sábado, 31 de diciembre de 2022

"Esa insaciabilidad de belleza".

Así es como acaba la reseña crítica de mi novela "Poeta en Madrid" escrita esta semana por Paco Huelva en la revista Todo Literatura. Es posible que esa expresión defina bien la novela y quizá también a mí. Ayer estuve pensando en esto mientras releía, en un Café de Malasaña, algunos de los poemas del austrohúngaro Rainer María Rilke.
En el verano del 16 me fui a dar una vuelta por Trieste, esa ciudad del Norte de Italia bañada por el Adriático, tan literaria y decadente. Me apetecía respirar su atmósfera y apresar la mirada perdida de los escritores que pasaron por esa ciudad, como Rilke y Joyce. El primer día me fui a pasear temprano. Después de comer me metí en un café a releer "La conciencia de Zeno", de Svevo, una novela que influyó en las dos últimas obras maestras de Joyce. Mientras leía se me acercó un señor mayor y me pidió un cigarrillo con una curiosa mezcla de castellano e italiano. Le dije que no tenía y que, además, no se podía fumar en los cafés. Me dijo que no pensaba encenderlo, solo continuar escribiendo en su mesa de los últimos 50 años con el cigarrillo en la boca. A veces Claudio Magris se tomaba un café con él y charlaban un rato de literatura. El señor se fue a su mesa y yo seguí leyendo mi novela. De vez en cuando nos mirábamos y nos saludábamos con un ligero movimiento de cabeza. Por alguna razón me pareció adivinar la figura de Leopold Bloom en él. Rilke escribió las "Elegías de Duino" en el castillo de su protectora Marie von Turn und Taxis-Hohenlohe, junto a Trieste, sobre unos acantilados entre Italia y Eslovenia (en la tercera foto). El primer verso se le apareció durante un paseo por alíí: "¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros de los ángeles?" De la poesía del siglo XX, no he leído nunca nada comparable a sus elegías, salvo "La tierra baldía" de Eliot, los "Cantos" de Pound y la poesía de Juan Ramón desde "Espacio". Es como una especie de liturgia. En sus versos está toda la historia de la humanidad, toda la literatura, toda la filosofía, todos los sueños de los seres humanos.
 
PRIMERA ELEGÍA.
 
¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros
de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de ellos
me acogiera de pronto en su corazón, yo desaparecería
ante su existencia más poderosa. Porque lo bello no es sino
el comienzo de lo terrible, ese que todavía podemos soportar;
y lo admiramos tanto porque, sereno, desdeña el destruirnos.
Todo ángel es terrible.
.....Y así me contengo, sofocando el llamado seductor
de oscuros sollozos. Ay, ¿a quién podemos
recurrir entonces? A los ángeles no, a los seres humanos tampoco
y los astutos animales advierten ya
que no estamos muy confiados y como en casa
en el mundo interpretado. Tal vez nos queda todavía
algún árbol en la ladera que podamos contemplar
de nuevo cada día; nos queda la calle de ayer
y la mimada fidelidad de una costumbre
que se complació en nosotros y así permaneció y ya no se fue.
----- Oh, y la noche, la noche, cuando el viento lleno de espacio sideral
nos muerde el rostro; ¿a quién no le queda al menos ella, la anhelada,
que nos decepciona suavemente y con esfuerzo aguarda
al corazón de cada cual? ¿Es la noche más leve para los enamorados?
Ay, ellos sólo se ocultan uno al otro su destino.
----- ¿Aún no lo sabes? Arroja desde los brazos el vacío
hacia los espacios que respiramos; quizá de modo que los pájaros
sientan el aire ensanchando con un vuelo más íntimo.
----
- Sí, al parecer las primaveras te necesitaban.
Algunas estrellas te exigían que las percibieras.
En el pasado se levantaba, acercándose, una ola
o cuando pasabas tú junto a la ventana abierta
se entregaba un violín. Todo eso era misión.
¿Pero pudiste con ello? ¿No estabas todavía
distraído por las expectativas como si todo
te anunciara una amada? (¿Dónde quieres albergarla,
cuando grandes y extraños pensamientos entran y salen de ti
y a menudo se quedan por la noche?) Pero,
si te abruma la nostalgia, canta a los amantes; mucho falta todavía
para que su célebre sentimiento sea lo bastante inmortal.
Y a esos abandonados que tú casi envidias y a quienes encontraste
aún más capaces de amar que a los satisfechos.
Una y otra vez recomienza la alabanza inalcanzable;
piensa: el héroe perdura y hasta su mismo ocaso
fue para él sólo un pretexto para ser: su último nacimiento.
Pero la naturaleza, agotada, recoge de vuelta a los amantes
en su seno, como si le faltaran las fuerzas
para llevar a cabo dos veces la tarea. ¿Has pensado bastante
en Gaspara Stampa, para que así alguna muchacha
a quien dejó su amado, ante el ejemplo señero de esta amante,
sienta: y si yo llegase a ser como ella?
¿No deberían, al fin, hacérsenos más fecundos estos viejos dolores?
¿No es tiempo ya de liberarnos, amando, del amado
y de resistir estremecidos, como resiste la flecha a la cuerda,
para ser, concentrada en el salto, más que ella misma?
Porque no hay permanecer en parte alguna.
----
- Voces, voces. Escucha, mi corazón, como antaño
sólo escuchaban los santos, de tal modo que el llamado gigantesco
los alzaba del suelo; pero ellos, los imposibles,
seguían ahí de rodillas, indiferentes:
Así estaban escuchando. No es que tú puedas soportar
la voz de Dios, ni mucho menos. Pero escucha el soplo,
el mensaje incesante que se forma del silencio.
Ahora susurra hacia ti desde aquellos jóvenes difuntos.
Donde quiera que entraste, ¿no te habló quedamente
su destino en iglesias de Nápoles y Roma?
¿O se te impuso, sublime, una inscripción en relieve,
como recientemente esa lápida en Santa María Formosa?
¿Qué quieren ellos de mí? En voz baja debo deshacer
la apariencia de injusticia que limita un tanto a veces
el puro movimiento de sus espíritus.
---
-- Por cierto que es extraño no habitar más la tierra,
no seguir practicando las costumbres apenas aprendidas,
no dar el significado de un porvenir humano a las rosas
y a tantas otras cosas llenas de promesas;
no seguir siendo lo que uno era
en unas manos infinitamente angustiadas
o incluso dejar de lado el propio nombre
como un juguete destrozado.
Es extraño el no seguir deseando los deseos. Es extraño
ver ondear libre en el espacio todo lo que antes se amarró.
Y el estar muerto es laborioso y tan lleno de recuperaciones
que sólo lentamente percibe uno algo de eternidad. Pero los vivos
cometen todo el error de distinguir con demasiada vehemencia.
Los ángeles (se dice) no sabrían a menudo
si andan entre los vivos o los muertos.
A través de ambas regiones el eterno fluir
siempre arrastra consigo a todas las edades, acallándolas.
Por último, ya no nos necesitan ellos, los que se fueron temprano;
suavemente uno se va desacostumbrando de lo terrenal, así como
se emancipa con ternura de los pechos de la madre. Pero nosotros,
que tenemos necesidad de tan grandes misterios, de los cuales,
y desde la tristeza, surge a menudo una prosperidad bienaventurada:
¿podríamos existir sin ellos? ¿Es vana la leyenda de que antaño,
en el lamento funerario por Lino, la primera música, osada,
atravesó el arido estupor; y que recién en aquel espacio dominado
por el terror, del cual el joven semidiós escapó de pronto y para siempre,
entró el vacío mismo en aquella vibración
que aún ahora nos arrebata, nos consuela y nos ayuda?
(Traducción de Otto Dörr Zegers)
 
No sé si Vivaldi paseó o no por Trieste alguna vez (sí estuvo en Venecia), pero yo sí "paseo" por su música incluso el último día del año. "Porque lo bello no es sino el comienzo de lo terrible...
Tal vez nos queda todavía algún árbol en la ladera que podamos contemplar de nuevo cada día; nos queda la calle de ayer
y la mimada fidelidad de una costumbre":
 




 

viernes, 30 de diciembre de 2022

"Pío, Luis y yo".

Hace poco Javier, un alumno de 1º, me pidió que le recomendara un libro para leer estas Navidades y le hablé de "El árbol de la ciencia", una de las novelas más profundas e interesantes de mi juventud. Y luego puedes seguir, le dije, con la trilogía de "La lucha por la vida": "La busca", "Malahierba" y "Aurora roja", novelas que me sirvieron para entender con 17 años algunas cosas del comportamiento del ser humano. Con el tiempo llegué hasta una de sus continuaciones naturales, "Tiempo de slencio", de Luis Martín Santos, y escribí un trabajo casi de memoria para la carrera de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada.
 
Antesdeayer se han cumplido los 150 años de uno de los novelistas españoles que me enseñaron a escribir. Ayer escribí un post donde decía que mi mundo es un pañuelo y que me encuentro a la gente por todas partes. A Luis Muñoz Díez, que está conmigo en esa foto de hace un tiempo junto a la escultura de Pío Baroja, me lo encontré nada más salir del portal de casa. Su hija Mar estudió con mi hijo en el colegio. Entre las revistas de arte, cine y literatura que fundó, he escrito algunos textos en Tarántula, como germen de mis libros de cuentos, junto al Diario Progresista de mi amigo Antonio Carmona, y ahí publicaron los tertulianos que me acompañaron en estos años. Igualmente he estado en varias de sus aventuras teatrales que puso en pie. A otro de sus hijos, Gonzalo, me lo encontré hace poco en la facultad de Filosofía y Letras de la Complutense, junto al escritor y periodista Lorenzo Rodríguez Garrido que, por cierto, me entrevistó varias veces en la TV de Periodista Digital. Lorenzo acaba de sacar su primer libro de poemas y lo he invitado a que se pase un día por la tertulia de Argüelles para hablarnos de él.
 
Por cierto, mirando la foto que me hice con Luis junto a la escultura de Pío Baroja al final de la Cuesta Moyano, en la entrada del Retiro, tengo claro que debo adelgazar algunos kilos. El pelo todavía no se me ha caído, pero, bueno, diré a Luis, mi peluquero que siempre me dice que me parezco a Al Pacino, que vaya preparando una peluca para dentro de unos años, por si acaso. Igualmente debo volver más veces a la sauna de José Abascal. La última vez, Cristina, me hizo incluso la manicura, la exfoliación facial y la limpieza del cutis en general.
 
Y ahora me tomo un café y escucho una música que ya me gustaba desde los tiempos en los que leí "El árbol de la ciencia". Seguro que Pío Baroja la escuchaba mientras escribía novelas en la trastienda de Viena Capellanes:
 

jueves, 29 de diciembre de 2022

"Para esto sirven mis tertulias, entre otras cosas, supongo".

"(...) Esa misma sensación tengo con “El acontecimiento” (2000), la novela donde narra su aborto clandestino en 1963, cuando aún era una estudiante de filología. En ella he podido identificar elementos característicos de su escritura, que ya tenía muy accesibles en mi mente gracias a la interesante charla que se mantuvo en la "Tertulia de Justo Sotelo", celebrada virtualmente el pasado quince de noviembre" (...)
 
Estas son palabras de la escritora y actriz María Rodríguez Velasco (la primera es una foto que me envió por Wasap el año pasado junto a Margarita Xirgú, en su querido teatro de Mérida) en este artículo que acaba de publicar en la revista "Amanece Metrópolis", titulado "El Acontecimiento y Annie Ernaux: la crudeza que incomoda a la crítica": 
 
 
Hemos dedicado dos tertulias a la figura de la Nobel Anni Ernaux que me han hecho pensar sobre algunas cuestiones de "Poética" literaria, con dos discípulas de Javier del Prado, Lourdes Carriedo y Dolores Picazo. Para mí es importante esto de "pensar", ya que si no pienso me aburro. Y como el mundo es un pañuelo, al menos mi mundo, ayer por la mañana me encontré, mientras desayunaba en el Comercial, a una de mis profesoras de Teoría de la Literatura, la encantadora Isabel Colon, que me enseñó Literatura del Siglo XVI. Y salió, brevemente, el tema de las tertulias. Ya sabe que las hacemos ahora en Argüelles y le gustaría venir alguna vez, me dijo, ya que el Café Casa Manolo es muy universitario. (La segunda foto es de una tertulia virtual, con María, María José Muñoz Spínola y mi profesora de literatura Jana Popeanga).
 
"Ernaux intenta plasmarlo tal cual lo vivió, aunque resulte repulsivo", escribe María refiriéndose a la descripción del aborto. "Obliga al lector a pasar por ese trance; lo enfrenta a la exposición y al juicio, a la desesperación y a la vulnerabilidad femenina en una época y ante una ley". Me convence la forma en la que María ha leído esta novela. Con esa comparación de un día lluvioso y gris en la onírica Sintra, que está tan cerca de Lisboa. Y continúa escribiendo María: "Sólo por ese hecho, se emplazaba en un peldaño inferior de la escalera que lleva al techo de cristal; esa que imprime etiquetas tan restrictivas, como eficaces, en una trayectoria de siglos de moral y clases sociales. Ser mujer y no morir en el intento. Ser mujer y asumir responsabilidades que deberían ser compartidas, sin olvidar jamás que tu cuerpo y tu pensamiento te pertenecen. Ser mujer y no declinar, a pesar de vivir sujeta a una sociedad y a una década que penalizan ciertas decisiones con multa y prisión. Ser mujer y sentirte sola, con el único desahogo de un diario y algunas amigas indecisas, que tampoco saben reaccionar. Ser mujer y culparte. Ser mujer y no resignarte al silencio".
 
Como ha escitro la propia Nobel, lo único "importante es escribir de verdad".
 
Y ahora me tomo el primer café del día y me viene a la cabeza una canción:
 

miércoles, 28 de diciembre de 2022

"Ava".

Ayer me paré delante de Chicote, una coctelería de la Gran Vía a la que iban para emborracharse Ernest Hemingway, Grace Kelly, Rita Hayworth, Frank Sinatra y Ava Gardner, o eso decían algunos, quizá porque el mundo nunca ha sido perfecto del todo, salvo el rostro de Ava. En cierta ocasión me dijiste que era un sueño recorrer conmigo en coche la Gran Vía mientras Sinatra cantaba "I'm a Fool to Want You". La historia de amor entre Ava y Frank estuvo llena de peleas y reconciliaciones, de infidelidades y celos, y acabó mal. Una vez dijo Oscar Wilde: "¡La felicidad, no! ¡Sobre todo nada de felicidad! ¡El placer! Hay que preferir siempre lo que sea más trágico". Katharine Hepburn, Ingrid Bergman o Bette Davis eran mejores actrices, pero la cámara la adoraba. Apenas tenía que decir nada, tan solo mirar a la cámara. Primero se casó con el actor Mickey Roonie, algo casi de puro marketing, después con el clarinetista Artie Shaw que se creía demasiado intelectual para ella, sin comprender que Ava era libre e inteligente, hasta el punto de beber y acostarse con quien le diera la gana. Tuvo decenas de amantes como Howard Hughes y Robert Mitchum, hasta casarse por tercera vez, ahora con Frank Sinatra. El sábado pasado, el día de Navidad, cumplió sus primeros 100 años de "inmortalidad", tras interpretar "Forajidos" (1946), "Venus era mujer" (1948), "Pandora y el holandés errante" (1951), "Las nieves del Kilimanjaro" (1952), "Mogambo" (1953), "La condesa descalza" (1954), "Cruce de destinos" (1956), "Fiesta" (1957), "La hora final" (1959) y "55 días en Pekín" (1963). 
 
Luego seguí mi camino por la Gran Vía pensando en Hemingway, en algunos toreros, en ese relato que le dedicó Robert Graves después de que ella lo visitara en Deiá, y en la cámara de Mankiewicz. Ya te dije que primero aprendí a leer y más tarde a vivir en una película, mientras tú me servías un cóctel al atardecer y Frank cantaba una canción en mi terraza de Madrid:
 

martes, 27 de diciembre de 2022

Una nueva reseña de "Poeta en Madrid".

Conocí al escritor y crítico literario Paco Huelva hace un año en la librería Rafael Alberti, en la presentación que hice del último libro de poemas de Efi Cubero, y nos hemos vuelto a encontrar el otro día en el Ateneo durante la charla de Javier del Prado sobre Proust. Me dijo que estaba leyendo mi novela que publicó Mayda Bustamante en su editorial Huso el año pasado. Y ayer, después de hacerme esa fotografía en la Cuesta Moyano, entre libros, me llevé la sorpresa de encontrarme una preciosa e inteligente crítica literaria de la novela en la revista "Todo Literatura". 
 
 
Me fijo en algunas frases (por cierto, el libro "Asomado al abismo" no es mío):
 
"En las reseñas sobre la vida y las obras de Sotelo, destacan a mi entender cuatro constantes al menos: la originalidad, el riesgo, su pasión por las artes y la mezcla de géneros".
 
"La suya es una forma de entender la literatura que lo lleva a experimentar la misma en un mestizaje que puede gustar mucho o poco, pero ahí está, con toda su grandeza: diferente, sólido, real y atrayente".
 
“Poeta en Madrid”, aparte de una obra inclasificable como se dijo y puede que no de fácil lectura para muchos -poco importa esa cuestión al autor que firma la obra-, resulta una obra empírica lúcida y atrayente, por las múltiples aristas textuales que ensambla con una precisión de relojero que trabajase ajeno al devenir iterativo de las letras al uso en nuestros días, y que se adocenan en las estanterías de las librerías..."
..................
Sin apenas conocerme, el lector y crítico Paco Huelva incide en algunas cosas que pienso de mi obra y de la literatura en general, y que podria resumir así:
 
- La literatura debe avanzar, guste más o menos y te saquen o no los amigos en la televisión y te regalen premios.
 
- No me importa demasiado que se me considere un escritor difícil y poco comercial (me preocuparía lo contrario).
 
- La pasión y el riesgo definen todo lo que hago.
 
Y ahora me tomo un café y escucho una de mis biblias musicales particulares. Cuando la escribió, después de la Novena, Beethoven hacía tiempo que habitaba otra dimensión:
 

"Una tarde en la ópera".

Ayer por la tarde reviví su segunda ópera, "Edgar". Hace un tiempo se la escuché a la Orquesta de RTVE en versión de concierto en el teatro Monumental y me inspiró uno de mis "Cuentos de los otros". Paseando por la mañana por Ferraz tomando el sol de diciembre de Madrid, crucé la sede nacional del PSOE y del Conservatorio y me fijé en la placa que recoge la visita de Puccini en el año 1892 para el estreno de su ópera en el Real, antes de determe en el escaparate de la librería El Aleph y seguir tomando el sol en la Plaza de España y la Gran Vía. En el número 7 de la calle Ferraz hubo una vez una fonda y en ella se hospedó Puccini. Antes de hacerse famoso, vivió su "bohemia" en una buhardilla de Milán que compartió con Pietro Mascagni, estudiante también del Conservatorio, que alcanzó la inmortalidad con "Cavalleria rusticana". Su primera ópera, "Le Villi", no llegó hasta después de su graduación. El éxito del estreno llamó la atención de Giulio Ricordi, referente de la época en el mundo de la edición musical, y se inició una colaboración entre ambos que se prolongó hasta su muerte. Y nació "Edgar" (1889), que, a diferencia de "Manon Lescaut" (1893), "La Bohème" (1896) o "Tosca" (1900), tuvo una acogida discreta, algo que intentó paliar reestrenándola en Madrid. El libreto lo firmaba Ferdinando Fontana y se basaba en "La coupe et les lèvres" que fue escrita en París medio siglo antes por el escritor romántico Alfred de Musset y con un argumento que nos presenta a un hombre obligado a elegir entre el amor de su novia y la lujuria de una muchacha gitana, algo que posee cierta relación con "Carmen" de Bizet. La música es arrebatadora, como siempre sucede con Puccini, una música "enfermiza" con la que casi puedes enamorarte del amor. Quizá por eso tuvo tantas amantes a lo largo de su vida.
 
Y ahora me voy de nuevo a un teatro de Turín mientras me tomo el primer café de la mañana:
 
Mi forma de vivir en una ópera de Puccini ha sido escribir "Poeta en Madrid".
 



 

domingo, 25 de diciembre de 2022

"Broker"

Otra cosa que he recuperado tras la pandemia es ir al cine a las 16 h. en el día de Nochebuena. Recuerdo cuando vi "Europa", de Von Trier en el viejo cine Alexandra de la calle San Bernardo y todas las sesiones en los Alphaville, después Golem, así como en los Renoir, Princesa y Verdi. Acercarse a ver las películas del japonés Kore-eda ya es una tradición para mí, en la línea de las que siempre he tenido con Rohmer, Bergman, Allen, Tarkovsky, Kieslowsky o Kiarostami. Y ahí aparecen "Nadie sabe" (2004), "Still Walking" (2008), "Air Doll" (2009), "De tal padre, tal hijo" (2013). "Nuestra hermana pequeña" (2015) o "Un asunto de familia" (2018). "Broker" se ha estrenado el 21 en España y se inicia bajo la lluvia cuando una mujer (Ji-eun Lee) abandona a su bebé en una de las "cajas para bebés" habituales en Corea del Sur, sin saber que el lugar está vigilado por una pareja de mujeres policías (Doona Bae y Lee Joo Young), que investigan una posterior venta de bebés en el mercado negro. En el asunto hay dos hombres; uno de ellos, (Song Kang-ho), es un sujeto divorciado con problemas económicos y Dong-won es un joven huérfano resentido con las madres que, como le ocurrió a él, abandonan a sus hijos. El grupo "familiar" se formará también con la madre demasiado joven, un niño huérfano y el bebé. Aunque el asunto es muy duro y triste, la puesta en escena es estupenda y la película una delicia, y en ella no hay buenos ni malos. Es una road movie que, inesperadamente, funciona como auténtico bálsamo pese a estar construida sobre un núcleo narrativo digno del ejercicio más turbio y demoledor que se pueda imaginar. Y serán las escenas sencillas entre esta "extraña" familia las que terminarán emocionándote. Esa escena de la noria y del parque de atracciones, aquella otra en la que los personajes se dicen, casi a oscuras, que todos son importantes y es hermoso que hayan nacido. Cuando el niño abre la ventanilla del coche mientras lo están lavando (algo que a mí también se me ha ocurrido a veces, pero nunca he hecho). Y por supuesto las pequeñas manos de los niños que se agarran a las personas que los cuidan, a pesar de que no sean sus verdaderos padres.
 
Este es el tráiler subtitulado:
 
La música de piano de la película es una preciosidad de Jung Jae Il, que también escribió la música para "Parasite" y "Squid Game". Me quedé hasta el final de los títulos de crédito escuchándola, como he hecho siempre:
 
Subiendo la calle Princesa me llamó mi amigo Javier del Prado para felicitarme la Navidad, como me había llamado por la mañana María Rodríguez Velasco y había recibido, y enviado, Wasaps con otros amigos y amigas.
 
Qué otra cosa es la Navidad, sino los dedos del niño que se agarran a tu mano por el camino de la vida.
 

 
 
 

sábado, 24 de diciembre de 2022

  "La vida es una bicicleta de dos ruedas, la del amor y la del humor".

Ayer por la tarde me fui a ver a mi cura vasco favorito, Javier Ruiz de Arcaute y Vélez de Mendizábal, uno de mis amigos íntimos tras más de media vida juntos. Conoce a la perfección mi manera de ser y siempre me ha llamado "santo laico". Con él he vivido multitud de experiencias y hemos compartido un despacho en la Universidad a lo largo de muchos años (es sociólogo e impartió esta asignatura). Me siento orgulloso de todo lo que me ha enseñado sobre esta vida y sobre la otra. En septiembre se cayó por las escaleras del jardín y estuvo casi dos meses sin poder andar, pero ya lo ha superado, con sus cerca de 88 años a cuestas. En cierto momento volvió a repetir la frase del principio. En realidad somos el amor que hemos dado, dijo, y se encendió un puro. Su frase me recordó la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios, uno de los textos más hermosos y profundos que se han escrito sobre el amor:
 
1. Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
2. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
3. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
4. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
5. No actúa con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
6. No se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
7. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá.
9. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado.
10. Y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
11. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
12. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
13. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor."
 
En el coche busqué el CD con la música de la película "Azul", con la "Canción para la unificación de Europa", según la epístola de San Pablo:
 
Desde luego que soy lo que he amado y lo que me he reído.
 




 

viernes, 23 de diciembre de 2022

"Ya que todo el mundo dice que soy un santo, ayer por la tarde me fui a buscar a los santos Justo y Pastor a Alcalá".

Y aquí estoy en esta foto junto a los niños, y el Cardenal Cisneros. Eran dos hermanos de 7 y 9 años, hijos de un soldado romano, que fueron ejecutados en el año 304 en las afueras de Complutum (hoy Alcalá de Henares) por no renunciar a su fe cristiana. En este lugar se levantó un siglo después una capilla para albergar sus restos. En el periodo visigodo se convirtió en catedral. El año 1053 Alcalá (o el castillo de Alcalá la Vieja) fue conquistada por Fernando I de León. Los musulmanes la reconquistaron un año después y destruyeron la catedral. Los mozárabes tuvieron que trasladarse a Guadalajara y los restos de los niños se enviaron a Huesca, hasta que en 1118 se reconquistó la ciudad y se reconstruyó el templo. La historia es más larga e incluso llega al incendio que sufrió en la República. Ayer por la tarde subí a lo alto de la torre desde donde se ven las campanas y toda la ciudad. Son 165 escalones de una escalera de caracol que se comenzó a contruir el año 1528, con dos tramos de piedra y uno tercero de madera. Mientras subía me vino a la cabeza la escena del campanario de "Vértigo" (1958), de Alfred Htchcock, una de las grandes películas de la historia del cine, de la que he escrito varios textos. 
 
En lo alto del campanario se escribe nuestro destino:
 
Me parece que soy un santo un poco complicado. Eso sí me lo paso muy bien entrando y saliendo de la historia de la humanidad como entro y salgo de los libros y las películas.
 







 

jueves, 22 de diciembre de 2022

"Justine y Lena".

No estaba Celia, mi fisioterapeuta, y dos estudiantes francesas se ocuparon, con cariño, de mis cervicales. Se encuentran de Erasmus en la Universidad San Pablo, en Monte Príncipe. Lena es de Aix-en-Provence, al lado de Marsella, y Justine de Burdeos. Mientras sus dedos subían y bajaban por mi cuello nos pusimos a hablar un poco de la vida. Dije a Lena que, cuando era joven, tuve una novia de Aix-en-Provence, precisamente, que se llamaba Natalie, y que aparece en mi novela "Las mentiras inexactas". Y dije a Justine que también hace muchos años una alumna que se llamaba Lola y era de Gran Canaria me regaló "Justine", la primera novela del mítico "Cuarteto de Alejandría", de Lawrence Durrell (la foto es de 2018 cuando viajé hasta allá leyendo la novela). Cuantas veces la habré leído, me digo ahora, mientras me tomo el primer café. Son las historias de Justine y Nessim, de Melissa y Balthazar moviéndose en una ciudad bajo la mirada literaria de Cavafis, el "viejo poeta". Alguien me dijo que de Alejandría solo escapan los enfermos, los solitarios, los profetas y los heridos de amor. Los cuatro protagonistas cuentan lo mismo en las cuatro novelas, pero desde el punto de vista de cada personaje. La nueva versión desmonta la anterior, la contradice y la completa. Lo que en principio era una historia de oscuras pasiones cruzadas en el interior de una ciudad que lo devora todo, donde la Justine de Durrell es un trasunto de la "Justine de Sade", deja paso a asuntos políticos y religiosos, con temas de espionaje, complots, violencia y dinero en el contexto de la Segunda Guerra mundial y sus orígenes. No obstante la obra es, por encima de todo, la ciudad cosmopolita y viciada, y la fuerza de sus personajes. Y son el tono, el lenguaje y la atmósfera de la buena literatura. Entre la serenidad de los árboles suena un disco, "Ciudad de las ideas", que el guitarrista cordobés Vicente Amigo escribió inspirándose en Cavafis. Es la conversación de dos poetas, uno viejo y otro joven. El joven le dice al viejo que ha puesto muy alta la escala de la poesía, que no puede llegar ahí. El viejo le contesta que eso es blasfemo, que debe estar orgulloso de haber entrado en la "Ciudad de las Ideas":
 
"Las ideas y objetos que se te contrapongan. El lío de poseer unos bellos intentos, ideales enormes de profundos deseos y eso de tener que sufrir las inocentadas belicosas de cada día que pasa, si tú no estás".
 
Esta es la dedicatoria que escribió Lola cuando me regaló la novela. Yo era joven y aún no sabía si sería escritor. Al final te vas haciendo escritor porque vives intensa y apasionadamente la vida como si la estuvieras escribiendo. O te la estuvieran escribiendo. Y entre ser escritor o vividor siempre he sabido lo que debía elegir.
 
Este es el disco completo sobre esta ciudad de las ideas:
 

miércoles, 21 de diciembre de 2022

"Los mundos posibles con villancico en la tertulia".

Está la vida y está la literatura. Es una forma de vivir y una forma de leer y escribir. Son los mundos posibles que te permiten ir de la vida a los libros y volver a la vida a través de sus páginas y los pasadizos de los que hablaron Cortázar y Murakami, y a mí tanto me gustan, aplicados a la tesis doctoral que escribí sobre los mundos posibles de Murakami y de mis propias novelas. Ahora Elliott Murphy y Peter Redwhite han construido una novela a cuatro manos, "Dorothy y el descubrimiento de América" (Berenice, 2022), que se presentó ayer por la tarde en el Café Casa Manolo, en este barrio tan literario y madrileño como Argüelles, y que de alguna forma es una aplicación literaria de mi tesis. Me siento un afortunado por tener dos amigas con tanto nivel humano e intelectual como son María José Muñoz Spínola y Almudena Mestre que analizaron con tanto rigor la novela. Es lo que pido siempre a mis alumnos en clase y en la vida, que se diviertan estudiando, profundizando las cosas, y explicándolas con conocimiento. Ayer atravesamos todos los espejos que permite la ficción literaria, de Plauto a Einstein, de Shakespeare a Borges, de la realidad tangible a la relatividad cuántica. Navegamos en busca del "yo" narrativo, al igual que había hecho Javier del Prado Biezma la tarde anterior con Proust en el Ateneo, y ayer volvió a repetir, de la figura del "padre", tan importante en la historia de la literatura (el padre real también nos acompañaba ese 20 de diciembre) y en los espejos de Peter.
 
Como fin de fiesta Miguel Ángel Yusta invitó a su hija, catedrática de Filosofía en París, aunque llegó tarde, y compuso unas coplas para celebrar la Navidad, que cantamos entre todos:
 
1. En la tertulia de Justo.
con cariño muy sincero
cantan tus buenos amigos
con el corazón abierto.
 
2. Viva la tertulia
de Justo Sotelo
vivan los amigos
viva el Año Nuevo.
 
3. Y que en el año que llega
que es el dos mil veintitrés
tengamos paz y salud
y poesía también.
 
4. Viva la Tertulia
viva la amistad,
vengan los abrazos
y la Navidad.
 
5. Despediremos el año
y abriremos muchas puertas
escribiendo sin piedad
poesías y novelas.
 
6. Feliz Navidad
feliz Año Nuevo
y miles de abrazos
para el mundo entero.
 
Las letras son 1-3-5, intercalando el estribillo 2-4-6. La música es esta, por ejemplo:
 
A la salida llovía sobre la calle Princesa, pero solo por fuera. Había sido el triunfo de la literatura y de la belleza.
 




 

martes, 20 de diciembre de 2022

"Marcel Proust vs Ágata Ruiz de la Prada".

Ayer por la tarde en el Ateneo se presentó el libro "Mi historia", de Ágata Ruiz de la Prada, con Boris Izaguirre y Alaska entre otros, en el Salón de Actos. Encima se encuentra la biblioteca donde tantos españoles han preparado oposiciones, y en ese lugar los profesores y escritores Javier del Prado y Marifé Santiago Bolaños hablaron a lo largo de hora y media de "En busca del tiempo perdido". Junto a mí estaban Almudena Mestre y Sol Genafo. Antes había saludado a las discípulas de Javier, María Luisa Guerrero, que me dio clase de Proust en la Complutense, Lourdes Carriedo y Dolores Picazo, que nos ofrecieron el último mes las dos tertulias literarias sobre Annie Ernaux y que Javier mencionó en varias ocasiones, así como a Paco Huelva y el poeta Juan Carlos Mestre, entre otras personas. Javier y yo fuimos en autobús hasta Neptuno charlando de la reciente final del mundial de fútbol entre Argentina y Francia, analizando la forma de ser de los franceses, que él conoce tan bien, y nos hicimos una foto delante de las Cortes (es la cuarta), ya que el Ateneo está a un paso. Media hora después escuché un interesante diálogo entre la moderadora Inés Alvear, de la Junta de Gobierno del Ateneo, Marifé y Javier. Marifé es profesora de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Rey Carlos (compañera mía de editorial, tanto de Huso como de Bartleby) y nos habló como lectora de Proust, confesó que este mes de agosto se ha leído las tres mil y pico páginas desde la primera a la última y citó a Bergson y Benjamin. Por su parte, Javier estuvo imperial, casi homérico (como dice Michaleen en "El hombre tranquilo") y nos habló desde su "Para leer a Proust" (1990). No me habría importado escucharle toda la noche desgranando las fuentes de la novela que se pueden encontrar en "Los placeres y los días" y "Jean Santeuil", de la estructura en forma de catedral, del narrador y su paso del "él" al "yo" y la evolución de la famosa magdalena que de alguna forma sería el pubis femenino.
 
Y como también me gusta la moda, hubiera echado una ojeada a lo que decían en el Salón de Actos sobre Ágata Ruiz de la Prada (es la tercera foto de la Agencia EFE) e incluso habría pedido a Alaska una canción. Recuerdo los tiempos en que siempre me daba una vuelta por la "Pasarela Cibeles" en medio de los diseños de Ágata, Adolfo Domínguez, Lurdes Bergada, Jesús del Pozo o Manuel Piña. "Poeta en Madrid", la última novela que he publicado en 2021, está llena de ropa de moda y en parte describo mis visitas al mundo de Pedro Trapote, Joy, Pachá y demás.
 
Estoy seguro de que a Proust no le hubiera importado en su mundo de Guermantes y a mí tampoco: