q84".
    ¿A todo esto, tú escribes, fumas, bebes...?

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  7. “....” lo que más. Tratándose de tu blog, estaría feo aprovechar para contar mis cosas. Sí te diré que en mi última operación descubrí que soy alérgica a los opiáceos. En ese punto, se acabaron mis anhelos de escribir algo como “La rima del anciano marinero” y el tabaco, hasta que recaí.
    Con el cansancio gustoso de los viernes, me encanta tomarme una copa de vino y alargar la sobremesa con algún buen amigo, de esos con los que estás cómodo hasta en silencio, de los que adivinan que lo que no puedes contar es lo que te ha llevado a buscar su compañía.
    Fui niña escritora y de las buenas, bendecida por Benedetti, que me dijo que tenía manos de escritora, aunque yo no sabía quién era aquel viejo entonces.
    Y a propósito de niñas escritoras, el discurso de hoy de Ana María Matute arroja luz a tu última entrada:
    "Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado."
    Justo, te ruego que me creas porque me lo he inventado.

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  8. Un último apunte, los mundos posibles de ficción también se dan en la vida, afortunadamente a veces, tan cierto como que es posible ver dos lunas si pasas la noche junto al mar.

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  9. Pues no era el último. Estaba pensando que dadas tus inclinaciones, me extraña que no nos hayas hablado nunca de Janet Frame.
    Ahí te lo dejo.

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  10. ¿Mis inclinaciones?

    Inteligente Matute, e inteligente tú. Y en cuanto a lo de Janet Frame, siempre me ha parecido una escritora extraña, y seguramente cruel consigo misma.

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